Es del señor don Francisco de Casamitjana [manuscrit]

Est Caroli de Casamitjana

Empresas y sucesos gloriosos que consiguieron las armas del emperador y rey nuestro señor Carlos Sexto en Alemania y terzero en España y de sus altos aliados en los Reynos de Andaluzía sobre las costas del de Granada y Corona de Aragón, desde mayo de 1704 en que se principió la guerra en aquella parte asta el de 1706

Mantua año 1713 [text barrat]

Señor

Iva a echar mano de un arrojo, y se intimidó la razón toda a vista del empeño a que aspirava. Iva a bosquejar una imagen de vuestra magestad, y se acovardó el pinzel preocupada del susto u de la admiración la fantasía en el mismo umbral. Iva = más a, y que ya que el destino le restituie a la pluma los alientos, que le avía usurpado bárbaramente el temor.

Plutarco dixo que era dechado del mismo Dios un príncipe perfecto, y si contra Dios se atrevió su clemencia por aver sido incentivo en algún modo su compasión de la malicia, bien puedo yo decir que à conspirado oy en vuestra magestad la dignación contra su proprio dueño, pues únicamente de muy seguro atropella mi cariño con este, que no sé si llame arrojo o argumento de mi buena fee.

Pero ya que se arrestó mi cortedad contra tan formidable adversario, bien será que luche contra toda la moderación de su augusta magestad hasta apurarle sus fondos al discurso, en un assumpto en que le va a la pluma su reputación, y en que no es fázil pueda campear con lustre la gratitud, si no es armada u del atrevimiento u de la lealtad; a más de que, si se mira este empeño con todo el peso de una madura reflección, no dudo que se le franqueará a la pluma la justicia, que la asiste, por más que u la embidia o la emulación la noten de poco atenta, porque siendo vuestra magestad tan interesado como es en las glorias, que se adquirió Gibraltar en su defensa, y igualmente en los demás sucessos que se le subsiguieron, no podía sin violencia privarle a vuestra magestad de este elogio. Ni es menos poderoso motivo el de referirlas mi gratitud, en ocasión que sea halla esta del todo sacrificada a vuestra magestad, por afecto, por obligación y por voto, y más que por estos por los repetidos favores, que de la real mano de vuestra magestad tengo experimentados hasta aquí, por manera que a violentar el brazo para valerme de otro mecenas no ay duda que llevado de aquella natural simpatía, que domina secretamente en mi pecho, se fuera sin el beneplácito de su dueño a descifrar la idea, que concibió allá en su fantasía la lealtad. Ni sería razón que la generosa mano de vuestra real persona tan a costa de mi desvelo, le dedignase admitir baxo su amparo, que pues tanto confina con la magestad la dignación, bien será que una vez si quiera, admita a su sombra la de vuestra magestad este leve ensayo de mi atención.

Mas como preguntava yo, como podré pintar en tan pequeño ámbito un Alexandro, quando era breve recinto a su grandeza el de la esfera toda? Como ceñir a tan limitada narración la que ya ocupó los quatro ángulos del mundo con el aplauso, con la admiración y con la fama, hasta agotarle a la eloquencia sus corrientes y anegar a la embidia en su misma cuna? Ni como podrá caber en tan limitado gyro aquella immensa selva de trofeos, que hasta aquí le ha adquirido a vuestra magestad el valor? Confiesso que por más que forseje en estrecharles en un tronco la admiración, es preciso que para acordarles a la posteridad de los venideros, se valga de todo su caudal el ingenio, no sea que forzado a amontonar de una muchas estrellas en tan poco cielo le falte esfera para salir con su idea.

Omito gran señor los resplendores de vuestro imperial augusto nacimiento, porque deslumbrado con la copia de luz con que ya en la cuna hizo conozer la naturaleza la brillante dorada Clícee de tanto sol, apenas acierta mi perspicacia a registrarle sus rayos sin notorio detrimento de su curiosa observancian [sic]: a más de que atreverse al examen de tamaño astro, fuera lo mismo que ossar calarse con la vista al centro de aquel planeta donde no llegó todavía la primera de las aves a mantener abiertas sus pestañas.

Basta decir que es vuestra magestad por su nacimiento descendiente augusto de la gran familia germano-ausbúrgica, cuyo geneológico principio mientras que por lo antiguo le respeta con aprecio la veneración, anda inpaciente el afán desenterrándole de entre las sombras del olvido. Que tampoco fué possible apurarle de golpe a la Fénix su primer nido, y esta illustre imperial estirpe es puntualmente la que después de haver merezido contar por suyos quantos césares reconoze oy vuestra magestad por progenitores den de el emperador Rodolfo, hijo que fué de Alberto el Grande, à difundido su gloria sobre vuestra real cuna, de suerte que epilogando por este medio en la cesárea y real persona de vuestra magestad todo el lleno de su grandeza, agotó su caudal en abono de vuestro feliz nacimiento, y si no ay razón, como no la ay para negarle a la real prosapia de vuestra magestad los créditos de primera, como podrá haverla para negarle entre los de ella a vuestra magestad este nuevo blassón de su propria descendencia?

Callo aquí, que es por su sangre vuestra magestad digno nieto de otros tantos emperadores, quantos son los signos, que illustran oy la carrera por donde camina el Sol. Callo aquí, que en el seno de vuestra magestad corren oy con tanta o más pureza aquellas aguas como el día que precipitadas en gloria dimanaron más claras que el cristal, porque de otra suerte hubiera de estrechar en un tronco solo aquella selva de laureles, que no cupo en el ámbito de dos mundos, y a no havérmelo prescrito assí la fuerza de mi destino, omitiera aquí también la gloria que se adquirió la real estirpe de vuestra magestad con su venida a España casando con doña Juana de Castilla única heredera del grande rey don Fernando Phelipe el primero deste nombre, padre que fué de aquellos dos emperadores Carlos y Fernando, abuelos ambos de vuestra magestad, por cuyo augusto regio lazo, dispuso la providencia viniesen a ser nietos de la real casa de vuestra magestad, los mayores monarcas que oy día reconoze el Sol, porque partiendo entre sí la herencia (la segunda vez, que se vieron Castor y Pollux en el mundo), llegó el primero a hazer suya la primera monarquía del Universo, y el segundo a perpetuar en sus hijos, como hasta aquí aquel diadema, que en otro tiempo fué de los césares en Roma.

Mas ni aun este blassón es el que más suspende en éxtasi mi cortedad, porque tiene muy poco que ver estas con las glorias que en todos tiempos se han adquirido con el valor los reales progenitores de vuestra magestad, pues que nos les propone ya armados a cada passo la Historia, o bien para conquistarle nuevos imperios a la religión, ollando las cervices de quantos se havían conjurado a su ruyna. Oy si no les faltase voz a los árboles que pueblan las campañas de las dos Germanias al modo que no le faltó en otro tiempo a los que en la selva Doonea publicavan las glorias de un venzimiento! Oy como vozearían las vitorias que logró Maximiliano Augusto de sus contrarios! Quantas vezes se vieron teñidas en roxa espuma las corrientes del Albis y las aguas del Danubio! Qué cavado bronze podrá sufrir el fogoso ardiente soplo con que la fama jadeava en inculcar las azañas de tanto héroe!

Callo aquí el valor con que el emperador Rodolfo fué segando una a una tanta cerviz, alevosamente conjurada contra su imperio, contra su elección y contra su persona, siéndole tal vez preciso a su grande denodado espíritu sostener con la una mano el pomo de oro, y jugar la espada con la otra, en tanto que entre la prevención y el cuydado sudava el alma toda en dar fin a tan peregrina empresa, hasta que hechos víctimas de su brazo Bela rey de Ungría y el rey Othocaro de Bohemia, fueron ornamento de los carros falcados, con que poco después se restablezió triunfante a la posessión del cetro que empuñava. Los famosos hechos de armas, con que el emperador Alberto afirmó sobre sus sienes el diadema no llenaron de espanto al mundo y a su casa de trofeos hasta añadirle a la fama nuevos clarines? Ni fuera necessario removerle al olvido mucha tierra si quisiera yo acordar aquí las proezas, con que el césar Maximiliano inmortalizó su nombre alcanzando tantas vitorias, que solo el cielo puede tener laureles para triunfos tan continuados. Ni quiero hazer memoria aquí del emperador Carlos Quinto, porque siento que es muy corto cauze el de mi pluma para de[s]cifrar las glorias de aquel que supo hazer historia todas las fábulas que soñaron los poetas. Y assí basta decir que tuvo Carlos un corazón tan grande, que siendo pequeño un mundo para la magnanimidad de su espíritu, dispuso el cielo que se descubriese otro nuevo en su reynado. Que sugetó a su espada más dominios y a su cetro más vassallos que todos sus predecessores juntos. Que después de haver puesto freno al mundo y ley al mar fatigado del peso de sus laureles más que de la molestia de sus achaques, colgó la espada para monumento de su valor en el Templo de la Vitoria. Que haviendo abatido el orgullo de tanto monstruo, y derrotado tanto esquadrón contrario, se retiró a la soledad de un campo a luchar con la fortuna, y consiguió triunfar de uno y otro para poder cerrar la puerta del Templo de Dios Jano, pues que ya en el mundo no le quedava que venzer otro enemigo. Y en fin baste decir que en más divina representación que la del otro fabuloso numen se dexó ver hasta oy en su medalla con un rostro mirando assia la inmortalidad del siglo venidero, y otro azia el tiempo ya passado, que también hizo su brazo con el estoque de oro. Últimamente gran señor no ay para que repetir aquí el ardimiento con que fué de nuestros días ocupando la Tierra con sus vitorias y el viento con sus águilas el césar padre de vuestra magestad. Aquel que apenas dió passo, que no naciesse una palma donde avía assentado animoso una vez el pié, aquel que peleó con un mundo de hombres en ocasión que inundava el turco con ellos la christiandad, aquel en fin de quien son momento quantas plazas en Ungría, que oy se ven reduzidas a la obediencia de vuestra magestad, passó en parte el assedio de su imperial corte, y a vista de un tan ruidoso exemplar habría de tener mi aliento las alas muy cobardes, que no osasse fiarlas al viento, en ocasión que estava llamando de lo alto al aplauso, bien que si he de decir lo que siento en esto, será preciso que confiese que esta vitoria perdió mucha parte de su grandeza en la noticia de que peleava el cielo a su favor assistiéndole con su visible protección hasta el mismo Dios de las Batallas.

Pero para que? Dexemos en la cuna la pompa con que previno la providencia el real nacimiento de vuestra magestad, y vamos a sondar los fondos con que por el camino de la gloria dió muestras vuestra real persona de su discreción, de su espada y de su grandeza. Deparó la gracia tan vistoso alcázar al espíritu, que anima vuestra magestad, que recién labrado se venerava ya por la obra más peregrina y gentil que supo idear la arquitectura, dexando ver en aquel altar pequeño toda la esperanza de su futuro nacimiento, haziéndose y entonces digno de observancia en la augusta frente de vuestra magestad no sé que ademán ayroso, que manifestava en sus giros los esmeros de un esplendor divino, pudiendo decirse sin mucho hipérbole que avía en la formación de vuestra magestad hecho ostensión de sus más notables calidades la naturaleza empeñada en que se reconociesse en vuestra magestad hasta donde pueden llegar las humanas perfecciones, pues juntó tantas en sola vuestra real persona, que referidas más parezen fantasía, o dezeo, de que se hallase un joven tal en el mundo, que no Historia de lo que es en la realidad, formando un príncipe Fénix, qual se suele representar o finxir en el anchuroso campo de la imaginación, y se encuentra por maravilla en los campos de la realidad.

Una viveza que está por cada sentido vibrando raios, para penetrar con el alma hasta los pensamientos más ocultos, que fraguó en su oficina la razón, y si en otro tiempo huvo quién se quexase del destino, porque se mostrava tan defectuoso en la simatría de los cuerpos, alegando por motivo no parezía bien que se viese reduzida las estrechezes de un armazón poco conforme un espíritu gentil, quién duda que hubiera depuesto su opinión a haver reconozido el templo que el alma de vuestra magestad deparó al espíritu, que incessantemente la govierna, porque era tal la disposición ayrosa de su semblante, que o le hazía digno alberg[u]e de un espíritu el más generoso, o cielo proporcionado para habitación de un Dios pequeño. Pues que si se arrestase el cuydado a registrarle sus fondos al pasmoso elevado talento de vuestra magestad, en donde no halla suelo la debilidad del mío, ¿acaso podrá apurarle a su alta animada intelligencia las preciosidades de su caudal? Si en pocas brazas no fué fázil sondarle hasta aquí al occeano sus senos, como lo ha de ser el penetrarle los ápices a su real comprehención? A más de que donde produxo el tiempo viveza igual en el juizio, igual solidez en el ingenio, siendo en mi sentir tan difízil hazer pié en la promptitud de su peregrino entendimiento, como poner lastre a un rayo, o suspender a un relámpago en medio de su carrera, que nunca estuvieron vinculados los aciertos en vuestra real persona a la penosa cansada nota de ser prolixos.

Puede dudarse que para dar leyes a dos mundos, le sobra a vuestra magestad lo más del alma? Puede dudarse que entre las nieblas de estado ha rompido vuestra magestad camino por todos los elementos hasta fazilitar las empresas, que en otro tiempo aun al mismo Hércules le huvieran sacado mucha sangre y no pocos suspiros al macedono? Puede dudarse que la soberana augusta comprehención de vuestra magestad ha sabido allanar la frente a un impossible y unir por des[a]costumbrados rumbos extremos que miravan como a encontrados la emulación ignorante, quizás de que estava vuestra magestad en el mundo para coronar con este nuevo laurel los primeros ensayos de su valor? Puede dudarse que las promptitudes eloquentes del sutil entendimiento de vuestra magestad sirvieron no pocas vezes de escudo a la innocencia y de freno contra la ossadía? Puede dudarse que el Dios de la eloquencia fue derramando por el seno de vuestra magestad toda la copa de oro en que depositó su néctar la discreción? Puede dudarse que las estrellas les agotaron a los dioses mismos su ambrosía, para transfundir su dulzura a los labios de vuestra magestad, que no pareze que halle el numen inspirada en la boca de vuestra magestad la palabra, o que agita Minerva esa divina lengua? Estraña felizidad de un alma illustre concebir pensamientos tan superiores, que ni los alcanze ni los apee la razón más culta, y reducirles después al labio tan vivamente, por conductos de resplendor, que ni pierda una gota la razón, ni queden mal satisfechos los discursos de las expressiones.

Qué émulo desapiedadamente indignado escuchó la material explicación de vuestro real labio por breve rato que no saliese llevando en el pecho otro corazón distinto, y que no fuese deponiendo las flechas de plomo, haziendo trozos del arco, sintiéndose mal herido de los dardos de oro que vibra la fecunda eloquente lengua de vuestra magestad, y si propuso hazer frente alguno a los primeros contrastes, sí se atrevió a percistir fuerte en la obstinación de su duresa, o entre los estragos de la ira, no es verdad que luego al segundo avanze, se reconozió precisado a ceder todo el campo de su alvedrío, y dexarle en manos del vitorioso? No es verdad que fué lo mismo resistir a las armas con que batallava el animoso corage de vuestra magestad que querer rechazar los ímpetus del plomo con un pavez de vidro? [sic] Que no es assí que supo vuestra magestad más de una vez infundir alma a un bruto, comunicar razón a un tronco, domesticar a un monstruo y suspender los furores de un irritado? Que no es assí que la suavidad de essa eloquente lengua hizo que dexase de ser fábula el gravar en un peñasco un corazón de cera y desatar en lágrimas una roca? Que si huviesse de esparsir elogios por los primeros años de vuestra magestad, quando entre el ocio y el cuydado de los afectos se derritía en números la fantasía? Que, y si huviesse de hazer mención aquí de aquel florido tiempo en que transformado en plectro el augusto real dimanantial de vuestra magestad iva robándole a Orfeo la suavidad de su lira, cantando apaziblemente al suave músico sonido de su cítara su fortuna, en tanto que se iva la vena desangrando toda por la pluma? Bien fuera menester usurparle algunas inspiraciones al Dios Feto, o pedirle por algún rato de prestado el instrumento a Memnosine, para transfundir al papel los primores con que vuestra magestad pulía ya en aquella hora para más altas empresas su eminente delicada comprehención.

Qué glorias han merezido los mayores héroes, que no se haya adquirido el valor y espada de vuestra magestad cotexables con las que inmortalisan el nombre de Alexandro, y le sirven de monumento en la posteridad? No es assí que vuestra magestad, intrépido y magnánimo, ya en la tierna edad de diez y nueve años poco más defendiendo Barcelona en la expugnación de dos poderosos exércitos de España y de la Francia, que le llegaron con el duque de Anjou, invadida igualmente por el mar de una numerosa flota, infundió nuevos alientos a unos 1.350 soldados y vezinos, que únicamente presidiavan la plaza, dexándose ver vuestra real persona muchas vezes en la brecha, donde el encono enemigo dirigía su mayor fuego, exponiéndola assimismo en otras partes del mayor peligro? No es evidente que el denodado espíritu de vuestra magestad consiguió por último que el duque de Anjou desistiesse de aquel empeño precisándole a la ignominiosa retirada, que con los dos exércitos executó sin parar hasta lograr el abrigo de dominios de la Francia, cediéndole a vuestra magestad aquella selva de laureles en el mismo campo que ocupava y recinto de su marcial combate contra la plaza, poblado de más de 106 cañones de batir, 27 morteros todo de bronze, montados, numerosíssimos almagazenes de pertrechos, municiones, víveres y equipages de grandíssimo valor y igual conveniencia? Y a la verdad si se ha de descrivir lo intrépido de la espada de vuestra magestad, será preciso hazer mención aquí de las batallas que huvo en Balaguer, Almenara y sobre Zaragoza, que venziendo sus hilos al duque de Anjou su competidor, tuvo por conveniente dexar el campo de batalla, llevando la retaguardia de su exército y retirándose con tal desorden y precipitación, que dió lugar a nuestros soldados al logro de muchos despojos de ricos equipages, naciéndole a vuestra magestad tantas palmas como passos dió el competidor bolviendo las espaldas.

Últimamente gran señor arréstase mi cortedad, quando empeñada a de[s]cifrar las glorias, perfecciones y virtudes de vuestra magestad, mira por impossible pueda toda la eloquencia y agudeza agotar lo inmenso de ellas, para hazerlas manifiestas a todos los que el Sol fomenta baxo su giro, y assí callando en la prosecución de tan elevado assumpto, asseguro mi acierto confessando a vuestra magestad mi ossadía, dimanada de los impulsos proprios de mi lealtad y constante zelo tan justamente devido a vuestra magestad, a cuya protección recurro para que baxo este presupuesto, se digne vuestra magestad aceptar este leve ensayo de mi reconozimiento y atención a las repetidas honrras que siempre he devido a su cesárea clemencia, rogando a la Divina guarde y prospere a vuestra magestad los dilatados años que la christiandad ha menester, y le suplica este fidelíssimo vassallo.

Viena, y mayo siete de 1713

Don Francisco de Casamitjana de Rupidera

Preludio

Emprendo un argumento en que es preciso que sude mucho más que la pluma la discreción. No sea que tropieze menos cauto el discurso en lo que en otro tiempo pecó sin disculpa menos advertida la senzillez. Estratagemas y prevenciones son toda la materia a que se reduze este libro. Francia solizita en darle por rey al de Anjou a España, y la Europa armada para privar al de Anjou del reyno, son todo el assumpto de esta narración. Válgome, en sus discursos de varios sucessos, que prezedieron, porque soy de sentir que no puede dar caval noticia de una acción quién igualmente no la diera de los motivos que militaron para executarla: los geográficos para descrivir alguna provincia dibuxan también los países confinantes a ella, hurtando a vezes el pinzel mucha tierra vezina para mayor explicación y hermosura del sitio que descrive. Y assí no será mucho, que para darla yo con puntualidad de lo suzedido, me valga de lo que antezedió, como sirva la exacta noticia de lo uno para la total intelligencia de lo otro. Que ay materias en que no puede hazer pié nuestra cortedad, si es que le falten principios sobre qué afirmar sus discursos.

Capítulo primo

Sensible y llorada muerte del rey cathólico Carlos Segundo, que introduziéndose por ella injustamente el sereníssimo de Anjou a su trono alarma la Europa.

Declara el césar Leopoldo guerra contra la Francia, y la sigue vitorioso. Colígansele subsiguientemente Inglaterra, Olanda, Portugal y Saboya aclamándole por legítimo rey de aquella monarquía.

Renuncia el césar aquel diadema a favor de su hijo Joseph rey de Romanos cediéndole este al archiduque Carlos su hermano.

Jornada del nuevo rey Carlos para España.

Recivimiento y entrada que le hizieron en Praga. Prosíguela por tierra hasta el Rin y embarcándose en aquel río llega felizmente al Aya. Continúala por mar con la flota. Aporta en Portmohurth donde haze alguna mansión. Embárcase para Lisboa, y retrozede motivado de una cruel tempestad.

Cerena el tiempo: sopla favorable el viento, buelve a tomar la derrota la flota a toda vela. Llega su magestad prósperamente a la barra de Lisboa. Recivimiento, entrada, cumplimientos y demonstraciones cariñosas que exerzitó a su persona el rey don Pedro, con otros susessos.

Primo
Sensible y llorada muerte del rey cathólico Carlos 2º.

Monstrose tan cruel la Parca en primero de noviembre 1700 que cortando impía incompaziva el hilo su azero perfilado del príncipe piadoso CARLOS Segundo rey de las Españas, motivó tan funesta casualidad al mayor, pronto y efectivo armamento de la Europa, pues mirando su sugezión y ruina en el diabólico artificio tramado, que violó los derechos incontrovertibles que tiene a su favor la augustíssima Casa de Austria en la susessión de aquella monarquía, introduciendo en ella al sereníssimo de Anjou segundo génito del Delfín de Francia, fué un nuevo incentivo para que penetrando sus príncipes y soberanos las máximas de la misma, aprestasen los mayores resfuerzos para oponerse a su dañada ambición.

El césar Leopoldo, ofendido y a impulsos de la justicia de su causa, levantando los ojos al soberano Dios para el acierto de sus operaciones en lanze tan apretado, declaró la guerra contra ella, y naziéndole una palma en cada passo que dieron sus gloriosas armas, logrando el campo de batalla con el venzimiento de tanto esquadrón contrario, teniendo por suyo el mismo que aquel ocupava, se le coligaron las potencias de Inglaterra, Olanda, Portugal y Saboya aclamándole y reconoziéndole por legítimo susessor de la España, acto solemne que se exerzitó en la Favorita con la mayor pompa y gala a 12 de setiembre 1703 assistiendo toda la augustíssima casa, muchos príncipes del imperio, embaxadores de aquellas y toda la nobleza que residía en Viena. Su magestad cesárea en manifestación del amor que le merecía su hijo Joseph rey de Romanos, le renunció aquel diadema español y cediéndole este subsiguientemente a su chraríssimo hermano archiduque Carlos, pudo lograr la referida monarquía contar por suyos tres reyes deste nombre legítimos sucessores de ella.

Segundo
Jornada del nuevo rey Carlos 3º para España. Recivimiento y entrada pública que le hizieron en Praga. Prosíguela por tierra hasta el Rin, y embarcándose en aquel río llega felizmente al Aya.

Estableziéronse las providencias y disposiciones que se tuvieron por más convenientes a efecto de poder el nuevo rey Carlos efectuar su jornada con la mayor anticipación al Reyno de Portugal para tomar posessión del suyo, que injustamente le ocupava el de Anjou, con las fuerzas y armamentos que le suministravan sus aliados.

Prefixado el día de la real partenza, que se publicó en la corte para el 19, la executó el rey nuestro señor a las 3 de la tarde poco más tomando la carrera azia la ciudad de Praga, capital del Reyno de Bohemia, con la ostentación y grandeza correspondiente a su real persona.

Formavan su real comitiva el príncipe Antonio de Liecktenstein mayordomo mayor, el conde de Ulefeld general y capitán de la Real Guardia de Corps, los gentiles hombres de cámara condes don Rodolfo de Zinzendorf, don Miguel Juan de Altaimb, don Juan Bauptista Colonits, don Luis de Fun, marqués de Rofrani, mucha nobleza y entre ella los condes Sormani y Stella, el barón don Pío de Raviza y un buen número de oficiales de guerra, consistiendo la real familia en unas 154 personas poco más.

Los príncipes Darmstadt Jorge y Henrrique, que de orden del césar avían passado a España embarcados en la flota de los aliados a expediciones muy importantes, se hallavan en Londres en aquella sazón esperando a su magestad para obedezer las suyas y servir su real jornada.

El numeroso tren y carruage que conducía el equipage se anticipó el día antecedente a aquella ciudad, consistiendo el destinado para transitar la familia en 186 cavallos de tiro, 24 de silla, 31 cavallos y 16 sillas de posta.

A poca distancia de Viena condecoró el rey nuestro señor la persona del príncipe Antonio de Liecktenstein y a sus descendientes con la dignidad de Grande de España de primera clase, en atención a su especial mérito, esclarezida sangre y zircunstancias.

Como no es ponderable el alborozo y summo regosijo que infundió en los corazones de ambas magestades cesáreas, rey y reyna de Romanos, y sereníssimas archiduquessas, padres y hermanos respective la universal aclamación del cathólico monarca, no lo será el dolor y desconsuelo que les contristó su despedida, no quedándoles naturalmente esperanzas de su retorno, de calidad que a haverles faltado los impulsos de su magnanimidad, es constante avían de prorrumpir sus austríacos ánimos y desazerse en tiernas lágrimas en aquella ocasión, en que fué recíproca la pena del rey Carlos, que resignado a sufrir quantas inclemencias podían acometerle, confiado en la Divina Providencia, se exponía a ellas para libertar la nación española y restablezerla en el antiguo lustre que gozava en tiempo de los reyes predecessores de su augustíssima casa.

Llegó su magestad al 23 en las vezindades de Praga, donde haviendo salido a recivir y cumplimentar su real persona todo el govierno, magistrado, nobleza y personas de la mayor representación y carácter, al disparo de toda la artillería y tocando las campanas de las iglesias, hizo la misma tarde su real ingresso con la ostentación y grandeza igual si no mayor a la con que salió de Viena.

La aclamación y summo regosijo con que aquellos austríacos vassallos la celebraron en continuos festejos y otros actos de contento no es ponderable, y menos possible descrivirlo mi cortedad. Hizo mansión algunos días en la ciudad, y ansioso su real ánimo de no retardar la idea que se avía propuesto para el bien público de la Europa, prosiguió la jornada transitando por la ciudad de Lepcia, capital de la Saxonia, y la de Dussendorf, que lo es del Palatinado, y al entrar a los Estados Generales de Olanda se embarcó en el Rin, continuándola por agua hasta la ciudad de la Aya, corte de aquella república, que en aclamación, festejos y demonstraciones públicas de alegría al arribo de su real persona se esmeró en su celebridad.

Tercio
Continúa por mar la derrota embarcado en la flota. Aporta a Portmohurth, donde haze alguna mansión. Embárcase para Lisboa. Retrozede motivado de una cruel tempestad.

Prevenidos y aprestados en aquel mar los navíos destinados al embarco de su magestad para Portmohurth a tiempo de passar a bordo con una faluca ricamente aderezada, le obsequiaron sus buques con el estruendo de una triplicada salva de toda su artillería, y al disparo del cañón de leva, poniendo aquellos todo el velamen, tomaron la derrota por aquella parte con favorable viento. Aportó felizmente su magestad en Portmohurth, donde fué recivida su real persona con summo alborozo y aclamación de todos sus individuos. Passó sin retardo a visitar la reyna de la Gran Bretaña a Wintsor, poco distante de Londres en atención a la fineza que exerzitó milord duque de Marleboroug en cumplimentarle de su parte en Dussendorf, y para manifestarle igualmente la caval gratitud que le merezía la empresa y empeño que avía tomado de ponerle y colocarle en su real trono con la fuerza y armamentos proporcionados, que para ello tenía destinados.

Celebró la reyna Ana el arribo del cathólico monarca con un espléndido y regalado banquete de esquisitíssimos manjares, en que asentado el rey Carlos a la mano drecha de la reyna, y en una esquina de la mesa de su izquierda el príncipe Jorge de Dinamarca, comieron sus magestades con el gusto, grandeza y cortexo que se dexa considerar, no parando la música y clarines de tocar durante aquel acto de diversión.

Continuaron aquella noche y la subsiguiente los regosijos, dedicándose en obsequio de su magestad un luzidíssimo bayle y serenata, compuesta de toda diversidad de musica y vozes, que suspendían los oídos su dulzura y sonoridad.

Con ocasión de hallarse la numerosa flota, que comandava el almirante Roock, compuesta de setenta navíos de guerra y una multitud de transportes del todo expedida y pronta, retornó su magestad a Portmohurth para acelerar la marcha a la corte de Lisboa.

Omito extenderme aquí en los tránsitos que diariamente executó el rey nuestro señor des del día 19 de septiembre 1703 en que salió de Viena hasta el 10 de henero 1704, que llegó en Portmohurth, por considerarlo de poca o de ninguna entidad para el caso. Y solo diré, por mayor, que no huvo elector, príncipe y magistrado que dexase de cumplimentarle personalmente, o por medio de sus enviados si la distancia de sus moradas no lo permitía, previniéndole algunos de ellos muchos divertimentos de caza, comedias, óperas serenatas y otros recreos durante su real mansión en los pueblos de sus dominios por donde iva transitando, y con especialidad el elector palatino y duque de Saxonia.

Restituido su magestad en Portmohurth, al crepúsculo del día 12 se embarcó en su navío la Real Cathelina almiranta de Inglaterra con el disparo de toda la artillería de la flota en número de 300 velas, quedándose en el mar los días 13, 14 y 15, que empleó en la audiencia de los que ivan a cumplimentarle, de sus vassallos y assimismo en la expedición de negocios públicos, y bolviendo a Portmohurth el 16, para ver el arsenal en que se fabrican los navíos, passó a su retorno a bordo de la almiranta de Olanda donde fué recivida su real persona del general Kallamberg con summo alborozo y especial regosijo al disparo de la artillería a tiempo que el almirante Roock con sus capitanes en el consejo que se tuvo disponía la real partenza para Lisboa.

Amanezió el día 17 tan plausible y favorable a la jornada, que no queriendo su magestad malograr el tiempo, resolvió executarla sin retardo, y assí mandó el almirante Roock disparar el cañón de leva levantando a un tiempo el fierro la flota, que poniendo todo el velamen, tomó la derrota a todo trapo azia Lisboa con el estruendo de una triplicada salva de su artillería a que correspondió la de la plaza y ciudadela, obsequiando a su magestad y en manifestación de los deseos de que con la assistencia de la Divina lograse muy feliz la navegación, que continuó los días siguientes 18, 19 y 20, pero bolviéndose contrario al 21, 22, 23 y 24 solo pudo lograr la flota entrar en los mares de España.

Este último día el príncipe Jorge Landgrave de Hassia embarcado en una fragata ligera de 50 cañones, tomó la derrota para Lisboa de orden de su magestad a efectuar anticipadamente diligencias muy importantes a su real servicio.

Prosiguiendo al 25 aun más rezio el contrario viento sobrevino de improviso una cruel e intempestiva borrasca, que desaziendo toda la flota con pérdida de algunos transportes, que la seguían, se tuvo por conveniente retrozeder a Portmohurth, como lo hizo su magestad con algunos navíos, donde entrando a seis de febrero, fue recivida su real persona del comandante y magistrado, con la correspondiente estimación y aprecio devido a tan alto soberano.

Reparáronse los navíos, que fueron maltratados de la tempestad, y tomándose al 15 las provisiones necessarias para su abasto, reiteró su magestad el embarco con el continuo disparo de las baterías de la plaza, ciudadela y vaxeles, favoreziendo del viento, pero levantándose después a boca noche muy contrario, fué preciso quedarse sobre el fierro hasta el 18, que levantándose y soplando, como se deseava, calando velas se pudo llegar hasta la Isla de Santa Elena, donde se hizo alguna manción esperando el resto de la flota, que viniendo al 24 se prosiguió la jornada con buen viento entrando a la altura del mar de Viscaya, el 29, en que prosiguiendo favorable se llegó a 3 de marzo al cabo de Finis Terre des de cuyo parage despachó su magestad un gentil hombre de cámara a Lisboa para darle cuenta al rey don Pedro de su jornada y de hallarse su real persona en aquella distancia.

Quarto
Cerena el tiempo y sopla favorable el viento. Buelve a tomar su derrota la flota a toda vela. Llega su magestad prósperamente en la barra de Lisboa. Recivimiento y entrada, cumplimientos y demonstraciones cariñosas que exerzitó a su real persona el rey don Pedro.

Prosiguió su magestad, y con favorable viento se adelantó muy cerca del cabo de Roca, y previniéndose el peligro de los escollos que tiene aquel canal baxo del agua, guiado el timón de la real nave y vaxeles, que la acompañavan por un piloto portugués el más perito en aquel mar se logró feliz la entrada de aquella barra.

