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Ara fa exactament tres-cents anys, el 28 de juny de 1725, naixia al petit municipi de Toràs, a l’Alt Palància, el pintor i escriptor il·lustrat valencià Antoni Ponç i Piquer, abocat pels seus pares a l’estat eclesiàstic. Així, es va formar en lletres i teologia al col·legi dels jesuïtes de Sogorb i després a l’Estudi General de la Universitat de València i a la Universitat de Gandia. Interessat ben aviat per les arts, va decidir d’establir-se a Madrid, on el 1746 va començar els estudis de dibuix i pintura a la Junta Preparatòria de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Pensionat pels jesuïtes, entre 1751 i 1759 va establir contacte directe amb l’art d’Itàlia a Venècia, Roma, Nàpols i Herculà, a més de fer amistat amb l’erudit valencià Francesc Pérez Bayer i amb el pintor bohemi Anton Raphael Mengs.

El 1767, amb l’expulsió de la Companyia de Jesús d’Espanya, Pedro Rodríguez de Campomanes, li va encarregar de catalogar les pintures existents als edificis confiscats als jesuïtes a Andalusia. Arran d’aquesta missió va prendre forma el seu gran projecte intel·lectual, els divuit volums del Viage de España, més els dos del Viage fuera de España, una obra magna que es va publicar al llarg de vint-i-dos anys, entre 1772 i 1794, amb un darrer volum publicat pòstumament.

Al Viage de España o cartas en que se da noticia de las cosas más apreciables que hay en ella, en forma de guia erudita seguint la cultura il·lustrada, Ponç presentava el paisatge monumental i també econòmic dels territoris visitats i descrits, una panoràmica excepcional de com era el país de l’Antic Règim. Parla del Regne de València als volums III i IV, a més del XIII, i del Principat de Catalunya als volums XIII i XIV. I a l’últim, el XVIII, que recorre la costa de Cadis a Màlaga i Alhama, dedica algunes pàgines a Gibraltar, que va visitar un dissabte al costat d’un oficial britànic.

La seva descripció de Gibraltar diu així:

Desde Tarifa a Algeciras hay tres leguas, y quise andarlas por tierra, aunque por camino alto y quebradísimo; pero divertido al mismo tiempo por su frondosidad de alcornoques, castaños, acebuches y otras plantas antes y después del Puerto que llaman del Cabrito: por las gargantas de agua que descuellan: por los derrumbaderos desde algunos parajes de aquel camino hasta la profundidad del Estrecho: por los varios objetos que se van descubriendo de dichas eminencias, como son la Peña y Ciudad de Gibraltar con su Bahía, la primera amplitud y ensanche del mar Mediterráneo, la Ciudad de Ceuta en Berbería, distante de Gibraltar cuatro o cinco leguas, los Pueblos de Algeciras , San Roque, etc

Las dos Montañas, esto es por la que yo caminé, y la de enfrente de Sierra Bullones forman la mayor angostura en la unión de los dos mares, en la cual y en lo restante del Estrecho se experimentan excesivas corrientes; y otros trabajos que son menos comunes en ancha mar. Antes de entrar en Algeciras se pasa por puente el rio llamado de la Miel, que nace dos o tres leguas distante dentro de la Sierra, y entra en el Estrecho.

El Peñón de Gibraltar, esto es, la parte en donde está la Ciudad se halla enfrente de Algeciras; y en ambas Costas está comprehendida la Bahía, en la cual pueden fondear con seguridad muchas Escuadras, como lo hemos visto en los años últimos. Hay en Algeciras, si no me lo exageraron, mil vecinos con corta diferencia, una Parroquia, un Convento de Mercenarios, un Hospicio de Trinitarios del Hospital de la Caridad. Las calles son anchas, las casas bastante buenas pero arruinadas sus antiguas Murallas.

A un tiro de fusil del continente hay una islita que llaman de las Palomas, fortificada con baterías por el lado que mira a la Bahía. De Algeciras se va a la Ciudad de San Roque o Nuevo Gibraltar, distante dos leguas: a la una se pasa por barca el río Palmones, en el cual se introduce el agua del mar, formando ria, como a un cuarto de legua más allá se atraviesa asimismo por barca el Guadarranque, que también forma su poco de ria. 

Hay diferentes torres antiguas en esta Costa de la Bahía desde antes de Algeciras, y son la de García o San García, la del Almirante , la de entre dos ríos y la del Rocadillo, en cuyo sitio se encuentran ruinas de antiguos edificios, que varios eruditos las creen de la célebre Carteya, suponiendo que estuvo aquí. Más adelante está el puente de Mayorga, Punta mala, Batería del Rey, Fuerte de San Felipe y la Línea. 

San Roque tiene muy buena situación en terreno elevado, poblado de unos mil vecinos. Encontré una razonable Hostería, y acaso deberá su existencia a los Ingleses que de la plaza suelen salir é recrease, y a respirar mejor ayre. Hasta dicha Plaza hay desde San Roque unos cinco cuartos de legua, y menos de una hasta la Línea fortificada por España. Esta Línea se extiende todo el istmo desde la Costa de oriente hasta la de occidente en la Bahía; y es un Murallón baxo o Banqueta. En la Costa de oriente se halla el Fuerte de Santa Bárbara, y otro que llaman Atuna: en el extremo que correspondiente la Bahía, el de San Felipe, y un poco más desviado el de Puntamala.

