Capítulo 15

Retorna la esquadra a nuestro puerto por faltarle el viento. Prosiguen los del presidio la fábrica de su mina.

Ocupa el de Pontí el estrecho con su esquadra. Entra milord Dunegal con alguna gente. Dispáranse algunas bombas en las líneas del enemigo, y este su artillería a las brechas. Salidas de la plaza con otros susessos.

Adelantan los sitiadores sus trincheras, executando los del presidio otra salida.

Prosigue el enemigo sus operaciones contra la plaza, y esta las de su defensa.

Primo

Retorna la esquadra a nuestro puerto continuándose los trabaxos de la mina y otros.

La escazés del viento motivó al 29 a que nuestra flota bolviera atrás, con que pudimos ver otra vez al vicealmirante como estava forzejando para dexar el estrecho, pero la contrariedad del viento le obligó al retorno de nuestra baya.

Fueron echas en la plaza muchas faxinas, que se destinaron para la construcción de una nueva batería que se premeditava con la cautela de ocultarla al enemigo, en tanto que se estava trabaxando en el Muelle Viejo de dónde se le hizo siempre indezible daño.

Ívanse continuando al mismo passo las obras de la mina, cuyas cámaras ya empezavan a estar con mucha perfección y más dilatadas que de antes, trabaxándose incessantemente a fin de tenerla concluída quanto antes y apta para quando, y siempre, que el enemigo assaltara la plaza o la Redondela como más expuesta a su invasión.

Ocupa el de Pointí el estrecho con su esquadra. Entra milord Dunegal con alguna gente. Dispáranse algunas bombas en las líneas del enemigo, y este su artillería a las brechas. Salida de la plaza.

El navío de guerra inglés Gremuich de setenta piezas entró en la baya el día 30 por no haverlo podido executar antes con la ocasión de estar ocupado el estrecho de la flota enemiga, que impedía el passo. En este vaxel vino el esforzado brigadier milord Donegal con dos compañías de soldados de aquella nación, y aunque penzávamos nos podría dar noticia del paradero que avían tenido los restantes navíos que componían aquella esquadra, nos faltó la esperanza porque como él se avía separado de los demás, no pudo subministrarnos de ellos noticia segura, con que quedamos con el mismo cuydado que de antes.

Esta noche por orden del príncipe se le dispararon algunas bombas al enemigo des de lo alto de la montaña, y cayendo estas en drechura sobre las líneas que a su pié tenía, recivió no pequeño daño, de qué penzó vengarse dexando de disparar su cañón contra las brechas azestándole contra los soldados que subían y baxavan en ocasión de mudar las guardias de la montaña, sirviéndoles de blanco para executarlo con mexor suerte el color roxo de las casacas de los soldados ingleses de la guarnizión, que divisavan fázilmente den de sus últimas baterías.

La falta de balas, que padezíamos con alguna escazés, le subministró ocasión al enemigo para adelantar sus aproches, en tanto que nuestra mampostería jugava con alguna lentitud.

Una pequeña partida de los de nuestra guarnizión, que avía salido con toda cautela de la plaza, logró el hazer prisioneros a dos de las sentinelas enemigas, sin que en esta ocasión pudieran los sitiadores impedir el buen éxito de aquel arrojo.

Adelantan los sitiadores sus trincheras, executando los del presidio otra salida.

Soplávale todavía a nuestra flota el viento poco favorable, y assí fue poco lo que adelantó su viage.

Todo el conato del enemigo estuvo el 31 en adelantar sus trincheras, de calidad que fué mucho lo que trabaxó este día su cañón, y no obstante que podía rezelarse no fuesse aquello treta para dar a entender su descuydo, el príncipe la última hora de aquel día, que lo fue de aquel mes y año, mandó una salida para desbaratar los reparos con que el contrario se acercava a la contraescarpa. Quatro cientos hombres entraron en esta funcción, que a Diós gracias se logró con toda aquella felizidad que se podía desear, porque no solo fué rechazado el enemigo de su primera línea con el fuego de las granadas que se le arrojaron, más aún lograron los gastadores que a este fin se avían deputado la ventaja de romper y quemar los cestones de la trinchera, arruynando buena parte de ella, en tanto que sostenidos de nuestros granaderos, haziendo estos frente a la cavallería del adversario que les avía salido al encuentro. En esta briosa funcción perdieron los sitiados cinco soldados tan solamente, quedando heridos hasta unos 30, entre quiénes se distinguieron un capitán y cinco tenientes, con la ocasión de haver arrojado la artillería enemiga una brava descarga sobre nuestra gente, a ti[e]mpo que se ivan alojando baxo su artillería.

De los enemigos, aunque no supimos con individuación y certeza el número de los caydos, no ay duda que fué igual si no mayor su pérdida aviéndole cogido al descuydo y sin prevención.

4

Prosigue el enemigo sus operaciones contra la plaza, y esta las de su defensa.

Continuó al amanezer del año 705 la incessante aplicación de unos y otros en llevar adelante sus ideas, y si bien es verdad que el enemigo hizo este día un moderado fuego, el príncipe no obstante dió la providencia de que se le añadiera a la batería del bastión de San Pablo algunas piezas, como se executó este día a fin de no dexarle acercar al contrario sin grande trabajo y a mucha costa.

Por la noche nos entraron dos desertores que dixeron avían perdido los sitiadores en la salida del día antecedente entre muertos y heridos hasta unos 80 hombres.

Aunque el fuego del día 2 fue igual al que se nos avía hecho el primer día, experimentose en este mucho mayor, reduciéndose su idea a apostarse sobre un terreno elevado al pié de la montaña y no lexos de la Redondela de donde hubiera podido sin dificultad dominarla a haverla ocupado como pensava nuestro competidor, y en efecto lo hubiera logrado si nuestro cañón no se lo hubiera impedido, que tirando a aquel parage con tan buena suerte, no pudo salir, por más que lo procuró con su intento.

Este día nos entraron dos fragatas de quareinta y quatro piezas cada una, que por orden del vicealmirante venían para passar a África a diligenciarnos provisiones de boca de que tanto se necessitava en vista de la estrechez en qué vivíamos.


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