Capítulo 14

Es mutuo el disparo de una y otra parte. Salida bien lograda de los de la plaza.

Logran tres soldados enemigos incendiarnos el parapeto que cubría la Torre Redonda con ademán de passarse a la ciudad.

Adelanta sus obras nuestro contrario, perfizionando igualmente las brechas del baluarte, cortina y Redondela con desesperado fuego. Entra a la baya nuestra flota. Guarnezen sus ataques los sitiadores con tres ileras de cestones. Aplicación de los de la guarnizión en las obras de defensa.

Executan otra salida los del presidio. El continuado fuego de nuestro cañón contiene el adelantamiento de las obras de su contrario. Embárcanse los marineros que nos servían de gastadores. Pónese a la vela nuestro vicealmirante para Lisboa con otros susessos.

Primo

Es mutuo el disparo de una y otra parte.

No avía logrado más ventajas hasta aquí nuestro contrario en tres meses de sitio con que nos tenía estrechados en este día que contávamos 23, en que continuó el disparo mutuamente sin más novedad. Tiráronsele de la plaza algunas bombas a que todavía no correspondieron los sitiadores por no tenerlas.

Eran como las siete de la tarde quando el príncipe dispuso que saliesen hasta unos 300 hombres a quemar los gabiones, que tenía puesto nuestro adversario en una de sus trincheras, cómo lo executaron a poco rato con tanta intrepidez, que cogiéndole de improviso lograron el desaher [sic] parte de sus trabaxos, no aviendo encontrado sentinela alguna en sus primeros ataques en que estuvieron derribando sus obras como una media hora, sin que el enemigo lo echase de ver, de calidad que assí como los nuestros se contentaron en terraplenar sus primeros aproches huviessen en primero embite acometido sus baterías, no ay duda que las huvieran podido enclavar sin oposición.

Salió al cabo el enemigo a hazernos frente, y no queriendo el príncipe aventurar aquella gente a las contingencias que en la guerra suelen intervenir, mandó se retirara contentándose por entonces de haver quemado en tan breve rato quantas obras avían trabaxado los sitiadores en muchos días. Fué indecible el fuego con que al retirar nuestra gente recivió de su contrario, que venía persiguiéndola. Pero como fuesse incessante el disparo de la Redondela, bastión de San Pablo y cortina, se vieron precisados los enemigos a retirar quanto antes con pérdida de algunos de ellos, aviendo sido la de nuestra parte entre muertos y heridos solo unos 12 soldados, sin que entre ellos se contase persona de distinción, con cuyo buen éxito se alentó tanto la guarnizión, que impaziente estavan esperando muchas de estas funcciones.

2

Logran tres soldados enemigos incendiarnos el parapeto que cubría la Torre Redonda, con ademán de passarse a la ciudad.

Rechazado el enemigo como 200 passos el día veinte y quatro le empleó en meditar como podría vengarse con los de la plaza, de la burla que últimamente le avían echo sobre sus ataques. Con esta idea resolvió aquel mismo día por la noche incendiar el parapeto que cubría el puesto de la Torre Redonda. A este propósito envió tres soldados que, haziendo el ademán de passarse a la plaza desertando por aquel parage, aviéndoles permitido nuestras sentinelas que se acercaran, pegaron con tanta presteza fuego a unas faxinas que estavan caydas al pié del parapeto que emprendiéndose con fazilidad la llama, y dilatándose a poco rato, puso en gran riesgo aquella fábrica, y realmente a no aver acudido puntualmente a apagar el incendio, hubiera quedado hecha zeniza de las llamas aquella fortificación, cuyo daño no fué considerable en razón de aver sido tan pronta nuestra vigilancia en procurar el remedio. Es verdad que el contrario hazía grande oposición a los que le agenciavan, pero no fué bastante toda su mampostería para contenernos de esta urgencia y ponderosa ocurrencia.

Adelanta sus obras nuestro contrario perfizionando igualmente las brechas del baluarte, cortina y Redondela con desesperado fuego. Entra a la baya nuestra flota. Guarnezen sus ataques los sitiadores con tres ileras de cestones. Aplicación de los de la plaza en las obras de defensa.

