Capítulo 27

No le franquea entrada al puerto a nuestra flota el contrario viento. Noticias por un navío que nos entró. Continúan el disparo los de la plaza siendo poco el de su contrario, que retira algunos morteros de sus baterías.

Déxase ver nuestra esquadra, entra a la bahía y aferra. Cumplimentan al príncipe sus cabos sin retardo.

Buelve la visita nuestro comandante al vicealmirante. Quema el enemigo gran parte de sus ataques, retirando los cañones a un tiempo.

Retorna la flota a Lisboa despedido el príncipe de su vicealmirante. Juegan muy bien nuestras piezas y morteros, prosiguiendo el contrario en sacar piezas.

No le franquea entrada a nuestro puerto el contrario viento a la flota.

Aunque aclaró del todo el tiempo el día 3, la contrariedad del viento que todavía insistía no dió lugar a la armada para tomar puerto, cuya buelta deseavan tanto los sitiados quanto más les parezió buena aquella coyuntura para echar al enemigo del contorno de la plaza acometiéndole de una por mar y tierra a fin de apoderarse de su artillería si fuesse possible, antes que tuviessen lugar para ponerla en salvo.

Un navío nos entró este día, que dixo se avían descubierto veinte y quatro del enemigo no lexos de Almería, entre quiénes los 12 parezían de guerra. Esta noticia dió motivo a los siete que quedavan en nuestra bahía ya ancorados para hazerse a la vela y unirse con el gruezo de nuestra armada a fin de echarse sobre ellos y darles caza hasta haverles a las manos.

Eran ya las quatro quando un atambor, que avía enviado al príncipe el general de Tessé, le pidió otra vez en nombre de este Mr. la lista de los oficiales y soldados que quedaron prisioneros en el navío Arrogante, a que condecendiendo el príncipe con grandes demostraciones de reconozimiento y agasajo, fué pié para que el embiado le explicara los desabrimientos que corrían en el campo entre franceses y españoles, de que se alegraron mucho los sitiados, creyendo ser esto designio que les destinava la Providencia a estos para que habriesen los ojos y reconoziesen la buena voluntad de aquellos.

De la plaza se le disparó razonablemente al enemigo, respondiendo este con solos algunos tiros de cañón, que hizieron poco o ningún daño.

No suzedió cosa alguna de notar el día 5 y 6. Fué templado el tiempo y poniente el viento. El disparo muy poco, tirando solo una vez que otra los sitiadores, sobre que el de la plaza le estimulava con tanta o mayor fuerza de lo que lo avía echo hasta allí.

Observose el día 6 que solo quedavan en las trincheras dos morteros, aviendo retirado los demás con el dissimulo de dispararnos algunas bombas, con que pensó deslumbrarnos por entonces.

Otro atambor entró a la plaza el día siete con dinero y vestidos para los que quedavan nuevamente prisioneros, en cuya atención quiso saber de el príncipe si eran estos de su dependencia o si eran de la del vicealmirante de la flota a que satisfizo con la respuesta, que convenía, haziéndole saber era lo que se le preguntava cosa absolutamente dependiente de dicho vicealmirante.

Dos franceses que se passaron el día ocho dieron la noticia de que balones no gozavan ya de la prerrogativa de guardias del de Anjou por lo mucho que avían desertado durante el sitio, de calidad que quedavan solo en el campo unos quatro cientos, haviendo sido mil y trescientos los que vinieron a él para principiar el sitio. Dixeron también como el Gran Luis le avía ofrezido a su nieto nuevamente que vendrían a concluir aquella expedición 30 galeras y 50 navíos. Solo nos disparó 15 bombas el botafuego de los contrarios, quienes para desmentir mexor la idea en que estavan de desistir, tiraron mucho todo el día 9 con 15 piezas sobre la cortina y batería superior del castillo a que satisfizo la plaza con un fuerte y generoso disparo de toda su artillería, que le hizo mucho y considerable daño en el ataque y aproches que avía de antemano reforzado con gabiones como se dixo arriba.

Diez lanchas inglesas acometieron unos barcos españoles que le quedavan al enemigo a la boca de uno de los dos ríos, y si bien es verdad que hizieron su dever en la resistencia, quedaron por nuestros los contrarios, y con ellos una batería de las que el enemigo iva ya retirando de sus trincheras, cuyo fuego fué interpolado con algunas bien que pocas bombas a que correspondió la plaza con igualdad.

Déxase ver nuestra esquadra, entra a la bahía y aferra. Cumplimentan al príncipe sus cabos sin retardo.