No retardó el almirante de Castilla los actos de su mayor atención, assí que passando a bordo de la real nave, exerzitó con su magestad los más correspondientes a sus circunstancias, sangre y amor a la augustíssima casa.

Fueron recíprocos los cumplimientos, regosijos y demonstraciones de afecto y cariño que se vieron practicados entre las magestades la cathólica con la portuguesa, y príncipes sus hijos, y todos estos con la cathólica, antes por medio de sus enviados y después por medio de sus enviados, y a la vista.

Con el favor que franqueó al 9 la marea a la real almiranta, pudo acompañada de algunos navíos entrar más adentro de la baya y dar fondo fuente al real palacio junto a un puente, que con una escalera dorada y cubierta de paño colorado se hallava de nuevo fabricada sobre un eminente arco para transitar su magestad al mismo palacio de aquel rey, que llegándole el aviso de haver ancorado real navío, passó sin retardo a su bordo con mucho acompañamiento, embarcado en un bergantín muy bien aderezado, llevando su real guardia y acompañamiento riquíssimos vestidos, donde fué recivida su real persona de la cathólica magestad con el cariño y estimación que merezían sus circunstancias, y después de haverse exerzitado entre ellos los cumplimientos, agasajos y expressiones afectuosas, entraron los dos en el bergantín, y ocupando después de alguna ceremonia el rey nuestro señor la derecha del portugués, tomaron a todo remo la marcha, que celebrándola al mismo tiempo la artillería de la plaza y navíos de la flota con triplicada salva, hizieron su real desembarco junto al pié de aquella sumptuosa escalera, donde hallándose los dos príncipes de Portugal, después de haver cumplimentado a su magestad cathólica, le acompañaron con el séquito de mucha nobleza a la capilla del Real Palacio, en que después de haverse cantado el Te Deum en acimiento de gracias del feliz arribo del rey nuestro señor, le conduxo la magestad portuguesa al apartamiento regio que le tenía prevenido en su mismo palacio, tan ricamente adornado, que en disposición, ricas alajas y luzes parezía un cielo abreviado.

Derogose la pragmática inviolablemente observada en los Reynos de Portugal hasta entonces de no comer en público sus reyes, y assí cenaron esta noche las magestades y los dos príncipes en público con la armonía de la música de varios instrumentos y assistencia de la mayor nobleza portuguesa y corte del rey CARLOS.

Celebró todo el pueblo el arribo del cathólico monarca con las demonstraciones públicas de luminarias y aclamación de sus vezinos a que correspondió igualmente la flota con las suyas, de calidad que parezía el día claro aquella anoche en mar y tierra.

Deseando su magestad manifestar la gratitud y summa estimación que le merezió la fina assistencia y continuo desvelo con que prozedió en su servicio el almirante Roock durante la navegación, le regaló con una espada guarnezida de oro, matizada de diamantes, y subsiguientemente el rey don Pedro hizo presentar al cathólico monarca doze cavallos bellíssimos, un espadín guarnezido de oro engastado de riquíssimos diamantes y un par de pistolas de igual o más valor, laboradas con mucho arte y adorno assimismo de diamantes.

Aproximándose la abertura de campaña todo el conato de las magestades cathólica y portuguesa se reduxo en el establezimiento de las disposiciones que más assegurasen la felizidad en las operaciones, que se havían propuesto y ideado por aquella frontera y costas marítimas de España, assí que con acuerdo de los ministros y generales de la reyna de la Gran Bretaña, se destinó una flota baxo los órdenes del almirante Roock en que embarcándose de orden de su magestad los dos príncipes Darmstadt Jorge y Henrrique, tomó la derrota a los primeros de mayo para el Mediterráneo azia la parte de levante.

Capítulo segundo

Descripción de la plaza de Gibraltar. Viages de la flota de los aliados, sucessos intermedios y resolución del sitio o sorpresa.

Primo
Descripción.

Yace Gibraltar sobre la misma boca del estrecho de su nombre, faldas del Monte Calpe en una pequeña benda o lengua de terreno, que a su abrigo discurre a lo largo de su medio día, su situación le haze harto fuerte, y no sé si me diga la primera plaza de toda España. Rodéala a proporción por todos lados el mar, con que queda hecho península su plano, y separado con poco más enteramente de la tierra su recinto a no ser que por el poniente un isthmo de quareinta passos poco más le continúa con lo restante de aquella costa. Su planta es irregular, no menos que su fortificación. Su muro de cantería a lo antiguo. Tiene al medio día por fosso al occéano, que por aquella parte la baña; al levante y tramontana el monte a cuyo pié afirma; y al poniente, que es por donde puede atacarse con menos dificultad, además de los dos baluartes a la moderna, que cubren en flanco la cortina interior, que media entre uno y otro, tiene bien, que algo más afuera una redondela, cubo o pastel cavado, que parte de la misma peña sobre que afirma, de calidad que estrechándose y dándose la mano con lo restante de la plaza por medio de una línea de comunicación, la haze por aquel lado de todos modos impenetrable. Por la parte del mar, sírvenle de resguardo dos muelles de harto buena estructura con las baterías, plataformas y reparos a la moda, que de poco acá se les ha añadido. La población es mediana, habítanla 2.000 vezinos poco más. Cuenta quatro conventos, una parroquia y dos hospitales. Su baya tiene en contorno tres leguas cuya estación ofreze seguro puerto a muchas armadas. Desaguan en ella los ríos de Guadiaque y Palmones no lexos de las Algeziras, lugares de su dependencia. A Gibraltar dicen le fundó Hércules el Griego: su nombre antiguo fue el de Calpe según Ptholomeo. Llámase oy con el de Gibraltar de un moro, que en la pérdida de España entró por aquella parte, como quiera Covarrubias, bien que en esto, como en cosa de poco momento para el caso no me detengo por ahora.

Segundo
Importancia.

Lo cierto es que esta plaza ha sido siempre tenida por de mucha importancia, y su manutención de no poca consequencia, y a la verdad quién heche con atención los ojos al parage en que se halla sita, a la buena disposición del terreno que la fortaleze y a la gran puerta que abre por aquella parte para la conquista de toda España, ni estrañará que pudiera resultarles a los árabes de su invasión el logro de sus designios, ni que haya sido después acá reputada aquella plaza por llave del continente, que la possee, quando sabemos que ya en su tiempo el emperador Justiniano en un rescrito suyo, que se lee todavía en la Ley segunda C. de officia perfecti pretorio Africe en el versículo jubemus etiam ut interjecta le encargava a Belisario su general pusiera toda echura en el resguardo de su estrecho. En este concepto creeré yo que estuvieron sus soberanos de años a esta parte, y en esta intelligencia si mal no me engaño vivieron los aliados des de que se principió la guerra contra el Francés, y assí creyendo que para asentar el pié en España, como deseavan, conduzía no poco el hazerse dueños de Gibraltar, acordaron efectuarlo para quando el tiempo les ofreziera ocasión.

Tercio
Viages de la flota, susessos intermedios, sitio o sorpresa.

Prefixada esta empresa, y tomadas las medidas que parezieron más conformes para otras a que les llamava por entonces la precisión de sus intereses, destinaron una flota a los órdenes del almirante Roock, para su execución; partió con ella este general de Lisboa a primeros de mayo de 1704, y desmintiendo con astucia su derrota, entrado en el Mediterráneo avistó nuestras costas, y sin detenerse en ellas más de lo que la ocurrencia de la malograda sorpresa de Barcelona pudo retardar sus designios, passó de tránsito por las de Francia con ánimo de asaltarlas, caso que huviessen sus tropas emprendido el sitio de Nissa, que tanto antes avian vozeado por Europa sus parciales. Hizo alto en aquellos mares y hallando del todo libre y sin rezelos aquella importante plaza dió la buelta para el estrecho, que poco después repassó, logrando en estas incorporarse sobre el cabo de San Vicente con la esquadra del almirante Chovel, que en número de 25 navíos avía salido de acuerdo por aquel tiempo a su enquentro.

Uniéronse con toda felizidad en aquella altura las dos armadas y sus gefes enseguida para entrar nuevamente en operación, como de orden de su magestad (que Dios guarde) se les tenía escrito; a cuyo fin de parezer de los dos príncipes Landgrave de Hassia Jorge y Henrrique, que a la sazón ivan para este efecto embarcados sobre aquella flota, convinieron en dar parte de sus ideas a sus subalternos, para conferir con ellos en el acierto de la que tanto conduzía a la pública utilidad de toda la alianza. Túvose para esto un gran consejo, en que se distinguieron sobre todos como más noticiosos del estado del continente estos dos príncipes, haziendo ver con evidencia no podían en aquel lanze emplear, ni con más ventaja ni con menos peligro el peso de sus fuerzas, y previniendo quantos reparos podían ofrezerse en el buen éxito a que se aspirava, merecieron ambos quedase aprovada aquella idea con aplauso universal de quantos sabían lo mucho que por aquel camino se adelantavan en España los méritos de la causa común; de calidad que tomándose ya entonces las providencias, que para ello podían más conduzir, y dándose los órdenes, que se tuvieron por más proporcionados para el acierto, viraron proas las dos esquadras al Mediterráneo.

Con esta ocasión avistaron nuestras flotas parte de aquella costa, en que el duque de Ormont en tanto que llegava monsieur de Chateaurenaud de la India con los galeones avía el año antecedente ensayado sus milicias para la memorable expedición de Bigo [sic], que poco después efectuó con el garbo y presteza que todo el mundo sabe, y haziendo ademán de acercarse al mismo tiempo a aquella playa se echaron de repente sobre la de Gibraltar; en que a primeros de agosto de aquel año dieron fondo con ánimo de atacarle a todo tranze, como en efecto lo executaron a pocas horas de haver llegado, y como dependía el éxito de la promta execución de nuestras operaciones, todo el conato de nuestros generales se reduxo a no malograr el tiempo que les subministrava la ocasión.

Quarto
Sitio o sorpresa.

Assí que destinaron luego hasta unos 1.800 hombres de buena calidad del cuerpo de toda la flota. Abordó con ellos el príncipe Jorge Darmstad con tal intrepidez y resolución, que saltando el primero en tierra apenas le dió tiempo al enemigo para retirar, como lo hizo, algunas compañías de cavallería miliciana, que avía destacado para hazerle frente; de suerte que aun no quedavan bien formados nuestros esquadrones, quando se vieron ya puestos en fuga los de los contrarios, con que pudo el príncipe con sus tropas ocupar todo el terreno, que le parezió más del caso para el intento, como lo executó a poco rato assentando el campo des de los Molinos de Viento y huertas de la ciudad comprehendiendo todo el isthmo hasta el pié de la montaña, y ciñiéndole con un medio círculo, quedó bloqueada totalmente la plaza por mar y tierra sin más prevención.

Las tropas, que intervinieron en esto por aquel lado fueron ingleses si no es la compañía de don Francisco de Sandoval del regimiento del general de batalla don Juan de Ahumada y Cárdenas, que se avía formado de algunos aragoneses, valencianos, castellanos y catalanes, que por afecto a su magestad se avían passado a Portugal por aquel tiempo a fin de lograr el primer servicio y sueldo del rey nuestro señor (que Dios guarde) a quienes cupo la vanguardia en aquel bloqueo haviendo sido los primeros que con el príncipe Jorge pusieron el pié en tierra para el desembarco.

La consternación que causó en los de la plaza esta impenzada novedad fué tal que apenas dió lugar para el reparo: el governador, que lo era en aquella sazón don Diego de Salinas, cabo de conozidas experiencias, tomó las providencias que le prescrivió la constitución del tiempo a que se veía reduzido por la actividad de nuestro general, que assistido de su hermano no perdonava diligencia para el adelantamiento de los progressos a que con tanta felizidad se avía dado principio. En fin puesta la ciudad toda en un caos, envió a ella el príncipe un atambor con carta para el Salinas, cuyo contenido se reduzía en substancia a que le entregara la plaza en nombre de su rey Carlos 3º quanto antes, si no quería experimentar los rigores de la guerra, de que sería preciso echar mano en caso que no lo hiziera, para darle a entender la justicia de su propuesta, y respondiendo a ella con algún género de desenfado este cabo, precisó al príncipe a que llamara a los generales de la flota para una nueva conferencia, que poco después se tuvo, en que acordaron que veinte y tantos navíos de guerra entre ingleses y olandeses comandados por el capitán Hicks combatiesen la plaza, al mismo tiempo que con dos balandras se echasen bombas sobre la ciudad y la marinería se arrojase con lanchas a las fortificaciones del muelle nuevo.

No dió lugar el contrario viento al 2 para executarlo; bien que al azercarse al muelle viejo en la noche el capitán Whitaka con algunas chalupas armadas, donde pudo lograr pegar fuego a un navío de transporte francés de 18 cañones, que se hallava ancorado en aquel puesto.

Bolviéndose favorable el viento al 3, y continuándose la misma idea, que se avía propuesto, dieron principio a la operación, y empezando el combate des del amanezer se concluyó a las 10 tan glorioso, que lográndose el gran baluarte a poca costa del Muelle Nuevo, se vieron arbolados en él los reales estandartes británicos, con summo contento, y inexplicable alborozo de nuestro campo.

Echaron los navíos unas 25.000 balas poco más a la ciudad, y las balandras bombas a proporción, al mismo tiempo que los matalotes o marineros de la flota armados con indecible denuedo y comandados por los capitanes Hicks y Jumper, se apoderaron de las obras del muelle nuevo, que abandonaron los contrarios por no poder resistir al fuego y intrepidez de aquella gente, y aunque recivió algún daño de unos hornillos, que bolaron los contrarios, no fué la pérdida com se discurría, pues solo quedaron unos quarenta muertos de los nuestros, y sesenta los heridos.

El capitán Vehitaker, que tomó tierra con el resto de la gente, mirando ya venzido aquel fuerte, se adelantó azia la ciudad con aquel cuerpo, y sin oposición logró un pequeño bastión, que medía entre ella y muralla, y discurre del mismo muelle por la parte del mar, en cuyo puesto halló muchos cañones montados, consiguiéndose en poco tiempo la rendición de fortificaciones, que para dominarlas se necessitava el de muchos días, y derramamiento de sangre a proporción.

Capítulo tercio

Rendición, capitulaciones, entrada, evacuación, providencias que se dieron después del sitio y reflexiones sobre ello.

Primo
Rendición y capitulaciones.

En esta positura quedavan nuestras cosas quando el príncipe llevado del ardiente estímulo de reduzir aquella plaza quanto antes a la obediencia de su lexítimo soberano, repitió la entrega con segundo recado a los sitiados, persuadiéndoles que su pertinazia al fin obligaria a romper su moderación: que ya no era valor el defenderse a vista de la impossibilidad de poder dexar de rendirse, y assí que su tezón no era otro, que temeridad conozida; con que como digna del castigo prozedería con todo el rigor. Que les advertía a tiempo, porque aun les dexava aquellos breves momentos para responderle, deviendo de tenen entendido que la tardanza en entregarse sería interpretada a porfía, por lo que devían temer el que cerrase los oídos a la clemencia, y en tal extremo la lizencia militar de sus soldados executaría quanto les es permitido en el venzimiento de unos enemigos ciegamente temerarios.

A estas razones no respondió el governador hasta el amanezer del siguiente día en que despachó al enviado, que le avía remitido el príncipe con la alegre noticia de que convenía en hazer pactos des de luego.

Oyose esta respuesta de parte de nuestros generales, y en seguida remitiendo estos en rehenes al conde Valldesoto, salieron igualmente de los sitiados a nuestro campo los maesses de campo o coroneles don Joseph de Ávila y don Joseph de Medina, bien que sin positivo orden para entrar en capitulación, y hubiera esto efectivamente en mi juizio retardado la entrega a no ser que el príncipe más ansioso de acalorarla de todos modos, que de perder tiempo en las prolixas formalidades, con que en semexantes ocasiones se suele prozeder, dispuso, y me ordenó formara yo las capitulaciones a fin de que quanto antes se le remitieran al Salinas, en cumplimiento de lo que entre los dos quedava ya acordado. Obedezí al punto en razón de hallarme con el carácter de secretario suyo, y passándolas después de concluidas a sus manos, y firmadas, me mandó les embiara a la plaza, como lo hize.

Quando vió el governador que ya se le enviavan en toda forma los pactos, aunque no dexó de desazonarle en algún modo, dissimuló por entonces, instado más de la necessidad del riesgo que le amenazava, y assí firmándolas sin reparo, acordó entregarnos la plaza, y aquel mismo día los baluartes de la puerta principal como lo hizo por la tarde del anunciado día.

Capitulaciones

Don Jorge por la gracia de Dios Landgrave de Hassia, príncipe Hinsfeldia, conde de Castemelíboco, Dietz Zsigenthaina, Nidda, Escavemburgo y Budinga, cavallero de la insigne orden del Toysón de Oro, mariscal de campo general y coronel de un regimiento de corazes de su magestad cesárea, gentil hombre de la cámara de su magestad cathólica y su vicario general de la Corona de Aragón.

Primo. La guarnizión, oficiales y soldados podrán salir con las armas y bagages necessarios, conzediéndoseles a los soldados tan solo lo que podrán llevar sobre sus ombros.

2º A los oficiales, regidores y cavalleros que tuvieren cavallos, se les permite puedan salir con ellos, dándoseles embarcaciones para el transporte de sus equipages caso que no haya asemilas [acémilas] para ello.

3º Se permite sacar de la plaza tres piezas de bronze de diferentes calibres, doze cargas de pólvora y balas correspondientes a tres tiros por cada cañón.

4º A la guarnizión se le entregará el pan, vino y carne que para seis días de marcha hubiere menester.

5º No serán registrados los bagages, arcas ni baules de los oficiales, regidores y demás personas que quisieren salir de la ciudad a quienes en caso de no poder llevar consigo la ropa, que tubieren en la plaza embiando por ella se les será entregada.

6º Assimismo se les franquearán los carros que se hallaren en la ciudad para el transporte de sus cosas.

7º A la ciudad, moradores, oficiales y soldados de la guarnizión que quisieren quedarse, se les conceden los mismos privilegios, honores y puestos que obtenían en tiempo del señor rey don Carlos Segundo.

8º La religión y todos los tribunales quedarán intactos y sin novedad, prestando juramento de fidelidad al rey nuestro señor (que Dios guarde) como lexítimo rey y sucessor de la corona de España.

9º Los almagazenes de boca y guerra que hubiere en la plaza se denunciarán apenas se hubiere tomado posessión de ella.

10º Quedan excluidos de esta capitulación los franceses y demás súbditos del christianisimo, sus bienes y efectos a la disposición del rey nuestro señor y prisioneras de guerra sus personas.

Dado en el campo delante Gibraltar a quatro de agosto de 1704.

Jorge Landgrave de Hassia

Don Diego de Salinas

Por mandado de su alteza: Francisco de Casamitjana secretario

Segundo
Entrada.

Concluida la capitulación con la formalidad que se ha dicho, y llegado el plazo de la entrega, salieron los de la guarnizión y entraron el otro día los dos príncipes hermanos, tropas y comitiva, contándose entre otros don Antonio Pons, vicario general, el padre Félix Rovira, el general Basset y Ramos, conde Richardi, don Marcos Fulquer y otras personas de la familia de ambos príncipes.

El alborozo que causó generalmente en todos nuestros soldados la rendición de esta importante plaza fué tal que no huvo quien no la celebrara con los repetidos aplausos, que se dexa considerar a vista de haverse logrado en el corto espacio de tres días la conquista de una plaza, que a no haver sido el valor de nuestras tropas se merezía muchos meses de sitio, y pérdida de sangre para conseguir su rendición.

Tercero
Evacuación.

De los moradores apenas huvo quien quedase dentro la ciudad; salieron los más con el presidio, de forma que quedaron a lo más en su recinto unas cinquenta familias gente mísera y de ínfima calidad la mayor parte: los clérigos abandonaron la iglesia mayor, dexando en ella tan solamente tres curas. Los conventos de la Merced y San Francisco de Assís quedaron sin más religiosos que los precisos a su conservación, últimamente el de monxas del todo desmantelado de las que le habitavan.

Hallamos en la plaza cien cañones de diferentes calibres, la mayor parte de bronze, y entre ellos quareinta de muy grandes haviendo sido muy pocos los pertrechos, municiones y provisiones que se encontraron en los almagazenes.

Con esta ocasión entrados nuestros soldados en la ciudad hizieron quarteles de las casas, que quedavan sin sus dueños, alojándose en ellas lo mexor, y más cómodamente que se pudo. Túvose mucho cuydado en que no se cometiera desorden alguno, que cediera en perjuizio o de los naturales o de la verdadera religión, a este fin se echaron diferentes bandos de orden del príncipe comandante, que zeloso de la pública quietud, velava incessantemente en el sossiego y buen orden de quantos habitavan en aquella sazón a su obediencia: assique a tres ingleses porque tuvieron la ossadía de quitar a la Virgen de Europa ciertas joiuelas de plata de poca monta, se les dió sin más la horca por castigo en la plaza de la ciudad en donde se executó su justicia.

Quarto
Providencias que se dieron después del sitio.

Con esta quietud pudo el príncipe des del día quatro hasta el veinte y siete emplearse enteramente en dar las providencias que le parezieron más necessarias para el resguardo, régimen y buen govierno de una plaza de cuya manutención pendía en gran parte la conquista de toda España. En esta suposición no perdonándose a diligencias algunas, se arregló en lo por venir su defensa con el mexor acierto que fué possible por nuestros gefes, que resueltos a mantener aquel puesto a toda costa le pertrecharon des del primer día con una fuerte guarnizión.

Copia de carta que escrivió el príncipe Jorge Landgrave de Hassia a don Joseph de Agulló y Pinós, marqués de Gironella, governador de Ceuta, pidiéndole la entrega de aquella plaza en nombre de su rey.

Excelentíssimo señor,

Sin duda estará vuestra excelencia noticioso del feliz susesso que han conseguido las armas de su magestad cathólica don Carlos 3º (que Dios guarde) y de los aliados, en la rendición de esta plaza de Gibraltar, que me entregó su governador don Diego de Salinas en virtud de capitulación acordada entre los dos: se ha dignado su magestad encargar a mi debilidad la dirección de recuperarle los dominios y estados de España usurpados contra la ley y justicia, que siguiéndola mi obligación y zelo a la augustíssima Casa de Austria, persuadido de que el conozimiento de vuestra excelencia la atenderá manifestando en esta ocasión la fidelidad que siempre ha acreditado la de vuestra excelencia a aquella, he tenido por conveniente enviar a vuestra excelencia (como lo hago) la persona del general de batalla don Juan Bauptista Baset y Ramos para que conferenciando con vuestra excelencia el modo de la entrega de esse antemural de la christiandad se adquiera vuestra excelencia la gloria de acto tan correspondiente a su sangre y conforme a la razón, con la seguridad de que esta heroica acción será la más apreciable de su magestad y perpetuo en su real memoria, para que en estimación y agradecimiento experimente vuestra excelencia de su real ánimo el premio en los assensos y mercedes, muy conforme al mérito de vuestra excelencia. Esperando la respuesta y resolución sin retardo, pues la dilación podría produzir la mayor fatalidad de que esta plaza recayese en breve a los árabes cortados los socorros por la oposición de la flota de los aliados de su magestad. La divina guarde a vuestra excelencia muchos años.

Gibraltar, y agosto 18 de 1704

Besa las manos de vuestra excelencia su mayor servidor

Jorge Landgrave de Hassia

Passó con esta incumbencia sin perder tiempo el mencionado general Basset embarcado en una fragata con la escolta necessaria a su seguridad, y llegando junto al puerto de aquella plaza manifestó a su governador el motivo de su jornada, que enviando a bordo un ayudante, no permitiendo al general poner pié en tierra, leída pero la carta del príncipe, no solo no convino en la demanda, pero faltó en la correspondencia de darle la respuesta sobre el assumpto, y assí sin ella le fué preciso al general retornarse a Gibraltar, como lo executó a poco rato en vista del desengaño.

Sabido en África el glorioso susesso de nuestras armas nos llegó en la plaza un moro enviado del rey de Mequinez, dirigido al príncipe y almirante de la flota, que cumplimentando a entrambos de parte de su amo insiguiendo los órdenes que le tenía prescritos, ofrezió en su nombre la subsistencia de todo género de víveres que necessitare la plaza, como se enviasen embarcaciones a aquel reyno con pasaporte del príncipe o almirante de la flota a quienes al mismo tiempo presentó un rico y opulento regalo de diferentes géneros comestibles conforme se lo mandó aquel rey, y admitiendo entrambos el regalo con las demonstraciones de estimación y reconozimiento, le repitieron al árabe las gracias merezidas y des de aquel instante se previnieron embarcaciones para comerciar y transportar de aquel país los víveres y quanto se necessitava para la manutención de la plaza y abasto de la flota.

Quinto
Reflecciones.

No diré aquí ahora lo que este susesso se sintió en Madrid por los ministros que a la sazón governavan en aquella corte, porque sería preciso hazer mención a la Europa del fatal pronóstico que hizieron muchos con la sorpresa de esta importante plaza de las cosas del sereníssimo de Anjou, baticinándole con esta ocasión su ruina. Ni diré aquí lo que cooperó este franxente para recuperar en Portugal nuestras tropas el terreno, que a tanta costa se avía el enemigo adquirido con la expugnación de algunos lugares fuertes, de que se avía hecho señor, porque sería preciso haver de referir aquí las operaciones, renquentros y progressos de ambos a dos exércitos en aquel reyno, ni diré lo que alteró esta novedad a la Francia, porque sería preciso el acordar lo que tantas vezes en la Aya avían repetido diputados, que no teniendo ingleses puerto alguno en el Mediterráneo en que poder consistir, era por demás el forsejar tanto como hasta allí se avía echo en la cessión de un reyno, cuya costa se ve ceñida por la mayor parte de aquel mar.

Y a la verdad quien supiera las consequencias que le resultaron a todo el cuerpo de la alianza de la rendición de esta importante plaza, no estrañará que sobre su conquista se hayan formado tantos y tan varios discursos, como se han echo. Unos dixeron que si se ganó Gibraltar en tan poco tiempo fue porque teníamos coechado su guarnizión, y no reparan estos en que ni el governador ni sus soldados sabían de nuestra venida, quando llegamos a atacarles con nuestra flota. Otros, que los ministros del de Anjou avían agenciado su pérdida a fin de complazer con esto al portugués para mexor restituirle el país, que aquel príncipe le tenia ya quitado, y finalmente que al passo de ir adquiriendo terreno por aquel lado nuestras armadas malograríamos al mismo tiempo nuestros averes, porque decían que no podríamos sostenernos en un país que avía experimentado tantas hostilidades de nuestras tropas, sin considerar estos la positura de la plaza y la importancia de su manutención, a que los ingleses por su propio interez avían de subsistir y mantener el empeño a toda costa.

Capítulo quarto

Feliz combate de la flota de los aliados con la francesa.

Emprende Villadarias el sitio de Gibraltar.

Previénese el príncipe Jorge Ladgrave de Hassia para la defensa.

Entra el barón de Pointí con su esquadra francesa a nuestra baya.

Primo
Feliz combate de la flota de los aliados con la francesa.

En tanto que se discurría assí de ambas partes el de Tolosa, que avía ya salido a mediado julio al mar con una buena armada y con orden positivo de chocar con la del almirante Roock, que a la sazón se hallava ancorada en la baya de Gibraltar, se dexó ver no lexos de ella a los 27 de agosto. Avisó el achero del descubrimiento con la generalidad de que se v[e]ían al levante des de la atalaya hasta unas 66 velas poco más, y algunas galeras. Con esta noticia, que se le participó luego al Roock, y le confirmaron los navíos guarda costas, que vinieron subsiguientemente, se aprestaron los de nuestra flota, embarcándose unos mil marineros que avía en la plaza para su mayor resfuerzo. Salieron de nuestra baya con tal impaziencia y furor que calando velas y dexando nuestro puerto con la confianza de que quedava bastantemente resguardado estando la plaza a los órdenes del príncipe, que la comandava, se fueron a todo trapo para el Tolosa, a quien avistaron poco después sobre la altura de Málaga. El francés apenas nos huvo descubierto, trató de retrozeder algún tanto, bien que al disparo de un tiro de nuestra almiranta se creyó le provocávamos para el choque, que de otra suerte reusava, y assí encarándonos sus proas se vino azia nosotros con ánimo de no huirnos el cuerpo en manera alguna, de forma que estando ya a trecho comenzó a dispararnos con el cañón de calidad, que parezía que se transtornava la esfera con el estruendo. Respondieron los nuestros con aquella gallardía y puntualidad que saben executarlo ingleses y olandeses en semexantes funcciones; unos y otros pelearon tan desesperadamente como si de la decisión de aquel echo dependiera la del imperio del mar. Los franceses, que se avían formado en medio círculo luego se vieron puestos en desorden, y a no aver sido las galeras que les sostuvieron no era practicable poder aguantar el grande fuego que se les hazía.

El choque fué sangriento, duró poco más de seis horas y hubiera durado más a no ser que el viento, que les era contrario a los nuestros, no les dió lugar para continuar la vitoria. Siguiéronla con todo hasta que la noche les quitó de las manos la ocasión.

Durante lo más rezio del combate dispusieron los ingleses algunos navíos, que arrojaron bombas, como lo hizieron, y fué esta la primera vez que se vió de flota a flota semexante invención.

Dispuso el francés sus cinquenta y dos navíos y las veinte y quatro galeras al principio del combate con este reglamento. El lugar teniente general de la esquadra blanca y azul, marqués de Villete, que comandava la vanguardia, tenía en su segunda línea al duque de Turcis con sus siete galeras y cinco de España. Comandava el cuerpo de batalla el conde de Tolosa con su esquadra blanca, existiendo en su segunda línea el marqués de Royé con quatro galeras, comandando el marqués de Langeron la retaguardia con su esquadra azul, y ocupando su segunda línea el marqués de Turvillé con sus ocho galeras, teniendo después cada almirante su vice y contraalmirante.

Aunque la flota de los aliados se componía de cinquenta y tres vaxeles contándose los brulotes, no se hallaron en la funcción más que unos quareinta y seis, porque como las maduras reflexiones y largas experiencias del almirante Roock previniesen los accidentes que podían acontezer en empeño tan crítico y consequente, mandó a los navíos SivalouPanté LolarchNeueport y brulotes se mantuviesen sobre el viento de nuestra armada, como lo executaron, para que si suzediese que la vanguardia de los enemigos se pusiese al través de nuestra línea con sus galeras pudiesen aquellos hazer alguna diversión.

Avanzó nuestra flota sobre la enemiga llevando esta ordenanza. El almirante Roock y los contraalmirantes Bings y Dilkes ocupavan el cuerpo de batalla. Los cavalleros Cloudeslí, Schovel y Leack dirigían la vanguardia y el almirante Callemberg con sus navíos olandeses.

Esta batalla fue tanto más gloriosa por los aliados quanto más excedió el número de cañones de su contraria. Eran seis cientos los que contavan más los navíos del enemigo en sus buques añadiéndose a favor del de Tolosa la ventaja de faltarnos en medio del combate un destacamento, que havía echo nuestro almirante de seys vaxeles ingleses y quatro olandeses, comandados por el almirante Vanderdusen, lograr assimismo al fuerte de la pelea la gente de refresco, que subministravan las galeras, hallarse igualmente bien limpios y expeditos sus buques lo que faltava a nuestros navíos por no aver tenido la ocasión después, que salieron de sus puertos, y últimamente no le fueron poco alivio al francés las galeras, pues logró el beneficio de que le remolcavan los vaxeles maltratados del combate.

Discurran ahora los que an querido decir que quedó indeciso el campo por quien estuvo la vitoria. Lo cierto es que los enemigos sobre haver perdido algunos navíos y dos galeras que echaron a fondo nuestras baterías, se retiraron a lo mexor del choque, teniendo favorable el viento. Que aviéndoles provocado por segunda y tercera vez para la batalla nuestro almirante, retrozediendo en toda forma la reusaron escarmentados sin querer nuevamente entrar en funcción, quizás por no verse con la ignominia de notoriamente venzidos. Que nuestra armada estuvo por mucho tiempo a la capa esperando a la enemiga para reiterar el combate y concluirle con la entera y total pérdida de su contrario. Que el Roock sobre tener conntrario el viento hizo vivas diligencias para encararse con el de Tolosa, que bolviendo este sus popas para apartarse de la vista de los nuestros se refugió con la mayor parte de su flota al puerto de Málaga. Que en Alicante quedaron tres navíos del francés totalmente inútiles por lo maltratados que estavan, y otros, que no experimentaron tan agravante el daño, muchos sin árboles y remendados como pudieron les passaron altamar tomando la derrota para sus puertos sin tocar a ninguno de la España por no hazer patente su ruina. Y en fin que no perdonó nuestra flota diligencia alguna para assegurar por suyo totalmente el campo de batalla, dando a entender que le avía merezido con el valor de su milicia, con la experiencia de sus gefes y con la actividad de sus generales. Y dado que nada desto fuera cierto no se puede negar, que el de Tolosa retiró a su primera estación sin que haya tenido ánimo otra vez para salir de sus puertos a provar la mano con nuestras esquadras, sobre havérsele ofrezido bastantes ocasiones para ello.

