Capítulo 19

Desamparan los contrarios las dos líneas delanteras, continuando el ataque de la montaña. Levantan un atrincheramiento los de la plaza, desmontándoles su contrario quatro piezas. Execútase la sentencia de muerte contra un coronel, continuándose con todo calor la real batería. Noticias por desertores.

Llenan enteramente los ataques enemigos las continuas lluvias. Aplicación de sitiados al remplazo de sus baterías. Fuego continuo de a entrambas partes.

Repara nuestro adversario la línea que tirava azia la Redondela, levantando otra los del presidio, y un parapeto en la misma Redondela.

Avisos por desertores. Executa el enemigo un assalto a la Redondela, y no logra su fin. Aplicación de sitiados a la real batería. Vehemente fuego de los de la plaza y de afuera, con otros susessos.

Primo

Desamparan los contrarios las dos líneas delanteras.

Continuose el 22 con igual fe[r]vor la obra que se tenía comensada, de que noticioso el enemigo desamparó de día las dos líneas delanteras que avía tirado frente la cortina de San Bernardo, y aplicando toda su echura en adelantar su nuevo ataque para ganarnos la eminencia y alojársenos en su altura, estendió su trinchera por aquella parte quanto le permitió el fuego, piedras y mampostería de los sitiados, quienes para frustrar enteramente sus designios, pusieron mano en levantar una nueva línea de defensa tras de la dicha brecha, para cerrarle al enemigo aquel passo y desvanezerle totalmente su pretención.

Recivió el príncipe comandante carta de la reyna de la Gran Bretaña que contenía en sustancia la summa estimación que le merezían sus continuos desvelos, aplicación y buena conducta con que se exercitava en defensa de aquel antemural, prometiéndose su conservación en lo susessivo de sus experiencias, valor y denodado espíritu, a cuyo efecto daría los órdenes eficazes para que se pertrechase la plaza con todo lo necessario assí de víveres como de todo lo demás necessario.

Por el gran fuego de la artillería de los sitiadores se nos desmontaron este día quatro piezas, dos en la cortina de San Bernardo, una en la montaña y otra en el Muelle Viejo, y conjeturando del ruido que oían los sitiadores, el nuevo intento de los sitiados, les arrojaron passadas de quareinta bombas para estorvárselo.

Para suplir el día 23 la falta que nos hazían los cañones, que del antecedente quedavan inútiles en la plaza, mandó el príncipe plantar otras en su lugar, como se efectuó sin embargo de los muchos tiros con que procuravan impedirlo los de afuera, que tubieron el lastre de no poder continuar su nuevo ataque por aver encontrado con peña viva y no poder fixar sobre ella sus cestones, con que a vista de esto procuró mantenerse en una pequeña altura, que con la zapa y con el tiempo pudo ganar por aquella parte.

Executose este día a las 10 de la mañana la sentencia que resultó de la gémina que se avía formado contra la persona del coronel don Balthazar Gonzales como a concurrente en las traiciones de la ciudad. Pasosse por las armas en la plaza pública en presencia de toda la guarnizión, que esquadronada se hallava en aquel puesto. Sus cargos y acusaciones son como se siguen y vienen aquí descritos.

Haviendo sido servido su alteza el sereníssimo señor príncipe Darmstad don Jorge Landgrave de Hassia encargar a don Juan Bauptista Basset y Ramos, don Francisco Adolfo de Zinzerling secretario de su magestad cesárea, a don Francisco de Salazar, al capitán Alfieri y a don Francisco de Casamitjana secretario de su alteza la importante averiguación del delito de alta traición que se imputa haver cometido el coronel don Balthazar Gonzales, se tomaron las informaciones siguientes y declaración de testigos.

