Capítulo nono

Noticias por un desertor que nos vino del campo. Lanchas armadas traman escaramuza con su contrario, que dirige su fuego a unas y otras brechas, aunque nuestro cañón le contiene el furor, y la prosecución de sus obras.

Tiran los sitiados una línea sobre la brecha, y los enemigos avanzan otra por aquella parte. Lógranse noticias de Cádiz por un navío que nos entró. Escaramuzan nuestras lanchas armadas con su contrario. Muévese un rezio temporal. Desaguan los de afuera sus trincheras. Concluye el príncipe sus obras de defensa. Prosigue el temporal y lluvias.

Primo

Noticias por un desertor que nos vino.

Antes del amanezer del día primero de deziembre vino del campo a la plaza un desertor que ponderó mucho los trabajos y miserias que padezían los suyos de la estación del tiempo y humedad del agua que inundava sus trincheras. Y a la verdad hallándose los más de los españoles sin zapatos y sin vestidos, no se hazía difízil de creer lo que contestava aquel tránsfuga. Añadió también que el enemigo ni tenía prevenido mina alguna ni meditava assalto esperando en que quanto antes avía de llegarle una formidable esquadra, con que el de Pointí echaría de aquella baya la de los aliados y podría con esto estrechar a los sitiados, de calidad que les obligaría a la rendición. Dixo últimamente que se avían destacado 500 franceses para Cádiz dedicados al nuevo armamento y presidio de sus navíos.

Con ocasión de aver enviado el vicealmirante esta noche algunas lanchas a tierra para contener al enemigo con la operación de algún desembarco, se travó una escaramuza entre los ingleses y los enemigos que causó grande alborozo en todos sus reales.

Desfogose este día sin perstinazia en disparar a ratos a unas y otras partes, y especialmente a las brechas. La nota de todos los que avían sido muertos y heridos de la guarnizión des del principio del sitio se entregó este día al príncipe comandante, y por ella se supo que consistía nuestra pérdida en ochenta y siete muertos, ciento y nueve heridos y tres cientos y dos enfermos, número corto respecto a un tan penoso y porfiado sitio.

Por la noche echó el enemigo treinta bombas, nuestros heridos passaron de 37 porque como se hallava expuesta del todo la guarnizión de la Redondela al fuego del enemigo, no fué mucho que en todo el día fueran tantos los heridos de nuestra parte.

Segundo

Tiran los sitiados una línea sobre la brecha y los enemigos otra azia aquella parte.

Como eran blanco de las baterías de los sitiadores los caminos cubiertos y la Redondela y castillo, continuavan con igual furia en disparar a su ruina el día dos de deziembre, en que sus gastadores dieron la última mano a la segunda línea que avían tirado junto a la montaña, en cuyo trabaxo perdió alguna gente que mataron los de la plaza des del Salto del Lobo cuya mampostería predominava enteramente sus trabaxos.

Por la tarde aviendo observado el príncipe que los designios del enemigo tiravan a perfizionar una línea transversal que ya avían empezado, dispuso se disparara toda la noche con las baterías de la plaza y singularmente con las del Muelle Viejo, que corresponden a aquel terreno, con cuyo fuego se logró enteramente el estorvarle al contrario su idea, como se echó de ver al dispuntar del siguiente día en las prevenciones de barriles, tablados y otros reparos que se divisaron tenía para esto destinados.

Ochenta y ocho bombas fueron las que arrojó esta noche a la plaza nuestros heridos ocho, y tres los muertos.

Tercio

Lógranse noticias de Cádiz por un navío que nos entró. Escaramuzan nuestras lanchas armadas con su contrario. Muévese un rezio temporal. Tírase una nueva línea.

Amanezió el día 3 sin más novedad por parte de los sitiadores que la de continuar con su disparo a la ruina de los puestos, que poco à se dixo. Nuestro gefe a vista de su porfiado tessón, dió orden que se trabaxara por la parte interior de la plaza y a la falda del monte algo más arriba de la brecha una nueva línea para defender lo alto y detener al enemigo en caso que se apoderase de la Redondela.