En fin canzada nuestra flota de agenciar el combate sin fruto alguno, se vino para el estrecho, y reforzándonos de passo el presidio de Gibraltar, tomó la derrota azia Lisboa, en donde hizo alto en tanto que mexorava el tiempo para restituirse a Inglaterra.

Relación de los muertos y heridos que huvo por parte de los franceses

Muertos:

El baylío de Lorena, gefe de la esquadra, murió de edad de 29 años, y el día que los cumplió, a quien un balazo quitó la vida al mismo tiempo que este cavallero dava muestras de su valor, era hijo quarto del grande escudero de Francia.

Capitanes de navíos muertos:
Mr. de Belle Isle
Mr. de Turó
El cavallero de Lagnion
El cavallero de Pencau
El cavallero de Gionciron
El cavallero de la Roche Allart
Y el cavallero de Vencaneay

Lugares tenientes de navíos muertos:
Mr. Talon, comisario de Marina
Mr. Brodean, capitán de fragata
Mr. de Raoulet
Mr. de Saintaber
Mr. de Luch
Mr. de Tricambault
Mr. de Benaufors
Y Mr. de Telú

Alferezes de navíos muertos:
Mr. de Imbreval Martel
El cavallero de Lateau Renart
Mr. de Gassion
Mr. de Baulein, Villiers gentil hombre del grande almirante
El conde de Rolingues, lugar teniente general
El marqués de Herbault, intendante general de la flota

Heridos:
El conde de Tolosa en la frente, espalda y pierna a tiempo que murieron dos pages suyos junto a él.

Capitanes de navíos de línea heridos:
Mr. de Cassé
El conde de Phelipeaus
Mr. de Court de Haut
Mr. de Blotieres
Mr. de Somonersey
Mr. de Terreville
Mr. Benet
Mr. Savaret de Angoulin
El conde de Cominges
Mr. de Vienne, capitán de fragata
Mr. de Valincourt, secretario del almirante

Lugares tenientes heridos:
Mr. Dravil
Mr. de Belleville
Mr. de Cateville
Mr. de Arendrás
Mr. de Esparzon
Mr. de Ferville
Mr. de Braat
Mr. de San Lazaro

Alferezes heridos:
Mr. Baugneux
Mr. Bremont
Mr. Nobillé
Mr. Millet
Mr. de Cava
Mr. de Albortas
Mr. Bodiniere

Haviendo sido a proporción los oficiales menores que quedaron muertos y heridos en la funcción, y especialmente de las guardias de la marina.

Los soldados que le faltaron al de Tolosa fueron unos 6.000 poco mas, y los heridos otros tantos si más no.

Murieron de ingleses 695, y quedaron heridos cosa de unos 1.663.

En solo la Real Cathalina almiranta de aquella nacion, que sufrió el fuego de la francesa, que con 110 cañones disparava y de dos navios más de 100 piezas cada uno, se hallaron 150 heridos.

Perdieron los olandeses unos 400 hombres entre muertos y heridos, y entre ellos el capitán Linstager y un navío de guerra después del choque, que se boló a tiempo que su primer gefe avía passado a recreación a otro de la flota.

Haziendo sana y justa reflexión de los que se señalaron en la sorpresa que intentó el enemigo el día de San Martín por parte de españoles de la plaza, fueron los primeros una porción de fusileros que tomando o señoreándose de la sima de la montaña por la parte del Salto del Lobo, empezaron a desalojar al enemigo de la otra parte de la silleta, y algunos particulares voluntarios, y con singularidad don Francisco [Despuig: barrat] Armenter y Pujol, que haviendo venido a principios del sitio del Reyno de Portugal a fin de passar a Cataluña enviado por orden de su magestad a alentar aquel país se esmeró en aquella ocasión y manifestó su ardiente espíritu en ella y en las demás que se ofrezieron durante la defensa de la plaza, y con igual valor don Sebastián Riba de Neyra, cadete de la compañía de Sandobal, que sin accepción peleó gobernada por tan experimentado capitán con summo valor e intrepidez, y assimismo logró esta la total confianza del príncipe governador.

Descripció dels vaixells francesos, anglesos i holandesos i llur tripulació: vegeu al manuscrit original els folis 3131v3232v3333v i 34.

Segundo
Emprende el marqués de Villadaries el sitio de la plaza de Gibraltar.

E aquí el más porfiado y prolixo assedio que admiró Europa de nuestros días, no lo estrañéis, que pues fué sin exemplar su defensa, bien es que la reconoscais sin igual. Gibraltar defendido es el obgeto que os propongo aquí, porque deseo que ni se olvide su expugnación ni se disminuya con el tiempo la gloria de su venzimiento. Acuérdale a las naciones mi cortedad, y pues esta se alienta a igual destino, no ay para que defraude a la historia de tamaño informe. En su discurzo expressaré la verdad en quanto me lo permitiere el decoro. Digo esto porque solo escrivo aquí lo que realmente passó, no lo que en diferentes mercurios publicó sin motivo la novedad, y assí no ay para que admirar si me disconformo con ellos alguna vez. Para cumplirlo como deseo no me valgo de más noticias que de las que como testigo de vista me subministró la ocasión durante el sitio, y assí tengo bien poco que temer fiscalisen los críticos este mi modo de comensar, sinzerados una vez de la razón, que me assiste para emprender este argumento.

Con ocasión de haverle llegado nuevamente al marqués de Villadaries, que a la sazón exerzitava el puesto de capitán general de aquella costa, un destacamento harto considerable de gente, que avía echo el mariscal de Tessé, le parezió a aquel general que sería muy acertado emprender el sitio de la plaza de Gibraltar, antes que se les diera tiempo a los que las guarnezían para remplazar las fortificaciones que la resguardavan, y assí disponiéndose para efectuarlo, como tenía ideado, dió los órdenes que reconozió más del caso para la execución. En esta conformidad al amanezer del día 2 de octubre decampó, y dexando el cordón o línea con que de muchos días atrás nos tenía bloqueados a distancia lo más de hora y media de la ciudad, salió con ánimo de atacarnos quanto antes en toda forma (como lo hizo aquel mismo día), acercándose azia nosotros quanto le permitió el cañón. Luego mandó a los batidores de estrada que avanzaran, para reconozer el terreno, y assegurarle de las salidas que en semexantes lanzes se acostumbran, y haviendo sabido con su retorno, quedava totalmente despejado el campo, passó el gruesso de su gente a hazer alto más allá de las huertas de la ciudad, que quedó sin más prevención sitiada por todos lados. Estendíase su ala derecha por la parte de las Algeziras hasta la misma baya, y la izquierda hasta el mar por la otra parte, ocupando la cavallería las extremidades de su campo.

En todo este día no hizo el enemigo más operación que la de acamparse, para cuya seguridad ideó las líneas de circumvalación y contravalación con que hizo impenetrables sus reales.

Tercio
Previénese el príncipe Jorge Darmstad para la defensa de la plaza.

No sobresaltó este impenzado movimiento a los de la plaza, porque como avían ya sabido de antemano los designios del de Villadaries, no estrañaron que este general en tiempo tan intempestivo y irregular entrase en una demanda de que si no era a mucha costa no le era fázil el salir bien, ni el aviso de aver descubierto nuestro achero el día 3 por la tarde en el poniente una esquadra enemiga con que avía salido de Cádiz poco antes Mr. de Pointí para impedirnos la comunicación por mar, que todavía nos quedava franca, pudo disminuir su ardimiento, porque como vivían los sitiados en la persuasión de que se tomarían por parte del de Villadaries quantas precauciones se juzgaran oportunas para precisarles al último extremo de la rendición, no hizieron caudal de todo aquel aparato con la esperanza de que su valor podría superar tanta oposición como no les faltaran los socorros que de Inglaterra se les avían prometido, y assí hablando con toda la sinzeridad que me prescrive la obligación, diré que solo les sirvió a los de la plaza aquel movimiento de incentivo para arrestarse de todo punto a su defensa.

A este propósito mandó el príncipe comandante reforzar sin más tardanza la guarnizión de la cortina y baluartes, que por la parte de tierra la flanquean, y artillándole con cinquenta cañones que se repatieron a medida proporción de entrambos puestos, dispuso que en la Redondela y línea de comunicación que de ella se discurre a los baluartes de la muralla, como más expuesto al fuego del enemigo, se armara una batería para ofenderle en tanto que iva acercándose al cuerpo principal de la fortificacion.

El Salto del Lobo, que es un puesto harto ventajoso sobre la grande eminencia de la montaña por aquella parte dexava lugar para la construcción de una batería, y assí se pertrechó con la artillería competente, y aunque costó no poco de subirla por lo áspero del terreno superando la dificultad, que se reconozía la industria de los de la guarnizión mediante el sudor y fuerza de los hombres, nos fué de tanta utilidad que como confiessan los mismos enemigos se devió a ella gran parte del buen éxito que lograron los del presidio durante el sitio, no haviéndole sido possible al contrario cubrirse jamás enteramente del fuego que den de aquel puesto se le hazía a que cooperó no poco la compañía de Sandoval, que le tenía presidiado.

Últimamente los dos muelles, que por la parte del mar eran el todo de la defensa, se municiaron de calidad, que jamás el enemigo ozó envestirles noticioso de las disposiciones que para su seguridad se avían tomado.

Quarto
Entra a nuestra baya el barón de Pointí con su esquadra francesa.

Todavía el príncipe quedava ocupado en el arreglamento de lo que se devía obrar durante el sitio, quando al despuntar del día quatro, que lo era de San Francisco de Assís, reparamos que se nos iva entrando en la baya el de Pointí con la esquadra que se dixo arriba ayudado del viento, que a la sazón le favorezía para ocuparla, como lo hizo a poco rato con los 17 navíos de guerra, y 7 de transporte, que avía fiado a su experiencia el de Anjou para fazilitar por este camino el logro total y buen éxito de tamaña empresa como la que se avían propuesto de plaza tan importante.

A este fin apenas huvo dado fondo, comenzó a desembarcar cantidad de pertrechos, artillería y municiones de todo género, como también un refuerzo de tropas francesas de harta consideración, y arreglándolas aquel mismo día con el restante de las del campo, la actividad del de Villadaries su general juntó al siguiente un gran consexo para prefixar de una vez el modo, forma y orden que se avía de tener en la abertura de los ataques, en que huvo no poco que venzer, por quanto muchos de los que intervinieron en aquella junta no convenían en los dictámenes de los demás, y como en las más de las asambleas la pluralidad de votos es la que se sigue, siguiose la de los que dixeron que se nos atacara avanzando la plaza por la parte de la Redondela, que era la que parezía a primera faz menos arriesgada.

Capítulo quinto

Abertura de ataques. Fuego continuo de la plaza. Disparan los sitiadores contra la Torre Redonda, Redondela, línea de comunicación y baluartes.

Manda el príncipe ahorcar a una espía. Acércasenos nuestro contrario, continuando su fuego de su artillería y bombas igualmente, a que corresponden los sitiados con todo fervor. Fatal muerte del conde de Valldesoto, con otros susessos.

Primo
Abertura de ataques. Fuego continuo de la plaza.

Zanxada esta resolución por los contrarios mandáronse gastadores la noche del día 22 para la abertura de los ataques, que comenzaron sin más oposición que la que les pudo hazer nuestra artillería, porque como nos faltavan cavallos en la plaza, no pudimos disputarles el terreno como se hubiera hecho en otra suposición, bien que con el grande fuego que les hazíamos para retardar el adelantamiento de sus líneas suplimos en buena parte aquella falta de calidad, que no pudieron plantar su primera batería hasta el día 25 en que con el porfiado tessón de adelantar sus progressos lograron formarla como deseavan a media hora de la ciudad a la izquierda de su poniente con los cañones, que en ella pusieron de primera frente a fin de desalojarnos de la Redondela y cortina a cuya ruina y de la Torre Redonda dirigieron todo el fuego.

Este día una y otra parte se principió con todo vigor el disparo los enemigos para avanzar, y los sitiados para defender, unos para redimir lo que por su notable omissión avían malogrado, otros para mantener lo que tanto les havía de utilisar, unos para ganar lo perdido y otros para no perder lo ganado, cada qual se esmerava por su parte con aquel ardimiento que infunde el punto y estimación entre los militares. En la plaza todo eran prevenciones para la defensa, en el campo [to]do eran disposiciones para la expugnación. En la plaza quien mandava era un príncipe Darmstad, cuyo valeroso espíritu no sé si fué parto de Alexandro, u del César. En el campo quien dirigía como a primer gefe era un español cuya experiencia dió bien que entender en otro tiempo a su contrario en la guerra de Cataluña: el de Darmstad por la alteza de su sangre y soberana grandeza de su valor avía echo empeño de darle a conozer a su enemigo lo ardiente de su espada y lo animoso de su intrepidez, el español por la honrra de su nación acostumbrada a conquistar mundos y por la consumada percía de su talento avía echo empeño de acreditar nuevamente la antigua confianza que los príncipes de España avían hecho de su obrar. Uno y otro hizieron quanto cupo para salir con su demanda, bien que la porfiada resistencia del primero merezió a esfuerzos de una inimitable constancia salir por último con la suya.

Secundo
Disparan los sitiadores contra la Redondela y Torre Redonda. Pega fuego a una galeota nuestra. Manda el príncipe ahorcar a una espía y da cuenta de la novedad del sitio a su magestad.

Prosiguió el enemigo al 26, 27 y 28 su disparo contra la Torre Redonda, cubo o pastel cavado para hazer brecha echando bombas a la montaña, y a la media noche de este último día un burlote suyo favorezido de la obscuridad pudo entrar dentro del Muelle Viejo, que pegando fuego a una galeota que allí teníamos con porción de bombas y otros pertrechos, la boló sin poderlo remediar, bien que dió tiempo para salvarse la gente que existía en ella.

Ansioso el príncipe de dar parte a su magestad del estado con que se hallava la plaza, despachó en posta a Magín Vidal a Lisboa con pliegos, en que le dava cuenta de aquella novedad a fin que con esta noticia tubiera a bien de remitir los socorros convenientes a su manutención.

Vigilava continuamente el príncipe comandante al logro de poner la plaza en una vigorosa defensa, y no menos en la averiguación y descubrimiento de una conspiración que según indicios y evidentes circunstancias se tramava dentro de la ciudad, y permitiendo la Divina Providencia que por raros caminos le viniese a las manos una famosa espía llamada Bauptista Massolet, que era el conductor de las cartas que diferentes personas escrivían al campo valiéndose para executarlo (como él mismo confessó) de la obscuridad de la noche por medio de un barquillo, que enviavan los de afuera abrigados de la buena ocasión, que les subministrava lo dilatado de la muralla por donde las descolgava a su salvo y recivía las respuestas, fue ahorcada [sic] este miserable fuera la puerta principal de la ciudad por orden del príncipe a la vista de los enemigos, que de su campo miravan la execución de la sentencia.

Experimentose en lo susessivo con este escarmiento tal quietud en la plaza y seguridad en las operaciones de su defensa, que assí como antes no davan passo los sitiados ni establezían disposición alguna, que no la supiese el enemigo por este medio, se le frustraron las noticias en lo por venir de todo de tal manera que según la deposición de un desertor que nos vino, atónito aquel de lo que le estava suzediendo hazia quantas diligencias cabían en lo possible para adquirir la causa de faltarle las correspondencias, que lograva antes todas las noches por la dirección de aquella espía, lo que consiguió en pocos dias por un soldado que de la plaza desertó a su campo.

Quién duda que a no aver descubierto yo este urdimiento se hubiera visto la plaza forzada tal vez a ceder a la fuerza del enemigo, porque como este hombre no cessava en comunicar las prevenciones y descuydos (en que no pocas vezes falta el más perspicaz cuydado), era muy contingente que le subministraría al enemigo medio proporcionado para entrar furtivamente en la ciudad hasta hazerse dueño de ella ayudado de los suyos, como suzedió no pocas vezes en semejantes ocasiones a más que de un hombre que por cinco años continuos estipendiado de la Francia se avía exerzitado en tales empleos no era difízil persuadirse que hubiere con su astuta y mañosa práctica logrado por último el designio de su dañada intención, que descubrió bastantemente al príncipe comandante, y en su deposición, en que declaró los sugetos que en el presidio concurrían en la conspiración de la plaza, con que pudimos observar los passos de aquellos con todo desvelo, de calidad que por el grande que se tuvo se logró la seguridad de la plaza justiciando el caudillo de tan alta traición como se dirá en su lugar.

Tercio
Acércase con dos ramales nuestro contrario siendo continuo el disparo de su artillería y morteros contra la Redondela de la línea de comunicación, baluartes y Torre Redonda, y igual el de sitiados a su[s] ataques. Muerte fatal del conde de Valldesoto.

Continuava el enemigo en acercársenos con los dos ramales que para esto havía formado de calidad que al 21 de otubre ya nos tirava con 26 piezas para hazer brecha, como lo logró tanto en la Redondela y Torre Redonda como en la línea de comunicación, cortina y baluartes, cuyos flancos porque le servían de notable embarazo, procuró desmoronar de todo punto en cuyo intermedio perdimos el lugar teniente de la artillería, un capitán y otro del manexo de ella, muriendo los tres de una misma bala, que quitó un brazo al primero y hirió mortalmente a los demás.

Correspondia la plaza al disparo de su contrario con igualdad si no excedía, dirigendo todo el fuego a sus aproches a fin de desmontarle los cañones como se logró repetidas vezes la pericia de nuestros artilleros, que vigilantes y continuos en la asistencia de su exercicio ivan a porfía para no malograr la munición.

Las bombas de una y otra parte inquietavan igualmente a los sitiados y sitiadores. Disparávase de la plaza con siete grandes morteros tan acertadamente, que rara vez perdieron tiro los ingleses, que siempre los manexaron.

El enemigo las echava también a proporción sobre la plaza, ya para inquietar a nuestros trabaxadores, que incessantemente ivan limpiando el fosso de la ruina, que el cañón enemigo hazía en nuestros reparos, ya tirando a desaloxar de sus quarteles a la guarnizión, que estava descansando. Y una bala que disparó de sus baterías dió la muerte repentinamente al coronel Foxs en el Bastión de San Pablo, quitándole la cabeza.

En esta mutua oposición que de ambas partes se experimentava passaron unos y otros des del día 21 otubre hasta el día nueve de noviembre, en cuyo espacio intermedio suzedió la fatal pérdida del conde Valldesoto, sugeto harto conozido en España por lo raro y singular de su mérito y virtud. Fue el caso que estando en compañía con el príncipe en uno de los dos baluartes que resguardan la cortina o muralla de la plaza por la parte que mira a tierra, haziendo alarde cada qual (como lo tenían de costumbre) de su habilidad en el arte de puntería de que se preciavan los dos, un balazo enemigo, que desmoronó por suerte una tronera, endió con tanta violencia en la pared opuesta que de[s]quaxando una grande piedra de su asiento, la estrelló en el espinazo del de Valldesoto no sin grave dolor de los circunsantes, a vista de tan desastrado acaso a que sobrevivió algunos días, y pudo disponerse para la muerte.

Capítulo sexto

Desamboca nuestro vicealmirante Leack el estrecho con su esquadra y de desesperada la enemiga acude al fuego.

Aferra la armada en nuestra baya. Conferencian el príncipe y inglés materias importantes.

Emprende Villadaries con más fervor la ofensa con vehemente disparo para hazer brecha, intentando sorprendernos por la montaña, pero paga su ossadía con la pérdida de los suyos.

Valor de nuestra gente en el acometimiento de su contrario. Lista de los soldados que le apresamos.

Primo
Desamboca nuestro vicealmirante Leack el estrecho con su esquadra y de desesperado el enemigo acude al fuego.

Llegamos ya al feliz día en que la Divina Providencia para hazer magnífica ostentación de su justicia nos dexó ver sobre la baya (de que poco antes avía partido el de Pointí con 13 de sus navíos para embarcar los nuevos refuerzos de gente, que en Cádiz tenían aprestados los contrarios) una esquadra amiga, que para nuestro socorro se avía prevenido a instancias del rey nuestro señor (que Dios guarde), poco antes en la barra de Lisboa, con que aquella misma tarde el vicealmirante Leack que la comandava avistó la sitiada plaza.

El alborozo que causó su descubrimiento a los sitiados no ay para que ponderarle aquí, ni menos hazer mención del sentimiento que tuvieron los enemigos con tan repentina novedad. Doze navíos que del de Pointí havían quedado para la seguridad del enemigo por aquella parte, sorprendidos o del pasmo o de la admiración a vista de tan improviso acaso, no supieron recurrir a otro medio que al del fuego a que les entregó no sé si más que su desesperación la falta de consexo. Solo una fragata de 50 cañones que penzó con su lixereza burlar la velozidad de las muchas que componían nuestra flota, quedó, aunque prisionera, salva del incendio a que se vieron reduzidas las demás.

Fué cosa de ver la festiva aunque bien costosa demonstración con que a boca de noche los enemigos celebraron la venida de nuestro socorro. Era el estruendo porfiada galante lisonja de nuestros oídos, si eco fúnebre para los del enemigo. Subían al cielo las llamas entre las densas pardas nubes de humo, en que se dissipavan el alquitrán, rezina y cebo de sus buques y armazón.

Los pertrechos de guerra, granadas, bombas, ollas de pólvora, carcages y demás fuegos artificiales que por la precisión del tiempo no pudieron desembarcarse, hizieron tal estruendo al dispararse que llegaron a formar en el ayre una confusa bien que continuada salva con que alegraron a los sitiados, de calidad que impazientes rebozavan de gozo entre la admiración y el pasmo.

Secundo
Aferra la armada en nuestra baya. Conferencian el príncipe y el inglés materias importantes.

El vicealmirante Leack, que se lo avía estado mirando con algún género de impaziencia, no dexó de estrañar la arrestada resolución con que el francés avía incendiado su flota. Con todo aferró en nuestra baya aquella misma noche, ocupando con los 25 navíos de que se formava su esquadra el passo de la ciudad a fin de mantenerse en aquel puesto, y assegurarla totalmente de las azechanzas del de Pointí en caso que este general intentara nuevamente vengar la quema de sus navíos con la ruina de los edificios de la ciudad, a que se disponía en Cádiz aviendo dado orden a dos balandras le siguieran en el retorno, que con sus navíos y socorros tenía prefixado.

Con el inglés consultó el príncipe aquel mismo día diferentes dependencias de monta, y después de algunas horas passaron ambos a dos a tratar de las disposiciones y medidas que se avían de seguir durante el assedio a vista del empeño con que el enemigo se avía obstinado en la ofensa de la plaza.

Tercoio [sic]
Emprende Villadaries con más tessón el empeño, diriguiendo su fuego para lograr a todo punto brecha. Intenta sorprender la plaza por la montaña y paga la osadía con pérdida de los suyos.

Este inopinado golpe, que sirvió como de preliminar a los que poco después se le subsiguieron al enemigo, dió motivo al de Villadaries para entrar con nuevo tessón en la demanda que se avía propuesto. En conformidad de esto dispuso al amanezer de aquel mismo día se reforsasen de nuevo las dos baterías, que de días atrás se avían plantado a fin de que por este camino se lograra quanto antes la fortuna de quedar la brecha de la Redondela capaz para el assalto, caso que no le surtiera la memorable sorpresa que pensava executar al amanezer del siguiente día, que lo fué del glorioso San Martín.

Con esta resolución mando al crepúsculo del sol del día 9 se aprestara de todo punto para avanzar la ciudad al romper del alba por aquella parte de montaña al coronel Figueroa, que por lo escarpado de su accesso sirve de guarda espaldas a la plaza y de notable defensa del todo de su fortificación. Embistió con tal cautela el coronel, que apenas pudo ser descubierto de nuestras sentinelas ora fuera porque avían totalmente descuydado de su resguardo por considerarse de ninguna entidad. La verdad es que el Figueroa conduzido por un pastor que tenía bien conozido aquel terreno con diferentes escalas de cuerda, pudo con su gente ocupar a lo largo la mayor parte de la sima, de calidad que sin más diligencia vino a predominarnos enteramente.

Los sitiados apenas divisaron al enemigo sobre tan ventajoso parage, dieron de ello parte a su primer gefe, que sin aguardar más prevención dispuso que su hermano el príncipe Henrrique con las dos compañías de Sandoval y fusileros avanzase azia ellos por la parte del Salto del Lobo, que era la más arriesgada, a tiempo que el teniente coronel Bor con sus cien granaderos por la derecha, que mira a la de la Virgen de Europa le iva atacando para embarazarle sus designios.

Quién no ha visto el ardimiento y corage con que en aquella ocasión de que buenamente dependía el logro de aquella empresa, no creerá que estando el enemigo tan fuertamente apostado pudiera nuestro valor obligarle a rendir las armas después de alguna resistencia, como se logró a esfuerzo del estraño arrojo con que ingleses y españoles a un tiempo dieron sobre el enemigo. Resistiose este como una media hora haziendo algún fuego contra los que le atacavan, que de despechados le embistieron a cuerpo descubierto, sin reparar ni en la superioridad ni en los embarazos que el terreno de sí para la gran subida padezía.

En fin la porfiada actividad con que unos y otros nos esmerávamos en aquella funcción a dar muestras del espíritu y braveza de nuestros corazones les obligó a los contrarios a ceder rindiéndosenos quantos no tuvieron tiempo para retrozeder de la empresa.

Quarto
Valor de nuestra gente en el acometimiento de su contrario. Lista de los prisioneros que se les hizieron.

En esta importante acción no sé yo discurrir entre españoles y ingleses quién se llevó la ventaja. Unos y otros pelearon a todo tranze. Los españoles baxo un caudillo cuya alma toda de fuego no aspirava a otro que a las llamas, pudiendo su natural fogosidad venzer quantos reparos le propusiesse por adelante la imaginación. Los ingleses cuyo marcial genio está ya echo a no hazer caso de los riesgos, dieron tales muestras de su esfuerzo que lograron a poco rato triumfar enteramente de su adversario. Unos y otros, es fixo, que en esta ocasión se cedieron parias en la igualdad. Lo cierto es que la compañía de fusileros catalanes dió principio a la vitoria desaloxando una manga de granaderos, que ocupando lo más eminente, se iva estendiendo ya muy cerca del Salto del Lobo, y que logrando aquel parage no avía más que venzer.

Eran los enemigos en número de unos quatro cientos, gente escogida, y muchos de ellos graduados en la milicia, como se verá por la lista que de ellos se pondrá a la fin deste capítulo. El número de nuestra gente no excedía de a ducientos [sic]: el puesto en que nos esperó el enemigo era lo eminente del monte, que ocupava. El terreno que hubieron de venzer nuestras tropas para llegar a hazerles fuego era lo áspero y pendiente de sus desfiladeros. Los enemigos con solas piedras podían embarazarnos la subida aunque hubiéramos sido mil combatientes. Los nuestros devían venzer lo intrincado de su senda.

De los muertos por nuestra parte no ay que hazer mención pues no huvo entre ellos persona de cuenta sí solo tres soldados, un español y dos inglés [sic] fueron los que nos faltaron después de la funcción.

Entre los heridos tengo bien que hazer memoria del príncipe Henrrique a quién una bala lissió malamente su brazo derecho, de don Ricardo Nugen page del príncipe comandante, y de algunos soldados de entrambas a dos naciones, quiénes con los rubíes de su sangre merezieron en aquel lanze acreditar su valor y dar muestras de su alentado esfuerzo.

Rendidos ya los enemigos, les conduximos a la presencia del príncipe comandante, que los estava esperando, deseoso de ver el fruto que en aquella ocasión avía sabido coger en los campos de Marte la savia conducta de su hermano Henrrique.

Llegaron a poco rato, y cumplimentando como se merezían a los principales cabos del enemigo que de aquella funcción quedavan prisioneros, les alojó por las casas de la ciudad según el carácter de cada uno y permitía la comodidad.

No quisiera olvidar aquí lo que en este lanze me suzedió con el coronel Figueroa, que con ocasión de haverle yo rendido, contribuyó en la gloria que mi punto y estimación merezieron en tan arriesgada como heroica funcción en que se destinguió don Sebastián Riba de Neyra, mostrando sus bríos y valor.

Lista de los oficiales y soldados que hazimos prisioneros en la funcción de la montaña

Coroneles:
Don Antonio de Figueroa y Silva

Sargentos mayores:
Don Antonio de Peralta Arxon y Córdova

Tenientes coroneles:
Don Francisco Galiano y Córdova
Don Eugenio Phelipo Domingo de San Sebastiano

Capitanes:
Don Juan de Parcero
Don Luis Barrientos
Don Juan Copia
Don Juan de Valderrama
Don Melchor Seco
Don Mariano Antonio Hugo
Don Juan de Soto

Ayudantes:
Don Gabriel de Barrera

Tenientes:
Don Pedro Alberto Chevallé
Don Juan Manuel de Ríos
Don Diego Moreno

Alferezes:
Don Pedro Brancadel
Don Bernardo Chacón
Don Matías de Tripiana
Don Jayme Juan Fuentes
Don Andrés Bayart
Don Antonio Parco

Sargentos:
Jayme Sellé
Jayme Soli
Joseph Gomes
Juan de Simoneta
Christóval de Presana
Matheo Blanco
Joseph Adrián
Ginés Bravo de Morata
Manuel de Medina
Manuel Salvador
Antonio de Cotes

Cabos de esquadra:
Juan Muños
Francisco Guerrero
Joseph Domingues
Manuel de Quiñones
Juan de San Tiago
Juan Phelipe
Sebastián de Serni
Miguel de Carbaxal
Pablo Mitan
Juan Alcario
Antonio Juan Artiz
Andrés García
Marco Pérez

Aventajados:
Don Manuel Manrrique
Don Nicolás Biscarrondo
Thomás de los Ríos
Miguel Solana
Don Juan de Hosta
Don Juan de Benavente
Antonio Días

Entretenidos:
Don Joseph de Bellera
Luis Ballester
Antonio Joseph
Francisco Pantonet
Ignasio Gallaraga
Juan Ventura López
Manuel Verdexo
Diego Andrés
Blas Rodrigues
Luis Fibí
Joseph Granalla
Carlos Vigano
Francisco Aranda
Bartholomé Jadou
Pablo Mitan [sic: repetit]
Juan Tansenes
Melchor de Torres
Joseph Prano
Balthazar Gutiérrez
Juan Jurado
Joseph Peñafiel
Pedro Guisante
Luis Petiño
Francisco Alonzo
Manuel Fernandes
Francisco Bartolo
Joseph Garifó
Francisco Elías
Juan Manuel de Lobera
Don Alfonso Baldés
Juan de Treveni
Joseph Huguera
Gabriel Merlo
Juan Marqués
Sebastián Gonzales
Francisco Olmedo
Miguel López
Joseph Sancho
Jacintho Martínez
Franquer Valon
Andrés Sandín
Doncor Valch
Joseph Chacón
Adan Dubé
Joseph Tiranxero
Santiago Valon
Joseph de Luna
Diego Alveres
Christóval de Valanzuela
Francisco Dumen
Miguel Julien
Manuel André
Juan Arenales
Roque Jacintho de Gonzales
Alonzo Plantí
Jayme Trampey
Pedro Rodrigues
Antonio Bonilla de la Torre
Joseph Guell
Antonio Luis Aguado de Perila
Mathías Anselmo
Diego Marqués
Francisco Meleno
Juan Igual
Francisco Martín
Julián de la Cueva
Joseph Pereyra
Pedro de Guardia
Domingo Lemo
Antonio de Reyra
Phelipe de Constin
Antonio Puigvert
Julian de Buenosayres
Joseph Plantano
Juan de la Vega
Pedro Angulo
Francisco Posadas
Salvador de Rieyra
Matheo de Villamar
Juan de Castañeda
Joseph Casado
Jorge Penca
Jacintho de Señores
Pedro Avanzado
Antonio de Prado
Balthazar de Gurbeyra
Silvestre Privado
Alonzo del Valle
Pedro Gigante
Luis Ronquito
Francisco Palmerón
Joseph Aron
Francisco Bartholomé
Antonio Llobera
Pablo Marata
Julián Prontín
Sebastián Selvano
Pedro de Camón
Juan de Campano
Joseph Luminós
Salvador Dormino
Francisco Salvador
Manuel del Hoste
Pedro Tripiana
Luis Crespo
Antonio Pontín
Salvador Cañado
Roque Velino
Juan del Valle
Salvador Tuerto
Juan de la Riva
Pedro Machado
Silvestre Garriga
Mauricio Anselmo
Estevan Rondado
Joseph Pinto
Onofrio del Valle
Francisco Dencio
Lorenzo Plana
Vicente Benito
Anastasio Roca
Julián Mancado
Manuel Denso
Pedro Tirado
Bauptista Martínez
Juan Corrado

Los muertos que quedaron en el mismo puesto del enemigo fueron algunos 25 y muchos los soldados suyos que se descolgaron des de aquel alto.

