Capítulo 13

Alborozo en la plaza con motivo del nuevo socorro. Míranse bolar águilas reales sobre la montaña. Percistencia de nuestro contrario en echar por tierra la línea de comunicación. Manda el príncipe remplazar nuestras baterías.

Llégannos más navíos con gente del socorro. Prosigue el enemigo su violento fuego contra nuestros reparos, avanzando sus obras azia la plaza.

Acestan los sitiadores contra la cortina de San Bernardo y baluarte de San Pablo logrando algunos passos de terreno. Difúndese voz que alarma la guarnizión.

Fuego recíproco de sitiados y sitiadores no distando estos más de unos 150 passos de la contrescarpa. Apreención de un barco longo con otros susessos.

Primo

Alborozo en la plaza con motivo del nuevo socorro.

Dexo a la consideración la alegría que tubieron los sitiados al verse ya con parte del socorro en el puerto. Dávanse mutuamente los parabienes celebrando con diferentes demonstraciones de regosijo las nuevas fuerzas que logravan para poder enteramente contrastar contra la enemiga perfidia. Aumentose este alborozo con el feliz anuncio que nos batizinaron dos águilas imperiales que se dexaron ver por mucho rato sobre la atalaya del monte, en cuyo cielo se detuvieron algún tiempo con las alas tendidas, formando los vistosos pavellones con admiración de los naturales de aquel país, que las estrañaron tanto más quanto menos se avían dexado ver hasta allí en aquel terreno bolátiles semejantes.

No obstante el grande refuerzo de gente que efectivamente nos iva llegando, percistía el enemigo el día 19 con el continuado disparo de su nueva batería en echar por tierra la línea de comunicación para lograr no pudiesse ser socorrida en caso de assalto sin notable peligro, y assimismo el cubo o pastel. Este día desembarcaron las tropas del socorro, que se presentaron luego en la plaza mayor de la ciudad a vista del príncipe governador, que las recivió con singularidad, y a los cabos con todas aquellas muestras de benevolencia que sabía expressar su generosidad en semexantes lanzes. Admitió a los oficiales que venían de nuevo a rendirse a su obediencia con el ademán de darles los brazos en prueba de la estimación que hazía de ellos. Repartió luego toda esta gente en sus quarteles, y por los quarteles las competentes municiones.

Poco después passó el príncipe a dar nuevos órdenes para componer algunas piezas en batería a fin de rezarzir con ellas la falta de las que quedavan desmontadas, en cuyo empleo fué preciso que los nuevos huéspedes cooperasen con el ombro y con su assistencia, haviéndolo dilatado hasta allí por falta de quién lo hiziera.

2

Llégannos más navíos con gente del socorro. Prosigue el enemigo su violento fuego contra nuestros reparos avanzando sus obras azia la plaza.

Al passo que se les iva multiplicando a los sitiados la gloria en el venzimiento se les iva multiplicando igualmente la gloria con los nuevos socorros, que les ivan llegando para mayores. Este día, que lo era el 20, se dexó ver porción de los navíos de la esquadra que esperávamos, tan de improviso, que sorprendió a todos aquella novedad, en manera que nos entraron este día hasta nueve dellos con buena parte de la gente que se nos enviava, con que salimos del cuydado en que nos avía puesto su tardanza con cuya conduzión aportó don Francisco de Zínzerling secretario de su magestad cesárea y otros sugetos que venían de Lisboa.

Los olandeses, como no parezieron este día, creimos se avían buelto a las costas de Portugal a fin de no dar en manos del de Pointí, que les estava con impaziencia aguardando para apresarles, como lo hizo con dos que se adelantaron más de lo que era menester para continuar con seguridad la derrota azia nuestra baya.

No le supo bien al Villadaries el nuevo refuerzo de gente que nos llegó tan a tiempo, y assí para darnos a entender su sentimiento nos hizo este día un fuego violento, haziendo jugar continuamente sus cañones contra el Muelle Viejo, que fué el que se llevó las pedradas en esta ocasión. Por la noche trabaxó incessantemente en perfizionar sus trincheras, avanzó quanto pudo con la paralela azia la contraescarpa, en cuyo designio nuestro fuego le dava no poco que merezer. Porque como fué esta la primera noche en que la gente del socorro avía montado las brechas, hizo alarde el presidio del nuevo refuerzo que le avía llegado.

La otra mitad entró en esta tarde, y con ella recivió una carta el príncipe del vicealmirante Leack, en que le esperanzava con el retorno a fin de acordar por este medio las medidas más necessarias para la seguridad y defensa de la plaza.

Parézeme que este día se le avía olvidado al enemigo el disparo de las bombas, porque en todo él no nos arrojó ninguna. Quizás sería porque se le avían acabado.

3

Acestan los sitiadores contra la cortina de San Bernardo y baluarte de San Pablo logrando algunos passos del terreno. Difúndese voz que alarma la guarnizión.

No acabavan de determinarse los contrarios en dar todavía un assalto siquiera en la plaza, en medio de tener las brechas aptas para ello, y assí no es mucho que en el jugar de sus baterías hizieran tantas mudanzas. El día 21 todo fué azestar el cañón contra la cortina de San Bernardo y baluarte de San Pablo. Por la noche logró algunos passos de terreno, qué inmediatamente cubrió con los gabiones que para esto tenía prevenidos, y aunque consiguió el cubrirse en parte del fuego que se le hazía des de nuestra mampostería, no pudo totalmente evitar el daño que continuamente recivía del Salto del Lobo, cuya guarnizión cumplía tan exactamente con su dever que dió bien que hablar de la regla y pericia con que disparava. No vimos bomba alguna de nuestro contrario esta noche, con que fué verdadera la sospecha en que ya estávamos el día antecedente.

No permitió el viento este día que se acercara la armada como deseávamos a fin de lograr con su assistencia el buen éxito que nos prometíamos de la salida que avíamos ideado.

Por la tarde se levantó de improviso una voz que puso en no pequeño cuydado a los sitiados. Corrió que los españoles avían ocupado otra vez la montaña, con cuya noticia huvo un grande rebato en la ciudad. Tomó luego toda la guarnizión las armas y se destacó una manga de granaderos y alcabuzeros para entrar en la funcción, caso que fuesse verdad lo que se avía difundido. Marchava ya azia la montaña este cuerpo por orden del príncipe comandante, quando se supo que los que se dexavan ver en la sima eran unos marineros ingleses que, movidos de la curiosidad de reconozer los reales del enemigo, avían subido a aquel puesto y que con permisso de las sentinelas passavan toda aquella eminencia.

Fuego continuo de sitiados y sitiadores no distando estos más de unos 150 passos de la contraescarpa. Apreención de un barcolongo.

El bastión de San Pablo y la cortina de San Bernardo continuaron el 22 en ser el terror a que el encono enemigo dirigía todo su fuego, a que respondió nuestro cañón de todas partes con una summa y perfecta regla, singularmente el bastión de San Pablo, en que el contrario se persuadía no nos quedava pieza entera. Avanzose no obstante con sus aproches hasta unos 150 passos de la contraescarpa a que no osava llegar con más diligencia por el grande fuego que de todas partes se le hazía.

El príncipe mandó expedir un orden en que mandava se recogieran con todo cuydado en el astillero las bombas que del enemigo durante el sitio no avían reventado a fin de ahorrar por este camino parte de las que se disparavan des de la montaña.

Una fragata inglesa, que entró en la baya de tránsito para salir en corso, apresó un barcolongo español que trahía provisiones al real de los sitiadores.


< Capítol 12 / Capítol 14 >