Capítulo 29

No se divisa ya tienda alguna en los reales del enemigo. Manda el príncipe poner en libertad a 30 prisioneros. Quedan del todo despejados los ataques, y aplicación en quemarles, obligándoles a retrozeder el cañón de la plaza de la empresa.

Desamparan del todo los contrarios más líneas y demás obras. Noticias por un desertor. Salida de voluntarios y acometimiento que hizieron a su adversario algo lexos de la plaza.

Trata milord Dunegal con Villadaries las dependencias de prisioneros, escriviéndole a este el príncipe por los españoles que le tenía con otros susessos.

No se divisa ya tienda alguna en los reales del enemigo.

Apenas al 28 se divisaron tiendas algunas en el real de los enemigos, y assí fué evidente lo que dixeron los prisioneros de hallarse en marcha sus tropas. Un cuerpo de franceses, que llegava al número de 2.000 hombres, quedava apostado en el parage donde se avía alojado antes a distancia de hora y media de la ciudad, guarneziendo los demás puestos de aquella circunferencia algunas aunque bien pocas mangas de españoles.

Este día dió el príncipe libertad a los 3 soldados que poco antes se avían echo prisioneros haziéndoles salir por la Puerta de Tierra, para que con mayor comodidad se bolviesen a sus casas.

Las líneas delanteras a nuestra plaza quedaron este día del todo desamparadas de sus enemigos, que para ofenderla avían tirado.

Las 3 solas piezas que les avían quedado a los sitiadores en la última de sus baterías, fueron al 29 sacadas de el puesto que ocupavan, no siendo más de 200 hombres los que quedavan de guarnizión sobre aquel ataque, en que hizo nuestro cañón a algunos que menos cautos ofrezían todo el blanco de sus personas a nuestros tiros mucho daño, no reparando a ponerse a cuerpo descubierto expuestos a nuestro fuego.

Por la noche deste día lograron los barcos menores o gavarras de los españoles, que se dixo arriba, salir de la bahía favorezidos del viento y sin oposición de los nuestros para los puertos de Cádiz y Málaga en donde enderezavan su derrota.

El día 30 no huvo más novedad que la de aver algunos barcos de aquellas vezindades rezién venidos a la bahía cargado con las restas de lo que al enemigo le quedava en su campo.

Quedan del todo despejados los ataques y aplicación en quemarles, obligándoles a retrozeder de la empresa el cañón de la plaza.

El mayo, que siempre fué florido, se nos mostró a nosotros otoño fructífero de palmas y laureles, con que pudimos ceñir nuestras sienes después de aver merezido con el trabajo de un tan largo, penoso y porfiado assedio escalar el monte de la gloria, y sí como es verdad según cantó allí el poeta: Ipsi caelicolae vendunt sua queque labore. Non nisi callosis praemiadat manibus, es bien cierto que nos afianzó nuestro valor el premio aviendo venzido nuestro afán la continuada serie de riesgos a que nos avía expuesto nuestro proprio honor y brío.

Assí en el primero de sus días, a tiempo que el enemigo intentó quemar los gabiones y maderas que sobre el ataque le quedavan, jugó nuestra artillería con tan buen efecto que se vieron los más que para esto se avían destinado precisados a retroceder de forma que muchos de ellos arrojaron los picos, achas y todos los instrumentos de la mano sin que la authoridad de sus cabos, pudiera contenerles de la precipitada fuga a que el ruido de nuestro cañón les obligó.

Oyéronse algunos tiros, que su eco dispuso a los sentidos para creerse era el disparo de la artillería de Ceuta, causado de algún encuentro que tubieron los de aquella plaza con los árabes, que persistían en su expugnación.

Desamparan del todo los contrarios las líneas y demás obras. Noticias por un desertor. Salida de voluntarios y acometimiento que hizieron a su adversario algo lexos de la plaza.

Quedaron el día 2 sin guarnizión y totalmente desamparados los ataques del enemigo, de calidad que se pudo caminar por ellos hasta los molinos, que en sus cabezas se hallavan manteniéndose solo tras una montaña de arena que no estava muy distante de allí alguna gente, principiando una línea o cordón para observar des de allí algún designio de la nuestra en las salidas, que podía executar contra ellos.

Un dragón catalán, que se passó este día con armas y cavallo, dixo estavan tras del mencionado monte como unos 100 hombres de a pié y 60 de a cavallo para impedirnos las correrías y atajar el pasage a los españoles que quisieran venírsenos a la plaza, que Villadaries todavía quedava en aquella vezindad, reduziéndose todas sus tropas en 1.500 franceses y 150 cavallos.

Con esta noticia algunos soldados de los de la compañía de Sandoval hermanados con otros de la de fusileros catalanes pidieron al príncipe comandante les franqueara el permisso para irse a escaramuzear con el enemigo, y aviéndolo conseguido salieron 15 con tan buen orden, que travándose la pelea de una y otra parte con bastante calor, no solo desalojaron las primeras sentinelas, pero aún lograron el poner a huida a todo aquel cuerpo que se hallava apostado tras aquel monte de arena, y reparando su cavallería el corto número de gente que envistía, rebolvió sobre ellos toda la de su campo y pudo coger en la velozidad de sus cavallos seis españoles con otros tantos ingleses de los que salieron de la plaza subsiguientemente para participar del despojo, y hubieran los restantes quedado en manos del enemigo a no ser que se les envío un socorro de 50 hombres de los que se hallavan de guarnizión sobre la estacada para cubrirles y darles tiempo para retrozeder del empeño, en que del enemigo quedaron algunos muertos y dos franceses prisioneros. Perdimos en esta funcción el capitán de fusileros, hombre de más valor que pericia militar, a quien un balazo quitó la vida avanzando más de lo que era menester.

Trata milord Dunegal las dependencias de prisioneros. Escriviéndole a este el príncipe por los españoles que le tenía.

Escrivió milord Dunegal al marqués de Villadaries sobre el punto del cange de prisioneros de una y otra parte, y aunque le respondió muy cortesanamente, remitiéndole los ingleses, que solizitava, no habló palabra de los españoles, de que hazía mención igualmente, con que se vió precisado el principe a rescrivir al Villadaries instando su libertad en razón de haver sido tratados los españoles presos de su parte como prisioneros de buena guerra permitiéndoseles el cange sin distinción a los mismos franceses, y que assí no podía dudar se observaría la igualdad muy conforme a aquellos con ingleses y españoles por parte de su excelencia, como se avía echo con españoles y franceses por la suya.

Esta propuesta que llevava en si toda la justificación que era menester para asentir a ella de primer golpe, no merezió de Villadaries otra respuesta que la de decirle al príncipe que los españoles de la plaza eran vassallos de su soberano, y assí que no podía soltar los que avían echo prisioneros los de sus tropas sin orden de la Corte de Madrid.

Entraron por la tarde de la otra parte de la bahía 3 navíos de guerra, que por la bandera que pusieron al venzer el estrecho creímos eran ingleses, bien que presto nos desengañamos porque luego dieron a conozer que eran enemigos, de calidad que las dos fragatas pequeñas que guardavan nuestra bahía se arrimaron al Muelle Nuevo.


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