Capítulo séptimo

Estiende el enemigo su ataque hasta la orilla del mar. Fuego continuo de la plaza. Plantan los sitiados una batería al Muelle Viejo. Fuerte disparo de los contrarios a quienes se les boló un almagazén.

Adquieren los sitiadores algún terreno. Aplicación de los del presidio en sus cortaduras y nuevos reparos. Aferra la esquadra en medio de la baya.

Logra Villadaries algún terreno azia la Redondela. Conclúyese nuestra mina.

Procuran los sitiadores el cubrirse de nuestro cañón. Dispone nuestro vicealmirante lanchas armadas para operar y los del presidio atienden a su defensa.

Primo
Estiende el enemigo su ataque hasta la orilla del mar.

Como no es fázil expressar la azaña que este malogrado susesso ocasionó al enemigo, tampoco no lo será el dar a entender al mundo la desesperada rabia con que aquel mismo día mandó multiplicar el fuego contra la sitiada plaza. A este fin dispuso que se estendiere el ataque hasta la orilla del mar alargando para esto sus travezes hasta el agua, y si bien no pudo este día por razón del mucho fuego que se le hazía de la ciudad, concluir como tenía prometido aquella idea, consiguiolo al cabo días después arriesgando en esto mucha gente que perdió en la conclusión de su designio.

El príncipe, que invigilava incessantemente en la defensa apenas huvo conozido el intento que llevava el de Villadaries en estender sus aproches hasta el mar formó una nueva y numerosa batería en el Muelle Viejo de la plaza con que durante el assedio mortificó de calidad a los contrarios, que enfilando sus líneas por entero apenas les dexavan vivir en ellas con sossiego. Por esso quizás retardó el enemigo asentar hasta el día 15 la batería, que avía destinado contra el baluarte de tierra a quién disparó este día, y los siguientes hasta derribar por tierra su fortificación, no osbtante las muchas piedras, bombas y balas con que los sitiados procuravan inquietarle.

El vicealmirante Leack envió al campo enemigo una faluca a efecto de cangear los prisioneros, que se avían echo en el mar, y por la tarde passó a la plaza, y conferenciaron el príncipe y este general sobre las medidas y disposiciones que se devían tomar para el mayor resguardo y vigorosa defensa de la plaza.

Continuava el enemigo su fuego con todo vigor, y dirigiéndole sus botafuegos al 14 a la cortina consiguieron una brecha muy dilatada y en estado de assalto.

Boló al ayre un molino de viento al 15 que tenían los sitiadores en su campo lleno de barriles de pólvora, y fué tanto el estruendo que hizo temblar toda la ciudad, donde llegaron algunas de las piedras que se desencaxaron de aquel edificio, de cuya fatalidad perdieron los sitiadores unos 200 hombres poco más, que se hallavan apostados en aquel puesto.

Secundo
Adquieren los sitiadores algún terreno. Aplicación de los de la plaza en sus cortaduras y nuevos reparos en la Redondela y demás partes expuestas a assaltos. Ocupa la esquadra el centro de la baya.

Continuó el cañón de una y otra parte hasta el día veinte y cinco sin más novedad que la de aver adquirido el enemigo algún terreno y quedar nuestras fortificaciones muy maltratadas, no obstante los reparos, que prevenía la vigilancia de nuestro supremo comandante, quien reconoziendo el peligro dió providencia con acuerdo del vicealmirante Leack de que quatro cientos marineros de su esquadra entraran todos los días estipendiados por el mismo príncipe a trabaxar en las cortaduras, reparos y obras interiores de defensa que se avían ideado para resguardo de los puestos por donde el enemigo pensava assaltar la plaza.

En la Redondela se formó un grande parapeto de faxina y tierra, con que quedava defendido totalmente su rezinto. La línea de comunicación que estava del todo arruynada se pertrechó con un fuerte contramuro de estacas, tierra y batería como más expuesta aquella parte a los assaltos del enemigo. Se plantaron en ella quatro piezas cargadas a cartucho para su resguardo. Sobre los ángulos de los dos baluartes a que tiró igualmente nuestro contrario por el mucho embarazo que le hazían ambos para avanzar, quedava abierto un gran portillo, para cuyo reparo dió el príncipe orden que se trabaxase en unas lunetas que cubriesen enteramente aquellos puestos, haziéndolos con esto tanto o más fuertes que de antes.

En el Muelle Viejo dispuso una buena batería para inquietar a los sitiadores en su proprio campo y ofenderles en los adelantamientos de sus líneas.

En fin conozida y penetrada la intención con que el enemigo por puntos se nos iva acercando, se previnieron las cosas en la mexor forma que fué possible para aguantar sus avanzes en caso les intentara.

El número de bombas que disparamos des del primer día del sitio hasta el presente passaron de mil y ducientas, no contando entre ellas las granadas reales con que a ratos solían los ingleses interpolar con ellas el disparo, a que correspondía el enemigo con las que durante el sitio disparó para incomodar nuestra guarnizión y retardar los trabaxos en que estavan empleados los matalotes y voluntarios, que se avían deputado para esto.

El vicealmirante Leack, después de haverse abocado con el príncipe se plantó con su esquadra en medio círculo ocupando el centro de la baya, y aunque no podimos penetrar el designio de este movimiento, creeré yo que le hizo el inglés con ánimo de estar pronto para socorrer a los de la plaza y ofender al enemigo en su proprio campo, como lo hizo, obligándole a apartarle del tiro de su cañón por aquella parte.

Tercio
Logra Villadaries el acercársenos con una línea de quareinta passos frente la Redondela. Conclúiese nuestra mina.

No pudo el príncipe hazerle al enemigo más costoso aquel terreno hasta este día, deteniéndole con el continuado y repetido fuego que le hazía con el cañón, y en efecto no ay que dudar que no pensava el contrario que se le regateara tanto el adelantamiento de sus trabaxos, a vista de que los sitiados no podían infestarle en sus trincheras saliendo de la plaza a provocarle en ellas por ser corto el número de la guarnizión, y muchas las enfermedades que padecían los del presidio.

Esta tarde dexó el enemigo de tirar muy temprano, reservando para la noche el disparo de unas 60 bombas, con que continuó en molestar nuestra constancia, que echa ya al fuego, hazía muy poco caso de su impertinente y porfiado tessón, a que si bien es verdad, que procurava corresponder la incessante, arrestada y resuelta intrepidez de nuestros artilleros; con todo no pudieron estorvarles a los contrarios, que aquella noche dexasen de trabaxar en dilatar una nueva línea, frente a la Redondela de quareinta passos, con que se pudo acercar con la obscuridad azia ella.

La mina grande que el príncipe avía echo construir de baxo la contrascarpa se concluyó este día en que se puso la pólvora suficiente para jugar contra el enemigo en ocasión de assalto.

Quarto
Trabaxa el enemigo en sus ataques y líneas para cubrirse de nuestro continuado fuego. Dispónense lanchas armadas a la otra parte de la montaña y los sitiados para la defensa.

Trabaxó nuestro adversario todo el 26 en sus trincheras para cubrirse lo mexor y más cómodamente que le prescribía el terreno, de calidad que puso toda hechura en reparar sus líneas de la continuada lluvia de balas con que des del Salto del Lobo y castillo le hazían notable daño nuestros artilleros.

Por nuestra parte, dispuso nuestro vicealmirante que algunas lanchas armadas se apostaran en las orillas del mar a la otra parte de la montaña, por donde los enemigos intentaron sorprendernos días atrás a fin de atacarle con esto y prevenirle de aquel lado para segunda funcción.

La fragata Garland bolvió de Lagos este día con cartas de Lisboa para Metuen enviado de Inglaterra, con que se supo que lograríamos quanto antes alguna gente de socorro, en tanto que la de Irlanda se disponía para lo mismo, lo que no fué de poco consuelo y alegría para quantos nos víamos sitiados.

El enemigo, que avía ya desmontado con el continuado disparo de sus baterías la mayor parte de las piezas que el príncipe havía puesto en la montaña, pudo adelantarse algún tanto con su ataque azia la Redondela, trabaxando incessantemente toda aquella tarde con la zapa hasta ponerse immediato a un pequeño puente de piedra, que medía del pié de la montaña a la orilla del mar, que ocupó aquella misma noche, dando con este evidentes señales de que muy presto quería venir al assalto por la parte de la Redondela à que guiava aquel passo.

La solizitud con que vivían los sitiados entró de nuevo a vista de las ideas del enemigo, en prevenirse para el daño que les amenazava, y assí no perdonando su vigilancia trabaxo alguno juntaron cantidad de mantas, sacos de pólvora, granadas y otros artificiales fuegos para detener la furia de los contrarios caso que se arrojaran al avanze. No fué mucho el fuego, que nos hizo este día el enemigo. Sus bombas no passaron de treinta. Los muertos de nuestra parte se reduxeron a solos dos y siete los heridos.

Capítulo octavo

La continua lluvia llena de agua los ataques. Aplicación del enemigo para hecharla, motivando su movimiento a presidiar los puestos por donde el contrario podía executar assaltos.

Desvanésense los rezelos de atacarnos. Retírase la guarnizión. Continua el fuego de los sitiados.

Dirigen los de afuera su disparo para ensanchar las brechas, perfizionando la nueva paralella y trincheras.

Previene el príncipe la guarnizión para recivir a su contrario, trabaxándose en dilatar más la mina. Continúan los enemigos su fuego contra la cortina de San Bernardo y camino cubierto. Dispónese el inglés para hazer frente al de Pointí. Trabaxan 300 hombres al reparo del camino cubierto con otros susessos.

Primo
La continua lluvia llena de agua los ataques.

Ya era tiempo que diera muestras de que nos era totalmente parcial el cielo, quando preñadas las nuves comenzaron a romperse sus cataratas, desziéndose en un continuado diluvio, lo enturpezido de sus vapores. En manera que llenando de agua las trincheras del enemigo, le retardaron a este notablemente sus ideas. Con todo nada desalentado su brío, con este impenzado accidente trabaxó en formar algunos cauces por donde desaguar sus aproches habriendo senda por la parte del mar a fin de que por aquel lado quedasen tratables sus trabaxos.

Todo este día lo passamos los de la plaza con no pequeña quietud por razón de hallarse el enemigo empleado en acomodar lo que la lluvia, el tiempo y la estación avían maltratado. No obstante a las ocho de la noche descubrieron nuestras sentinelas un gran trozo de gente enemiga que iva entrando y ocupando sus líneas por la parte del puente de piedra, que se dixo arriba; avisaron luego los españoles del Salto del Lobo de la novedad y creyéndose nuestro gefe que aquel movimiento se enderezava a prevenirse el contrario para dar un assalto en la Redondela al abrigo de la obscuridad de la noche, mandó luego tocar a rebato por toda la ciudad, con que se puso la guarnizión en armas y los marineros que nos servían de gastadores se aprestaron igualmente para la ocurrencia.

Presidiáronse al mismo tiempo los passos mas peligrosos, doblándose en ellos la gente para su defensa. Disparáronse con mayor continuidad y frequencia las piezas y morteros a aquella parte en donde se oía traullar al enemigo. Era incessante el fuego de nuestra mampostería y igualmente hizieron su obligación los mosquetes, que desempeñaron muy bien por entonces su utilidad.

La claridad que nos subministrava nuestro disparo nos hizo conozer a breve rato que no era la idea del enemigo la de avanzar sí solo la de prolongar una nueva paralela frente al amenazado cubo o Redondela, à que hasta entonces se avían enderezado todas las operaciones, con que se avía dispuesto durante el ataque. Formó en ella una batería no sin grande oposición, que para ello se le hizo. Disparó a cartucho con ella a poco rato para desalojarnos de los puestos de que le ofendíamos, pero no recabó por esso el intento, que se avía propuesto; antes bien valiéndose nuestros artilleros para acestar los cañones de la misma claridad, que causavan sus botafuegos, lograron sobre ser ya de noche el descomponer enteramente los reparos que en la formación de aquella nueva batería avían levantado con tanto trabaxo y tan a costa suya.

Secundo
Desvanésense los rezelos de atacarnos. Retírase la guarnizión. Continúa el fuego de los sitiados.

Estando en esto vimos algunos enemigos no lexos de la contrascarpa y a la orilla del mar en aquel puesto, en que se termina el fosso, que el príncipe de antemano avía echo fabricar.

A media noche cessó enteramente el rezelo, con que vivíamos a vista del sossiego, que se avía observado en el enemigo hasta allí, con que pudo el príncipe dar orden a la gente para que se restituiera a sus quarteles. En esta ocasión aunque no fué poco el fuego del adversario, tuvioms a grande dicha que no hiziera daño alguno en los de la plaza, si bien que a la mañana de un balazo murieron quatro, y doze quedaron heridos en diferentes puestos.

Al despuntar del 28 fué cogido y llevado a la plaza un soldado del enemigo mal herido, y se notó des de la Redondela que ivan los contrarios en busca de un cuerpo muerto, cuyo rico vestido nos hizo creer que era de algún sugeto de cuenta.

Tercio
Dirigen los de afuera su disparo para ensanchar sus brechas. Continúa el fuego de los sitiados.

Como el día antedendente no avía podido perfizionar enteramente nuestro adversario la línea, a que avía puesto mano aquella noche, reconozieron los de la plaza que quedavan en ella todavía los picos, zapas y palas con que havía trabaxado, y no ay duda que huviéramos intentado el allanarla otra vez, a no ser que quedava por la frente su terreno algún tanto descompuesto de la lluvia.

Un navío inglés, que poco antes avía salido a corso, truxo este día una presa de harta consideración. Las bombas que nos arrojó el enemigo llegaron al número de 64.

Entre las 12 y una de la noche se reconozieron algunos enemigos que todavía venían a observar el terreno y las obras de defensa que les quedavan que venzer, y en seguida se reparó que se trabajava en las trincheras con toda diligencia, o bien para estenderlas o bien para resguardarlas y prevenirlas de las lluvias que en adelante podían suzeder.

Quarto
Previene el príncipe la guarnizión para recivir a su contrario trabaxándose en dilatar más la mina.

Si hallara términos con que expressar el desvelo con que nuestro primer gefe atendía a quantas operaciones podían utilisar en defensa de la plaza, no ay duda que pudiera yo con justa razón hazerle ver a la Europa en lo zeñido deste discurso lo vivo de su incansable marcial aliento. Basta decir ya que no me lo permite o mi cortedad o mi poca fortuna, que a todas horas, en todos puestos y en todas ocurrencias se hallava presente aquel héroe, sin que ni los peligros ni los estorvos pudieran retardar en manera alguna lo intrépido de su corazón para entrar en la demanda que pedía la seguridad de aquella plaza. En consequencia de esto, mandó el día 29 que se apercibiesen todos los del presidio para estar prontos a recivir al enemigo caso que intentase alguna operación que creyó infalible a vista de lo poco que disparava su artillería.

Hizo assimismo trabaxar este día en el ensanche de la mina, que baxo de la contraescarpa, junto a la puerta principal tenía formada, y aunque discurrían algunos de los de la plaza que los enemigos avían igualmente por su parte echo vivas diligencias para encontrarla y frustrarnos el buen éxito que de ella nos preometíamos, se averiguó este mismo día que no havía tal.

En quanto a la operación de los enemigos, solo diré que se observó que estuvieron este día muy ocupados en ensanchar sus trincheras y prolongarlas con mayor frente azia la brecha a donde disparó con sus morteros hasta 55 bombas, sin las muchas piedras con que incessantemente molestava a los del presidio, de quienes murieron dos y fueron heridos onze, y una de las bombas que cayó en casa del príncipe Henrrique aunque hizo grande estrago no ofendió a alguna persona de las muchas que la habitavan.

Quinto
Continúan los enemigos su fuego contra la cortina de San Bernardo y camino cubierto. Dispónese el inglés para hazer frente al de Pointí. Trabaxan 300 hombres al reparo del camino cubierto.

Bramó el cañón del enemigo este día más de lo acostrumbrado hasta allí, enderezando sus tiros a la cortina de San Bernardo y al camino cubierto que le corresponde, a fin de impedir que la gente que se hallava puesta en la defensa de esta parte no pudiesse ser socorrida en caso de assalto.

En el interin que passó esto con los sitiadores, el vicealmirante Leack levantó el fierro del puesto en que se hallava y se arrimó con sus navíos por la otra parte a la de tierra que afronta con la plaza a fin de quedar con esto más resguardado de los vientos, y con mayor ventaja caso que el de Pointí con su flota ideara acometerle. Este movimiento suscitó no pequeño rezelo en el enemigo, a quien pareziéndole que nuestra armada intentaría algún desembarco para hazer diverzión, despachó la mayor parte de su cavallería azia aquel lado para oponerse a qualquiera acción.

Aquella noche estuvo quieto nuestro contrario y solo trabaxó en una nueva línea que al pié de la montaña mandó tirar tras de la primera con ánimo de assegurarse más de sus salidas y tener resguardada la gente que para el assalto de la Redondela se estava disponiendo.

Hizo el príncipe trabaxar esta noche a 300 hombres en el reparo del camino cubierto, que conduze al pastel o cubo, por estar la mayor parte arruynado de la artillería enemiga. Assimismo deseó sacar de aquel puesto que quedava ya echo un montón de piedras los dos morteros grandes de yerro que estavan en aquel paraxe, bien que no pudo conseguirse, a vista de la impossibilidad del transporte. No obstante mandó que se dispararan algunas bombas con entrambos a tiempo que el enemigo correspondía igualmente con las suyas, que no passaron esta noche de 56.

Capítulo nono

Noticias por un desertor que nos vino del campo. Lanchas armadas traman escaramuza con su contrario, que dirige su fuego a unas y otras brechas, aunque nuestro cañón le contiene el furor, y la prosecución de sus obras.

Tiran los sitiados una línea sobre la brecha, y los enemigos avanzan otra por aquella parte. Lógranse noticias de Cádiz por un navío que nos entró. Escaramuzan nuestras lanchas armadas con su contrario. Muévese un rezio temporal. Desaguan los de afuera sus trincheras. Concluye el príncipe sus obras de defensa. Prosigue el temporal y lluvias.

Primo
Noticias por un desertor que nos vino.

Antes del amanezer del día primero de deziembre vino del campo a la plaza un desertor que ponderó mucho los trabajos y miserias que padezían los suyos de la estación del tiempo y humedad del agua que inundava sus trincheras. Y a la verdad hallándose los más de los españoles sin zapatos y sin vestidos, no se hazía difízil de creer lo que contestava aquel tránsfuga. Añadió también que el enemigo ni tenía prevenido mina alguna ni meditava assalto esperando en que quanto antes avía de llegarle una formidable esquadra, con que el de Pointí echaría de aquella baya la de los aliados y podría con esto estrechar a los sitiados, de calidad que les obligaría a la rendición. Dixo últimamente que se avían destacado 500 franceses para Cádiz dedicados al nuevo armamento y presidio de sus navíos.

Con ocasión de aver enviado el vicealmirante esta noche algunas lanchas a tierra para contener al enemigo con la operación de algún desembarco, se travó una escaramuza entre los ingleses y los enemigos que causó grande alborozo en todos sus reales.

Desfogose este día sin perstinazia en disparar a ratos a unas y otras partes, y especialmente a las brechas. La nota de todos los que avían sido muertos y heridos de la guarnizión des del principio del sitio se entregó este día al príncipe comandante, y por ella se supo que consistía nuestra pérdida en ochenta y siete muertos, ciento y nueve heridos y tres cientos y dos enfermos, número corto respecto a un tan penoso y porfiado sitio.

Por la noche echó el enemigo treinta bombas, nuestros heridos passaron de 37 porque como se hallava expuesta del todo la guarnizión de la Redondela al fuego del enemigo, no fué mucho que en todo el día fueran tantos los heridos de nuestra parte.

Segundo
Tiran los sitiados una línea sobre la brecha y los enemigos otra azia aquella parte.

Como eran blanco de las baterías de los sitiadores los caminos cubiertos y la Redondela y castillo, continuavan con igual furia en disparar a su ruina el día dos de deziembre, en que sus gastadores dieron la última mano a la segunda línea que avían tirado junto a la montaña, en cuyo trabaxo perdió alguna gente que mataron los de la plaza des del Salto del Lobo cuya mampostería predominava enteramente sus trabaxos.

Por la tarde aviendo observado el príncipe que los designios del enemigo tiravan a perfizionar una línea transversal que ya avían empezado, dispuso se disparara toda la noche con las baterías de la plaza y singularmente con las del Muelle Viejo, que corresponden a aquel terreno, con cuyo fuego se logró enteramente el estorvarle al contrario su idea, como se echó de ver al dispuntar del siguiente día en las prevenciones de barriles, tablados y otros reparos que se divisaron tenía para esto destinados.

Ochenta y ocho bombas fueron las que arrojó esta noche a la plaza nuestros heridos ocho, y tres los muertos.

Tercio
Lógranse noticias de Cádiz por un navío que nos entró. Escaramuzan nuestras lanchas armadas con su contrario. Muévese un rezio temporal. Tírase una nueva línea.

Amanezió el día 3 sin más novedad por parte de los sitiadores que la de continuar con su disparo a la ruina de los puestos, que poco à se dixo. Nuestro gefe a vista de su porfiado tessón, dió orden que se trabaxara por la parte interior de la plaza y a la falda del monte algo más arriba de la brecha una nueva línea para defender lo alto y detener al enemigo en caso que se apoderase de la Redondela.

Des del Muelle Viejo se le hizo todo este día un incessante fuego, con que se le embarazó al contrario la continuación en gran parte de su trabaxo. El Centurión Inglés fragata de a cinquenta piezas y que se avía enviado para reconozer el armamento que en Cádiz disponía el de Pointí entró en la baya con una nave francesa de a veynte y ocho piezas, que venía de la Martinica con un rico cargo de azúcar y otros géneros. El capitán inglés dió cuenta a su vicealmirante de que no avía en Cádiz por entonces apariencias ningunas del armamento que se avía publicado, antes bien que los pocos navíos que tenía allí el de Pointí estavan retirados tras del Puntal, quizás de miedo que tenían a nuestra esquadra. Con esta noticia, que quiso el inglés celebrar con hazer una alarma al enemigo, embió unas lanchas a la del mar armadas de alguna gente que se desembarcó a poco rato y escaramuzeó por algún tiempo con su contrario, quien con la ventaja de los cavallos que llevava, persuadiéndose que retiravan los ingleses para huir el choque, se les acercaron con tan poco rezelo de que les pudiesen ofender los nuestros navíos que llegaron casi a la lengua del agua, penzando aquella cavallería no solo estar segura si también lograr el venzimiento de la gente desembarcada, pero dispararon aquellos buques contra aquella gran tropa enemiga sus cañones con tanto efecto, que enfilando las balas en medio de aquel cuerpo fueron precisados a retirar desordenadamente con pérdida de algunos de ellos y cavallos que montavan.

Aquella noche se levantó un tan rezio temporal de levante, que dió algún cuydado a los de nuestra armada por hallarse esta ancorada en la parte más expuesta a la violencia de los vientos. Llovió mucho, con que se le estorvó al enemigo totalmente su trabaxo, de calidad que en toda la noche solo nos pudo disparar diez y ocho bombas.

Quarto
Desaguan los de afuera sus trincheras. Concluye el príncipe sus obras de defensa. Prosigue el temporal y lluvia.

Trabaxaron los sitiadores todo el día quatro en desaguar sus trincheras. Con que fué poco o ninguno el fuego que hizo. En el mar continuó la tempestad con tan desecho temporal, que en todo el día pudo llegar lancha alguna a bordo de los navíos. Con todo el príncipe con la oportunidad que le subministrava la ocasión, pudo concluir enteramente las defensas que días atrás avía empezado en la Redondela, cortina, camino cubierto y castillo. En toda la [sic] no intentó el enemigo más movimientos que el de continuar en el desaguadero de sus trincheras, y assí solas 18 bombas logró tirar a la ciudad.

Durante todavía [sic] el viento, y con esta ocasión cortada la comunicación entre la flota y plaza, al siguiente día en que el enemigo se contentó con hazernos algún fuego con una nueva batería de quatro cañones logramos algún adelantamiento de nuestros reparos con con [sic] la incessante aplicación de nuestros gastadores. Pero en la noche comenzó a disparar contra el Muelle Viejo, impaziente de ataxar los daños que recivía del continuado fuego que se le hazía de aquel puesto, que nos ocasionó algún daño en los que le defendían, pues fueron tres los heridos, sus bombas, que liberal nos echó en la ciudad llegaron a quareinta, y los que de ellas fueron heridos no passaron de dos soldados.

Con el abrigo que les pudo subministrar a los sitiadores la obscuridad abrieron una nueva foza, tirada des de la mano izquierda de sus baterías a la derecha de sus ataques a fin de abrirle al agua un nuevo camino para despedirla y echarla enteramente de sus líneas.

De Génova nos llegó una barca con la noticia de que franceses no hazían diligencia ninguna en Tolón para aprestar su flota, que quedava muy estropeada del último combate que con la del almirante Roock tuvo en las alturas de Málaga a los últimos de agosto día de San Bartholomé.

Capítulo décimo

Es recíproco el estruendo de nuestra artillería con la del enemigo, que trabaxa una nueva batería y nos echa bombas a la noche.

Restitúiese la armada en su proprio puesto no obstante la oposición de su contrario. Prosiguen los sitiados el grande parapeto junto a la Torre Redonda.

Despáchanse cartas al Faro. Continúan los botafuegos de una y otra parte su disparo. Escapan prisioneros de un navío con la lancha, y pegan fuego al mismo buque.

Conferencian el príncipe y vicealmirante. Perfiziona el enemigo su nueva batería. Prosíguese igual el fuego de una y otra parte, poniendo en arma nuestras lanchas a todo el campo.

Dirige nuestro contrario su disparo a la montaña y Muelle Viejo. Previénese de faxinas la plaza.

Primo
Es recíproco el estruendo de nuestra artillería con la del enemigo.

Amanezió el día 6 con el repetido estruendo de nuestras baterías. La nueva sí constante gallardía y brío con que los sitiados deseavan continuar los esfuerzos de su valor con el testimonio de su resistencia, a cuyo contraste disparó este día el enemigo con igual si no mayor vehemencia de lo que avía echo hasta entonces haziendo tiro con los de sus baterías en la que teníamos plantada sobre el Salto del Lobo, en cuya eminencia como se hallasen apostados los fusileros cathalanes, dieron bien a conozer la antigua pericia de los de su nación en el arte de puntería, porque den de aquel puesto y con el continuado fuego del mosquete, le hizieron al enemigo notable daño, no dexándole habitar en todo aquel trecho sin quedar totalmente expuesto a su fuego.

Por la noche trabaxaron los sitiadores notablemente en levantar una nueva batería junto al pequeño puente de piedra, que se dixo, y en asercársenos con la zapa azia la Redondela, bien que con el grande fuego que se le hizo de la plaza, singularmente del Muelle Viejo, se vió precisado a retirar otra vez la artillería de aquel parage, quedando echos pedazos quantos tablados y reparos avía prevenido para cubrir sus gastadores.

Como todavía durase la tempestad en el mar, no pudieron los marineros este día venirnos a assistir en la prosecución de nuestras defensas, que estavan ya muy adelantadas por lo mucho que en ellas se trabaxava, a que a más de los marineros concurría el zelo de quantos voluntarios avía en la ciudad con toda aplicación y fervoroso desvelo.

Contentose esta noche el enemigo en dispararnos veinte y quatro bombas, a que correspondió la plaza con el fuego que hasta allí avía acostumbrado de su artillería y morteros.

Secundo
Restitúiese la armada en su proprio puesto no obstante la oposición de su contrario. Prosiguen los sitiados el grande parapeto junto la Torre Redonda. Despáchanse cartas al Faro. Prosiguen su disparo los botafuegos de una y otra parte. Escapan prisioneros de un navío con la lancha y pegan fuego al mismo buque.

Sossegado ya el temporal el siete, se restituió a su primitivo puesto la armada echando el fierro, y haziendo alto, po[r] aver calmado enteramente el mar, bien que no sin alguna oposición que intentó hazerle su contrario disparándole algunos cañonazos de las dos baterías, que a la lengua del agua avía para esto fabricado.

Al mismo tiempo se trabaxava por parte de los sitiados en concluir el grande y fuerte parapeto, que se avía comenzado para resguardo de la Torre Redonda, llamada assí que medía entre el castillo y la Redondela, con que quedó en mi juizio restablezido y fortificado enteramente aquel puesto como de antes.

Este día se despachó un barcolongo con cartas al Faro, que se entregaron a don Joseph Corrons a fin de noticiar a su magestad (que Dios guarde) del estado en que se hallava la plaza, en razón de no aver recivido ningunas de Lisboa des del 26 del antecedente.

Continuavan mutuamente nuestras baterías y las del enemigo en el recíproco disparo, bien que este día pareze que la del Muelle Viejo fué donde azestaron con mayor cuydado sus artilleros.

Al anochezer suzedió el caso de que unos prisioneros franceses, que se hallavan en un pequeño navío, que se les avía apresado, lograron el poner fuego en su buque y escaparse con la lancha al campo enemigo, de que distavan muy poco, descuydo de los ingleses bien aprovechado para ellos.

Observose al zerrar del día que entrava mayor número de gente de lo acostumbrado en las trincheras, diose de ello parte al príncipe y governador, que dispuso sin retardo reforzar todos los puestos que más podían correr algún peligro, si bien es verdad que no tuvo poco trabaxo en contener a los ingleses, que de puro impazientes anelavan con todo esfuerzo hazer una vigorosa salida sobre las trincheras más inmediatas del enemigo, que se contentó por entonces con hazer aquel alarde sin más operación que la de dispararnos 64 bombas.

Tercio
Conferencian el príncipe y vicealmirante. Perfiziona el enemigo su nueva batería. Prosíguese igual fuego de una y otra parte, poniendo en arma nuestras lanchas a todo el campo.

Como las cosas del sitio pedían la uniformidad del príncipe y vicealmirante, passó a la noche a bordo a efecto de abocarse con este para conferir sobre los negocios que se ofrezían, y por la tarde de resulta; fueron despachados dos navíos de guerra para dar otra vista a aquella costa y puerto de Cádiz.

El fuego de la plaza no fué menor que los demás días, ni el del enemigo fué inferior al que avía echo de antemano. Descargó este día toda su furia contra el Muelle Viejo por lo mucho que este le ofendía en sus trincheras, que procurava igualmente adelantar no obstante el mucho daño que recivía.

El número de sus bombas según se observó no passó de 66. Nuestros heridos fueron cinco ni más ni menos. El otro día nos disparó unas catorze, aviendo sido este día su principal conato el arruynar la Torre Redonda de la montaña al mismo tiempo que por nuestra parte estavan 200 marineros haziendo cantidad de faxinas para reparar aquel daño.

En la nueva batería, que el enemigo avía comenzado días atrás, hizo que sus gastadores empleasen su jornal para perfizionarla.

Por la noche nuestras lanchas hizieron una arma falza, con que pusieron en confusión el campo enemigo, con cuya guardia escaramuzearon algún rato nuestros marineros.

Quarto
Dirige nuestro contrario su disparo a la montaña y Muelle Viejo. Previénese de faxinas la plaza.

Quedava ya concluída del día antecedente la nueva batería, que nuestro adversario avía levantado, y assí al alborar de el siguiente comenzó el disparo dirigiendo todos sus tiros a la montaña y Muelle Viejo, y pudo este día arruynar totalmente su parapeto, que no era muy fuerte, por averle fabricado de piedra seca, con cuya ruina logró la ventaja de impedirnos el disparo des de este puesto durante el día por no quedar parte en que pudiesen cubrirse los artilleros.

Nuestros matalotes, o por mexor decir nuestros gastadores, trabaxaron notablemente este día en prevenir faxinas con que poder remplazar el daño que en todas partes rezivíamos de sus baterías, cuyo fuego le enderezó este día en desbaratar las palizadas que teníamos en el fosso, disparando a este fin hasta unas 60 bombas de sus morteros.

Capítulo 11

Lento disparo el del enemigo. Estórvale nuestro cañón la prosecución de sus obras. Recuperan los navíos las áncoras que perdieron por el fuerte temporal.

Artilla nuestro contrario su nueva batería. Lógranse avisos por navíos que vinieron de las ocurrencias de Cádiz.

Bordea nuestro vicealmirante para conseguir el sobreviento. Éntranle a Villadaries algunas tropas. Moderado fuego de sitiados y sitiadores.

Forseja el vicealmirante para lograr puesto ventajoso. Disposiciones del príncipe, que manda arrestar a dos sugetos. Alegres noticias de no estar muy lejos nuestro socorro, con otros susessos.