Al rayar del día 10 otra vez se dexó ver la armada viradas las proas azia nuestra bahía.

Del Muelle Nuevo mandó el príncipe sacar quatro morteros, que se aplicaron a la batería real a fin de remplazar los que quedavan maltratados del antecedente disparo.

Como era poco el levante, no pudo todavía el onze entrar la armada para aferrar en la bahía hasta las dos de la tarde, en que dió fondo al triplicado estruendo con que la saludó la plaza con toda su artillería y morteros, de que recivió notable daño el enemigo, de calidad que aviendo bolado a algunos artilleros, desampararon los demás las baterías, en que no se contavan ya más que doze piezas.

Por la tarde vinieron a cumplimentar al príncipe muchos de los cabos de aquella flota, haziéndolo igualmente por su parte con el enviado de Inglaterra don Pablo Mathuen, con quién poco después con la ocasión de averse desembarcado se confirió para tratar del estado, disposiciones y medidas que más conduzían para la conservación de la plaza, a que solo enderezó el enemigo oy diez y ocho bombas.

El comandante portugués assistido de los cabos de su esquadra vino también a visitarle y a ofrezerle al príncipe todo lo que conviniere en defensa de la plaza en nombre de su rey.

Buelve la visita nuestro comandante al vicealmirante. Quema el enemigo gran parte de sus ataques, retirando los cañones a un tiempo.

El día siguiente fué a bordo el príncipe para bolverle la visita al vicealmirante Leack, quién le recivió con el aprecio y estimación que merezía aquel héroe.

La plaza hizo más que mediano fuego, que retornó el enemigo con el disparo de 32 bombas y algunos cañonazos.

Por la tarde vimos los de la plaza como quemavan gran parte de sus ataques los sitiadores, con que conxeturamos la retirada, que se decía, y confirmó aquella misma noche el aver sacado dos piezas de las 12 que quedavan puestas en la segunda batería, en que como se notó el día 13 quedavan solos ya 6 cañones.

Despachose el día 14 una fragata con pliegos para el Faro. El enemigo sacó de su segunda batería las piezas que del día antecedente avían allí quedado, y assí solo con quatro que avía más atrás hizo fuego este día contra el castillo, logrando desmontar un cañón de los que allí se avían plantado.

El de la plaza fué muy poco en razón de no descubrir enemigo alguno contra que asestar. Vino un desertor, que dixo quedava asombrado el enemigo con las repetidas pérdidas que avía echo durante aquel sitio.

El príncipe passó a los 15 a bordo para despedirse de los almirantes a causa de hallarse estos de partida para Lisboa. Honrráronle como se merezía, disparando muchos tiros de cañón al embarcarse para restituirse a la plaza, en que entró lo restante de la gente del socorro, que hasta allí todavía quedava embarcado.

Una pieza del Muelle Nuevo se subió al monte para plantarla en el mismo puesto en que el día antecedente avía sido desmontada la que ha poco se dixo.

Trató Tessé del cange de los prisioneros franceses este día, restituyéndole la mayor parte de los que le teníamos.

Solas ocho piezas le quedavan sobre el ataque al enemigo, y si bien hizo con ellas algún fuego fué de ninguna o poca consequencia, porque estavan plantadas en un puesto muy distante de la plaza, que por esta misma razón, dió muy poco que trabaxar a sus cañones.

Retorna la flota a Lisboa despedido el príncipe de su vicealmirante. Juegan muy bien nuestros morteros, prosiguiendo el contrario en sacar piezas.

Partió la armada al siguiente día para restituirse a Lisboa, dexándonos solamente en el Muelle Nuevo una fragata de conserva. Cinco navíos de guerra se adelantaron a los demás para embarcar en Lagos un regimiento de infantería portuguesa y transportarle a nuestra bahía caso que fuesse menester para la defensa de la plaza.

Con ocasión de averse añadido siete morteros más tras la gran batería de los sitiados, se hizieron algunos tiros para prueba, que asestándolos un artillero inglés, se vió su destreza alcanzando aquellos una extraordinaria distancia.

El enemigo quedó ocupado en sacar las bigas y balas de su segunda batería, cuyos cañones iva también embarcando al mismo tiempo en fustas pequeñas para trasbalzarlas a otros mayores, que todavía allí le quedavan en la misma boca de los dos ríos.

Jugó muy bien el 17 una y otra artillería, y sin más novedad se passó todo aquel día de entrambas partes.


< Capítol 26 / Capítol 28 >