Capítulo primo

Sensible y llorada muerte del rey cathólico Carlos Segundo, que introduziéndose por ella injustamente el sereníssimo de Anjou a su trono alarma la Europa.

Declara el césar Leopoldo guerra contra la Francia, y la sigue vitorioso. Colígansele subsiguientemente Inglaterra, Olanda, Portugal y Saboya aclamándole por legítimo rey de aquella monarquía.

Renuncia el césar aquel diadema a favor de su hijo Joseph rey de Romanos cediéndole este al archiduque Carlos su hermano.

Jornada del nuevo rey Carlos para España.

Recivimiento y entrada que le hizieron en Praga. Prosíguela por tierra hasta el Rin y embarcándose en aquel río llega felizmente al Aya. Continúala por mar con la flota. Aporta en Portmohurth donde haze alguna mansión. Embárcase para Lisboa, y retrozede motivado de una cruel tempestad.

Cerena el tiempo: sopla favorable el viento, buelve a tomar la derrota la flota a toda vela. Llega su magestad prósperamente a la barra de Lisboa. Recivimiento, entrada, cumplimientos y demonstraciones cariñosas que exerzitó a su persona el rey don Pedro, con otros susessos.

Primo

Sensible y llorada muerte del rey cathólico Carlos 2º

Monstrose tan cruel la Parca en primero de noviembre 1700 que cortando impía incompaziva el hilo su azero perfilado del príncipe piadoso CARLOS Segundo rey de las Españas, motivó tan funesta casualidad al mayor, pronto y efectivo armamento de la Europa, pues mirando su sugezión y ruina en el diabólico artificio tramado, que violó los derechos incontrovertibles que tiene a su favor la augustíssima Casa de Austria en la susessión de aquella monarquía, introduciendo en ella al sereníssimo de Anjou segundo génito del Delfín de Francia, fué un nuevo incentivo para que penetrando sus príncipes y soberanos las máximas de la misma, aprestasen los mayores resfuerzos para oponerse a su dañada ambición.

El césar Leopoldo, ofendido y a impulsos de la justicia de su causa, levantando los ojos al soberano Dios para el acierto de sus operaciones en lanze tan apretado, declaró la guerra contra ella, y naziéndole una palma en cada passo que dieron sus gloriosas armas, logrando el campo de batalla con el venzimiento de tanto esquadrón contrario, teniendo por suyo el mismo que aquel ocupava, se le coligaron las potencias de Inglaterra, Olanda, Portugal y Saboya aclamándole y reconoziéndole por legítimo susessor de la España, acto solemne que se exerzitó en la Favorita con la mayor pompa y gala a 12 de setiembre 1703 assistiendo toda la augustíssima casa, muchos príncipes del imperio, embaxadores de aquellas y toda la nobleza que residía en Viena. Su magestad cesárea en manifestación del amor que le merecía su hijo Joseph rey de Romanos, le renunció aquel diadema español y cediéndole este subsiguientemente a su chraríssimo hermano archiduque Carlos, pudo lograr la referida monarquía contar por suyos tres reyes deste nombre legítimos sucessores de ella.

Segundo

Jornada del nuevo rey Carlos 3º para España. Recivimiento y entrada pública que le hizieron en Praga. Prosíguela por tierra hasta el Rin, y embarcándose en aquel río llega felizmente al Aya.

Estableziéronse las providencias y disposiciones que se tuvieron por más convenientes a efecto de poder el nuevo rey Carlos efectuar su jornada con la mayor anticipación al Reyno de Portugal para tomar posessión del suyo, que injustamente le ocupava el de Anjou, con las fuerzas y armamentos que le suministravan sus aliados.

Prefixado el día de la real partenza, que se publicó en la corte para el 19, la executó el rey nuestro señor a las 3 de la tarde poco más tomando la carrera azia la ciudad de Praga, capital del Reyno de Bohemia, con la ostentación y grandeza correspondiente a su real persona.

Formavan su real comitiva el príncipe Antonio de Liecktenstein mayordomo mayor, el conde de Ulefeld general y capitán de la Real Guardia de Corps, los gentiles hombres de cámara condes don Rodolfo de Zinzendorf, don Miguel Juan de Altaimb, don Juan Bauptista Colonits, don Luis de Fun, marqués de Rofrani, mucha nobleza y entre ella los condes Sormani y Stella, el barón don Pío de Raviza y un buen número de oficiales de guerra, consistiendo la real familia en unas 154 personas poco más.