Primo
Lento disparo el del enemigo. Estórvale nuestro cañón la prosecución de sus obras.

Con la incessante aplicación que avía puesto el enemigo en perfizionar la última de sus baterías, logró el día siguiente ponerla en toda perfizión, bien que no fué mucho el fuego que con ella se nos hizo, de calidad que solas veinte y quatro bombas nos arrojó en este día.

Nuestros navíos, que de la passada tempestad avían perdido algunas áncoras, con la calma que reconozieron en el mar pusieron mano a su hallasgo y en efecto lo lograron a poco rato.

Aunque quedava en el Muelle Viejo (como emos dicho) enteramente arruynada sus baterías no por esso se dexó de disparar con algunos cañones, des de aquel puesto con el abrigo de la noche, de forma que en la de este día se le pudo con el fuego que de aquí se le hazía estorvarle notablemente al enemigo su trabaxo, a que ayudó no poco un mortero que des de lo alto de la montaña les iva a ratos disparando muchas piedras.

Secundo
Artilla nuestro contrario su nueva batería. Lógranse avisos por navíos que vinieron de las ocurrencias de Cádiz.

Dió algún cuydado a los sitiados el día 12 con experimentar el poco ruido que hazía el enemigo con su cañón y el grande aparato de faxinas que disponía en sus trincheras. Ocho grandes piezas amanezieron en su nueva batería, de las quales quedavan todavía algunas sin montar, cuyo fuego fué este día el de sus morteros, que descanzaron bastantemente pues solo nos disparó unas veinte bombas.

Con la buelta de los navíos, que días antes se avían enviado a reconozer el puerto de Cádiz, supimos aquel día, quedavan fuera de su baya diez y nueve vaxeles que puestos en orden de batalla esperavan el viento favorable para hazerse a la vela, y algunas otras fustas que tras del Puntal se aprestavan para acompañarles.

Assimismo nos entró un corsario olandés que dixo haver encontrado en el Cabo de Finis Terre un navío de transporte cargado de gente que se avía desviado de lo restante de la esquadra destinada para nuestro socorro, y que su capitán tenía orden positivo de venir en drechura al puerto de Gibraltar en caso de no encontrar su compañía en Lisboa. Esta noticia ya se dexa de considerar de quanto momento fué para alentar una guarnizión cansada ya con un sitio de tres meses poco menos, y reduzida al pequeño terreno de aquel ámbito, fatigada de tantos modos con el continuado e impertinente fuego que contra de la plaza hazía el enemigo, y en fin disminuida y mortificada de aquella fatal epidemia que se ensendió entre los ingleses por no haverles provado el clima, ni el vino que encontraron en la plaza.

El vicealmirante Leack apenas huvo entendido que el de Pointí quedava con su esquadra fuera de la baya de Cádiz, tomó la resolución de salir de la de Gibraltar favorezido del poniente, que a la sazón soplava, con ánimo de esperar aquel francés en el golfo en caso quisiera este chocar con su flota. Con esta ocasión fue preciso que los marineros, que hasta allí nos avían servido en el remplazo de nuestras defensas, se restituyeran en los navíos, por lo que quedamos en la plaza con muy corto número de gastadores.

Tercio
Bordea nuestro vicealmirante para conseguir el sobreviento. Éntranle a Villadaries algunas tropas. Moderado fuego de sitiados y sitiadores.

Hecho a la vela el vicealmirante passó el día 13 a las costas de África, bien que por no apartársenos mucho de la plaza fué dando diferentes bordos, y aunque no soplava mucho el (viento de: barrat) poniente, pudo con la maestría de sus pilotos lograr el ponerse sobreviento, para que en caso que le acometiessen franceses, pudiesse con más desembarazo chocar con ellos.

Este día observaron nuestras sentinelas que llegavan al campo enemigo tres nuevos esquadrones de socorro, y que en él se passava reseña o muestra general de toda la gente, lo que dió motivo para dexar en gran parte de molestarnos con sus baterías, disparando solo quando lo executavan los de la plaza y no más. Esta quietud se interpretó por algunos a la gran falta de pólvora y balas que padezía, o bien como discurrieron otros a querer el día siguiente entrar con nuevo vigor a batir la plaza.

Hechose de ver que quedavan este día nuevamente vestidos la mayor parte de los soldados de los sitiadores, que ya lo avían bien menester, pues murieron muchos de ellos traspassados del rigor de la estación, faltos aún de lo preciso para la defensa del frío, que en aquel clima y ocasión fue harto pesado y no menos la humedad produzida de tanta lluvia, que experimentaron.

Esta noche se nos dispararon diez y ocho bombas sin más efecto que el de darnos algún susto.

Cuarto
Forseja el vicealmirante para lograr puesto ventajoso. Disposiciones del príncipe, que manda arrestar a dos sugetos. Alegres noticias de nuestro socorro.

Por la gran falta de viento no se descubrió hasta el madrugar del día 14 la armada del vicealmirante Leack sobre la misma costa de España de que forsejava para apartarse no obstante la grande calma, que se reconozía en el mar.

Tampoco el enemigo nos hizo mucho fuego en todo este día como penzávamos, de calidad que en todo él no nos disparó más de treze bombas, de que infirieron muchos que los sitiadores esperavan a Pointí con su nueva esquadra para atacar a todo tranze aquella plaza. El príncipe como no cessava un punto de invigilar sobre los designios del enemigo, dió muestras este día de sospechas de que dentro de la plaza se iva continuando la primera traición con tanto mayor calor quanto eran de mayor carácter las personas que en ella concurrían, y a la verdad no ay duda que se hubiera logrado a no averla en sus principios procurado atajar con la noticia que subministró el mismo Mossolet, que como a cómplice y primer instrumento de toda esta maraña, fué ahorcado al principiarse el assedio.

Últimamente en consequencia de lo dicho, mandó el príncipe arrestar a dos de los principales sugetos de la plaza dando orden igualmente a las sentinelas puestas a la circunferencia de la montaña que estuvieran sobre aviso, caso que de noche, como se avía observado algunas vezes, si llegaran algunos barcos enemigos al surxidero.

Por la tarde deste día nos llegaron con una fragata tres coroneles ingleses, que nos remitía de Lisboa milord Gallovay, que nos dieron cierta noticia de estar ya no muy lexos el socorro. Dixeron assimismo como tres navíos franceses les avían dado caza.

El poco viento que sopló este día dió motivo a nuestra esquadra para echarse otra vez a la costa de Tetuán a efecto de aguardar el levante, y ir en busca de la enemiga para fazilitar con esto y dezembarazar totalmente el passo a nuestro socorro.

Quinze bombas fueron esta noche las que nos dispararon des de los ataques.

Capítulo 12

Llegan avisos de ocupar el estrecho el de Pointí con su esquadra. Detienen al inglés las calmas en las costas de África. Trabaxa el enemigo en perfizionar la línea cerca la Redondela.

Fortifican sitiadores sus ataques con duplicadas estacas. Atienden los sitiados a sus reparos. Confirmación de estar en camino nuestro socorro. Noticias por un desertor que nos vino.

Avisos por un bergantín español. que apresamos, y de otros desertores, que nos entraron. El continuo fuego del enemigo destruye nuestras baterías. Acércasenos con la zapa a la contraescarpa y Redondela. Éntranos parte del socorro con otros susessos.

Primo
Llegan avisos de ocupar el de Pointí el estrecho.

Hízosenos ya del todo sospechoso el día 15 por el silencio que se observava en el enemigo cuyo trabaxo se reduxo por aquel tiempo a assegurar con diferentes estacadas el accesso de sus baterías, de que infirieron muchos de los sitiados que su designio tirava a conquistar aquella plaza, más que con assaltos, en la continuada y prolixa estrechez con que de cada día la iva apretando.

Un corsario olandés, que se retiró a nuestra baya después de averle perseguido mucho tiempo la esquadra de los enemigos, confirmó la noticia de tener ya ocupado el estrecho el de Pointí.

Creiose, y con bastante fundamento, que las calmas todavía tenían al vicealmirante Leack en las costas de África, y en efecto se supo que se avía arrimado este general al río de Tetuán, en que últimamente dió fondo para esperar el tiempo.

Por la noche trabaxó incessantemente el enemigo en perfizionar la línea, que cerca de la Redondela días antes avía tirado, disparando a este fin hasta veinte y quatro bombas, que enderezó a la contraescarpa para molestar con esto a la guarnizión que allí teníamos apostada.

2
Fortifican sitiadores sus ataques con duplicadas estacas. Atienden sitiados a sus reparos. Confirmación de estar en camino nuestro socorro. Noticias por un desertor que nos vino.

Continuava el enemigo el adelantamiento de su trabaxo a toda costa zerrando con duplicadas estacadas su batería, cuyo fuego no fué este día tan grande como avía sido días atrás.

Los sitiados quedavan este día en perfizionar sus defensas y el príncipe en continuar sus órdenes precisos para la seguridad.

Bolvió la tartana, que se avía despachado con cartas al Faro, y por ella supimos la certeza de que el socorro estava ya en camino.

Este día se tuvo la fortuna de coger a un andaluz cerca de la Puerta de Tierra, que dixo que el enemigo patrocinado de algunos de dentro de la plaza, estava con ánimo de dar un avanze general por mar y tierra a las 3 de la mañana, seguro de encontrar en una de las dos partes poca o ninguna resistencia, para cuyo efecto solo esperava la respuesta de una carta. El príncipe, oídas estas razones, mandó guarnezer los puestos lo mexor y más fuertamente que pudo con cabos de su mayor confianza, de calidad, que si se huviese atrevido a avazar nuestro competidor no hay duda que se le huviera dado bien que merezer. El fuego de una y otra parte fué muy grande. Reparose que las trincheras del enemigo eran llenas de gente, lo que dió motivo a nuestro príncipe comandante para echar un bando, en que se ofrezía dar a qualquiera de los soldados que se hallare o savidor en la traición, que se sospechava, descubriéndola a más de la seguridad de su vida cien doblones de contado.

No éramos ya nosotros solos los que padezíamos falta de bombas, porque igualmente los enemigos la sentían, como lo echamos de ver la noche deste día, en que solo se nos dispararon doze de sus a[p]roches.

3
Avisos por un bergantín español que apresamos y de otros desertores que nos entraron.

Todavía la luz no dava muestras de amanezer, ni el día aún se assomava, quando al 17 un un [sic] bergantín español se atrevió a entrar dentro de la baya con el designio de passar con su cargo de vino y aguardiente al río que cerca del campo enemigo desaguava, bien que descubierto por nuestras lanchas, le acometieron a poco rato sin ninguna oposición. Truxéronle al muelle de la plaza, cuyo patrón puesto delante su governador le dió cuenta de su viage. Díxole como avía salido de Cádiz à tiempo que ya la esquadra enemiga avía zarpado de aquel puerto el número de quinze navíos de línea, dos fragatas y quatro brulotes en busca de la esquadra inglesa y olandesa.

Entráronse en la plaza este día dos desertores, quiénes dixeron estavan muy maltratadas las baterías de nuestro contrario, y que por el continuado fuego que le hazíamos quedava notablemente minorado en gente, de calidad que de quareinta piezas que tenía al principiar el sitio avía muy pocas aptas para servir, bien que no bastó esto para reprimir su porfía, porque este proprio día a vista de que no podía cogernos por engaño, bolvió a hazer jugar el cañón con todo esfuerzo adelantando al mismo tiempo sus trincheras no obstante la mucha oposición que le hazíamos con el continuo disparo de nuestras baterías, a que correspondió este día con catorze bombas.

4
El continuo fuego del enemigo destruye nuestras baterías. Acércasenos con la zapa a la Redondela y contraescarpa. Éntranos parte del socorro.

Avivavase de cada día más y más el fuego con que los contrarios nos ofendían. El 18 procuraron derribarnos las baterías, que teníamos construidas sobre las brechas del bastión, y cortinas. Trabaxó assimismo en acercársenos más con sus ataques a la contraescarpa, en que le hizo notable daño el fuego de nuestra mosquetería.

Esta tarde montaron la trinchera cinco banderas francesas, de que nos avisó un desertor que se passó este día a la plaza dando cuenta de los grandes desabrimientos y contrastes que passavan actualmente en el campo entre los cabos de una y otra nación. Dixo también como la mayor parte de su cavallería quedava del todo maltratada, que los navíos que avían entrado en la baya eran parte de los que componía la esquadra inglesa, que poco antes se avía hecho a la vela.

Dormimos esta noche con toda quietud por quanto no nos disparó el enemigo bomba alguna, quizás preocupado con la noticia que nos truxo el Antelope vaxel de guerra, que con otros ocho más de transporte llegó este día felizmente a nuestra baya con parte del socorro que tanto tiempo haze esperávamos. Supimos por este camino como el de Pointí estava apostado en el estrecho con una fuerte y numerosa esquadra para impedir totalmente el passo a la nuestra, caso que se arrestara a socorrernos. Dixeron también que al passar a su vista avían los enemigos puesto bandera inglesa.

Capítulo 13

Alborozo en la plaza con motivo del nuevo socorro. Míranse bolar águilas reales sobre la montaña. Percistencia de nuestro contrario en echar por tierra la línea de comunicación. Manda el príncipe remplazar nuestras baterías.

Llégannos más navíos con gente del socorro. Prosigue el enemigo su violento fuego contra nuestros reparos, avanzando sus obras azia la plaza.

Acestan los sitiadores contra la cortina de San Bernardo y baluarte de San Pablo logrando algunos passos de terreno. Difúndese voz que alarma la guarnizión.

Fuego recíproco de sitiados y sitiadores no distando estos más de unos 150 passos de la contrescarpa. Apreención de un barco longo con otros susessos.

Primo
Alborozo en la plaza con motivo del nuevo socorro.

Dexo a la consideración la alegría que tubieron los sitiados al verse ya con parte del socorro en el puerto. Dávanse mutuamente los parabienes celebrando con diferentes demonstraciones de regosijo las nuevas fuerzas que logravan para poder enteramente contrastar contra la enemiga perfidia. Aumentose este alborozo con el feliz anuncio que nos batizinaron dos águilas imperiales que se dexaron ver por mucho rato sobre la atalaya del monte, en cuyo cielo se detuvieron algún tiempo con las alas tendidas, formando los vistosos pavellones con admiración de los naturales de aquel país, que las estrañaron tanto más quanto menos se avían dexado ver hasta allí en aquel terreno bolátiles semejantes.

No obstante el grande refuerzo de gente que efectivamente nos iva llegando, percistía el enemigo el día 19 con el continuado disparo de su nueva batería en echar por tierra la línea de comunicación para lograr no pudiesse ser socorrida en caso de assalto sin notable peligro, y assimismo el cubo o pastel. Este día desembarcaron las tropas del socorro, que se presentaron luego en la plaza mayor de la ciudad a vista del príncipe governador, que las recivió con singularidad, y a los cabos con todas aquellas muestras de benevolencia que sabía expressar su generosidad en semexantes lanzes. Admitió a los oficiales que venían de nuevo a rendirse a su obediencia con el ademán de darles los brazos en prueba de la estimación que hazía de ellos. Repartió luego toda esta gente en sus quarteles, y por los quarteles las competentes municiones.

Poco después passó el príncipe a dar nuevos órdenes para componer algunas piezas en batería a fin de rezarzir con ellas la falta de las que quedavan desmontadas, en cuyo empleo fué preciso que los nuevos huéspedes cooperasen con el ombro y con su assistencia, haviéndolo dilatado hasta allí por falta de quién lo hiziera.

2
Llégannos más navíos con gente del socorro. Prosigue el enemigo su violento fuego contra nuestros reparos avanzando sus obras azia la plaza.

Al passo que se les iva multiplicando a los sitiados la gloria en el venzimiento se les iva multiplicando igualmente la gloria con los nuevos socorros, que les ivan llegando para mayores. Este día, que lo era el 20, se dexó ver porción de los navíos de la esquadra que esperávamos, tan de improviso, que sorprendió a todos aquella novedad, en manera que nos entraron este día hasta nueve dellos con buena parte de la gente que se nos enviava, con que salimos del cuydado en que nos avía puesto su tardanza con cuya conduzión aportó don Francisco de Zínzerling secretario de su magestad cesárea y otros sugetos que venían de Lisboa.

Los olandeses, como no parezieron este día, creimos se avían buelto a las costas de Portugal a fin de no dar en manos del de Pointí, que les estava con impaziencia aguardando para apresarles, como lo hizo con dos que se adelantaron más de lo que era menester para continuar con seguridad la derrota azia nuestra baya.

No le supo bien al Villadaries el nuevo refuerzo de gente que nos llegó tan a tiempo, y assí para darnos a entender su sentimiento nos hizo este día un fuego violento, haziendo jugar continuamente sus cañones contra el Muelle Viejo, que fué el que se llevó las pedradas en esta ocasión. Por la noche trabaxó incessantemente en perfizionar sus trincheras, avanzó quanto pudo con la paralela azia la contraescarpa, en cuyo designio nuestro fuego le dava no poco que merezer. Porque como fué esta la primera noche en que la gente del socorro avía montado las brechas, hizo alarde el presidio del nuevo refuerzo que le avía llegado.

La otra mitad entró en esta tarde, y con ella recivió una carta el príncipe del vicealmirante Leack, en que le esperanzava con el retorno a fin de acordar por este medio las medidas más necessarias para la seguridad y defensa de la plaza.

Parézeme que este día se le avía olvidado al enemigo el disparo de las bombas, porque en todo él no nos arrojó ninguna. Quizás sería porque se le avían acabado.

3
Acestan los sitiadores contra la cortina de San Bernardo y baluarte de San Pablo logrando algunos passos del terreno. Difúndese voz que alarma la guarnizión.

No acabavan de determinarse los contrarios en dar todavía un assalto siquiera en la plaza, en medio de tener las brechas aptas para ello, y assí no es mucho que en el jugar de sus baterías hizieran tantas mudanzas. El día 21 todo fué azestar el cañón contra la cortina de San Bernardo y baluarte de San Pablo. Por la noche logró algunos passos de terreno, qué inmediatamente cubrió con los gabiones que para esto tenía prevenidos, y aunque consiguió el cubrirse en parte del fuego que se le hazía des de nuestra mampostería, no pudo totalmente evitar el daño que continuamente recivía del Salto del Lobo, cuya guarnizión cumplía tan exactamente con su dever que dió bien que hablar de la regla y pericia con que disparava. No vimos bomba alguna de nuestro contrario esta noche, con que fué verdadera la sospecha en que ya estávamos el día antecedente.

No permitió el viento este día que se acercara la armada como deseávamos a fin de lograr con su assistencia el buen éxito que nos prometíamos de la salida que avíamos ideado.

Por la tarde se levantó de improviso una voz que puso en no pequeño cuydado a los sitiados. Corrió que los españoles avían ocupado otra vez la montaña, con cuya noticia huvo un grande rebato en la ciudad. Tomó luego toda la guarnizión las armas y se destacó una manga de granaderos y alcabuzeros para entrar en la funcción, caso que fuesse verdad lo que se avía difundido. Marchava ya azia la montaña este cuerpo por orden del príncipe comandante, quando se supo que los que se dexavan ver en la sima eran unos marineros ingleses que, movidos de la curiosidad de reconozer los reales del enemigo, avían subido a aquel puesto y que con permisso de las sentinelas passavan toda aquella eminencia.


Fuego continuo de sitiados y sitiadores no distando estos más de unos 150 passos de la contraescarpa. Apreención de un barcolongo.

El bastión de San Pablo y la cortina de San Bernardo continuaron el 22 en ser el terror a que el encono enemigo dirigía todo su fuego, a que respondió nuestro cañón de todas partes con una summa y perfecta regla, singularmente el bastión de San Pablo, en que el contrario se persuadía no nos quedava pieza entera. Avanzose no obstante con sus aproches hasta unos 150 passos de la contraescarpa a que no osava llegar con más diligencia por el grande fuego que de todas partes se le hazía.

El príncipe mandó expedir un orden en que mandava se recogieran con todo cuydado en el astillero las bombas que del enemigo durante el sitio no avían reventado a fin de ahorrar por este camino parte de las que se disparavan des de la montaña.

Una fragata inglesa, que entró en la baya de tránsito para salir en corso, apresó un barcolongo español que trahía provisiones al real de los sitiadores.

Capítulo 14

Es mutuo el disparo de una y otra parte. Salida bien lograda de los de la plaza.

Logran tres soldados enemigos incendiarnos el parapeto que cubría la Torre Redonda con ademán de passarse a la ciudad.

Adelanta sus obras nuestro contrario, perfizionando igualmente las brechas del baluarte, cortina y Redondela con desesperado fuego. Entra a la baya nuestra flota. Guarnezen sus ataques los sitiadores con tres ileras de cestones. Aplicación de los de la guarnizión en las obras de defensa.

Executan otra salida los del presidio. El continuado fuego de nuestro cañón contiene el adelantamiento de las obras de su contrario. Embárcanse los marineros que nos servían de gastadores. Pónese a la vela nuestro vicealmirante para Lisboa con otros susessos.

Primo
Es mutuo el disparo de una y otra parte.

No avía logrado más ventajas hasta aquí nuestro contrario en tres meses de sitio con que nos tenía estrechados en este día que contávamos 23, en que continuó el disparo mutuamente sin más novedad. Tiráronsele de la plaza algunas bombas a que todavía no correspondieron los sitiadores por no tenerlas.

Eran como las siete de la tarde quando el príncipe dispuso que saliesen hasta unos 300 hombres a quemar los gabiones, que tenía puesto nuestro adversario en una de sus trincheras, cómo lo executaron a poco rato con tanta intrepidez, que cogiéndole de improviso lograron el desaher [sic] parte de sus trabaxos, no aviendo encontrado sentinela alguna en sus primeros ataques en que estuvieron derribando sus obras como una media hora, sin que el enemigo lo echase de ver, de calidad que assí como los nuestros se contentaron en terraplenar sus primeros aproches huviessen en primero embite acometido sus baterías, no ay duda que las huvieran podido enclavar sin oposición.

Salió al cabo el enemigo a hazernos frente, y no queriendo el príncipe aventurar aquella gente a las contingencias que en la guerra suelen intervenir, mandó se retirara contentándose por entonces de haver quemado en tan breve rato quantas obras avían trabaxado los sitiadores en muchos días. Fué indecible el fuego con que al retirar nuestra gente recivió de su contrario, que venía persiguiéndola. Pero como fuesse incessante el disparo de la Redondela, bastión de San Pablo y cortina, se vieron precisados los enemigos a retirar quanto antes con pérdida de algunos de ellos, aviendo sido la de nuestra parte entre muertos y heridos solo unos 12 soldados, sin que entre ellos se contase persona de distinción, con cuyo buen éxito se alentó tanto la guarnizión, que impaziente estavan esperando muchas de estas funcciones.

2
Logran tres soldados enemigos incendiarnos el parapeto que cubría la Torre Redonda, con ademán de passarse a la ciudad.

Rechazado el enemigo como 200 passos el día veinte y quatro le empleó en meditar como podría vengarse con los de la plaza, de la burla que últimamente le avían echo sobre sus ataques. Con esta idea resolvió aquel mismo día por la noche incendiar el parapeto que cubría el puesto de la Torre Redonda. A este propósito envió tres soldados que, haziendo el ademán de passarse a la plaza desertando por aquel parage, aviéndoles permitido nuestras sentinelas que se acercaran, pegaron con tanta presteza fuego a unas faxinas que estavan caydas al pié del parapeto que emprendiéndose con fazilidad la llama, y dilatándose a poco rato, puso en gran riesgo aquella fábrica, y realmente a no aver acudido puntualmente a apagar el incendio, hubiera quedado hecha zeniza de las llamas aquella fortificación, cuyo daño no fué considerable en razón de aver sido tan pronta nuestra vigilancia en procurar el remedio. Es verdad que el contrario hazía grande oposición a los que le agenciavan, pero no fué bastante toda su mampostería para contenernos de esta urgencia y ponderosa ocurrencia.


Adelanta sus obras nuestro contrario perfizionando igualmente las brechas del baluarte, cortina y Redondela con desesperado fuego. Entra a la baya nuestra flota. Guarnezen sus ataques los sitiadores con tres ileras de cestones. Aplicación de los de la plaza en las obras de defensa.

Día en que celebra nuestra madre la Iglesia el nacimiento de nuestro redentor 25 de deziembre. Día en que al salir Christo al mundo estava el Universo en paz en otro tiempo, el más feliz que han visto los siglos. Día en fin todo de gloria, aviendo destilado el cielo miel en su noche, como canta la Iglesia. No perdonó nuestro contrario a su solemnidad para dexarnos siquiera con sossiego durante su luz para considerar sus misterios, prosiguió en adelantar sus obras y con sus obras las brechas en el baluarte, cortina y Redondela sin distinción de puestos, de calidad que todo aquel día azestó igualmente que los otros su cañón para batir la plaza, que le respondía, motivados los sitiados a la defensa y seguridad a que les precisava la justicia.

El viento fué levante todo este día, con que pudimos otra vez lograr dentro de la baya a nuestra armada a donde passó inmediatamente el brigadier Schayentan de orden del príncipe comandante con el carácter de governador de la plaza, para conferir con el vicealmirante algunas cosas de mucho peso tocantes a la buena defensa de aquel antemural.

Fué increíble el rezelo con que quedó el enemigo con la novedad de nuestra esquadra, temiendo no se hiziera a un mismo tiempo algún desembarco y salida de la plaza.

En resulta de aver enviado el príncipe el 25 a Schayentan a bordo, el vicealmirante repitió la visita al príncipe dexando acordada la partenza entre los dos de aquella esquadra a falta de bastimentos con que se hallavan los navíos para los de su guarnizión.

Reparose este día que trabaxava el enemigo con toda diligencia en fortalezer nuevamente con tres ileras de cestones unos tras otros sus trincheras, añadiendo a trechos a este mismo fin ciertos fortines en forma de reductos, que con algunas cortaduras hazían más difízil su accesso.

Los sitiados igualmente se emplearon este día en pertrechar con nuevos reparos el parage de la Redondela y en restablezer las obras del camino cubierto que va a ella, por quanto de la continuada batería de los sitiadores quedava muy maltratada.

4
Executan otra salida los del presidio. El continuado fuego de nuestro cañón contiene el adelantamiento de las obras de su contrario. Embárcanse los marineros. Pónese a la vela nuestro vicealmirante para Lisboa.

El buen éxito que avían tenido los de la plaza en la salida que executaron sus soldados dió motivo al príncipe para idear otras nuevas, y azí el día 27 llamó a consexo de guerra dos cabos ingleses y otros tantos olandeses para que se decretara el modo, forma y lugar que se avía de tener para ello. A este fin prometió el príncipe a los soldados un medio real de a ocho por cada gabión que truxeran de las trincheras del enemigo, con cuyo cebo no faltaron siete soldados aquella misma noche que, arrojándose sin ningún temor al peligro, entraron otros tantos en la plaza a que todo este día procuró el enemigo avanzar sus obras por la parte de la contraescarpa.

Fué el príncipe al siguiente día a bordo de el inglés para despedirse, cuya armada se puso a la vela poco después saliendo de la baya para Lisboa, bien que soplava poco el viento en aquella ocasión.

Este día fué mucho el daño que hizo sobre el enemigo la artillería, que últimamente se avía plantado en el bastión de San Pablo, cortina y Muelle Viejo, y en efecto le obligó a no continuar en el adelantamiento de su trinchera, contentándose con correspondernos con su cañón, cuyo disparo fué moderado por quedar muchas de sus piezas o desfogonadas o del todo inútiles para ofendernos.

Dos navíos fueron enviados a Tetuán y Tánger para buscar víveres y municiones de boca, a vista de la notable falta que de ellos padezían los sitiados a quienes faltava ya la carne fresca para su sustento y igualmente la salada.

Llevose el vicealmirante con ocasión de su partenza los pocos marineros que nos avían quedado para el remplazo de las fortificaciones y reparos que se ivan trabaxando en la plaza para su resguardo, cuya falta obligó al príncipe a que destinara un cabo con cien hombres poco más que les sustituiesse en aquella ocasión.

Capítulo 15

Retorna la esquadra a nuestro puerto por faltarle el viento. Prosiguen los del presidio la fábrica de su mina.

Ocupa el de Pontí el estrecho con su esquadra. Entra milord Dunegal con alguna gente. Dispáranse algunas bombas en las líneas del enemigo, y este su artillería a las brechas. Salidas de la plaza con otros susessos.

Adelantan los sitiadores sus trincheras, executando los del presidio otra salida.

Prosigue el enemigo sus operaciones contra la plaza, y esta las de su defensa.

Primo
Retorna la esquadra a nuestro puerto continuándose los trabaxos de la mina y otros.

La escazés del viento motivó al 29 a que nuestra flota bolviera atrás, con que pudimos ver otra vez al vicealmirante como estava forzejando para dexar el estrecho, pero la contrariedad del viento le obligó al retorno de nuestra baya.

Fueron echas en la plaza muchas faxinas, que se destinaron para la construcción de una nueva batería que se premeditava con la cautela de ocultarla al enemigo, en tanto que se estava trabaxando en el Muelle Viejo de dónde se le hizo siempre indezible daño.

Ívanse continuando al mismo passo las obras de la mina, cuyas cámaras ya empezavan a estar con mucha perfección y más dilatadas que de antes, trabaxándose incessantemente a fin de tenerla concluída quanto antes y apta para quando, y siempre, que el enemigo assaltara la plaza o la Redondela como más expuesta a su invasión.


Ocupa el de Pointí el estrecho con su esquadra. Entra milord Dunegal con alguna gente. Dispáranse algunas bombas en las líneas del enemigo, y este su artillería a las brechas. Salida de la plaza.

El navío de guerra inglés Gremuich de setenta piezas entró en la baya el día 30 por no haverlo podido executar antes con la ocasión de estar ocupado el estrecho de la flota enemiga, que impedía el passo. En este vaxel vino el esforzado brigadier milord Donegal con dos compañías de soldados de aquella nación, y aunque penzávamos nos podría dar noticia del paradero que avían tenido los restantes navíos que componían aquella esquadra, nos faltó la esperanza porque como él se avía separado de los demás, no pudo subministrarnos de ellos noticia segura, con que quedamos con el mismo cuydado que de antes.

Esta noche por orden del príncipe se le dispararon algunas bombas al enemigo des de lo alto de la montaña, y cayendo estas en drechura sobre las líneas que a su pié tenía, recivió no pequeño daño, de qué penzó vengarse dexando de disparar su cañón contra las brechas azestándole contra los soldados que subían y baxavan en ocasión de mudar las guardias de la montaña, sirviéndoles de blanco para executarlo con mexor suerte el color roxo de las casacas de los soldados ingleses de la guarnizión, que divisavan fázilmente den de sus últimas baterías.

La falta de balas, que padezíamos con alguna escazés, le subministró ocasión al enemigo para adelantar sus aproches, en tanto que nuestra mampostería jugava con alguna lentitud.

Una pequeña partida de los de nuestra guarnizión, que avía salido con toda cautela de la plaza, logró el hazer prisioneros a dos de las sentinelas enemigas, sin que en esta ocasión pudieran los sitiadores impedir el buen éxito de aquel arrojo.


Adelantan los sitiadores sus trincheras, executando los del presidio otra salida.

Soplávale todavía a nuestra flota el viento poco favorable, y assí fue poco lo que adelantó su viage.

Todo el conato del enemigo estuvo el 31 en adelantar sus trincheras, de calidad que fué mucho lo que trabaxó este día su cañón, y no obstante que podía rezelarse no fuesse aquello treta para dar a entender su descuydo, el príncipe la última hora de aquel día, que lo fue de aquel mes y año, mandó una salida para desbaratar los reparos con que el contrario se acercava a la contraescarpa. Quatro cientos hombres entraron en esta funcción, que a Diós gracias se logró con toda aquella felizidad que se podía desear, porque no solo fué rechazado el enemigo de su primera línea con el fuego de las granadas que se le arrojaron, más aún lograron los gastadores que a este fin se avían deputado la ventaja de romper y quemar los cestones de la trinchera, arruynando buena parte de ella, en tanto que sostenidos de nuestros granaderos, haziendo estos frente a la cavallería del adversario que les avía salido al encuentro. En esta briosa funcción perdieron los sitiados cinco soldados tan solamente, quedando heridos hasta unos 30, entre quiénes se distinguieron un capitán y cinco tenientes, con la ocasión de haver arrojado la artillería enemiga una brava descarga sobre nuestra gente, a ti[e]mpo que se ivan alojando baxo su artillería.

De los enemigos, aunque no supimos con individuación y certeza el número de los caydos, no ay duda que fué igual si no mayor su pérdida aviéndole cogido al descuydo y sin prevención.

4
Prosigue el enemigo sus operaciones contra la plaza, y esta las de su defensa.

Continuó al amanezer del año 705 la incessante aplicación de unos y otros en llevar adelante sus ideas, y si bien es verdad que el enemigo hizo este día un moderado fuego, el príncipe no obstante dió la providencia de que se le añadiera a la batería del bastión de San Pablo algunas piezas, como se executó este día a fin de no dexarle acercar al contrario sin grande trabajo y a mucha costa.