Conoziendo su alteza por muchos indicios y circunstancias que en el campo enemigo se tenía caval noticia de todo lo que se obrava en la plaza, invigilando sobre la correspondencia de tamaño perjuizio, puso la Divina Providencia en sus manos una espía llamada Juan Bauptista Mossolet –ginovés– contra quién hizo su alteza formar processo, de cuya resulta, y convenzido en sus culpas fué sentenciado a muerte. Pidió la gracia con mucha instancia subsiguientemente de poder hablar assolas con su alteza antes de executarse su sentencia para descubrirle cosas que tocavan al descargo de su conciencia. Súpose esta petición y en poco rato se le dió al penitente una bevida con veneno, que le dexó casi muerto y sin sentidos, lo que aumentó más la sospecha que se tenía de algunos sugetos. Assí que mandó luego su alteza aplicarle el remedio contra el veneno, y fué a tan buen tiempo y ocasión que a poco rato bolvió en sí el delinquente cobrando assimismo la palabra, y puesto en su sano juizio passó su alteza a la cárcel para escuchar lo que le quería comunicar, como lo hizo, declarándole que el coronel don Balthazar Gonzales era el autor de las intelligencias que ivan encaminadas con el enemigo, que aviéndole solizitado muchas vezes le despachara cartas al campo enemigo, lo avía executado venzido de las instancias y promesas de dicho Gonzales, enviando las cartas y papeles que recivía de su misma mano por barquillos que en la obscuridad de la noche se acercavan a la muralla, descolgándolas con una cuerda, y por la misma subía las que del campo escrivían, que entregava al Gonzales, y que en esta conformidad avía continuado su delito añadiendo el reo otras circunstancias que no hazen al presente caso. Quedó pero tan firme en su deposición, que llevado al suplicio el penitente dixo en presencia de los sacerdotes que le ayudavan a bien morir en voz alta y clara, que todo quanto avía dicho y manifestado a su alteza era la pura verdad, y que baxo de aquella confessión moriría como buen christiano descargando su conciencia.

2

Son conozidos a todos los que an assistido y todavía se hallan presentes en este sitio las palabras y dichos escandalosos que publicó muchas vezes descaradamente el Gonzales en perjuizio del servicio de su magestad y detrimento de la defensa de la plaza, procurando sus dañados influxos desalentar con falzas razones el buen ánimo del presidio y atemorisar los cabos, para que persuadidos de la impossibilidad de defender la plaza obligasen al príncipe a una capitulación precipitada. Y passando a individuar los dichos que mantenía en todos los discursos de sus dictámenes, eran siempre las palabras que profería que la plaza sería tomada por assalto repentino sin tener lugar para embarcarse, y para acreditar lo que dezía hizo embarcar arrebatadamente toda su ropa contra los órdenes del príncipe con grande escándalo de los bien afectos, estrañando tan impropria demonstración de un hombre condecorado en carácter de coronel, y repreendiéndole del echo, respondió que él tenía sus razones para hazerlo, y que tenía más que perder que otro ninguno.

Manifiestan la malicia y infame prozeder del Gonzales las palabras que se le oieron en su propria casa, en que hallándose el coronel y teniente coronel prisioneros del día de la funcción de la montaña, les dixo el Gonzales que no supieron executar bien su comissión en aquella sorpresa que intentaron, porque si hubiessen estado escondidos y quietos hasta que él les hubiera echo la señal des de la muralla, sin duda hubieran logrado con fazilidad su empresa, de que se concluye no solamente la intelligencia con los enemigos, si también el hazerse director en entregarles la plaza y fazilitarles el camino para ello.

Haviendo pedido Gonzales a su alteza después de la funcción de la montaña el permisso de hospedar al coronel prisionero, que se lo conzedió, observose en poco tiempo tal confianza y amistad entre los dos que confirmó las sospechas antecedentes, pues no solo le hizo dormir en su proprio quarto, comunicando con él todo lo que passava en la plaza, si también le dió toda libertad de irse donde quería y de escrivir y recivir cartas, que executándolo el coronel, en ocasión que subía alguna persona estraña las escondía baxo el tapete o cubierta, lo que sabía muy bien el Gonzales por advertencia que tuvo de sus mismos criados.

Eran continuas las conferencias que Gonzales tenía en su casa con el coronel teniente coronel prisioneros, el coronel Usson y el capitán Valé su camarada a puertas cerradas, y algunas vezes en la casa de Usson hasta otra hora de la noche, con circunstancia de que en sus conversaciones no intervino nunca persona que no fuesse sospechosa.

Manifiesta la dañosa intención de Gonzales lo que dixo al capitán de Valé su camarada una tarde bolviendo de los navíos, pues llegando en la muralla, que discurre del Muelle Nuevo a la plaza, viendo en ella una soga atada que caya la playa del Mar, servirá esta soga para descolgarnos y salvarnos con ella, caso que nos veamos precisados a huir, y luego mandó a un criado la recogiese y que la llevase en casa, como lo hizo, y para que el criado no entendiese su conversación le mandó se quedase muy atrás de ellos.

