Capítulo séptimo

Estiende el enemigo su ataque hasta la orilla del mar. Fuego continuo de la plaza. Plantan los sitiados una batería al Muelle Viejo. Fuerte disparo de los contrarios a quienes se les boló un almagazén.

Adquieren los sitiadores algún terreno. Aplicación de los del presidio en sus cortaduras y nuevos reparos. Aferra la esquadra en medio de la baya.

Logra Villadaries algún terreno azia la Redondela. Conclúyese nuestra mina.

Procuran los sitiadores el cubrirse de nuestro cañón. Dispone nuestro vicealmirante lanchas armadas para operar y los del presidio atienden a su defensa.

Primo

Estiende el enemigo su ataque hasta la orilla del mar.

Como no es fázil expressar la azaña que este malogrado susesso ocasionó al enemigo, tampoco no lo será el dar a entender al mundo la desesperada rabia con que aquel mismo día mandó multiplicar el fuego contra la sitiada plaza. A este fin dispuso que se estendiere el ataque hasta la orilla del mar alargando para esto sus travezes hasta el agua, y si bien no pudo este día por razón del mucho fuego que se le hazía de la ciudad, concluir como tenía prometido aquella idea, consiguiolo al cabo días después arriesgando en esto mucha gente que perdió en la conclusión de su designio.

El príncipe, que invigilava incessantemente en la defensa apenas huvo conozido el intento que llevava el de Villadaries en estender sus aproches hasta el mar formó una nueva y numerosa batería en el Muelle Viejo de la plaza con que durante el assedio mortificó de calidad a los contrarios, que enfilando sus líneas por entero apenas les dexavan vivir en ellas con sossiego. Por esso quizás retardó el enemigo asentar hasta el día 15 la batería, que avía destinado contra el baluarte de tierra a quién disparó este día, y los siguientes hasta derribar por tierra su fortificación, no osbtante las muchas piedras, bombas y balas con que los sitiados procuravan inquietarle.

El vicealmirante Leack envió al campo enemigo una faluca a efecto de cangear los prisioneros, que se avían echo en el mar, y por la tarde passó a la plaza, y conferenciaron el príncipe y este general sobre las medidas y disposiciones que se devían tomar para el mayor resguardo y vigorosa defensa de la plaza.

Continuava el enemigo su fuego con todo vigor, y dirigiéndole sus botafuegos al 14 a la cortina consiguieron una brecha muy dilatada y en estado de assalto.

Boló al ayre un molino de viento al 15 que tenían los sitiadores en su campo lleno de barriles de pólvora, y fué tanto el estruendo que hizo temblar toda la ciudad, donde llegaron algunas de las piedras que se desencaxaron de aquel edificio, de cuya fatalidad perdieron los sitiadores unos 200 hombres poco más, que se hallavan apostados en aquel puesto.

Secundo

Adquieren los sitiadores algún terreno. Aplicación de los de la plaza en sus cortaduras y nuevos reparos en la Redondela y demás partes expuestas a assaltos. Ocupa la esquadra el centro de la baya.

Continuó el cañón de una y otra parte hasta el día veinte y cinco sin más novedad que la de aver adquirido el enemigo algún terreno y quedar nuestras fortificaciones muy maltratadas, no obstante los reparos, que prevenía la vigilancia de nuestro supremo comandante, quien reconoziendo el peligro dió providencia con acuerdo del vicealmirante Leack de que quatro cientos marineros de su esquadra entraran todos los días estipendiados por el mismo príncipe a trabaxar en las cortaduras, reparos y obras interiores de defensa que se avían ideado para resguardo de los puestos por donde el enemigo pensava assaltar la plaza.

En la Redondela se formó un grande parapeto de faxina y tierra, con que quedava defendido totalmente su rezinto. La línea de comunicación que estava del todo arruynada se pertrechó con un fuerte contramuro de estacas, tierra y batería como más expuesta aquella parte a los assaltos del enemigo. Se plantaron en ella quatro piezas cargadas a cartucho para su resguardo. Sobre los ángulos de los dos baluartes a que tiró igualmente nuestro contrario por el mucho embarazo que le hazían ambos para avanzar, quedava abierto un gran portillo, para cuyo reparo dió el príncipe orden que se trabaxase en unas lunetas que cubriesen enteramente aquellos puestos, haziéndolos con esto tanto o más fuertes que de antes.

En el Muelle Viejo dispuso una buena batería para inquietar a los sitiadores en su proprio campo y ofenderles en los adelantamientos de sus líneas.