Por la noche nos entraron dos desertores que dixeron avían perdido los sitiadores en la salida del día antecedente entre muertos y heridos hasta unos 80 hombres.

Aunque el fuego del día 2 fue igual al que se nos avía hecho el primer día, experimentose en este mucho mayor, reduciéndose su idea a apostarse sobre un terreno elevado al pié de la montaña y no lexos de la Redondela de donde hubiera podido sin dificultad dominarla a haverla ocupado como pensava nuestro competidor, y en efecto lo hubiera logrado si nuestro cañón no se lo hubiera impedido, que tirando a aquel parage con tan buena suerte, no pudo salir, por más que lo procuró con su intento.

Este día nos entraron dos fragatas de quareinta y quatro piezas cada una, que por orden del vicealmirante venían para passar a África a diligenciarnos provisiones de boca de que tanto se necessitava en vista de la estrechez en qué vivíamos.

Capítulo 16

Dirige sus passos el enemigo para lograr un terreno elevado a fin de ocupar la Redondela. Executan salidas los de la plaza. Acuden los de afuera al reparo de sus líneas. Déxase ver nuestra flota.

Experimenta considerable daño nuestro contrario en sus trincheras del cañón de la plaza, no siendo menos el que hazía en las obras de su defensa. Noticias por un tránsfuga y navío genovés que nos entraron.

Manda el príncipe levantar un parapeto en la Redondela, y añadir piezas en el Salto del Lobo.

Desbarata los cestones que defendían las trincheras enemigas el cañón del Muelle Viejo, disparando con tres de sus líneas a la montaña. Rebato en la plaza.

Primo
Dirige sus passos el enemigo para lograr un terreno elevado.

Como el enemigo creía que el medio para ocupar la Redondela en parte se reduzía a hazerse dueño del terreno elevado de que se ha hablado arriba, tentó el día 3 de henero alojarse nuevamente alojarse [sic] a él con espanto y admiración de los sitiados a vista de la impossibilidad de subir por aquella parte a la montaña, de cuya falda se le hizo más que mediano fuego, por más que sus baterías le hazían considerable contra el Salto del Lobo.

Diferentes vezes en este día fatigó la vigilancia de los sitiados el desvelo de los sitiadores, saliendo en pequeñas partidas de la plaza hasta sus reales, de calidad que se vieron obligados a tomar las armas diferentes cuerpos persuadiéndose que avíamos echo alguna grande y considerable salida.

El día siguiente empezó a reparar el enemigo aquella parte de sus líneas que fué arruynada por los nuestros el treinta y uno.

La flota se dexó ver este día no aviendo podido passar más adelante, en razón de averle faltado el viento, en tanto que se vió precisada a esperarle a árbol seco en la baya de Tánger.

2
Experimenta notable daño nuestro contrario en sus trincheras del cañón de la plaza, no siendo menos el que hazía en sus obras de defensa. Noticias por un tránsfuga y navío genovés que nos entraron.

De la batería del Muelle Viejo fué el día 5 muy considerable el fuego que hizo con las dos piezas que en él jugaron, sostenidas de las del bastión ya dicho y su cortina, de calidad que este día hizo singularmente grande daño en las trincheras de los sitiadores enfilándolas por entero sin dar lugar a que se pudieran alojar en ellas los que las devían guardar, como lo confirmó un desertor olandés que se nos passó con la individualidad de aver muerto en aquel parage aquel mismo día un capitán de granaderos, dos sargentos y otros soldados de menos nombre.

Dió cuenta este tránsfuga de que el enemigo avía ya empezado una contramina para topar con la nuestra, y en la realidad respeto de la mucha tierra que se avía levantado de poco tiempo a aquella parte, no fué difízil dar crédito a aquella novedad.

De una y otra parte fue el día siguiente el fuego harto notable a sus últimos ataques. Reparamos que el enemigo dió este día la última mano reforzándoles con unos grandes cestones, para que los sitiados en caso de salida no pudiessen con fazilidad arrancarlos.

Con ocasión de la mucha madera que se observó acarreavan los de afuera a sus trincheras, creímos estava ya muy adelantada su contramina, en cuya consideración se tomaron en la plaza las disposiciones necessarias para precaucionar la que se tenía ya fabricado [sic].

Por un navío genovés, que llegó en 18 días de Londres, se tuvo la noticia de que las plazas de Landau y Faerbach quedavan ya rendidas y que una nueva esquadra estava aprestándose para passar con gente quanto antes a aquellas costas a efecto de socorrer nuestra plaza.

Últimamente nos dixo como avía encontrado nuestra armada fuera del estrecho. Su cargo consistía en cantidad de pólvora y plomo, con que pudo el príncipe suplir la falta que de ello parezía comprándolo a un buen precio a fin de tener en adelante con que continuar el disparo de nuestra mampostería, cuyo fuego fué tan grande a días que passó de quatro mil tiros no pocas vezes.


Manda el príncipe levantar un parapeto en la Redondela, y añadir piezas en el Salto del Lobo.

Para resguardar quanto se pudiera a la gente que estava de presidio en la Redondela, mandó el príncipe que se levantara un reparo que les sirviera a un tiempo de defensa contra piedras con que el enemigo solía inquietar los soldados, y de parapeto para sostener a menos costa aquel puesto en caso que quedara su primera entrada por los sitiadores, cuyas baterías hizieron este día algún fuego para cubrir a sus gastadores, que todavía trabaxavan sin cessar en sus trincheras.

Por medio de otro navío genovés, que este día nos llegó del Faro, logramos una buena cantidad de vino y aguardiente, que sirvió de no pequeño socorro para los del presidio.

A la batería del Salto del Lobo mandó oy el príncipe comandante se añadieran dos piezas más, a fin de incomodarle al enemigo al mismo passo que se nos iva acercando.

4
Desbarata los cestones que defendían las trincheras enemigas el cañón del Muelle Viejo, disparándose con tres contra la montaña. Rebato en la plaza.

Con el incessante disparo que se les hizo a los sitiadores el día 8 con las nueve piezas que teníamos en el Muelle Viejo, logramos el desbaratar gran parte de los cestones que servían de reparo en sus trincheras. Y si bien es verdad que procurava el enemigo con su fuego incomodar al mismo tiempo a los de la plaza, ya con piedras, ya con bombas, que mutuamente unos y otros disparavan, no consiguió más efecto que el de herir en la cabeza con el tiro de un canto al teniente coronel Moncal a tiempo que estava este sobre la Redondela presidiándola con su gente.

Se le disparó al 9 al enemigo des de la montaña con 3 piezas y un mortero, cuyos tiros fueron tan acertados que le precisaron a acestar las baterías enderezándose los tiros contra la que nuevamente se avía plantado en aquella eminencia, para cuyo resguardo anteviendo el príncipe lo que podía suzeder (como suzedió), formó un buen parapeto en este parage de antemano, con que quedó del todo frustrado el esfuerzo de nuestro adversario. Este día sus gastadores trabaxaron en una nueva línea, que corría por medio de las dos que le avían descompuesto últimamente por los de la plaza en la salida, que estos pocos días antes con tan buena suerte avían executado.

Eran como las siete de la tarde quando se movió una voz que publicava aver desembarcado mucha gente el enemigo cerca de la Virgen de Europa, con que se tocó a rebato, y tomando cada cual sus puestos, salió el príncipe comandante con algunos cabos a reconozer aquel parage, y aviendo hallado sin fundamento alguno lo que se avía esparzido, mandó que cada qual se retirase a su quartel hasta nuevo orden.

En esta ocasión fué notable la promptitud y presteza con que cada uno de los soldados se esmeró en acudir a sus puestos, con la previa noticia y orden que se avía intimado.

Capítulo 17

Igual tessón de sitiados y sitiadores en el disparo, haziendo notable daño en los ataques las piezas del Salto del Lobo.

Manda plantar el príncipe una batería sobre la cortina de San Pablo. Noticias por un desertor que nos vino.

Experimenta notable daño de nuestra montaña el enemigo acercándose a la contraescarpa.

Atienden los de la plaza y contrario al reparo de sus obras.

Acarrean piezas los sitiados a la gran batería.

Tiénese un consexo. Trabáxase un fuerte sobre la Redondela con otros susessos.

Primo
Igual tessón de sitiados y sitiadores.

Como no suzedió más novedad el día 10 que la de haverse proseguido la expugnación y defensa de entrambas partes con igual tessón, solo diré lo que passó al enemigo con el incessante y irregular disparo de piedras que los catalanes hazían sobre sus trincheras, molestándole y impidiéndole notablemente el designio de passar adelante su ataque. Fué el caso que apurado de todos modos de tan prolixa como penosa lluvia, dispuso para vengarse un mortero en la línea más inmediata a la Redondela para retornarlos a aquellos el jornal, bien que hasta en esto fué tan poco feliz su destino, que no pudo recabar con el intento, de manera que rompiéndole el mortero a los primeros tiros se vieron muchos de los suyos tendidos por tierra del continuado fuego que des de aquella eminencia recivían.


Manda plantar el príncipe una batería sobre la cortina de San Pablo. Noticias por un desertor que nos vino.

No se reconozió en todo el día 11 novedad alguna en las obras del enemigo, con que pudieron los de la plaza con menos rezelo atender a la prevención de otra nueva batería que sobre la cortina de San Bernardo trazó del príncipe en esta ocasión, con la singularidad de bolver al cabo de tres meses de sitio a batir los ataques con igual número de piezas al que tenía el enemigo contra la plaza.

Por medio de un desertor olandés supimos este día que la mina del enemigo estava ya llena de agua, con la mucha que días atrás avía dado las crezidas lluvias que por aquel tiempo huvo, y aunque Villadaries como se observava des de la montaña hazía trabaxar en desaguar sus cámaras, con todo la humedad del tiempo frustró enteramente el designio que el enemigo se avía propuesto con su disparo. Dixo assimismo como alentava aquel general su exército reduzido ya a corto número con las buenas esperanzas de que quanto antes le entrarían algunos regimientos para acabar con assaltos los trabaxos de aquel sitio.


Experimenta notable daño de nuestra montaña el enemigo acercándose a la contraescarpa.

Las piezas que se avían puesto en la montaña en el mencionado parage, como hazían tan notable daño al enemigo, prosiguieron el día 12 en ofenderle de todos modos, y fué tan acertada la puntería de nuestros botafuegos en este día, que como se observó al tiempo que marchavan para mudar la guardia en los ataques diferentes ileras de su infantería y cavallería quedavan enteramente desechas.

Aplicáronse los contrarios este día en acercarse a la contraescarpa de que ya solo distava como unos 100 passos, bien que no pudo acabar de fortificarse en aquel terreno por no permitírselo su estrechez y estar expuesta su situación a todo el fuego de nuestra mampostería. Con todo truxo un nuevo mortero a su batería para aumentar la lluvia de piedras con que tirava al camino cubierto y contraescarpa.

Con el recíproco disparo el día 12 atendió cada qual al reparo de sus fortificaciones: el enemigo en remplazar las aberturas que nuestro cañón avía echo en su ataque, y los de la plaza en remplazar las de la Redondela por averlas maltratado nuevamente la artillería de nuestro contrario.

La batería nueva de 3 piezas que en la cortina de San Bernardo avía plantado el príncipe quedó este día puesta en toda forma.

4
Acarrean piezas los sitiados a la gran batería. Tiénese un consexo. Trabáxase un fuerte sobre la Redondela.

Acarreáronse al 14 algunas piezas del Muelle Nueva [sic] a la Puerta de Tierra para emplearlas a la gran batería que allí se estava formando.

Túvose en la plaza un gran consexo para consertar la planta de quanto necessitava para su seguridad y resguardo a fin que noticiosa de todo la reyna de la Gran Bretaña expidiera los órdenes convenientes a sus almirantes para que quanto antes la abastezieran de quanto fuere menester para su defensa.

Vínole al príncipe carta de un confidente suyo, que residía en la Corte de Madrid, en que le decía el grande empeño con que el de Anjou avía tomado en la rendición de aquella plaza, a cuyo fin resolvió hazer los últimos esfuerzos para salir con la demanda enviando a aquel campo para socorro de las tropas 60.000 doblones al Villadaries y 4.000 hombres poco más para refuerzo de su campo.

Con los gritos y vozes que davan los heridos en el ataque pudimos conozer que este día avían hecho buena suerte nuestros tiros en los que les resguardavan, cuyo fuego como fuesse moderado hizo muy poco o ningún daño en los nuestros.

Pasosse el día 15 un sargento inglés de la plaza al campo enemigo, que apenas supo por su medio que sobre la cortina de San Bernardo se estava concluyendo una nueva batería, puso toda su echura en acestar sus cañones contra ella, para provar la mano a derribarla lo que no pudo lograr por más que de día y de noche la hiziera fuego.

Sobre la Redondela se trazó este día otro fuerte a que se puso mano con la mira de que esta nueva defensa supliese la falta de la primera en caso que el enemigo lograse arruynarla.

Capítulo 18

Éntranos un enviado del alcayde Alí y provisiones de boca. Desmuntan nuestros cañones los morteros de su contrario, que cubre sus obras con cestones.

Atienden los sitiadores al ensanche de sus ataques, y los sitiados al remplazo de sus defensas. El vehemente fuego de nuestras baterías destruye los cestones de la primera línea del enemigo, que se adelante [sic] algo en la noche con la zapa.

No consigue el enemigo adelantar sus trabaxos con mucha aplicación y desvelo por oponérsele nuestro cañón.

Diose principio en la plaza a la fábrica de una real batería, que ideó el príncipe trabaxando el enemigo una línea para subir a la montaña.


Éntranos un enviado del alcayde Alí y provisiones de boca.

De Tánger se nos restituyeron el día 16 los dos navíos ingleses, que allí se avían enviado con buena cantidad de provisiones de boca para nuestra manutención. Vino en ellos un enviado del alcayde Alí general de las costas de Berbería por el rey de Mequinez a fin de hazer ciertas proposiciones al de Darmestad de parte de su príncipe.

La nueva batería fué el blanco de los tiros de la del enemigo. Este día observose que el cañón del muelle y bastión de San Pablo avían desmontado los morteros con que disparavan piedras los sitiadores a la contraescarpa y pastel o Redondela, lo que se creyó después con más certeza por no dispararles el enemigo en adelante como lo avían acostumbrado hasta allí. Su cuydado fué el día 17 en adelantar los trabaxos de su primera línea fixando para ello cantidad de cestones a fin de cubrirse enteramente de nuestra mampostería, que para preservar a los que trabaxavan dentro la plaza en acentar y dar la última mano en la pequeña batería de las 3 piezas, que se dixo arriba, se esmeró este día en descargar sobre su contrario, con todo el furor y violencia, acierto y daño de aquel.


Atienden los sitiadores al ensanche de sus ataques, y los sitiados al remplazo de sus defensas. El vehemente fuego de nuestras baterías destruye los cestones de la primera línea del enemigo, que se adelanta en la noche algo con la zapa.

Fue poco lo que al 18 se trabaxó por ambas partes: el ensanche de sus ataques fué el único desvelo a que atendieron los sitiadores, y el remplazo de las obras de defensa era la única ocupación en que se emplearon los de la plaza, mirándose igual el fuego, bien que no al 18 en que comenzaron los sitiados a avivarle contra su enemigo con el cañón des de la nueva batería el daño que se le amenazava, arrancando y despedazando por primera entrada la mayor parte de los cestones de la primera línea, que le servían de reparo, de calidad que no pudo persistir más en aquel puesto, quedando muerto de un cañonazo entre otros en aquel sitio el sargento mayor Rosca, que lo era de napolitanos en aquella ocasión por el sereníssimo de Anjou.

No hizo el contrario movimiento alguno por la noche, solo procuró valiéndose de la obscuridad restituir su primera línea a su primitivo estado con los reparos y defensas que le prescrivía el ardid y regla militar.


No consigue el enemigo adelantar sus trabaxos con mucha aplicación y desvelo por oponérsele nuestro cañón.

Pasosse el día 20 por el enemigo con restablezer de los passados daños la trinchera, aunque en balde porque como continuava el fuego de nuestra batería proseguía igualmente el daño que recivía en sus aproches, y assí se vió forzado a desmantelar de día aquella línea por no exponer su gente sin fruto al fuego le hazían incessantemente los sitiados.

Por la tarde nos disparó algunas bombas, una de las quales cayendo sobre 150 granadas que teníamos prevenidas cerca de la Redondela, reventaron sin daño de los que estavan cerca.

Aportaron este día a nuestro muelle cinco navíos olandeses que venían de Génova en donde hizieron tiempo para esperarle favorable a fin de continuar para sus puertos la derrota que se avían propuesto.

4
Diose principio en la plaza a la fábrica de una real batería que ideó el príncipe, trabaxando el enemigo una línea para subirse a la montaña.

La inoportuna aplicación que se desvelava en la plaza su primer gefe en retardar las operaciones del enemigo, le motivó al 21 a congregar todos sus cabos para darles parte del nuevo designio que tenía en construir una nueva batería real, que tomara todo el lienzo de la cortina de San Bernardo, revistiéndola por entero de gruesa y buena artillería a fin de desaloxar totalmente a los sitiadores de las dos primeras líneas que ocupavan, y destruir igualmente la mayor de sus baterías, y aunque en esto podían ocurrir algunas dificultades por ser muy estrecho el terrapleno que le correspondía a la cortina, se venzieron con todo, alzando el terreno, como se hizo, que le servía de plaza de armas por la parte interior de la ciudad, y luego derribando algunas casas arruynadas yá del cañón enemigo, que podían impedirlo. Mandó formar otra nueva y anchorosa plaza para jugar con mayor desembarazo en caso que importara nuestras milicias, y como la cortedad de medios era la mayor rémora que podía discurrirse para emprenderlo, insinuó el príncipe con sus prudentes razones que no era bien que se dexara de la mano por el interés obra de tanta consequencia, y assí siguiendo a porfía con el exemplo que les dava su comandante, se declararon todos los cabos movidos de lo glorioso del echo, protestando no descansarían un punto hasta haver concluido lo que se les avía insinuado tan importante al resguardo de la plaza. En efecto se dió principio sin más dilación a aquella empresa, motivando a todos sin distinción el ejemplo que notaron en el príncipe quando con la zapa en la mano se vió cumplir con la obligación de simple gastador, con que aquel mismo día se vió ya algo adelantada la empresa de aquel proyecto.

Al mismo tiempo el enemigo por su parte trazó una nueva derrota para lograr la eminencia del monte, formando tras de la Redondela otra línea para subir a la primera brecha, que en aquella altura tenía abierto, cubriéndose para esto con algunos cestones a fin de resguardar su gente de nuestro fuego. Fuéronse oy los navíos olandeses que avían entrado, y con ellos dos expressos uno a Londres y otro a Lisboa.

Quareinta fueron las bombas que disparó nuestro contrario, parte sobre la Redondela y las demás sobre la contraescarpa.

Capítulo 19

Desamparan los contrarios las dos líneas delanteras, continuando el ataque de la montaña. Levantan un atrincheramiento los de la plaza, desmontándoles su contrario quatro piezas. Execútase la sentencia de muerte contra un coronel, continuándose con todo calor la real batería. Noticias por desertores.

Llenan enteramente los ataques enemigos las continuas lluvias. Aplicación de sitiados al remplazo de sus baterías. Fuego continuo de a entrambas partes.

Repara nuestro adversario la línea que tirava azia la Redondela, levantando otra los del presidio, y un parapeto en la misma Redondela.

Avisos por desertores. Executa el enemigo un assalto a la Redondela, y no logra su fin. Aplicación de sitiados a la real batería. Vehemente fuego de los de la plaza y de afuera, con otros susessos.

Primo
Desamparan los contrarios las dos líneas delanteras.

Continuose el 22 con igual fe[r]vor la obra que se tenía comensada, de que noticioso el enemigo desamparó de día las dos líneas delanteras que avía tirado frente la cortina de San Bernardo, y aplicando toda su echura en adelantar su nuevo ataque para ganarnos la eminencia y alojársenos en su altura, estendió su trinchera por aquella parte quanto le permitió el fuego, piedras y mampostería de los sitiados, quienes para frustrar enteramente sus designios, pusieron mano en levantar una nueva línea de defensa tras de la dicha brecha, para cerrarle al enemigo aquel passo y desvanezerle totalmente su pretención.

Recivió el príncipe comandante carta de la reyna de la Gran Bretaña que contenía en sustancia la summa estimación que le merezían sus continuos desvelos, aplicación y buena conducta con que se exercitava en defensa de aquel antemural, prometiéndose su conservación en lo susessivo de sus experiencias, valor y denodado espíritu, a cuyo efecto daría los órdenes eficazes para que se pertrechase la plaza con todo lo necessario assí de víveres como de todo lo demás necessario.

Por el gran fuego de la artillería de los sitiadores se nos desmontaron este día quatro piezas, dos en la cortina de San Bernardo, una en la montaña y otra en el Muelle Viejo, y conjeturando del ruido que oían los sitiadores, el nuevo intento de los sitiados, les arrojaron passadas de quareinta bombas para estorvárselo.

Para suplir el día 23 la falta que nos hazían los cañones, que del antecedente quedavan inútiles en la plaza, mandó el príncipe plantar otras en su lugar, como se efectuó sin embargo de los muchos tiros con que procuravan impedirlo los de afuera, que tubieron el lastre de no poder continuar su nuevo ataque por aver encontrado con peña viva y no poder fixar sobre ella sus cestones, con que a vista de esto procuró mantenerse en una pequeña altura, que con la zapa y con el tiempo pudo ganar por aquella parte.

Executose este día a las 10 de la mañana la sentencia que resultó de la gémina que se avía formado contra la persona del coronel don Balthazar Gonzales como a concurrente en las traiciones de la ciudad. Pasosse por las armas en la plaza pública en presencia de toda la guarnizión, que esquadronada se hallava en aquel puesto. Sus cargos y acusaciones son como se siguen y vienen aquí descritos.

Haviendo sido servido su alteza el sereníssimo señor príncipe Darmstad don Jorge Landgrave de Hassia encargar a don Juan Bauptista Basset y Ramos, don Francisco Adolfo de Zinzerling secretario de su magestad cesárea, a don Francisco de Salazar, al capitán Alfieri y a don Francisco de Casamitjana secretario de su alteza la importante averiguación del delito de alta traición que se imputa haver cometido el coronel don Balthazar Gonzales, se tomaron las informaciones siguientes y declaración de testigos:

Conoziendo su alteza por muchos indicios y circunstancias que en el campo enemigo se tenía caval noticia de todo lo que se obrava en la plaza, invigilando sobre la correspondencia de tamaño perjuizio, puso la Divina Providencia en sus manos una espía llamada Juan Bauptista Mossolet –ginovés– contra quién hizo su alteza formar processo, de cuya resulta, y convenzido en sus culpas fué sentenciado a muerte. Pidió la gracia con mucha instancia subsiguientemente de poder hablar assolas con su alteza antes de executarse su sentencia para descubrirle cosas que tocavan al descargo de su conciencia. Súpose esta petición y en poco rato se le dió al penitente una bevida con veneno, que le dexó casi muerto y sin sentidos, lo que aumentó más la sospecha que se tenía de algunos sugetos. Assí que mandó luego su alteza aplicarle el remedio contra el veneno, y fué a tan buen tiempo y ocasión que a poco rato bolvió en sí el delinquente cobrando assimismo la palabra, y puesto en su sano juizio passó su alteza a la cárcel para escuchar lo que le quería comunicar, como lo hizo, declarándole que el coronel don Balthazar Gonzales era el autor de las intelligencias que ivan encaminadas con el enemigo, que aviéndole solizitado muchas vezes le despachara cartas al campo enemigo, lo avía executado venzido de las instancias y promesas de dicho Gonzales, enviando las cartas y papeles que recivía de su misma mano por barquillos que en la obscuridad de la noche se acercavan a la muralla, descolgándolas con una cuerda, y por la misma subía las que del campo escrivían, que entregava al Gonzales, y que en esta conformidad avía continuado su delito añadiendo el reo otras circunstancias que no hazen al presente caso. Quedó pero tan firme en su deposición, que llevado al suplicio el penitente dixo en presencia de los sacerdotes que le ayudavan a bien morir en voz alta y clara, que todo quanto avía dicho y manifestado a su alteza era la pura verdad, y que baxo de aquella confessión moriría como buen christiano descargando su conciencia.

2

Son conozidos a todos los que an assistido y todavía se hallan presentes en este sitio las palabras y dichos escandalosos que publicó muchas vezes descaradamente el Gonzales en perjuizio del servicio de su magestad y detrimento de la defensa de la plaza, procurando sus dañados influxos desalentar con falzas razones el buen ánimo del presidio y atemorisar los cabos, para que persuadidos de la impossibilidad de defender la plaza obligasen al príncipe a una capitulación precipitada. Y passando a individuar los dichos que mantenía en todos los discursos de sus dictámenes, eran siempre las palabras que profería que la plaza sería tomada por assalto repentino sin tener lugar para embarcarse, y para acreditar lo que dezía hizo embarcar arrebatadamente toda su ropa contra los órdenes del príncipe con grande escándalo de los bien afectos, estrañando tan impropria demonstración de un hombre condecorado en carácter de coronel, y repreendiéndole del echo, respondió que él tenía sus razones para hazerlo, y que tenía más que perder que otro ninguno.

Manifiestan la malicia y infame prozeder del Gonzales las palabras que se le oieron en su propria casa, en que hallándose el coronel y teniente coronel prisioneros del día de la funcción de la montaña, les dixo el Gonzales que no supieron executar bien su comissión en aquella sorpresa que intentaron, porque si hubiessen estado escondidos y quietos hasta que él les hubiera echo la señal des de la muralla, sin duda hubieran logrado con fazilidad su empresa, de que se concluye no solamente la intelligencia con los enemigos, si también el hazerse director en entregarles la plaza y fazilitarles el camino para ello.

Haviendo pedido Gonzales a su alteza después de la funcción de la montaña el permisso de hospedar al coronel prisionero, que se lo conzedió, observose en poco tiempo tal confianza y amistad entre los dos que confirmó las sospechas antecedentes, pues no solo le hizo dormir en su proprio quarto, comunicando con él todo lo que passava en la plaza, si también le dió toda libertad de irse donde quería y de escrivir y recivir cartas, que executándolo el coronel, en ocasión que subía alguna persona estraña las escondía baxo el tapete o cubierta, lo que sabía muy bien el Gonzales por advertencia que tuvo de sus mismos criados.

Eran continuas las conferencias que Gonzales tenía en su casa con el coronel teniente coronel prisioneros, el coronel Usson y el capitán Valé su camarada a puertas cerradas, y algunas vezes en la casa de Usson hasta otra hora de la noche, con circunstancia de que en sus conversaciones no intervino nunca persona que no fuesse sospechosa.

Manifiesta la dañosa intención de Gonzales lo que dixo al capitán de Valé su camarada una tarde bolviendo de los navíos, pues llegando en la muralla, que discurre del Muelle Nuevo a la plaza, viendo en ella una soga atada que caya la playa del Mar, servirá esta soga para descolgarnos y salvarnos con ella, caso que nos veamos precisados a huir, y luego mandó a un criado la recogiese y que la llevase en casa, como lo hizo, y para que el criado no entendiese su conversación le mandó se quedase muy atrás de ellos.

6

Confirma el echo antezedente lo que suzedió el día 13 de deziembre, en que passando a casa del coronel Osson don Francisco Obando para hablar al médico, en ínterin que esperava la respuesta suya, hallándose juntos en un aposiento el Gonzales, coronel Usson y su hijo, entendió que Usson el Viejo preguntava a Gonzales: E bien de quién nos fiaremos? A que respondió el Gonzales: Ya tenemos de quién. Bolvió Osson a preguntar: Y las cuerdas? Y respondió Gonzales: Ya están prevenidas. Y aviendo entrado dicho Obando a hablar al médico no pudo oír más de la conversación, arguiendo dichas palabras el cuydado que tenían de prevenirse de cuerdas.

7

Llegó a tanto extremo la malicia y dañosa intención del Gonzales, que llegándonos en la plaza un religioso del orden del Padre San Francisco llamado el padre fray Pablo de Santa María, procuró atraherle a su maligno fin, como confessó el mismo religioso, diciendo que el Gonzales hizo en el intervalo de muchas semanas todas las diligencias para merezer su confianza, y que después de averle descubierto su pecho en la iglesia de su convento, le dixo después de haverle pedido el secreto con muchas instancias, que el padre ya podía conozer con las circunstancias la impossibilidad de defender más adelante la plaza, y que reconozería sin duda el peligro de perder todos sus vidas tomando el enemigo la plaza por assalto, y que sin duda igualmente discurriría la impossibilidad de que jamás bolvería la Casa de Austria a la posessión de la monarquía de España a vista de las fuerzas superiores que siempre se experimentava en el rey de Francia, en cuya consideración siendo el padre español sin duda convendría a seguir el partido que él tenía del duque de Anjou, llamándole Felipe quinto, y que haziéndolo assí hallaría camino para procurarle las conveniencias que podía desear, assegurándole en primer lugar sería echo provincial de la provincia de la Andaluzía su patria, y promovido consiguientemente al primer obispado que vacare aun que fuesse el arzobispado de Sevilla, y que aviéndole el religioso respondido que todo lo contenido de su proposición era muy peligroso, le replicó el Gonzales que no hiziese cuenta el padre de las ventajas que podía alcanzar con el rey de Portugal, pues le vería echado de su trono por las fuerzas de la Francia en la próxima campaña, precisándole a passar a sus conquistas de las Indias añadiendo para authorizar más sus ofrezimientos que él tenía las llaves de la ciudad en su faltriquera de manera que él podía entregarlas quando gustare, ofreziéndole al padre para grangear más su voluntad un relox muy rico, que no quiso ace[p]tar, y reusando entrar en semejante trama se vió perseguido con muchas instancias a declararse y executar lo que le avía pedido de escrivir a Villadaries lo mucho que Gonzales podía en la Corte de Viena y Portugal todo a favor del de Anjou, de que se infiere la traición que dicho Gonzales tramava contra el rey nuestro señor.

8

Haziéndose reflexión a la vida antecedente de Gonzales se descubre bastantemente su desleal corazón, pues en el viage que hizo su magestad de Viena a Portugal, siempre fueron sus discursos y conversaciones muy indecorosas, y en la campaña que hizo siguiendo el principe Darmstad con la flota hablando con desvergüenza tal de los interesses de la augustíssima Casa de Austria, provocó a todos a un escándalo, haziendo siempre burla del empeño que tomaron los aliados de poner a su magestad en su trono de España, diciendo assimismo que los españoles no faltarían al juramento que tenían echo a Felipe Quinto (que assí le llamava siempre) y que la Francia sabía bien mantener el empeño que tomava.

9

No acontentándose el Gonzales de los urdimientos maliciosos que difundía en aquellas jornadas, le prosiguió durante el sitio de la plaza, procurando siempre desalentar el buen ánimo y valor que infundía el grande exemplo de su alteza en los cabos y presidio, diciendo a todos que no devían esperar alguna atención de mérito en la capazidad del príncipe, pues no escuchava sino los dictámenes de la gente más baxa, y que sería causa que todos por su obstinación perderían las vidas, entendiendo por este camino apartar los cabos de la obediencia del príncipe, que se le devía como a su general comandante, y lograr por este medio todo lo que le proponía su infame intención en la pérdida de la plaza y al mal logro de la conquista de España.

Testigos que se recivieron sobre los mencionados cargos:

1º Authorisa su alteza el primero por lo que le explicó la espía Mossolet antes de executarse su sentencia.

2º Concuerdan con el segundo cargo don Francisco de Salazar y el capitán don Juan María Alfieri.

3º Manuel Luis y Juan Sancho, criados que fueron de dicho Gonzales.

4º Se funda este artículo en la notoria observancia y pública voz, como también en las deposiciones juradas de Francisco Mallart cozinero, Pedro Pablo y Henrrique Rait, todos criados del Gonzales.

5º y 6º Afírmanlo Pedro Pablo y el alférez reformado don Francisco de Obando.

7º Justifícalo el padre fray Pablo de Santa María y dicho Obando.

8º Lo certifica el capitán don Juan María Alfieri y don Francisco Obando.

9º Concuerdan el religioso referido y Henrrique Rayd, criado del mismo Gonzales.

Gibraltar, y henero 12 de 1705

Leyéronsele al Gonzales estos cargos prefixándole tiempo para su defensa como pide la ley, y después de aver el príncipe en la gémina que mandó juntar de los oficiales y soldados de ambas naciones inglesa y olandeses remitido el conozimiento de ellos para más justificación suya, acordando estos que los delitos cometidos por dicho Gonzales merezían la pena de muerte, se executó la sentencia en la plaza pública de la ciudad esquadronado todo el presidio.