Día en que celebra nuestra madre la Iglesia el nacimiento de nuestro redentor 25 de deziembre. Día en que al salir Christo al mundo estava el Universo en paz en otro tiempo, el más feliz que han visto los siglos. Día en fin todo de gloria, aviendo destilado el cielo miel en su noche, como canta la Iglesia. No perdonó nuestro contrario a su solemnidad para dexarnos siquiera con sossiego durante su luz para considerar sus misterios, prosiguió en adelantar sus obras y con sus obras las brechas en el baluarte, cortina y Redondela sin distinción de puestos, de calidad que todo aquel día azestó igualmente que los otros su cañón para batir la plaza, que le respondía, motivados los sitiados a la defensa y seguridad a que les precisava la justicia.

El viento fué levante todo este día, con que pudimos otra vez lograr dentro de la baya a nuestra armada a donde passó inmediatamente el brigadier Schayentan de orden del príncipe comandante con el carácter de governador de la plaza, para conferir con el vicealmirante algunas cosas de mucho peso tocantes a la buena defensa de aquel antemural.

Fué increíble el rezelo con que quedó el enemigo con la novedad de nuestra esquadra, temiendo no se hiziera a un mismo tiempo algún desembarco y salida de la plaza.

En resulta de aver enviado el príncipe el 25 a Schayentan a bordo, el vicealmirante repitió la visita al príncipe dexando acordada la partenza entre los dos de aquella esquadra a falta de bastimentos con que se hallavan los navíos para los de su guarnizión.

Reparose este día que trabaxava el enemigo con toda diligencia en fortalezer nuevamente con tres ileras de cestones unos tras otros sus trincheras, añadiendo a trechos a este mismo fin ciertos fortines en forma de reductos, que con algunas cortaduras hazían más difízil su accesso.

Los sitiados igualmente se emplearon este día en pertrechar con nuevos reparos el parage de la Redondela y en restablezer las obras del camino cubierto que va a ella, por quanto de la continuada batería de los sitiadores quedava muy maltratada.

4

Executan otra salida los del presidio. El continuado fuego de nuestro cañón contiene el adelantamiento de las obras de su contrario. Embárcanse los marineros. Pónese a la vela nuestro vicealmirante para Lisboa.

El buen éxito que avían tenido los de la plaza en la salida que executaron sus soldados dió motivo al príncipe para idear otras nuevas, y azí el día 27 llamó a consexo de guerra dos cabos ingleses y otros tantos olandeses para que se decretara el modo, forma y lugar que se avía de tener para ello. A este fin prometió el príncipe a los soldados un medio real de a ocho por cada gabión que truxeran de las trincheras del enemigo, con cuyo cebo no faltaron siete soldados aquella misma noche que, arrojándose sin ningún temor al peligro, entraron otros tantos en la plaza a que todo este día procuró el enemigo avanzar sus obras por la parte de la contraescarpa.

Fué el príncipe al siguiente día a bordo de el inglés para despedirse, cuya armada se puso a la vela poco después saliendo de la baya para Lisboa, bien que soplava poco el viento en aquella ocasión.

Este día fué mucho el daño que hizo sobre el enemigo la artillería, que últimamente se avía plantado en el bastión de San Pablo, cortina y Muelle Viejo, y en efecto le obligó a no continuar en el adelantamiento de su trinchera, contentándose con correspondernos con su cañón, cuyo disparo fué moderado por quedar muchas de sus piezas o desfogonadas o del todo inútiles para ofendernos.

Dos navíos fueron enviados a Tetuán y Tánger para buscar víveres y municiones de boca, a vista de la notable falta que de ellos padezían los sitiados a quienes faltava ya la carne fresca para su sustento y igualmente la salada.

Llevose el vicealmirante con ocasión de su partenza los pocos marineros que nos avían quedado para el remplazo de las fortificaciones y reparos que se ivan trabaxando en la plaza para su resguardo, cuya falta obligó al príncipe a que destinara un cabo con cien hombres poco más que les sustituiesse en aquella ocasión.


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