En fin conozida y penetrada la intención con que el enemigo por puntos se nos iva acercando, se previnieron las cosas en la mexor forma que fué possible para aguantar sus avanzes en caso les intentara.

El número de bombas que disparamos des del primer día del sitio hasta el presente passaron de mil y ducientas, no contando entre ellas las granadas reales con que a ratos solían los ingleses interpolar con ellas el disparo, a que correspondía el enemigo con las que durante el sitio disparó para incomodar nuestra guarnizión y retardar los trabaxos en que estavan empleados los matalotes y voluntarios, que se avían deputado para esto.

El vicealmirante Leack, después de haverse abocado con el príncipe se plantó con su esquadra en medio círculo ocupando el centro de la baya, y aunque no podimos penetrar el designio de este movimiento, creeré yo que le hizo el inglés con ánimo de estar pronto para socorrer a los de la plaza y ofender al enemigo en su proprio campo, como lo hizo, obligándole a apartarle del tiro de su cañón por aquella parte.

Tercio

Logra Villadaries el acercársenos con una línea de quareinta passos frente la Redondela. Conclúiese nuestra mina.

No pudo el príncipe hazerle al enemigo más costoso aquel terreno hasta este día, deteniéndole con el continuado y repetido fuego que le hazía con el cañón, y en efecto no ay que dudar que no pensava el contrario que se le regateara tanto el adelantamiento de sus trabaxos, a vista de que los sitiados no podían infestarle en sus trincheras saliendo de la plaza a provocarle en ellas por ser corto el número de la guarnizión, y muchas las enfermedades que padecían los del presidio.

Esta tarde dexó el enemigo de tirar muy temprano, reservando para la noche el disparo de unas 60 bombas, con que continuó en molestar nuestra constancia, que echa ya al fuego, hazía muy poco caso de su impertinente y porfiado tessón, a que si bien es verdad, que procurava corresponder la incessante, arrestada y resuelta intrepidez de nuestros artilleros; con todo no pudieron estorvarles a los contrarios, que aquella noche dexasen de trabaxar en dilatar una nueva línea, frente a la Redondela de quareinta passos, con que se pudo acercar con la obscuridad azia ella.

La mina grande que el príncipe avía echo construir de baxo la contrascarpa se concluyó este día en que se puso la pólvora suficiente para jugar contra el enemigo en ocasión de assalto.

Quarto

Trabaxa el enemigo en sus ataques y líneas para cubrirse de nuestro continuado fuego. Dispónense lanchas armadas a la otra parte de la montaña y los sitiados para la defensa.

Trabaxó nuestro adversario todo el 26 en sus trincheras para cubrirse lo mexor y más cómodamente que le prescribía el terreno, de calidad que puso toda hechura en reparar sus líneas de la continuada lluvia de balas con que des del Salto del Lobo y castillo le hazían notable daño nuestros artilleros.

Por nuestra parte, dispuso nuestro vicealmirante que algunas lanchas armadas se apostaran en las orillas del mar a la otra parte de la montaña, por donde los enemigos intentaron sorprendernos días atrás a fin de atacarle con esto y prevenirle de aquel lado para segunda funcción.

La fragata Garland bolvió de Lagos este día con cartas de Lisboa para Metuen enviado de Inglaterra, con que se supo que lograríamos quanto antes alguna gente de socorro, en tanto que la de Irlanda se disponía para lo mismo, lo que no fué de poco consuelo y alegría para quantos nos víamos sitiados.

El enemigo, que avía ya desmontado con el continuado disparo de sus baterías la mayor parte de las piezas que el príncipe havía puesto en la montaña, pudo adelantarse algún tanto con su ataque azia la Redondela, trabaxando incessantemente toda aquella tarde con la zapa hasta ponerse immediato a un pequeño puente de piedra, que medía del pié de la montaña a la orilla del mar, que ocupó aquella misma noche, dando con este evidentes señales de que muy presto quería venir al assalto por la parte de la Redondela à que guiava aquel passo.

La solizitud con que vivían los sitiados entró de nuevo a vista de las ideas del enemigo, en prevenirse para el daño que les amenazava, y assí no perdonando su vigilancia trabaxo alguno juntaron cantidad de mantas, sacos de pólvora, granadas y otros artificiales fuegos para detener la furia de los contrarios caso que se arrojaran al avanze. No fué mucho el fuego, que nos hizo este día el enemigo. Sus bombas no passaron de treinta. Los muertos de nuestra parte se reduxeron a solos dos y siete los heridos.


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