No acertaré a explicarme sí quiero ponderar aquí la promtitud y actividad con que los sitiados se esmeraron en adelantar la gran batería a que avían puesto mano no obstante el disparo continuado con que el enemigo forsejava el impedirlo. Las bombas sobre que passaron de 36 no efectuaron daño alguno.

Del campo enemigo tubimos oy noticia por tres olandeses desertores que nos entraron en la plaza que hubieran seguido más como dixeron ellos a no ser que aviendo salido de sus líneas en número de 14 para executarlo, se creyeron soldados que venían como enemigos, escarmentados con lo que passó días atrás con otros, que con ademán de tránsfugas incendiaron nuestros reparos, como se dixo arriba, que perdió nuestro contrario no poca gente en sus ataques. De calidad que avían ya reusado los españoles el resguardo de las dos primeras líneas, y que se avían puesto en manos de franceses, que des de entonces resguardavan.

Dos ingleses que atrevieron assaltar el convento de monjas para hurtar lo que avían dexado las que le desempararon que fueron todas, les ahorcaron luego en la plaza pública de la ciudad, en cuya atención ordenó el príncipe a don Antonio Pons vicario general del exército de Cataluña y a mí pasássemos a notar por inventario todo lo que quedava en ser en el convento, encargándose del inventario el cura de la iglesia mayor don Joseph Peña, a quién se le subministraron las correspondientes sentinelas para su mayor seguridad. Hízose la misma diligencia en todos los conventos y iglesia mayor para la mayor custodia y resguardo de la plata y ropas de sus templos de que quedaron encargados los curas y religiosos respective, como pareze de los inventarios que quedan en mi poder.


Llenan enteramente los ataques enemigos las continuas lluvias. Aplicación de sitiados al remplazo de sus baterías. Fuego continuo de entrambas partes.

Repitió la lluvia al 24 y fue tal el agua, que llegó a llenar enteramente los ataques, de calidad que le fué preciso al enemigo interrumpir el trabaxo ordinario de la zapa por más que los gastadores deseavan continuarle aquel día.

Del Muelle Nuevo sacaron los de la plaza algunos cañones para la Puerta de Tierra, que con quatro más de menor tamaño, que se previnieron en la montaña, fueron de tanta consequencia, que pudieron impedirle al enemigo la prosecución de su aproche, de donde nos despidió hasta unas 32 bombas.

Avisaron los desertores que los ingleses y olandeses que todavía se mantenían en los reales de los sitiadores vendrían gustosos en desertar sus banderas, como se les diera pasaporte para sus tierras respective, a que conviniendo el príncipe mandó se echasen en los ataques cédulas escritas en idioma inglés y olandés, en que se les avisava a los de una y otra nación que se pasassen a nuestra plaza, que no solo se les daría pasaportes, sí también una ayuda de costa para el viage.

Ni los sitiados ni los sitiadores pudieron el día siguiente avanzar passo, en razón de impedírselo la lluvia que todavía les inquietava, bien que no por esso dexó de bramar el cañón de entrambas partes con igualdad. Sobre la cortina montamos oy tres piezas sin embargo del fuego que nos hizieron los sitiadores con sus bombas, que no passaron de treinta aquella noche.


Repara nuestro contrario la línea, que tiraba azia la Redondela, levantando otra los del presidio, y un parapeto en ella.

Las operaciones de los días 26 y 27 se reduxeron por parte del enemigo a reparar con mayor número de cestones la línea con que tirava azia la Redondela a fin de que logrando por aquel lado la eminencia del terreno, pudiera enteramente desalojarnos de aquel importante puesto en que consistía por la mayor parte en la conservación de la plaza.

En este presupuesto levantaron los sitiados una línea de defensa que coxía des del Salto del Lobo hasta la Torre Redonda, cuya construcción respecto de ser muy escasa la tierra en aquel parage, requiría mucho más trabaxo y tiempo del que los nuestros gastaron, llevados de aquella natural actividad y intrepidez con que durante el sitio se esmeraron en adelantar las obras de defensa, que en todas partes se ofrezían.

Un desertor nos dió noticia este día como le avían llegado al enemigo 18 compañías de socorro, y que sus granaderos hazían guardia en las trincheras, y que la mina que avían empezado quedava otra vez llena de agua.

Por parte de los sitiados el día 27 se puso toda echura en restituir el parapeto de la Redondela, que de los muchos tiros del enemigo, quedava algún tanto maltratada. Fueron las bombas que nos arrojó el 26 37 y el 27 58.

4
Avisos por desertores. Executa el enemigo un assalto a la Redondela y no consigue su fin. Aplicación de sitiados en la real batería. Vehemente fuego de los de la plaza y de afuera.

Confirmonos el día 28 otro tránsfuga la noticia de averle llegado al de Villadaries algunas compañías de refresco de tropas francesas a que devían seguirse unos 3.000 hombres con 12 piezas, lo que le dió motivo sin duda a acercársenos ya el día antecedente a tiro de fusil y a assaltar este día la brecha de la Redondela a que se acercaron hasta unos 20 hombres a tiempo que como se observó de la plaza, quedavan los enemigos tras sus cestones prevenidos para el avanze, caso que los primeros hubiessen passado adelante como pensavan a no haver hallado la dificultad de desalojar a los defensores de la línea que de antemano avían levantado en aquel parage para su resguardo.

La buena voluntad y gana con que unos y otros acudían al trabaxo de la nueva batería real, que dentro la plaza se estava levantando, motivó al príncipe, que todos los días assistía en aquel puesto haziendo oficio de siemple gastador, a repartir el terreno, señalándole a cada batallón su parte, en que trabaxaron incessantemente a pesar de la continuada y molesta porfía con que procuravan estorvarlo los sitiadores con todo género de fuegos aviéndose contado esta noche hasta unas treinta y cinco bombas.

Matáronle alguna gente el día 29 los cañones de la plaza al enemigo, que en todo este día procuró hazer más fuerte yá en los ataques primitivos, yá en los posteriores, en que hizieron no poco estrago nuestras baterías.

Por un desertor entendimos le avían llegado a nuestro competidor poco antes hasta unas 1.600 bombas, y que tenía prevenido una nueva batería junto a su primera línea, que por entonces con faxinas y cestones tenía encubierta en tanto que le llegava la artillería, con que devía pertrecharla contra la plaza.

En la boca del Muelle Viejo mandó el príncipe este día construir una pequeña plataforma con dos piezas para enfilar mexor des de aquel lado los tiros de las obras de sus aproches. El efecto se vió claro porque nos dispararó en el espacio de 24 horas en aquel puesto passadas de 154 bombas y granadas reales.

De la plaza se nos fueron dos soldados al campo de los sitiadores, y no ay duda que le descubrieron el designio en que estavan los sitiados sobre la erección de la gran batería, que se proseguía sin intermissión. Por esso reparamos que todo este día enderezó sus tiros azia aquella parte, bien que con tan poco efecto, que solo quedó un herido de los 300 gastadores que assistían a su trabaxo.

Hísose digno de reparo el que aviendo el enemigo arrojado este día hasta 117 bombas con los quatro morteros que para este efecto avía plantado contra la plaza, que no suzediese en la ciudad desgracia alguna.

La línea con que el adversario ideava hazerse dueño de la eminencia, logrando ocuparla, se reforzó esta noche con mucha gente que detuvo su continuado fuego la presecución de la suya para avanzar aquella.

Una esquadra de 15 navíos passó el estrecho sin que pudiéramos reconozer si era enemiga o amiga en fuerza de lo obscuro del temporal. Solo observamos que los españoles publicavan en su campo eran vaxeles de Tolon que ivan a Cádiz para unirse con el de Pointí a fin de atacar nuevamente de todos modos la plaza.

En consequencia desto se despachó el 31 una tartana con pliegos para Lisboa. El fuego de los sitiadores fué bastante, de calidad que en veinte y quatro horas nos echó ducientas y cinco bombas. Su trabaxo se reduxo a repararse del daño que le hazía la plataforma del Muelle Viejo, que le abrasava, y asseguraron unos desertores que el disparo de aquel puesto les avía ocasionado pérdida de más de cinquenta hombres en dos o tres días que jugaron sus cañones.

Capítulo 20

Continua aplicación de sitiados y sitiadores en la prosecución de sus obras, reciviendo algún daño el presidio de las bombas.

Avanzan franceses la Redondela. Bienlograda salida de los de la plaza.

Vehemente fuego el de los enemigos, y no menos el del presidio. Aplicación de los primeros en cubrirse de nuestro cañón, y diligencia de los otros en fortificarse. Disparo recíproco de bombas, de una y otra parte, con otros susessos. Executan los sitiadores otro fuerte avanze.


Continua aplicación de sitiados y sitiadores en la prosecución de sus obras.

Principió el febrero continuándose por ambas partes la oposición mutua con igual fervor. Avanzavan los sitiadores sus ataques cubriendo cubriéndoles con tres ileras de cestones, que para más assegurarlos profundisó dentro de la misma t[i]erra, de calidad que el golpe de las balas apenas hazía otro que removerles algún tanto. Los sitiados prevenían cantidad de faxinas para la gran batería, que por estar ya muy adelantada este día, se entresacaron de los puestos menos arriesgados las piezas que en ella devían jugar, que para tener más prontas se dexaron por entonces en la plaza mayor de la ciudad.

Un soldado de los de la guarnizión entregó al príncipe una carta en cifra, que sea halló cerca de la contraescarpa, embuelta en un pedazo de cuero y metida dentro de un pequeño cañón de oja de lata de los que suelen servirse los soldados para sus cargas. Decifrose con poca dificultad su contenido, bien que no pudo saberse el contexto de ella por no averlo publicado el governador comandante.

En menos de 24 horas se vieron 200 bombas en el ayre, despedidas de los morteros enemigos, con que solo pudieron lograr aquel día los sitiadores la ruina de algunas casas, que ya de antemano quedavan desamparadas.


Avanzan franceses la Redondela. Bien lograda salida de los de la plaza.

Creiose el día 2 que según las disposiciones, ideava el enemigo venir a un assalto respeto de aver tirado incessantemente con su artillería, y de aver entrado en sus ataques mucha más gente de la que solía en las travezías, que poco antes avía trabaxado, por lo que mandó el príncipe comandante doblar la guarnizión o guardia, y tener advertida toda su gente para tomar las armas al primer llamamiento y señal que se hiziere.

Continuaron las bombas, bien que solo se contaron hasta unas 100.

Lo que el día 5 se avía creído se vió practicado al 3, [sic] en que queriéndose los franceses no sé si por emulación o si por arrogancia tomar la honrra de hazerse dueños de la Redondela sin assistencia alguna de los españoles, por parezerles sobradamente fázil aquella empresa, executaron el avanze después de aver disparado unos 300 cañonazos al blanco que les servía de intermedio a fin de echar con la fuerza de las piedras mismas, que se desgaxavan del monte con la violencia de sus tiros a los defensores de aquel puesto, que poco después fue envestido por unos ochenta granaderos, que comandavan tres diferentes cabos, que a su testa les ivan con la espada en la mano mostrándoles el camino. Subieron los primeros, y cerrando con los que estavan apostados defendiendo el puesto, hizieron señal a los que devían seguirles en el avanze para que les sostuvieran en aquella ocasión, como lo executaron a breve rato venziendo la áspera subida que les prestava el terreno. Los delanteros aunque hizieron en todo su dever, fué tal el fuego que les hizieron los defensores que quedaron casi todos a la primera carga sin vida, siendo entre ellos los primeros dos de sus tres cabos, con cuyo escarmiento tubieron a bien los que subían de refresco de bolver las espaldas y retirar con buen orden, en tanto que el tiempo les prescrivía ocasión.

Acompañó este avanze una arma falza, que se nos tocó por la parte del camino cubierto, y estacada a fin de impedir que los de la Redondela pudiesen ser socorridos por los que se hallavan en aquel puesto de guarnizión, por cuyo motivo reconoziendo el lugar donde estava el mayor tropel de los enemigos, se enderezó el cañón azia aquella parte y se les dió un cargo con tanto acierto que se vieron precisados a cessar del disparo con que nos ofendian, de calidad que reparando quedava la guarnizión en arma, y con las banderas tendidas en los puestos de defensa, se mitigó el orgullo francés acabando con esto la gloriosa acción, que pensaron dever los de esta nación a su valor, no reparando en que sus compañeros quizás avían reusado hasta allí entrar en la demanda rezelosos de queda tuvieran el pago que les avía merezido su atrevimiento.

Aquella noche hizieron olandeses una pequeña salida sobre el ataque de los sitiadores de quienes pudieron matar algunos a poca o ninguna costa aviendo hallada su primera línea totalmente sin defensores.

La gente que en esta funcción perdieron los franceses, no ay duda que fué mucha[,] de los sitiados entre muertos y heridos no passaron de unos treinta.


Vehemente fuego el de los enemigos, y no menos el del presidio. Aplicación de los primeros en cubrirse de nuestro cañón y diligencia de los otros en fortificarse. Disparo recíproco de bombas de una y otra parte.

Los días 4, 5 y 6 se prosiguieron de ambas partes con aquella recíproca competencia, que avía armado el valor de una y otra parte a influencias del grande corage con que sitiados y sitiadores anelavan para merezerse el lauro de la gloria y reputación.

La agua embarazó el día quatro los trabaxos del ataque, y los del disparo, no aviendo excedido sus bombas al número de 50. Túvose noticia este dia en la plaza de que le ivan de Barcelona al enemigo 18 piezas de batir, y en fuerza de ella se despachó un navío de guerra a fin de apresarlas caso que encontrara con las saetías en que ivan embarcadas.

Pudo nuestro adversario el 5 trabaxar en su primera batería algún tanto, y hizo notable fuego con su artillería sobre la Redondela y brecha de la eminencia, y si bien con esto pudo lograr algún daño en los de la plaza, no fué tan considerable que no le reciviera mucho mayor con el que se le correspondía a proporción.

Mudose a hora y orden en que muntavan la guardia los del presidio, por aver observado estavan los sitiadores informados de los cabos, nombres y gente que se hallavan en la Redondela de defensa.

Contáronse 150 bombas este día cuya mayor parte vino a dar sobre los edificios de la ciudad en que hizieron el estrago tan grande que maltrataron muchas de sus casas, derribando sus techos y texados.

Últimamente el 6 se empleó el trabaxo de sus gastadores en cubrirse con nuevos reparos baxo la Redondela, a cuyo fin levantó una máquina compuesta de tablas gruesas para resguardarse del fuego que des de la montaña se le hazía, con que no logró más el enemigo que el darnos ocasión para hazerla pedazos den de el Muelle Viejo y cortina, que sin intermissión dispararon todo aquel día para efectuarlo.

Despachose de la plaza a Tánger el embiado que pocos días antes del alcayde Alí avía remitido al príncipe, para concertar algunos secretos negociados, que entre los dos se avían convenido.

Sesenta bombas entre día y noche nos arrojaron los sitiadores a que correspondió la plaza descargando a ratos sus morteros sobre sus líneas con buena y grande cantidad de piedras para inquietarles.

4
Avanzan fuertemente los enemigos la brecha de la Redondela.

Poco satisfechos los enemigos de su fortuna hasta aquí, creyeron merezerse su gracia ganándose por la mano la ocasión de emprender nuevos avanzes contra los sitiados; o bien a fin de cansarles, o grangearse el timbre de venzedores. Con esta intelligencia entraron el día siete a arrojarse a otro assalto, ni con menos valor ni con menos denuedo sobre el primitivo parage de la Redondela a qué se aderezava todo su encono.

Hallávase el príncipe comandante al despuntar del día reconoziendo, según costumbre, los puestos de la montaña, y oiendo el repentino disparo de la artillería de la plaza, se asomó por la parte que descubría las líneas del enemigo y visto que subían ya sus esquadrones a assaltar la Redondela ya mencionada, dió de rienda al cavallo y baxando a toda brida para la plaza tocó a rebato acudiendo sin más al peligro para mantener el puesto a que se enderezava el primer rigor de los sitiadores. Llegó a él y aviendo reparado que los defensores algún tanto cedieron a la primera furia de su contrario, ocupada ya por él la brecha y contraescarpa, les cortó a los defensores enteramente la retirada, de modo que viéndose rodeados de todas partes y sobrepujados en fuerzas, se echaron los más de nuestros soldados para escapar del fuego que se les hazía, como lo consiguieron con la pérdida de solo el capitán inglés Fisli, que porfiando en la valerosa resistencia a que se avía arrestado fue echo prisionero.

Passó con este feliz principio el enemigo hasta la batería, que tras de la segunda brecha se avía formado con quatro grandes piezas, que se les dispararon inmediatamente a cartucho de orden del coronel Moncal, que se hallava a la sazón defendiéndola, y envistiendo al mismo tiempo a todo tranze a los sitiadores, logró el obligarles a retirar franqueando ocasión al coronel Rivet para recuperar el terreno, de que el enemigo se avía echo ya señor, obligándole a que nos le restituyera, sin más desamparando lo ganado hasta esconderse otra vez en sus líneas.

No hallo términos como ponderar el grande fuego que se hizo de ambas partes. Los catalanes des del Salto del Lobo con muy gruesos cantos y fusilazos, y la artillería de la cortina y Muelle Viejo causaron notable daño a los sitiadores, cuya pérdida llegó a número de 300 hombres entre muertos y malamente heridos, quedando prisioneros quareinta y quatro, entre quienes se distinguió un capitán de granaderos, dos tenientes y un alferes.

Concluido este avanze pidió el Villadaries suspención de armas para enterrar sus muertos, que se le conzedió por el príncipe, que le mandó entregar assí los cuerpos de los difuntos com de los muy heridos. De los sitiados quedaron 18 en la demanda y 40 heridos.

Según la deposición de los prisioneros se supo eran 500 los que entraron en el assalto, y entre ellos 3 compañías de granaderos de que escaparon pocos o ningunos, añadiendo devían seguirles hasta 1.500 más para hazerles espaldas.

Con 100 bombas que nos arrojó el contrario pensó contrapesar el daño que se le avía echo a los suyos en la última funcción, y aunque le pagaron las casas de la ciudad sufriendo mucho estrago, no le recivieron los del presidio pues no perdió la vida alguno de los que la defendían.

5
El riguroso disparo de sitiadores opera algún daño a los del presidio. Pertréchase lo maltratado de la Redondela.

No cessó nuestro adversario a vista de aquel estrago de proseguir su primera idea el día ocho, y assí repitiendo el fuego con igual vehemencia a unas y otras partes, logró de una bala quitarle al coronel Moncal una pierna, las dos al capitán español Zizeri y herir al mismo tiempo al baron Forsiner, al capitán Nugen y a don Diego Lorenti.

Este dia se pertrechó y restablezió lo maltratado de la Redondela con los nuevos reparos que el príncipe dispuso para su defensa, añadiendo a ellos el de restituir a su primitivo estado la línea de comunicación, que corría des de aquel parage hasta la eminencia.

Por la tarde se observó que el enemigo reforzava la guarnizión de sus ataques, y creyéndose los de la plaza que intentara aquella noche al favor de la luna otro assalto sobre la Redondela, dispuso su presidio el príncipe, y repartiéndole en las obras de defensa, dexando con esto del todo assegurada la ciudad, caso que el contrario intentara alguna nueva irrupción azía la Redondela, que era el blanco de su encono.

No sabemos si noticiosos los sitiadores de estos preparativos, dexaron de inquietarnos aquella noche. Lo cierto es que se contentó su saña con el disparo de unas 100 bombas, que enderezó parte a la ruina de la ciudad y parte a los puestos de defensa a fin de cansar los que les presidiavan, con su fuego gastando lo restante del tiempo en perfizionar la nueva batería, que avía dispuesto para 10 piezas assegurándola de todos lados con los cestones, que para esto se avían prevenido.

Capítulo 21

Lógranse avisos de no retardar su retorno la flota de los aliados. Prosiguiose igual el fuego de la plaza y sitiadores añadiendo estos el disparo de algunas bombas.

Repara el enemigo la nueva batería, que tenía al pié de la Redondela arrojándonos algunas bombas.

La continua lluvia embaraza a los sitiadores la prosecución de sus obras, dirigiendo todo su disparo a la cortina y Redondela.

Prosigue el presidio la fábrica de la real batería, y el contrario su vehemente fuego contra la nuestra, a cuyo reparo se atiende, con otros susessos.


Lógranse avisos de no retardar la flota de los aliados.

Llegaron dos fragatas inglesas de Lisboa el día 9 con orden de proseguir su derrota hasta Nissa de Proenza, y dixeron de passo como en breve se restituiría a nuestra baya la flota inglesa.

El acostumbrado fuego de una y otra parte continuó con poca diferenxia, como hasta allí, y aunque parezió impossible se pudieran adelantar los trabaxos a vista de la porfía enemiga en inquietar nuestros gastadores con toda la brava y arrojada diligencia de ellos pudo proseguir en su tarea.

Por la tarde dió el enemigo la señal de querer parlamentar con alguno de los cabos que se hallavan de guardia en la Redondela, y haviendo uno de ellos obtenido la lizencia, baxando a proporcionada distancia del ataque, se le entregó una carta del capitán prisionero poniéndole al mismo tiempo en sus manos de los contrarios diferentes pliegos que a la sazón havían escrito los prisioneros franceses de la plaza.

Con 60 bombas, que fueron las que se nos arrojaron, batió nuestro contrario parte de los edificios vezinos a la gran batería de la cortina, bien que con poco o ningún daño de los que la defendían.


Repara el enemigo la nueva batería que tiene al pié de la Redondela arrojándonos algunas bombas.

En una barca el día 10 envió el príncipe al capitán de granaderos y teniente que se hallavan presos del día siete, para el cange del capitán Fisli al campo del enemigo, que en este tiempo avía batido otra llamada por parte de la Redondela a fin de entregar, como lo hizo, algún dinero y ropa para los prisioneros que nos quedavan, y aunque se mandó recivir por aquella vez, se les advirtió a aquellos que no se les daría más oído en aquel parage en adelante, y assí caso que tuviessen algo que proponer acudiessen por mar en la forma acostumbrada junto al Muelle Nuevo, que allí se les darían las respuestas conforme dictara la constitución de las cosas.

Vino a poco rato después el capitán, quien dixo le avían tratado Villadaries con mucha cortesía y el de Tessé con agasajo, que avía oído acabavan de llegar poco antes de su venida al campo enemigo 3.000 franceses destacados de la frontera de Portugal para su refuerzo.

Enderezose este día toda la aplicación de los contrarios en adelantar los reparos en la batería nueva, que tenían ya formada al pié de la Redondela, y si bien no hizo su cañón tanto fuego como los días antecendentes, no por esso dexaron de arrojarnos de sus morteros como unas 60 bombas.


La continua lluvia embaraza a los sitiadores la prosecución de sus obras, dirigiendo todo su disparo a la cortina y Redondela.

La lluvia que cayó a los 11 embarazó totalmente al enemigo el que pudiera en todo este día emprender cosa de monta contra la plaza, a cuya baya se restituyó el navío de guerra, que poco antes se avía despachado a caza de las tartanas que avían de conduzir a los sitiadores ciertas piezas de batir de Barcelona, como se dixo arriba.

Por la noche suzedió la desgracia de aver caído la puerta que de la ciudad franqueava el passo a la Redondela en fuerza de haver quedado sus paredes antemano muy maltratadas del cañón enemigo, de cuya ruina quedaron muertos unos 15 ingleses y heridos otros, que acaso se avían recogido de la lluvia en aquel sotoportal que formava.

Conozieron lossitiados el 12 que la mina de los sitiadores se avía totalmente undido a causa de las muchas aguas que aquellos días avían humedecido su hueco, arraneando las tablas y palos que sustentavan la bóveda.

Su artillería jugó todo este día contra la cortina y Redondela no obstante la lluvia que en aquella ocurrencia descargava embarazando a los sitiados la continuación de sus trabajos, y a los sitiadores la de sus trincheras, de calidad que solo nos pudieron ofender este día con 25 bombas.


Prosigue el presidio la fábrica de la real batería y el contrario su vehemente fuego contra la nuestra a cuyo reparo se atiende.

No passó cosa notable por una ni otra parte en los días 13 y 14. El enemigo aunque hizo algun disparo no fué bastante para impedir la prosecución de la gran batería de la cortina. Dos navíos venecianos nos llegaron por este tiempo. Tiró 30 bombas el día 13 contra la plaza la batería de morteros con que nos ofendía, en ocasión que se hallava ocupado en desaguar sus trincheras padezió al catorze mucho trabaxo para mantenerse en ellas, y si bien no le dava lugar, lo lluvioso de la estación para adelantar los intentos, que llevava, no por esso dexó el día 15 de molestarnos con el continuado disparo de sus baterías a cuyo reparo atendían incansables los sitiados, con singularidad en la brecha que quedava en la línea superior de la Redondela, trabaxando en hazer más alto y más fuerte su parapeto para cubrir mexor a los que le defendían del fuego, que el enemigo en sus avanze podía hazerles.

Habrieron los sitiadores el día 16 otra línea al través baxo de la Redondela, a fin de resguardar con el fuego de su mampostería las espaldas de los que subiesen a su assalto.

Los navíos de guerra ingleses Revock y Leopart llegaron de Lisboa, y con ellos quatro compañías, que faltavan todavía del batallón olandés, llevando considerable cantidad de municiones de que ya padezía la plaza tanta falta, que se escaseavan los tiros de artillería por no consumir la munición, que en caso de algún assalto era menester para rechazar al enemigo, cuyas bombas no passaron de 12 las que nos arrojó.

Prosiguíase la gran batería, y assí al 17 pusieron toda aplicación los sitiados para concluir sus plataformas y parapetos destinándose a este fin cien hombres para las faxinas en ocasión que el enemigo estava entretenido en fortificar su nueva línea en que se le procuró incomodar den del Muelle Viejo: ocho bombas tan solamente nos echaron este día, quizás le ivan ya faltando a nuestro contrario.

Capítulo 21 [sic]

Dan principio los enemigos a otra línea. Reparan los maestros la Redondela. Entran dos navíos con el resto del socorro. Desmóntanos el contrario algunos cañones fortificándose bien en sus trincheras.

Tomole al enemigo nuestra tartana 1.500 faxinas. Y adelantando aquel algunos passos azia la Redondela forma otra línea entre el mar y el monte. Trabaxan los sitiados una cueva en la Redondela echando muchas bombas al ataque.

Ponen vela los navíos para Lisboa. Prolonga nuestro contrario la línea referida sufriendo el fuego de la plaza. Concluyen los sitiados la gran batería. Noticias por desertores.

Estiende más su línea el Villadaries. Fuego vehemente de una y otra parte, bien que el de los sitiados le desaloja del puesto que tras la Redondela ocupava.

Primo
Dan principio los enemigos a otra línea.

No cansados todavía los gastadores con que trabaxavan los de afuera, dieron al 18 principo a otra línea, que avanzaron no lexos de la que poco à dixe, a fin que sirviera esta a los que en caso de avanze avían de montar al assalto de resguardo todo el tiempo que esperaran la señal para executarlo.

Al mismo tiempo los de la plaza ansiosos de no omitir diligencia para resguardo de la Redondela tantas vezes ya acometida, pusieron todo conato en repararla del daño y estragos, que en ella iva haziendo el cañón de los contrarios.

El navío inglés llamado en vulgar el Tigre con otro de transporte arribaron oy con el resto de la gente, que nos venía de socorro, y con ella otra buena porción de pólvora, que fué admitida con toda aquella alegría que suele causar su abundancia, quando se ha padezido su falta.

Jugaron las baterías enemigas contra la que ya en la plaza se estava perfizionando con que pudo lograr tan solo el desmontarnos dos piezas de las que a la sazón teníamos sobre la cortina a que enderezó igualmente parte de las 60 bombas que nos arrojó este día.

Nunca le parezía al enemigo quedavan bastantemente fortificadas sus trincheras, y assí continuadamente (si bien se nota) estavan reparándolas sus gastadores, ya con faxinas ya con cestones, en cuya operación passó la mayor parte del día 19, y en este el fuego, que den de lo alto del Salto del Lobo se le hazía le ocasionó notable daño en su trabaxo. Dos desertores asseguraron que era mucha la pérdida que de cada día experimentavan los de afuera en su gente.


Tomole nuestra tartana al enemigo 1.500 faxinas, y adelantando aquel algunos passos azia la Redondela forma otra línea entre el mar y el monte. Trabaxan los sitiados una cueva en la misma Redondela echando muchas bombas al ataque.

Con ocasión de haver salido este mismo día una tartana de la plaza a reconozer la baya de la otra parte nos truxo 1.500 faxinas que a la orilla del mar le quedavan al enemigo desembarcadas.

Por la noche nos dispararon 20 bombas evidenciándonos los de afuera la falta que padezían de este género de municiones.

Amanezió el 20 sin más novedad que la de haver adelantado algunos passos nuestro competidor a la línea frontera a la Redondela, tirando a estender su frente a fin de poder con menos dificultad ganar la eminencia que la dominava, a que disparó como unas 10 bombas para molestar los que se hallavan presidiando aquel puesto.

Entre el mar y el monte empezó al 21 a trabaxar el enemigo otra línea sobre la llanura, en que puso siete cestones a lo largo y quatro a lo obliquo, en cuyo trabaxo se le hizo notable fuego de la plaza, de que murieron muchos y otros fueron muy malheridos.

En la Redondela se principió este día una gran cueva, y con esta ocasión se descubrió tenía lugar nuestro contrario en el ámbito que formavan dos peñas, que allí avía, de cubrir como unos 150 hombres de nuestra mampostería, y lograr assimismo aquel puesto ventajoso para subir con menos riesgo a los avanzes que se premeditava continuar por aquella parte.

Echáronse esta noche al ataque de los enemigos 200 granadas con 30 morteros manuales que ingleses pusieron en la gran batería para estrenarla con aquel ensayo a mayores y más continuados disparos.


Ponen vela los navíos para Lisboa. Prolonga nuestro contrario la línea referida sufriendo el fuego de la plaza. Concluyen los sitiados la gran batería. Avisos por desertores.

Quantos navíos se hallavan en la baya salieron para Lisboa al 22 quedando únicamente una fragata de 50 piezas en el Muelle Nuevo por si algo se ofrezía durante el viage de los demás.

Prolongávase con la zapa la nueva línea este día, que en la llanura avían principiado el antecedente los sitiadores, con que logró avanzar algún tanto sufriendo nuestro fuego, que fué en esta ocasión tan violento, como el que más, y en efecto recabamos con él, echarle por tierra gran parte de sus gabiones.

Diose fin este día por los de la plaza a la conclusión total de la gran y formidable batería, que tanto les avía costado de formar, subiendo a ella 3 piezas que inmediatamente se plantaron a efecto de que quanto antes experimentara el enemigo su furor y violencia en la ruina de sus aproches y de los que les resguardavan.

A las 100 granadas que esta noche disparamos con los 30 morteros, que se dixo arriba, correspondieron del campo con ocho bombas y no más.

Continuava el 23 su línea nuestro aniversario, tirando con ella azia el bastión de San Pablo, en que plantó, como tenía de costumbre, una buena cantidad de gabiones para fortificar mexor la trinchera, con que iva cubriéndose del fuego que se le hazía.

Los sitiados pusieron dos piezas más en la batería nueva, que todavía no quisieron que jugara para lograr a su tiempo sobre el enemigo con más ventaja el feliz éxito que se prometía.

Quatro desertores, dos olandeses y los demás catalanes, que se passaron a nado, refirieron muchas miserias y calamidades del campo de los sitiadores, quienes avían poco antes aserrado (como bien dixeron) hasta unos 20 cañones por inútiles, deviéndoles por esta razón transportar a Málaga para fundirles otra vez; que dos regimientos franceses cuyo número llegaría a 3.000 hombres se avían puesto en marcha para Cadis, y que la esquadra del de Pointí reforzada con algunos navíos, que de Brest le avían llegado, de refresco, se hazía a la vela quanto antes para ocupar nuevamente aquella baya y cerrarles a los sitiados totalmente la esperanza de socorros por aquella parte.

Aunque los de la plaza dispararon por la noche un buen número de granadas, no respondieron a ellas como acostumbravan los sitiadores hasta entonces.


Estiende más su línea el Villadaries. Fuego vehemente de una y otra parte, bien que el de los sitiados le desaloja del puesto que avía ocupado tras la Redondela.

Con la continuada porfía con que el enemigo insistía en avanzar sus aproches, logró el día siguiente estender algún tanto más la línea que diximos arriba.

De una y otra parte fué a competencia el fuego: los sitiados sin embargo del que les hazían las baterías enemigas, trabaxaron en componer la línea de la brecha, que en la parte superior de la Redondela avían abierto días atrás.

El daño que nuestra mampostería executó el día 25 fué todo el motivo que tuvo nuestro contrario para no adelantar en todo el su trabajo, y aunque para impedirlo asestó des de sus baterías contra nuestra gente, no recabó por esso lo que pretendía, solo sí pudo, aunque no sin mucha fatiga y riesgo, apostarse en un pequeño aloxamiento que tras de la Redondela pudo lograr, guarneziéndole con alguna gente, que se procuró por los de la plaza sacar de aquel puesto con la artillería del Muelle Viejo, de cuyo fuego se vieron tan molestados que tuvieron a bien desmantalarle totalmente.