Des del Muelle Viejo se le hizo todo este día un incessante fuego, con que se le embarazó al contrario la continuación en gran parte de su trabaxo. El Centurión Inglés fragata de a cinquenta piezas y que se avía enviado para reconozer el armamento que en Cádiz disponía el de Pointí entró en la baya con una nave francesa de a veynte y ocho piezas, que venía de la Martinica con un rico cargo de azúcar y otros géneros. El capitán inglés dió cuenta a su vicealmirante de que no avía en Cádiz por entonces apariencias ningunas del armamento que se avía publicado, antes bien que los pocos navíos que tenía allí el de Pointí estavan retirados tras del Puntal, quizás de miedo que tenían a nuestra esquadra. Con esta noticia, que quiso el inglés celebrar con hazer una alarma al enemigo, embió unas lanchas a la del mar armadas de alguna gente que se desembarcó a poco rato y escaramuzeó por algún tiempo con su contrario, quien con la ventaja de los cavallos que llevava, persuadiéndose que retiravan los ingleses para huir el choque, se les acercaron con tan poco rezelo de que les pudiesen ofender los nuestros navíos que llegaron casi a la lengua del agua, penzando aquella cavallería no solo estar segura si también lograr el venzimiento de la gente desembarcada, pero dispararon aquellos buques contra aquella gran tropa enemiga sus cañones con tanto efecto, que enfilando las balas en medio de aquel cuerpo fueron precisados a retirar desordenadamente con pérdida de algunos de ellos y cavallos que montavan.

Aquella noche se levantó un tan rezio temporal de levante, que dió algún cuydado a los de nuestra armada por hallarse esta ancorada en la parte más expuesta a la violencia de los vientos. Llovió mucho, con que se le estorvó al enemigo totalmente su trabaxo, de calidad que en toda la noche solo nos pudo disparar diez y ocho bombas.

Quarto

Desaguan los de afuera sus trincheras. Concluye el príncipe sus obras de defensa. Prosigue el temporal y lluvia.

Trabaxaron los sitiadores todo el día quatro en desaguar sus trincheras. Con que fué poco o ninguno el fuego que hizo. En el mar continuó la tempestad con tan desecho temporal, que en todo el día pudo llegar lancha alguna a bordo de los navíos. Con todo el príncipe con la oportunidad que le subministrava la ocasión, pudo concluir enteramente las defensas que días atrás avía empezado en la Redondela, cortina, camino cubierto y castillo. En toda la [sic] no intentó el enemigo más movimientos que el de continuar en el desaguadero de sus trincheras, y assí solas 18 bombas logró tirar a la ciudad.

Durante todavía [sic] el viento, y con esta ocasión cortada la comunicación entre la flota y plaza, al siguiente día en que el enemigo se contentó con hazernos algún fuego con una nueva batería de quatro cañones logramos algún adelantamiento de nuestros reparos con con [sic] la incessante aplicación de nuestros gastadores. Pero en la noche comenzó a disparar contra el Muelle Viejo, impaziente de ataxar los daños que recivía del continuado fuego que se le hazía de aquel puesto, que nos ocasionó algún daño en los que le defendían, pues fueron tres los heridos, sus bombas, que liberal nos echó en la ciudad llegaron a quareinta, y los que de ellas fueron heridos no passaron de dos soldados.

Con el abrigo que les pudo subministrar a los sitiadores la obscuridad abrieron una nueva foza, tirada des de la mano izquierda de sus baterías a la derecha de sus ataques a fin de abrirle al agua un nuevo camino para despedirla y echarla enteramente de sus líneas.

De Génova nos llegó una barca con la noticia de que franceses no hazían diligencia ninguna en Tolón para aprestar su flota, que quedava muy estropeada del último combate que con la del almirante Roock tuvo en las alturas de Málaga a los últimos de agosto día de San Bartholomé.


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