Capítulo 33 [bis]

Hazen vela las fragatas Leopart y Faulcon para el poniente siguiendo las otras olandesas. Aplicación del presidio al reparo de las ruinas del passado sitio, poniendo mano en la fábrica de un profundíssimo fosso. Entra el navío Namur acompañado de otros.

Desamboca el estrecho nuestra flota embarcado el rey nuestro señor en el navío la Gran Bretaña. Entrada y recivimiento que se le hizo en la ciudad. Buelve a bordo al anochezer. Toma la derrota la armada azia las costas de España.

Prosiguen los de la plaza en los reparos de su fortificación, y nueva obra del fosso. Línea de batalla de la flota.

Continua la derrota hasta la bahía de Altea. Expídense cartas circulares por los reynos de Aragón y Valencia, lográndose de tránsito la sorpresa de la plaza de Denia.

Primo

Hazen vela las fragatas Leopart y Faulcon para el poniente.

Las fragatas Leopard, Faulcon y otras olandesas, en que por orden del príncipe comandante se embarcaron algunas personas para efectuar algunas diligencias de mucha importancia al real servicio, tomaron la derrota azia levante.

Aplicáronse con todo calor los del presidio al reparo de las ruinas que el cañón y bombas del enemigo executó contra las fortificaciones de la plaza, y especialmente de la Redondela y línea de comunicación, que como más expuesto padezió mayor estrago.

Púsose mano a la fábrica de un profundíssimo fosso, que compreendiendo el isthmo de 40 passos, y discurriendo del pié de la montaña más allá de la Redondela hasta la orilla del mar, podía comunicarse con fazilidad el occéano con el Mediterráneo.

Esta fortificación tan importante delineó el príncipe comandante días atrás, y otras que la reyna de la Gran Bretaña le avía encargado a fin de poner la plaza en el total estado de su defensa y perfección de sus obras, quando le pidió la planta y descripción de ella.

Devía resguardar al mencionado fosso un fuerte atrincheramiento, con sus empalisadas y baterías, que acompañado o sostenido de la fortificación, que devía hazerse en el Salto del Lobo sobre la eminencia de la Redondela pertrechada con una batería de cañones y morteros, avía de impossibilitar la invasión por la parte de tierra de la plaza. Quedava delineada [sic] igualmente otro fuerte en el parage de la Virgen de Europa para impedirle al enemigo los desembarcos, con que venía a ser aquel antemural impenetrable por mar y tierra.

Entró el 28 el navío de guerra Namur con otros de transporte, y al 29 desertaron de la plaza dos soldados ingleses y otros tantos olandeses.

Con el aviso que se le subministró al príncipe comandante por el navío inglés el Águila de que el rey nuestro señor embarcado en la flota de los aliados no podía retardar su arribo a nuestra bahía, prosiguió con más calor y aplicación en el establezimiento de las disposiciones y providencias más conduzentes al resguardo y seguridad de la plaza y buen govierno de la ciudad a efecto de estar expedido para seguir a su magestad en consideración de que sería poca la manción que su real persona haría en la ciudad.

Desamboca el estrecho la flota embarcado el rey nuestro señor en el navío la Gran Bretaña. Entrada y recivimiento que se le hizo en la ciudad. Buelve a bordo al anochezer. Toma la derrota la armada azia las costas de España.

Llegó el feliz día en que Gibraltar logró el cumplimiento de sus glorias y triunfos que merezió su inimitable resistencia en la expugnación tan porfiada e impertinente del enemigo. Eran las 10 del día dos de agosto, quando mirando los de la ciudad con cuydado el estrecho, se vió desambocarle nuestra flota puesto a su testa el navío la Gran Bretaña, en que iva embarcado nuestro rey don Carlos 3º, que tomando su chalupa y puesto pié en tierra halló en la orilla de la bahía al príncipe comandante, su hermano Henrrique, todos los cabos del presidio y la mayor parte del pueblo, que alborozados y llenos de contento por tan especial dicha se avían anticipado a la lengua del agua para recivir su real persona, y pudo en aquella ocasión registrar el terreno que ocupó el campo enemigo, sus aproches, baterías y líneas tiradas a nuestra ofensa, y las ruinas de las obras exteriores de la plaza. Entró su magestad en la ciudad y subiéndose al lienzo de muralla, que mira al mar, tuvo a su vista la mayor parte de los estragos que el encono del enemigo, por medio de su cañón y bombas, operó contra aquel antemural. Recorrió la muralla por aquella parte, y descansando en casa del príncipe comandante solo aquel rato, que pudo dar tiempo a los curas para prevenirse, passó a la iglesia mayor donde se cantó el Te Deum en azimiento de gracias, y un solemne oficio. Concluida la funcción, que celebró la artillería con triplicada salva, retornó al mismo palacio, donde después de aver comido y descansado, dió a besar la real mano a sus vassallos que llenos de contento, impazientes esperavan el logro de aquella dicha. Por la tarde subió a cavallo y con el acompañamiento de los dos príncipes Darmstad Jorge y Henrrique, y toda la real comitiva passeó la montaña, recorriendo su circunvalación des de la Virgen de Europa está el Salto del Lobo, en cuyo parage reconozió cavalmente otra vez la fortificación, estragos y ruinas de la plaza, y assimismo los vestigios de ataques, baterías y líneas que el enemigo havía levantado en su expugnación. Antes del anochezer, y despedido de la guarnizión, tomó su magestad la lancha y passó a bordo de su navío la Gran Bretaña a cenar y dormir, esperando el buen viento y embarco de víveres, tropas y equipages, que se principió de las que avía en la plaza para refuerzo de la flota.