Pasada la Línea hay varios Puestos de escopeteros Guardias avanzadas de nuestra parte casi  un tiro de fusil de la Plaza. Sirven estos puestos en tiempo de paz para impedir la deserción, y las Guardias para impedir los contrabandos: con este mismo objeto hay registro a la entrada y salida de la Línea.

Nadie puede entrar en Gibraltar sin pasaporte del Gobernador de San Roque, y sin presentarse al de Gibraltar, o a quien haga sus veces , hasta cuya habitación lo conducen dos soldados, desde la puerta de Tierra. Me dixeron que la población era de cuatro mil vecinos, y la guarnición en tiempo de paz de dos mil hombres, con trescientos cañones montados. Los Fuertes principales son el de la puerta de Tierra, y el moderno que llaman del Rey. Toda la Muralla de un lado a otro de la Ciudad está guarnecida de artillería, pudiéndose considerar un baluarte continuado por el lado de la Bahía.

A más de las baterías de la Muralla hay otras muchas por el repecho y falda del monte hasta la punta de Europa, colocadas a trechos; de suerte que teniendo la Plaza su guarnición completa y provisiones necesarias, siempre será empresa muy ardua , y tal vez imposible su conquista. En el último bloqueo de esta Plaza, y después han aumentado los Ingleses sus defensas con nuevos cortes del terreno y otros medios.

Años antes de dicho bloqueo ya habían cruzado dé caminos este gran Peñón sus actuales poseedores hasta la cumbre, y uno de ellos es muy magnífico, formando por este medio paseos cómodos, y habiendo gastado grandísimos caudales. Logré verlo todo así en la parte baxa, como por aquellas alturas, mediante las buenas recomendaciones de que iba prevenido, y el favor de un Capitán Inglés de la guarnición que me acompañó por todas partes, montados cada uno en nuestro caballo. 

No hay para que detenernos mucho en este recinto de armas , siendo nuestro Viaje de tranquilidad y paz. Hay en Gibraltar libertad de religión, y una Iglesia muy frecuentada de Católicos Españoles avecindados, de Italianos y de otras partes. Lo más de ella me pareció fábrica como del tiempo de los Reyes Católicos; el retablo tiene su regularidad. Los Judíos establecidos, me aseguraron que pasaban de mil: tienen su Escuela o Sinagoga; y visten según los trajes de la tierra de donde son. Era sábado el día que estuve en Gibraltar, y logré verlos en sus trajes más decentes. El de los Africanos, que igualmente los hay, es una especie de manto negro con su capucha, calzones anchos, piernas desnudas, chinelas, y solideo en la cabeza. 

Desde la puerta de Tierra hasta la población hay alguna distancia, cuya extensión a lo largo de la Bahía es de mil quinientas y ochenta varas, y lo ancho solo doscientos y veinte, tropezando luego con las raíces del monte. Su caserío está en el estrecho plano referido con alguna elevación sobre las aguas. Asimismo se regula la extensión de todo el Peñón de norte a mediodía de cinco mil ciento y treinta varas: de ancho en toda su planta mil y quinientas; y su mayor elevación desde el nivel del mar hasta el pico más alto en línea perpendicular quinientas y diez; bien que su declive desde la lengua del agua hasta lo alto del Peñón, que corresponde al frente de nuestro campo, se regula de cerca de media legua. 

Yo subí hasta el pico que llaman del Hacho, en donde hay garita y centinela, y de donde se hacen las señales para dar aviso de los navíos o escuadras que van y vienen a desembocar por el Estrecho. Pocos espectáculos más varios y divertidos se pueden ofrecer a la vista, como el que se presenta desde dicha elevación, y es de toda la Bahía, del Estrecho, del seno que se extiende hasta Ceuta, cuya Plaza se descubre claramente, y buena parte de la Costa de África, la del Mediterráneo hasta más allá de Málaga, la Serranía de Ronda, etc. etc.

Los más permanentes moradores de este gran Peñasco son, según me aseguraron, algunas monas, zorras y puerco-espines que habitan en cuevas o quebraduras por el lado que mira al medio día y oriente no faltan árboles y arbustos para su nutrimento de los mismos que producen estos contornos. Tiene también el Peñón algunas concavidades, y la más notable es la cueva de S. Miguel, llamada hoy de San Jorge, donde se ven curiosas cristalizaciones de aguas que se filtran continuamente. 

Con esto me parece que basta de Gibraltar dejando varios edificios considerables, recientes algunos de ellos, para Almacenes de todas suertes, nuevas fortificaciones, muelles, desembarcaderos y otras cosas que no son tan de nuestro asunto, ni lo permite este breve itinerario.  

Quien apetezca noticias más circunstanciadas de Gibraltar podrá satisfacer su curiosidad en la Historia de esta Ciudad, que, como queda dicho, se publicó en Madrid en 1782 no solamente por lo respectivo a su estado actual, sino a su más remota antigüedad, y aun al tiempo fabuloso.

Article publicat el 27 de juny de 2025

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