6

Confirma el echo antezedente lo que suzedió el día 13 de deziembre, en que passando a casa del coronel Osson don Francisco Obando para hablar al médico, en ínterin que esperava la respuesta suya, hallándose juntos en un aposiento el Gonzales, coronel Usson y su hijo, entendió que Usson el Viejo preguntava a Gonzales: E bien de quién nos fiaremos? A que respondió el Gonzales: Ya tenemos de quién. Bolvió Osson a preguntar: Y las cuerdas? Y respondió Gonzales: Ya están prevenidas. Y aviendo entrado dicho Obando a hablar al médico no pudo oír más de la conversación, arguiendo dichas palabras el cuydado que tenían de prevenirse de cuerdas.

7

Llegó a tanto extremo la malicia y dañosa intención del Gonzales, que llegándonos en la plaza un religioso del orden del Padre San Francisco llamado el padre fray Pablo de Santa María, procuró atraherle a su maligno fin, como confessó el mismo religioso, diciendo que el Gonzales hizo en el intervalo de muchas semanas todas las diligencias para merezer su confianza, y que después de averle descubierto su pecho en la iglesia de su convento, le dixo después de haverle pedido el secreto con muchas instancias, que el padre ya podía conozer con las circunstancias la impossibilidad de defender más adelante la plaza, y que reconozería sin duda el peligro de perder todos sus vidas tomando el enemigo la plaza por assalto, y que sin duda igualmente discurriría la impossibilidad de que jamás bolvería la Casa de Austria a la posessión de la monarquía de España a vista de las fuerzas superiores que siempre se experimentava en el rey de Francia, en cuya consideración siendo el padre español sin duda convendría a seguir el partido que él tenía del duque de Anjou, llamándole Felipe quinto, y que haziéndolo assí hallaría camino para procurarle las conveniencias que podía desear, assegurándole en primer lugar sería echo provincial de la provincia de la Andaluzía su patria, y promovido consiguientemente al primer obispado que vacare aun que fuesse el arzobispado de Sevilla, y que aviéndole el religioso respondido que todo lo contenido de su proposición era muy peligroso, le replicó el Gonzales que no hiziese cuenta el padre de las ventajas que podía alcanzar con el rey de Portugal, pues le vería echado de su trono por las fuerzas de la Francia en la próxima campaña, precisándole a passar a sus conquistas de las Indias añadiendo para authorizar más sus ofrezimientos que él tenía las llaves de la ciudad en su faltriquera de manera que él podía entregarlas quando gustare, ofreziéndole al padre para grangear más su voluntad un relox muy rico, que no quiso ace[p]tar, y reusando entrar en semejante trama se vió perseguido con muchas instancias a declararse y executar lo que le avía pedido de escrivir a Villadaries lo mucho que Gonzales podía en la Corte de Viena y Portugal todo a favor del de Anjou, de que se infiere la traición que dicho Gonzales tramava contra el rey nuestro señor.

8

Haziéndose reflexión a la vida antecedente de Gonzales se descubre bastantemente su desleal corazón, pues en el viage que hizo su magestad de Viena a Portugal, siempre fueron sus discursos y conversaciones muy indecorosas, y en la campaña que hizo siguiendo el principe Darmstad con la flota hablando con desvergüenza tal de los interesses de la augustíssima Casa de Austria, provocó a todos a un escándalo, haziendo siempre burla del empeño que tomaron los aliados de poner a su magestad en su trono de España, diciendo assimismo que los españoles no faltarían al juramento que tenían echo a Felipe Quinto (que assí le llamava siempre) y que la Francia sabía bien mantener el empeño que tomava.

9

No acontentándose el Gonzales de los urdimientos maliciosos que difundía en aquellas jornadas, le prosiguió durante el sitio de la plaza, procurando siempre desalentar el buen ánimo y valor que infundía el grande exemplo de su alteza en los cabos y presidio, diciendo a todos que no devían esperar alguna atención de mérito en la capazidad del príncipe, pues no escuchava sino los dictámenes de la gente más baxa, y que sería causa que todos por su obstinación perderían las vidas, entendiendo por este camino apartar los cabos de la obediencia del príncipe, que se le devía como a su general comandante, y lograr por este medio todo lo que le proponía su infame intención en la pérdida de la plaza y al mal logro de la conquista de España.

Testigos que se recivieron sobre los mencionados cargos.

1º Authorisa su alteza el primero por lo que le explicó la espía Mossolet antes de executarse su sentencia.

2º Concuerdan con el segundo cargo don Francisco de Salazar y el capitán don Juan María Alfieri.

3º Manuel Luis y Juan Sancho, criados que fueron de dicho Gonzales.

4º Se funda este artículo en la notoria observancia y pública voz, como también en las deposiciones juradas de Francisco Mallart cozinero, Pedro Pablo y Henrrique Rait, todos criados del Gonzales.