Callo aquí el alborozo y alegría que infundió en los ánimos del presidio y vezinos la presencia de su magestad en aquella ocasión, porque aviendo sido summo su contento, no puede mi pluma extenderse a más expressión.

A tiempo que nuestro almirante Sckovel el día 4 hizo disparar la pieza de leva, se vieron todos los navíos de la flota en toda forma de marcha llevando la vanguardia la Gran Bretaña almiranta de Inglaterra en que iva embarcado su magestad, que tomando la derrota a todo trapo la seguieron consecutivamente los demás.

El príncipe comandante, que avia quedado con su hermano Henrrique en la plaza para dar la última mano en las disposiciones del govierno militar y político no dexó la ciudad hasta la tarde del otro día, que embarcándose en el navío Namur, que se le avía destinado, mandó poner todo el velamen a fin de lograr con la mayor anticipación unirse con la flota, como lo consiguió en pocas horas de navegación.

El enemigo, que persistía en el bloqueo de la plaza, quedó ocupado en la fábrica de una línea o cordón dilatado junto a las montañas más vezinas de la ciudad, para contener las correrías del presidio y impedir el comercio y comunicación de los de afuera con los de la ciudad.

Prosiguen los de la plaza en los reparos de su fortificación, y nueva obra de fosso. Línea de batalla de la flota.

Prosiguen los del presidio en los reparos del su fortificación y nueva obra del fosso para cuyo mayor adelantamiento se les dava a los soldados un tanto cada día a más de sus sueldos, en razón de poder con este subsidio más resistir a tan penoso como continuado trabajo.

Línea de batalla de la flota de los aliados, comandada por el almirante Schovel

Vegeu al manuscrit original els folis 145, 145v, 146 i 146v

4

Continua la derrota la armada hasta la bahía de Altea. Expídense cartas circulares por los reynos de Aragón y Valencia, lográndose de tránsito la sorpresa de Denia.

Calmó el viento y solo pudo lograr la flota el 7 la altura frente a la ciudad de Málaga, pero bordeando para adelantar algún camino consiguió con el poco que sopló antes del anochezer llegar al cabo de Gata, y al 16 al cabo de Palos, de cuyo parage despachó el príncipe Jorge Landgrave de Hassia por medio de una fragata pliegos y cartas circulares a sus confidentes de Alicante y otras partes del Reyno de Valencia, que previniéndoles el arribo de su magestad en aquellos mares con la poderosa armada y las operaciones que quedavan acordadas executarse en Cataluña, lo difundiesen por el reyno a efecto de que aclamando el real nombre de su magestad, aquellos fieles vassallos alarmasen contra el intruso govierno, que tanto oprimía su libertad.

Favoreziéndonos el viento medianamente el 10 consiguió la flota entrar prósperamente en la bahía de Altea, en que quitando el velamen y poniéndose sobre el fierro se desembarcaron algunas tropas para guardar las espaldas a los marineros durante el tiempo de hazer agua en aquel río para el abasto de la armada, que se logró sin la menor oposición. Retornó del corso la fragata del príncipe con las dos presas que hizo de algún valor, y prosiguió la derrota de nuestra flota.

El príncipe Jorge comenzó a exerzitar los cargos de vicario general de la Corona de Aragón en los mares de su dependencia, que fué en la bahía de Altea, enviando pliegos y cartas circulares en el real nombre de su magestad a sus correspondientes y afectos a la augustíssima Casa de Austria en los reynos de Aragón y Valencia, escriviendo a comunes y particulares, como y también a la nobleza, que le conservava la amistad del tiempo que residía en España en guerra viva, encargándoles el que coadjuvasen por su parte al logro de la empresa que su magestad havía resuelto en Cataluña, pues de su feliz éxito se seguía su quietud y perpetua libertad.

Con ocasión de las favorables intelligencias que tenía el príncipe de los ánimos de la ciudad y plaza de Denia en el Reyno de Valencia azia los interesses de la augustíssima Casa de Austria con el real acuerdo de su magestad, despachó sin perder tiempo al general Basset y Ramos y a don Francisco de Ávila a aquella, embarcados en un destacamento que se hizo de algunos navíos de la flota para tantearlos y ver si querían declararse, y fue el golpe tan acertado y en sazón, que al arribo de estas naves se consiguió la posessión de aquella plaza sin expendio alguno ni pérdida de gente, que en otra forma avía de costar mucha sangre, y assí logramos en poco tiempo una plaza de las más consequentes en el Reyno de Valencia, no aviendo coadjuvado poco la disposición y conducta de aquel general y la circunstancia de ser natural del país, y bien quisto en todo aquel reyno, a cuya fidelidad encargó después el rey nuestro señor el govierno y comando de ella.


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