Los príncipes Darmstadt Jorge y Henrrique, que de orden del césar avían passado a España embarcados en la flota de los aliados a expediciones muy importantes, se hallavan en Londres en aquella sazón esperando a su magestad para obedezer las suyas y servir su real jornada.

El numeroso tren y carruage que conducía el equipage se anticipó el día antecedente a aquella ciudad, consistiendo el destinado para transitar la familia en 186 cavallos de tiro, 24 de silla, 31 cavallos y 16 sillas de posta.

A poca distancia de Viena condecoró el rey nuestro señor la persona del príncipe Antonio de Liecktenstein y a sus descendientes con la dignidad de Grande de España de primera clase, en atención a su especial mérito, esclarezida sangre y zircunstancias.

Como no es ponderable el alborozo y summo regosijo que infundió en los corazones de ambas magestades cesáreas, rey y reyna de Romanos, y sereníssimas archiduquessas, padres y hermanos respective la universal aclamación del cathólico monarca, no lo será el dolor y desconsuelo que les contristó su despedida, no quedándoles naturalmente esperanzas de su retorno, de calidad que a haverles faltado los impulsos de su magnanimidad, es constante avían de prorrumpir sus austríacos ánimos y desazerse en tiernas lágrimas en aquella ocasión, en que fué recíproca la pena del rey Carlos, que resignado a sufrir quantas inclemencias podían acometerle, confiado en la Divina Providencia, se exponía a ellas para libertar la nación española y restablezerla en el antiguo lustre que gozava en tiempo de los reyes predecessores de su augustíssima casa.

Llegó su magestad al 23 en las vezindades de Praga, donde haviendo salido a recivir y cumplimentar su real persona todo el govierno, magistrado, nobleza y personas de la mayor representación y carácter, al disparo de toda la artillería y tocando las campanas de las iglesias, hizo la misma tarde su real ingresso con la ostentación y grandeza igual si no mayor a la con que salió de Viena.

La aclamación y summo regosijo con que aquellos austríacos vassallos la celebraron en continuos festejos y otros actos de contento no es ponderable, y menos possible descrivirlo mi cortedad. Hizo mansión algunos días en la ciudad, y ansioso su real ánimo de no retardar la idea que se avía propuesto para el bien público de la Europa, prosiguió la jornada transitando por la ciudad de Lepcia, capital de la Saxonia, y la de Dussendorf, que lo es del Palatinado, y al entrar a los Estados Generales de Olanda se embarcó en el Rin, continuándola por agua hasta la ciudad de la Aya, corte de aquella república, que en aclamación, festejos y demonstraciones públicas de alegría al arribo de su real persona se esmeró en su celebridad.

Tercio

Continúa por mar la derrota embarcado en la flota. Aporta a Portmohurth, donde haze alguna mansión. Embárcase para Lisboa. Retrozede motivado de una cruel tempestad.

Prevenidos y aprestados en aquel mar los navíos destinados al embarco de su magestad para Portmohurth a tiempo de passar a bordo con una faluca ricamente aderezada, le obsequiaron sus buques con el estruendo de una triplicada salva de toda su artillería, y al disparo del cañón de leva, poniendo aquellos todo el velamen, tomaron la derrota por aquella parte con favorable viento. Aportó felizmente su magestad en Portmohurth, donde fué recivida su real persona con summo alborozo y aclamación de todos sus individuos. Passó sin retardo a visitar la reyna de la Gran Bretaña a Wintsor, poco distante de Londres en atención a la fineza que exerzitó milord duque de Marleboroug en cumplimentarle de su parte en Dussendorf, y para manifestarle igualmente la caval gratitud que le merezía la empresa y empeño que avía tomado de ponerle y colocarle en su real trono con la fuerza y armamentos proporcionados, que para ello tenía destinados.

Celebró la reyna Ana el arribo del cathólico monarca con un espléndido y regalado banquete de esquisitíssimos manjares, en que asentado el rey Carlos a la mano drecha de la reyna, y en una esquina de la mesa de su izquierda el príncipe Jorge de Dinamarca, comieron sus magestades con el gusto, grandeza y cortexo que se dexa considerar, no parando la música y clarines de tocar durante aquel acto de diversión.