5º y 6º Afírmanlo Pedro Pablo y el alférez reformado don Francisco de Obando.

7º Justifícalo el padre fray Pablo de Santa María y dicho Obando.

8º Lo certifica el capitán don Juan María Alfieri y don Francisco Obando.

9º Concuerdan el religioso referido y Henrrique Rayd, criado del mismo Gonzales.

Gibraltar, y henero 12 de 1705

Leyéronsele al Gonzales estos cargos prefixándole tiempo para su defensa como pide la ley, y después de aver el príncipe en la gémina que mandó juntar de los oficiales y soldados de ambas naciones inglesa y olandeses remitido el conozimiento de ellos para más justificación suya, acordando estos que los delitos cometidos por dicho Gonzales merezían la pena de muerte, se executó la sentencia en la plaza pública de la ciudad esquadronado todo el presidio.

No acertaré a explicarme sí quiero ponderar aquí la promtitud y actividad con que los sitiados se esmeraron en adelantar la gran batería a que avían puesto mano no obstante el disparo continuado con que el enemigo forsejava el impedirlo. Las bombas sobre que passaron de 36 no efectuaron daño alguno.

Del campo enemigo tubimos oy noticia por tres olandeses desertores que nos entraron en la plaza que hubieran seguido más como dixeron ellos a no ser que aviendo salido de sus líneas en número de 14 para executarlo, se creyeron soldados que venían como enemigos, escarmentados con lo que passó días atrás con otros, que con ademán de tránsfugas incendiaron nuestros reparos, como se dixo arriba, que perdió nuestro contrario no poca gente en sus ataques. De calidad que avían ya reusado los españoles el resguardo de las dos primeras líneas, y que se avían puesto en manos de franceses, que des de entonces resguardavan.

Dos ingleses que atrevieron assaltar el convento de monjas para hurtar lo que avían dexado las que le desempararon que fueron todas, les ahorcaron luego en la plaza pública de la ciudad, en cuya atención ordenó el príncipe a don Antonio Pons vicario general del exército de Cataluña y a mí pasássemos a notar por inventario todo lo que quedava en ser en el convento, encargándose del inventario el cura de la iglesia mayor don Joseph Peña, a quién se le subministraron las correspondientes sentinelas para su mayor seguridad. Hízose la misma diligencia en todos los conventos y iglesia mayor para la mayor custodia y resguardo de la plata y ropas de sus templos de que quedaron encargados los curas y religiosos respective, como pareze de los inventarios que quedan en mi poder.

Llenan enteramente los ataques enemigos las continuas lluvias. Aplicación de sitiados al remplazo de sus baterías. Fuego continuo de entrambas partes.

Repitió la lluvia al 24 y fue tal el agua, que llegó a llenar enteramente los ataques, de calidad que le fué preciso al enemigo interrumpir el trabaxo ordinario de la zapa por más que los gastadores deseavan continuarle aquel día.

Del Muelle Nuevo sacaron los de la plaza algunos cañones para la Puerta de Tierra, que con quatro más de menor tamaño, que se previnieron en la montaña, fueron de tanta consequencia, que pudieron impedirle al enemigo la prosecución de su aproche, de donde nos despidió hasta unas 32 bombas.

Avisaron los desertores que los ingleses y olandeses que todavía se mantenían en los reales de los sitiadores vendrían gustosos en desertar sus banderas, como se les diera pasaporte para sus tierras respective, a que conviniendo el príncipe mandó se echasen en los ataques cédulas escritas en idioma inglés y olandés, en que se les avisava a los de una y otra nación que se pasassen a nuestra plaza, que no solo se les daría pasaportes, sí también una ayuda de costa para el viage.

Ni los sitiados ni los sitiadores pudieron el día siguiente avanzar passo, en razón de impedírselo la lluvia que todavía les inquietava, bien que no por esso dexó de bramar el cañón de entrambas partes con igualdad. Sobre la cortina montamos oy tres piezas sin embargo del fuego que nos hizieron los sitiadores con sus bombas, que no passaron de treinta aquella noche.

Repara nuestro contrario la línea, que tiraba azia la Redondela, levantando otra los del presidio, y un parapeto en ella.

Las operaciones de los días 26 y 27 se reduxeron por parte del enemigo a reparar con mayor número de cestones la línea con que tirava azia la Redondela a fin de que logrando por aquel lado la eminencia del terreno, pudiera enteramente desalojarnos de aquel importante puesto en que consistía por la mayor parte en la conservación de la plaza.

En este presupuesto levantaron los sitiados una línea de defensa que coxía des del Salto del Lobo hasta la Torre Redonda, cuya construcción respecto de ser muy escasa la tierra en aquel parage, requiría mucho más trabaxo y tiempo del que los nuestros gastaron, llevados de aquella natural actividad y intrepidez con que durante el sitio se esmeraron en adelantar las obras de defensa, que en todas partes se ofrezían.

Un desertor nos dió noticia este día como le avían llegado al enemigo 18 compañías de socorro, y que sus granaderos hazían guardia en las trincheras, y que la mina que avían empezado quedava otra vez llena de agua.

Por parte de los sitiados el día 27 se puso toda echura en restituir el parapeto de la Redondela, que de los muchos tiros del enemigo, quedava algún tanto maltratada. Fueron las bombas que nos arrojó el 26 37 y el 27 58.

4

Avisos por desertores. Executa el enemigo un assalto a la Redondela y no consigue su fin. Aplicación de sitiados en la real batería. Vehemente fuego de los de la plaza y de afuera.

Confirmonos el día 28 otro tránsfuga la noticia de averle llegado al de Villadaries algunas compañías de refresco de tropas francesas a que devían seguirse unos 3.000 hombres con 12 piezas, lo que le dió motivo sin duda a acercársenos ya el día antecedente a tiro de fusil y a assaltar este día la brecha de la Redondela a que se acercaron hasta unos 20 hombres a tiempo que como se observó de la plaza, quedavan los enemigos tras sus cestones prevenidos para el avanze, caso que los primeros hubiessen passado adelante como pensavan a no haver hallado la dificultad de desalojar a los defensores de la línea que de antemano avían levantado en aquel parage para su resguardo.

La buena voluntad y gana con que unos y otros acudían al trabaxo de la nueva batería real, que dentro la plaza se estava levantando, motivó al príncipe, que todos los días assistía en aquel puesto haziendo oficio de siemple gastador, a repartir el terreno, señalándole a cada batallón su parte, en que trabaxaron incessantemente a pesar de la continuada y molesta porfía con que procuravan estorvarlo los sitiadores con todo género de fuegos aviéndose contado esta noche hasta unas treinta y cinco bombas.

Matáronle alguna gente el día 29 los cañones de la plaza al enemigo, que en todo este día procuró hazer más fuerte yá en los ataques primitivos, yá en los posteriores, en que hizieron no poco estrago nuestras baterías.

Por un desertor entendimos le avían llegado a nuestro competidor poco antes hasta unas 1.600 bombas, y que tenía prevenido una nueva batería junto a su primera línea, que por entonces con faxinas y cestones tenía encubierta en tanto que le llegava la artillería, con que devía pertrecharla contra la plaza.

En la boca del Muelle Viejo mandó el príncipe este día construir una pequeña plataforma con dos piezas para enfilar mexor des de aquel lado los tiros de las obras de sus aproches. El efecto se vió claro porque nos dispararó en el espacio de 24 horas en aquel puesto passadas de 154 bombas y granadas reales.

De la plaza se nos fueron dos soldados al campo de los sitiadores, y no ay duda que le descubrieron el designio en que estavan los sitiados sobre la erección de la gran batería, que se proseguía sin intermissión. Por esso reparamos que todo este día enderezó sus tiros azia aquella parte, bien que con tan poco efecto, que solo quedó un herido de los 300 gastadores que assistían a su trabaxo.

Hísose digno de reparo el que aviendo el enemigo arrojado este día hasta 117 bombas con los quatro morteros que para este efecto avía plantado contra la plaza, que no suzediese en la ciudad desgracia alguna.

La línea con que el adversario ideava hazerse dueño de la eminencia, logrando ocuparla, se reforzó esta noche con mucha gente que detuvo su continuado fuego la presecución de la suya para avanzar aquella.

Una esquadra de 15 navíos passó el estrecho sin que pudiéramos reconozer si era enemiga o amiga en fuerza de lo obscuro del temporal. Solo observamos que los españoles publicavan en su campo eran vaxeles de Tolon que ivan a Cádiz para unirse con el de Pointí a fin de atacar nuevamente de todos modos la plaza.

En consequencia desto se despachó el 31 una tartana con pliegos para Lisboa. El fuego de los sitiadores fué bastante, de calidad que en veinte y quatro horas nos echó ducientas y cinco bombas. Su trabaxo se reduxo a repararse del daño que le hazía la plataforma del Muelle Viejo, que le abrasava, y asseguraron unos desertores que el disparo de aquel puesto les avía ocasionado pérdida de más de cinquenta hombres en dos o tres días que jugaron sus cañones.


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