Continuaron aquella noche y la subsiguiente los regosijos, dedicándose en obsequio de su magestad un luzidíssimo bayle y serenata, compuesta de toda diversidad de musica y vozes, que suspendían los oídos su dulzura y sonoridad.

Con ocasión de hallarse la numerosa flota, que comandava el almirante Roock, compuesta de setenta navíos de guerra y una multitud de transportes del todo expedida y pronta, retornó su magestad a Portmohurth para acelerar la marcha a la corte de Lisboa.

Omito extenderme aquí en los tránsitos que diariamente executó el rey nuestro señor des del día 19 de septiembre 1703 en que salió de Viena hasta el 10 de henero 1704, que llegó en Portmohurth, por considerarlo de poca o de ninguna entidad para el caso. Y solo diré, por mayor, que no huvo elector, príncipe y magistrado que dexase de cumplimentarle personalmente, o por medio de sus enviados si la distancia de sus moradas no lo permitía, previniéndole algunos de ellos muchos divertimentos de caza, comedias, óperas serenatas y otros recreos durante su real mansión en los pueblos de sus dominios por donde iva transitando, y con especialidad el elector palatino y duque de Saxonia.

Restituido su magestad en Portmohurth, al crepúsculo del día 12 se embarcó en su navío la Real Cathelina almiranta de Inglaterra con el disparo de toda la artillería de la flota en número de 300 velas, quedándose en el mar los días 13, 14 y 15, que empleó en la audiencia de los que ivan a cumplimentarle, de sus vassallos y assimismo en la expedición de negocios públicos, y bolviendo a Portmohurth el 16, para ver el arsenal en que se fabrican los navíos, passó a su retorno a bordo de la almiranta de Olanda donde fué recivida su real persona del general Kallamberg con summo alborozo y especial regosijo al disparo de la artillería a tiempo que el almirante Roock con sus capitanes en el consejo que se tuvo disponía la real partenza para Lisboa.

Amanezió el día 17 tan plausible y favorable a la jornada, que no queriendo su magestad malograr el tiempo, resolvió executarla sin retardo, y assí mandó el almirante Roock disparar el cañón de leva levantando a un tiempo el fierro la flota, que poniendo todo el velamen, tomó la derrota a todo trapo azia Lisboa con el estruendo de una triplicada salva de su artillería a que correspondió la de la plaza y ciudadela, obsequiando a su magestad y en manifestación de los deseos de que con la assistencia de la Divina lograse muy feliz la navegación, que continuó los días siguientes 18, 19 y 20, pero bolviéndose contrario al 21, 22, 23 y 24 solo pudo lograr la flota entrar en los mares de España.

Este último día el príncipe Jorge Landgrave de Hassia embarcado en una fragata ligera de 50 cañones, tomó la derrota para Lisboa de orden de su magestad a efectuar anticipadamente diligencias muy importantes a su real servicio.

Prosiguiendo al 25 aun más rezio el contrario viento sobrevino de improviso una cruel e intempestiva borrasca, que desaziendo toda la flota con pérdida de algunos transportes, que la seguían, se tuvo por conveniente retrozeder a Portmohurth, como lo hizo su magestad con algunos navíos, donde entrando a seis de febrero, fue recivida su real persona del comandante y magistrado, con la correspondiente estimación y aprecio devido a tan alto soberano.

Reparáronse los navíos, que fueron maltratados de la tempestad, y tomándose al 15 las provisiones necessarias para su abasto, reiteró su magestad el embarco con el continuo disparo de las baterías de la plaza, ciudadela y vaxeles, favoreziendo del viento, pero levantándose después a boca noche muy contrario, fué preciso quedarse sobre el fierro hasta el 18, que levantándose y soplando, como se deseava, calando velas se pudo llegar hasta la Isla de Santa Elena, donde se hizo alguna manción esperando el resto de la flota, que viniendo al 24 se prosiguió la jornada con buen viento entrando a la altura del mar de Viscaya, el 29, en que prosiguiendo favorable se llegó a 3 de marzo al cabo de Finis Terre des de cuyo parage despachó su magestad un gentil hombre de cámara a Lisboa para darle cuenta al rey don Pedro de su jornada y de hallarse su real persona en aquella distancia.

Quarto

Cerena el tiempo y sopla favorable el viento. Buelve a tomar su derrota la flota a toda vela. Llega su magestad prósperamente en la barra de Lisboa. Recivimiento y entrada, cumplimientos y demonstraciones cariñosas que exerzitó a su real persona el rey don Pedro.

Prosiguió su magestad, y con favorable viento se adelantó muy cerca del cabo de Roca, y previniéndose el peligro de los escollos que tiene aquel canal baxo del agua, guiado el timón de la real nave y vaxeles, que la acompañavan por un piloto portugués el más perito en aquel mar se logró feliz la entrada de aquella barra.

No retardó el almirante de Castilla los actos de su mayor atención, assí que passando a bordo de la real nave, exerzitó con su magestad los más correspondientes a sus circunstancias, sangre y amor a la augustíssima casa.

Fueron recíprocos los cumplimientos, regosijos y demonstraciones de afecto y cariño que se vieron practicados entre las magestades la cathólica con la portuguesa, y príncipes sus hijos, y todos estos con la cathólica, antes por medio de sus enviados y después por medio de sus enviados, y a la vista.

Con el favor que franqueó al 9 la marea a la real almiranta, pudo acompañada de algunos navíos entrar más adentro de la baya y dar fondo fuente al real palacio junto a un puente, que con una escalera dorada y cubierta de paño colorado se hallava de nuevo fabricada sobre un eminente arco para transitar su magestad al mismo palacio de aquel rey, que llegándole el aviso de haver ancorado real navío, passó sin retardo a su bordo con mucho acompañamiento, embarcado en un bergantín muy bien aderezado, llevando su real guardia y acompañamiento riquíssimos vestidos, donde fué recivida su real persona de la cathólica magestad con el cariño y estimación que merezían sus circunstancias, y después de haverse exerzitado entre ellos los cumplimientos, agasajos y expressiones afectuosas, entraron los dos en el bergantín, y ocupando después de alguna ceremonia el rey nuestro señor la derecha del portugués, tomaron a todo remo la marcha, que celebrándola al mismo tiempo la artillería de la plaza y navíos de la flota con triplicada salva, hizieron su real desembarco junto al pié de aquella sumptuosa escalera, donde hallándose los dos príncipes de Portugal, después de haver cumplimentado a su magestad cathólica, le acompañaron con el séquito de mucha nobleza a la capilla del Real Palacio, en que después de haverse cantado el Te Deum en acimiento de gracias del feliz arribo del rey nuestro señor, le conduxo la magestad portuguesa al apartamiento regio que le tenía prevenido en su mismo palacio, tan ricamente adornado, que en disposición, ricas alajas y luzes parezía un cielo abreviado.

Derogose la pragmática inviolablemente observada en los Reynos de Portugal hasta entonces de no comer en público sus reyes, y assí cenaron esta noche las magestades y los dos príncipes en público con la armonía de la música de varios instrumentos y assistencia de la mayor nobleza portuguesa y corte del rey CARLOS.

Celebró todo el pueblo el arribo del cathólico monarca con las demonstraciones públicas de luminarias y aclamación de sus vezinos a que correspondió igualmente la flota con las suyas, de calidad que parezía el día claro aquella anoche en mar y tierra.

Deseando su magestad manifestar la gratitud y summa estimación que le merezió la fina assistencia y continuo desvelo con que prozedió en su servicio el almirante Roock durante la navegación, le regaló con una espada guarnezida de oro, matizada de diamantes, y subsiguientemente el rey don Pedro hizo presentar al cathólico monarca doze cavallos bellíssimos, un espadín guarnezido de oro engastado de riquíssimos diamantes y un par de pistolas de igual o más valor, laboradas con mucho arte y adorno assimismo de diamantes.

Aproximándose la abertura de campaña todo el conato de las magestades cathólica y portuguesa se reduxo en el establezimiento de las disposiciones que más assegurasen la felizidad en las operaciones, que se havían propuesto y ideado por aquella frontera y costas marítimas de España, assí que con acuerdo de los ministros y generales de la reyna de la Gran Bretaña, se destinó una flota baxo los órdenes del almirante Roock en que embarcándose de orden de su magestad los dos príncipes Darmstadt Jorge y Henrrique, tomó la derrota a los primeros de mayo para el Mediterráneo azia la parte de levante.


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