Un desertor, que tuvo la fortuna de poder entrar en la plaza, dixo corría voz en el campo de que se quería retirar del sitio el de Villadaries y formar entre las montañas de la cercanía una línea para contenernos y privarnos la salida de la ciudad, que dexándola con esto bloqueada y en estado de no poder servirles a los ingleses para el intento de invadir por aquella parte a España no se mantendrían en ella.

En el quartel de los olandeses se bolaron oy dos casas, en cuyas ruinas quedaron sepultados tres o quatro, con la ocasión de haver puesto fuego a dos barriles de pólvora que allí estavan para su retén.

Capítulo 22

Desemboca el de Pointí con su esquadra el estrecho y aferra en nuestra baya.

Aplicación de sitiados en sus obras de defensa. Quedan ya montadas todas las piezas de la real batería.

Desembárcanle al Villadaries artillería y pertrechos. Salidas de la plaza.

Las lluvias y temporal no le permiten al enemigo emprender operación alguna. Pertréchase con algunas piezas el Muelle Viejo. El primer disparo de la real batería produze a los sitiadores summo daño en los ataques. Lento fuego el del contrario y grande el de la plaza, que destruye las obras delanteras. Ocupa la guarnizión sus puestos con rezelo de avanzes.

Primo
Desemboca el estrecho el de Pointí.

Amanezieron juntos el día 26 y la esquadra del barón de Pointí, quien después de aver entrado en la baya al medio día, dió fondo frente la plaza a buena distancia del campo de los enemigos. Consistía su esquadra en 19 navíos y otras menores embarcaciones: eran los 16 de guerra y los demás de transporte.

Su venida no causó en los de la plaza desaliento por entonces, de calidad que dándose providencia en fuerzas de aquel nuevo subsidio que le llegava al enemigo para estrecharnos a todo lo que conduzía por mar y tierra, se puso toda hechura en reduzir la punta de Europa a toda defensa, y al Muelle Nuevo para qualquier improviso assalto que por aquella parte intentase el rezién venido huésped, cuyas ideas previendo los de la plaza, que podían dirigirse igualmente a la quema de quatro vaxeles que nos quedavan en el muelle, procuraron frustrárselas mandando ponerles en una fuerte y vigorosa resistencia, como se executó, doblando su guarnizión.

En la montaña y puestos más peligrosos se añadieron nuevas sentinelas a fin que no tuviera el enemigo lugar de valerse de nuestro descuydo para intentar alguna acción contra la plaza.

Este día montaron los sitiados a la gran batería las demás piezas de que avía de componerse, quedando con esto en estado de poder jugar para siempre y quando el príncipe lo mandara.

La ocupación del enemigo se reduxo a llevar al embarcadero las piezas que en sus baterías le avía hecho inútiles nuestro fuego, que por la noche inquietó bastantemente sus trincheras con un buen número de granadas que se le dispararon.

Participose este día a su magestad (que Dios guarde) el arribo de la esquadra del de Pointí en aquella baya por medio de una tartana que se despachó al Faro con pliegos del príncipe y otros cabos.


Aplicación de sitiados en sus obras de defensa. Quedan ya montadas todas las piezas de la real batería. Desembárcanle al Villadaries artillería y pertrechos. Salidas de la plaza.

Ancorada la armada enemiga al 27 salieron para cruzar la boca del estrecho de orden de su comandante solos dos navíos: 16 tartanas llegaron poco después de Ceuta, y otras partes, que como se observó de la ciudad le desembarcaron cantidad de pertrechos al enemigo, y con ellos parte de artillería, que tanto tiempo avía que esperavan. La de los sitiados continuó a jugar como lo avía echo hasta allí, impidiéndole el trabaxo de su nueva nueva batería con el fuego de muchas granadas, que con sus morteros le dispararon no obstante las quareinta bombas, que enderezaron a la plaza para estorvárnoslo.

Nuestros voluntarios, que de días atrás instavan la lizencia de executar sobre las líneas del enemigo una salida, la consiguieron y executaron esta noche con tanto garbo, que embistiendo con una intrepidez nunca vista las que tiravan azia la Redondela y su brecha superior, obligaron al contrario a que las desamparara de todo punto, y con esto le quitaron hasta unos 16 gabiones sin pérdida de su parte.

Todavía desembarcava parte de sus piezas el 28 quando los sitiados acabaron de dar la última perfección a su grande batería, en cuya atención se dió orden a todos los oficiales y demás de la plaza para que ninguno se desnudase y estuviesen todos prontos a la primera señal de la campana del castillo, haviéndose privado el toque de las demás de la ciudad.

Con ocasión de haverse movido un viento muy rezio, repitieron los voluntarios otra salida, con que lograron igualmente destruir parte de la línea frontera del enemigo, quitando passados de 20 gabiones a fuerza de brazos, de la trinchera, sin que pudiera impedirlo ni el fuego que hazían los que los las guardavan ni la vigilancia con que escarmentados de antemano vivían a su resguardo.

Diez bombas nos disparó esta noche a que respondió la plaza con un buen número de granadas según costumbre arrojadas de los morteros manuales de la real batería.


Las lluvias y temporal no le permiten al enemigo emprender operación alguna. Pertréchase con algunas piezas el Muelle Viejo. El primer disparo de la real batería produze a los sitiadores summo daño en los ataques.

Entró el marzo y con él un temporal tan desecho de viento y agua, que destorvó al enemigo el emprender operación de monta, y en efecto solo nos disparó este día con dos piezas de una de sus dos baterías contra nuestra cortina.

En el Muelle Viejo se mandaron añadir algunas piezas a fin de que le hallara el enemigo bien artillado, caso que intentase por aquella parte alguna irrupción.

Eran las 3 de la tarde quando echa la señal a nuestros botafuegos comenzó la gran batería con el estruendo, ruido y furor que puede pensarse, a darle a entender al enemigo el brío, ardimiento y corage con que renovavan los de la plaza el marcial aliento, que hasta allí avían mostrado en la larga y prolixa resistencia que le avían echo.

Esta funcción, que fué para los sitiados una de las célebres que durante el sitio se ofrezieron, la acompañaron los oficiales del presidio con assistencia del príncipe en repetidos brindis de bevida de Ponch, que dirigieron a sus magestades cathólica y británica, y fue intitulada La gran batería de la reina Ana de Inglaterra.

No hay términos con que ponderar la admiración que causó a los enemigos su disparo assí por la [sic] impensado, como por lo rancoroso de aquel metal: eran 15 piezas grandes las que la componían. Continuaron toda aquella tarde a jugar unidas al mismo tiempo que las del Muelle Viejo y bastión de San Pablo prorrumpían igualmente en fuego con su estruendo contra las trincheras de los de afuera, que aturdidos se escondían de calidad que no parezió en toda aquella tarde enemigo alguno sobre los ataques, cuyos gabiones y reparos quedaron tan maltratados de esta vez que no pensó en otro por entonces nuestro contrario que en remplazarles, de forma que mandó cessar totalmente su disparo, quedando desmontado uno de sus cañones por el nuestro según relación de los españoles que den del Salto del Lobo se lo miravan. Ocho bombas nos disparó por la noche y cien granadas le arrojamos en retorno.

La esquadra enemiga no hizo movimiento alguno este día, solo dos navíos quedaron sobre el estrecho de sentinela en resguardo.


Lento fuego el del contrario y grande el de la plaza, que destruye las obras delanteras. Ocupa la guarnizión sus puestos con rezelo de avanzes.

Acabó el adversario de sacar su artillería el día 3, en que ni fué mucho su disparo ni al adelantamiento de sus líneas fué alguno. La plaza tiró mucho, derribando y descomponiendo gran parte de sus obras delanteras echando por tierra muchos de los gabiones que poco antes avía puesto para su resguardo.

Observose por nuestras sentinelas, que guarnezían los sitiadores su ataque con mucha gente por la noche con la pequeña luz que les escaseava el tiempo, y se divisaron tres navíos a la vela, por cuyo motivo se repartió toda nuestra gente por los puestos acostumbrados sin ruido afín que no nos hallara desprevenidos para la defensa nuestro competidor.

Un navío de los de su esquadra logró la fortuna de apresar otro olandés de mercancía al desembocar el estrecho.

En la punta del Carnero pararon ancorados todo el día quatro, diez navíos franceses que nos amanezieron en aquel puesto al rayar el alba. Al medio día aportaron allí otros ocho, de quiénes los cinco entraron en la baya, quedando los restantes en alta mar.

El remplazo de las piezas de sus baterías no le dió lugar al enemigo para adelantar este día sus trincheras, bien que si a los de la plaza el poco fuego que les hazían los de afuera, de calidad que lograron el plantar algo más arriba del castillo una pieza de 36 libras de calibre con que se experimentó se les hazía notable daño a los sitiadores ya aquel día.

De los cavallos que se hallaron en la plaza, se formó un esquadrón de quareinta granaderos que le montaron para defender el importante puesto de la punta de la Virgen de Europa en caso intentaran por aquel lado algún desembarco los navíos de la esquadra enemiga.

Capítulo 23

Trabaxa el enemigo en la estención de la línea frente la Redondela. Marchan navíos de la baya. Hazen apreención los nuestros de un jabeque. Llena la mucha lluvia de agua los ataques enemigos.

Permaneze la esquadra francesa en la punta del Carnero, reparando el contrario su última batería. Daña nuestro cañón la gente los aproches. Fuego lento de los de afuera anegándoseles algunas baterías. Salida de olandeses.

Avisos por desertores. La continua lluvia hecha a rodar los reparos del enemigo haziendo su cañón alguna pausa.

Remplazan los sitiadores sus baterías con nuevos cañones. Ponen mano sitiados a la fábrica de una mina y obras de defensa, y los del campo al restablezimiento de sus daños.


Trabaxa el enemigo en la estención de la línea frente la Redondela.

Al amanezer del siguiente día se reparó que venía el enemigo trabaxa[n]do en la estensión de la línea frontera a la Redondela en que dió mucho que discurrir, y algo que temer: unos decían que el aver continuado aquella línea era a fin de adelantar la mina que tenía abierta por aquel lado, otros que desesperado que mantenerse en sus ataques les continuava por no tener la gente del todo ociosa en sus reales.

Marcharon azia poniente este día los ocho navíos que el antecedente avían aportado a nuestra vista. Los barcos de la plaza tomaron un jabeque valenciano a poca distancia de la flota del de Pointí, cuyos prisioneros dixeron no avía venido a otro fin aquella esquadra que al de assegurar la entrada y desembarco de la artillería y pertrechos, añadiendo tenía ya orden aquel general de partirse al primer viento para el puerto de Tolon. Solas 5 bombas empleó este día el enemigo contra los de la plaza, dando a entender las pocas que tenía en los almagazenes de su campo.

Con la continuación, y copia de agua, que el día 6 sobrevino, se llenaron otra vez los ataques de los sitiadores, de suerte que fueron impedidos de proseguir sus trabajos, estando los que les guarnezían con agua hasta la cintura de que perezieron muchos.

La esquadra francesa se mantenía en el mismo puesto, sin que diera muestras por entonces te querernos invadir por la parte de Europa, como se temía.

Con el batallón de cavallería que de poco antes quedava formado ivan continuamente los de la plaza divididos en diferentes patrullas, reconoziendo su circunferencia.


Permaneze la esquadra francesa en la punta del Carnero reparando el contrario su última batería. Daña nuestro cañón la gente en los ataques. Fuego lento de los de afuera anegándoseles algunas baterías. Salida de olandeses.

Permaneció la esquadra enemiga el día 7 en la punta del Carnero no obstante la violencia del levante a que quedava totalmente expuesta con evidentes peligros de perder las áncoras y estrellar los buques en aquellas peñas.

La batería que últimamente avía armado contra la plaza el enemigo fué reparada algún tanto por sus gastadores, quienes como no podían emplearse en adelantar las trincheras por lo blando que quedava el terreno con la mucha agua que avía embebido, se ocuparon en restituir sus reparos, disparando muy poco la artillería.

La plaza hizo con su acostumbrado disparo harto daño a los sitiadores mayormente al tiempo de mudar las guardias del ataque.

Vinieron a nuestro campo del Principado de la Cataluña don Felipe Armengol de Fox y don Juan Nebot, embarcados en una saetía catalana, que nos dieron cabal noticia del estado de aquel país y quan violentos se hallavan los ánimos baxo el intruso dominio del de Anjou.

Proporcionado al del día siete, fué el fuego que al ocho pudo hazernos el cañón de los sitiadores, en razón de aver continuado con mucha mayor fuerza la lluvia de lo que la avía echo hasta allí, de calidad que tres de sus baterías quedaron enteramente anegadas y su campo echo laguna en gran parte.

Arreziose notablemente el viento al mismo passo, con que se embravezió el mar, de forma que estuvieron a pique los navíos de Pointí de dar al travez.

A las 10 de la noche cinquenta olandeses executaron una salida por parte de la Redondela de que les resultó el averse echa señores por un buen rato de la línea más immediata a ella después de haver muerto a algunos, y prisioneros a 13, que entraron a la ciudad poco después al retirarse los nuestros sin más pérdida que la de un hombre tan solo.

Este susesso motivó a ponerse en armas el real de los contrarios y a acudir la cavallería a las trincheras para obligarnos a retrozeder quando ya lo avíamos executado con buen orden rezelosos de lo que podía suzedernos caso que nos hubiéssemos detenido sobrado en las trincheras.

El fuego de este día fué igual y regular por entrambas partes, bien que el de nuestra mampostería así en la estrada encubierta como en su cortina fué mucho mayor que el de los contrarios.

Contaron los prisioneros como la esquadra enemiga no les avía traído gente alguna, y que los de su partido ivan plantando en cinco diferentes baterías hasta quareinta y dos piezas de cañón y ocho morteros, que todavía procuravan encubrir en tanto que el tiempo no les dava lugar.

Quedó preso este día un patache inglés por los navíos del enemigo, que escoltavan su flota.


Avisos por desertores. La continua lluvia echa a rodar los ataques del enemigo haziendo su cañón alguna pausa.

Un desertor que se nos vino el día 9 confirmó la deposición que nos hizieron el antecedente los que nos entraron, añadiendo la circunstancia de que el duque de Habré mandando la noche de aquel mismo día en los ataques, avían quedado muertos por los de nuestra salida hasta unos ocho, y heridos seis. Dixo más que el exército de los enemigos quedava muy fatigado, y que los franceses se avían reduzido al número de 3.000.

Calmó este día el levante y se levantó poniente, bien que sin cessar por esso de llover fuertamente. La capitana francesa puso señal, según se parezió, de zarpar, de calidad que se acercaron a ella quantos navíos tenía dentro la baya, de quienes 3 se pusieron a la vela, procurando hazerse a alta mar quanto pudieron.

Restituionos el general de Tessé al granadero inglés que fué preso por los enemigos la noche de la salida antecedente, a quién mandó decir el príncipe estimava la puntualidad con que atendía al desempeño de su palabra.

No cessó la lluvia, con que le fue preciso al cañón hazer alguna pausa.

La mucha agua, que se despeñava del monte por aquella parte de la brecha y Redondela, les fué de notable perjuizio a los sitiados en las cortaduras y reparos que para su defensa avían formado en ambos a dos puestos, y assí continuaron oy a trabajar en ellos unos 100 hombres, que para este ministerio fueron diputados en la ciudad echando mano para salir con el con el intento de las faxinas, que durante el sitio les subministrava la montaña, cuyo subsidio no fué de poco momento para la total resistencia que se les hizo a los sitiadores.


Remplazan los sitiadores sus baterías con nuevos cañones. Ponen mano los sitiados a la fábrica de una mina y obras de defensa, y los del campo al restablezimiento de sus líneas.

Con la mudanza que hizo el día 10 cessó la lluvia y passó a tramontana el viento, quedando 10 navíos de los franceses todavía sobre el fierro en la misma punta del Carnero, con la circunstancia de que dos de ellos se hizieron a la vela poco después para reconozer el estrecho, passando para Ceuta muchas fustas españolas con la seguridad que les franqueava la bonanza.

Todavía quedava el enemigo ocupado en repartir la artillería, que últimamente avía recivido por las baterías que de tiempo atrás quedavan formadas esperando su remplazo, y assí no fue mucho que disparara poco su cañón. El de los sitiados se vió precisado al descanso a fuerza de ir faltando las municiones en la plaza y no saberse quanto tardaría el socorro que se esperava.

Una mina se principió este día baxo el bastión de San Pablo, a fin de que en caso que por desgracia quedara en poder de los enemigos pudiera bolarse y arruynarse totalmente.

Levantóse un temporal el onze mucho más fuerte que el primero, con que estuvieron en gran peligro de perderse los navíos franceses, que con admiración se mantenían en la punta del Carnero, de quienes dos hizieron vela sin saberse el destino que llevavan en su viage y precipitada derrota, que tomaron a todo trapo, favorezidos del viento que aunque fuerte le lograron enpopa[r].

En la plaza se continuava con la misma solizitud y diligencia que hasta allí en las defensas que se tuvieron por necessarias a su resguardo y conservación. En el campo trabajó mucho la zapa en componer y restaurar las baterías, que de antemano avían sido maltratadas por nuestro cañón, haziendo ademán en lo demás de dar principio a otro nuevo sitio, o bien para aturdir con esto al príncipe, o para animar con esto a los suyos su general.

Un navío de Lisboa con el favor de la tempestad se arrestó a passar por medio de la esquadra de los enemigos cargado de bastimentos, entrándose de golpe al muelle sin que reciviera daño de sus adversarios.

Capítulo 24

Prosiguen las lluvias y el viento. Descanza el cañón y zarpan dos navíos de la baya. Vense bolar treinta y dos águilas reales sobre la montaña.

Lanchas armadas del francés recurren la circunferencia de la plaza, que impide a los sitiadores el adelantamiento de sus obras. Causa admiración el percistir los navíos en el mismo puesto tan peligroso.

Quedan los aproches enemigos totalmente inundados. Envíale al príncipe el de Tessé un atambor sobre materia de prisioneros.

Juega bien nuestra artillería contra el ataque enemigo, y este corresponde con sus morteros, echando piedras a la Redondela. Descúbrense grandes fuegos en las atalayas de la baya, correspondiendo los faroles de los navíos.

Primo
Prosiguen la lluvia y el viento.

Continuó con la tramontana el viento aún más fuerte a los 12. Llovió mucho, con que la artillería de una y otra parte apenas disparó.

Otros dos navíos franceses se partieron oy, con que quedaron solo seis, bien que siempre en el mismo parage que avían ocupado días atrás de la punta del Carnero.

Por no aver suzedido novedad el día 13, tengo a bien passarme de corrida a lo que suzedió el siguiente, que en suma es lo que aquí escribo.

El mar, que días atrás quedava alborotado, todavía perseverava este día en su inquietud, en fuerza de que el viento persistía en su primera furia, aunque algo más a medio día. Continuava la lluvia, con que se les hazía muy cuesta arriba a los sitiadores el resguardo de sus ataques, respeto de que su gente venía a enfermar de la humedad y baldarse del mucho frío.

Dió que penzar a los de la plaza la permanencia con que aquellos seis navíos, de que poco à se habló, perseveraran todavía en el mismo puesto, bien que no faltó quien creiera avían salido los restantes a esperar nuestra flota.

Otra vez suzedió oy el caso de averse visto sobre la montaña de nuestra plaza correr la cumbre 32 águilas reales de desmedida grandeza, cosa que no creerán mucho, pareziéndoles fantástico baticinio de lo que después suzedió.


Lanchas armadas del francés recurren la circunferencia de la plaza, que impide a los sitiadores el adelantamiento de sus obras. Causa admiración el percistir los navíos en el mismo puesto tan peligroso.

Prosiguieron los días 15 y 16 la lluvia y el viento uniformes como lo avían echo hasta allí, con que ni unos ni otros pudieron executar cosa de monta. Por la noche del 15, quiso provar el enemigo si los sitiados hazían buena guardia por la parte del mar, y assí rodeando con dos lanchas armadas den del Muelle Viejo toda la circunferencia de la plaza y montaña, a vista del mucho fuego que por todas partes se les hizo, se contentó con este desengaño el contrario, bolviéndose a incorporar con sus navíos.

Murió un page del príncipe comandante don Ricardo Nugen de una herida que recivió en la cabeza de una piedra de las que arrojaron los enemigos de sus morteros, en ocasión que este joven iva siguiendo a su alteza recurriendo la montaña para observar los designios del enemigo campo.

Solo lograron los de la plaza la ventaja el 16 de impedirles a los sitiadores las operaciones a que quedavan aplicados, ganando con esto algún tiempo para divertirle y esperar la armada del socorro, que por puntos se estava aguardando, según las noticias que se tuvieron por el navío que nos llegó el día 11, quedando ambas partes de afuera y de la plaza el 17 en fuerza de no darles lugar el tiempo y lluvia e inclemencias, que a la sazón persistían en su primera furia, que fué tal que pudo romper un cabo de uno de los seis navíos franceses, que con admiración de quantos pilotos lo estuvieron viendo de la ciudad, aguantava el rezio temporal en aquel parage, y si bien faltándole la áncora, fué precisado a echarse al mar con todo logro, por la noche el dar otra vez fondo tras la montaña con algún espacio de tiempo, obligándole otra vez el viento a hazerse a la mar.


Quedan los aproches del enemigo totalmente inundados. Envíale al príncipe el de Tessé un atambor sobre materia de prisioneros.

Fué poco diferente el 18 de lo que avían sido los días antezedentes, quedando con esto los ataques del enemigo enteramente inundados, y de tan mala calidad que la infantería no podía entrar a su resguardo, menos que los cavallos no la abrieran passo, conduziéndola en grupa a sus puestos.

Empezose a templar el tiempo al amanezer del siguiente día, bien que no por esso quedaron desaguados los aproches de la mucha lluvia que se avía en ellos recogido. Disparonos algunos tiros con esta intermissión de tiempo el cañón de los sitiadores, asestando a la batería que cerca del castillo avíamos puesto y levantado para ofenderla.

El mariscal de Tessé embió a decir al príncipe por un atambor el quedar ya puestos en libertad y remitidos a Portugal quantos oficiales y soldados ingleses tenía prisioneros de esta nación en Cadis, y assí que estimaría le remitiera los españoles y balones que ivan nombrados en un papel que en su nombre le entregó. No vino el príncipe a su demanda, por lo que mirava a los españoles, en fuerza de no aver querido recivirles el marqués de Villadaries al principio del sitio con ocasión de averle enviado a este general el de Darmstad un atambor con pasaporte suyo, en que usando el príncipe de los títulos que le avía grangeado su carácter para con el su señor, apelidándose entre otros vicario general de la Corona de Aragón, bien que sí por lo que mirava a los balones enviándoles des de luego seis, por haver quedado los demás en la plaza y tomado partido en las banderas y servicio de nuestro rey. Añadiéndole últimamente mandar bolver preso a la plaza un criado de cierto oficial, que por haverle robado parte de su equipage se avía huido a sus reales.


Juega muy bien nuestra artillería contra el ataque enemigo, y este corresponde con sus morteros echando piedras a la Redondela. Descúbrense grandes fuegos en las atalayas de la baya, correspondiendo los navíos con sus faroles.

Despejándose el tiempo al amanezer del siguiente día, bolvió la artillería a jugar contra el ataque de los sitiadores, que en razón de la mucha agua que en él quedava, no pudieron hazer operación alguna contra la plaza. Solo lograron el poder descargar sobre la Redondela algunas morteradas de piedras, que no causaron daño. Por la noche se observó que assí en las atalayas de la baya como en la punta del Carnero se hazían algunos fuegos a que correspondieron con sus faroles los navíos franceses, que allí quedavan, infiriendo los sitiados de esto la venida de algún socorro, que de nuevo les llegava, como lo creió el príncipe en fuerza de ciertos avisos favorables que se le dieron a media noche.

Passáronse este día al enemigo tres de los soldados del presidio, y luego se notó que en sus ataques entravan algunos esquadrones para reforzarles, lo que dió motivo a los de la ciudad para creer que aquellos desertores le avían dado el aviso de la salida que se quería intentar de la plaza para enclavar sus piezas y maltratar sus baterías.

Capítulo 25

Dispara la capitana francesa dos cañonazos, y marchando de improviso a todo trapo su esquadra azia levante alcánzala nuestra flota, que después de una pelea rinde algunos navíos, siguiendo la vitoria. Avísanla los de la plaza alborozados disparando toda la artillería a los ataques.

Salida del presidio, fuego recíproco de sitiados y sitiadores. Noticias del susesso de nuestra flota.

Permiten las lluvias y el viento algún descanso a nuestro cañón, y gastadores de ambas partes. Avisos por desertores.

Prívanos el contrario viento la buelta de nuestra flota. Carta que escrive el mariscal de Tessé al christianíssimo sobre el estado de aquel sitio.


Dispara la capitana francesa dos cañonazos.

No vió Gibraltar durante el assedio día más alegre que el 21, porque aviendo disparado a su amanezer dos tiros la capitana francesa, cortaron sin más los cabos de la áncora aquellos cinco navíos, que hasta entonces avían aguantado en la punta del Carnero, con que creímos que no estava lexos de allí la flota de los aliados, que venía a nuestro favor como lo manifestó el susesso, pues que a poco rato después que se hubieron echo a la vela los navíos que dixe arriba para la buelta de levante, se descubrieron sobre el estrecho parte de los que esperávamos en nuestro socorro, bien que por la mucha niebla con que estava cubierto el tiempo no pudieron bien divisarse hasta las siete de la mañana, en que vimos ya toda nuestra grande armada, como puesta en batalla, que iva en seguimiento de la francesa, que no lograva ya más que legua y media de ventaja, con que no se les hizo difízil el alcanzarles poco después de las 10, en que se oieron muchos tiros, divisándose den de la cumbre del monte como peleavan unos y otros entre sí, en ocasión que la mayor parte de nuestra flota, cogiéndole a la enemiga por sobreviento para ceñirla y cortarla enteramente el passo de la retirada, ivan ya acercándosele los restantes navíos por más que los franceses forcejavan para escapar de sus manos.

Duró el combate un buen rato, y como suzedió a la vista de nuestra plaza, pudimos con aquel triunfo entrar con nuevo ánimo a medir con el enemigo la espada. Quatro navíos franceses quedaron de los venzedores, quemándose uno que tuvo la dicha de escaparse a tierra.

A las 12 desaparezió la armada, que como iva en seguida de las reliquias de la del enemigo, passó a todo trapo azia las costas de Málaga, en cuya baya quedavan de días atrás algunos navíos de los franceses, o bien precisados del temporal o bien rezelosos de lo que suzedió a sus compañeros.

Por la tarde se avistó parte de nuestra flota, bien que tomando el bordo para África, creímos que era su intento no entrar hasta el día 22.

Esta alegre noticia, complicada con el buen susesso, que he referido aquí, la avisaron luego los sitiados al enemigo por medio de una salva que se hizo, disparando todas las baterías a sus ataques con bala, a que satisfizo igualmente, quizás para disimular la consternación que avía causado en los suyos aquel inopinado susesso, de calidad que reforzando con nueva gente sus trincheras, no obstante la mucha agua de que estavan llenas, quiso hazer el ademán de que se disponía para entrar de nuevo en alguna operación de consequencia.

Todo este día las tartanas y saetías españolas, que en número de 15 se hallavan sobre el fierro des del antecedente en el desembarcadero y truxeron al enemigo de Cádiz hasta 1.000 hombres, forsejaron para escaparse, bien que no pudieron lograrlo, por quanto un navío de los que en el Muelle Nuevo avían quedado de antemano, les obligó a retrozeder y esconderse en los dos ríos, que desaguan dentro la baya, no lexos del campo del competidor.

Quatro navíos cargados de municiones y bastimentos dieron fondo al anochezer no lexos del Muelle Nuevo, y por ellos se supo venían 36 de línea al comando del almirante Sckovel los 25 ingleses, siete portugueses y olandeses seys.

Aportó en nuestra bahía don Jayme Carreras embarcado en una saetía que venía de Cádiz, y subsiguientemente don Carlos Donch y Sotomayor, don Joseph Pausa y otros, que en aquella ciudad y puerto impazientes mucho tiempo avía, esperavan la ocasión que lograron entonces de passar a nuestra plaza.

2
Salida del presidio. Fuego recíproco de sitiados y sitiadores. Noticias del susesso de nuestra flota.

No parezió la armada el 22, ni se tuvo de ella noticia alguna, que como el viento era poniente creímos avía passado a Málaga para provar y reconozer aquel puerto, con que en el ínterin la artillería de los sitiados tiró con nuevo furor sobre el ataque enemigo, en que hizo no poco daño, que no pudo reparar por entonces por hallarse todavía mojado o blando con el agua aquel terreno.

Arrojáronnos por la noche 60 bombas a tiempo que los de la plaza en número de 50 salieron a reconozer sus líneas, que hallaron desguarnezidas, retirados los franceses a la batería grande, y a no ser que no tenían orden para más, les hubiera sido fázil, como dixeron ellos, de darles en que entender en aquella ocasión. Si fué grande el fuego de los enemigos el día 23 no fué menor el de los sitiados en que fueron a competencia unos y otros: veinte bombas dispararon los sitiadores, a que se satisfizo por los de la plaza con igual equivalente número de granadas.

Un navío de la armada vino despachado con la alegre noticia de que de los cinco navíos franceses, que se dixo arriba, quedavan los tres prisioneros, y los dos quemados, después de haverse echado en tierra la gente que les presidiava. El navío Pembruch llegó poco después con los hombres, que desembarcó, de ingleses y olandeses.


Permiten las lluvias y el viento algún descanso a nuestro cañón y gastadores de ambas partes. Avisos por desertores.

Con ocasión de que al 24 se movió un viento fuerte de survest, se vió nuestra armada precisada a apartársenos algo, en tanto que mexorava el viento. Llovió mucho, con que calmaron los trabaxos y descansó el cañón.

Tres desertores balones se nos passaron a la plaza a tiempo que el de Tessé avía enviado al príncipe cierto recado, que se tuvo en silencio. Las noticias que tuvimos por los balones se reduzían a que el enemigo passava grandes trabajos y penalidades sobre el sitio, quedando los que ivan al ataque sugetos a la mucha agua que todavía quedava en ellos encerrada, haziéndose tanto más penoso este trabajo por la falta de paja y leña que se padezía en el campo, y a la verdad, es constante que del frío y grande humedad que padezían los sitiadores murieron muchos aviendo día en que passaron de setenta y cinco los que faltaron en un solo regimiento. Dixeron assimismo que padezían los sitiadores mucha falta de pólvora, en razón de no tener el mar suyo para el transporte y de havérseles bolado un barco que, cargado de ella, los vino de Cádiz, y que otro que les llegó se hallaron los barriles tan moxados que no pudo servirles, hecha de la humedad una pasta la pólvora. Últimamente descubrieron la intención que tenía el enemigo de acometer a los navíos del Muelle Nuevo, luego que les diera lugar el tiempo.


Prívanos el contrario viento la buelta de nuestra flota. Carta que escrive el mariscal de Tessé al christianíssimo sobre el estado de aquel sitio.

No tuvimos todavía noticia alguna de la flota el 25 por la contrariedad del viento y lluvia continua, que lo impedía. Llegaron a nuestra plaza cinco desertores nuevamente, que confirmaron lo que el día antecedente nos avían dicho los tres que nos vinieron, añadiendo avía enviado el de Tessé un ingeniero a Madrid para dar cuenta en aquella corte del arribo de nuestra armada y de la pérdida de los cinco navíos de Pointí, y que a su buelta se levantaría el sitio y se formarían unas líneas en las montañas contiguas a la plaza para impedir las correrías de los del presidio, de cuyo fuego avían sido desmontadas dos piezas de las que tenían los sitiadores en su grande batería.

Carta que escrivió el mariscal de Tessé al rey christianíssimo a 26 de marzo 1705, en que le dava cuenta del estado de sus cosas y del sereníssimo de Anjou en la expugnación de Gibraltar.

No puedo dexar de poner a la alta compreensión de vuestra magestad quantas dificultades los sitiadores an avido de superar en este campo hasta la hora presente, no solo por la grande resistencia de la guarnizión, sí también por la continuación del mal tiempo y continuas lluvias haviendo estás inundado nuestras obras, de manera que los soldados se an hallado día y noche dentro del agua y de la ova, assegurando a vuestra magestad que la infantería española mereze grandes alabanzas por la resignada constancia con que ha continuado un sitio tan difízil, y por la paciencia tan extraordinaria con que los soldados de esta nación, casi desnudos, sin paga y muchas vezes sin lo necessario para vivir, han sufrido sin murmuración las fatigas de esta carga y penoso sitio. Lo cierto es, señor, que el barón de Pointí me avía solizitado muchas vezes para que le permitiesse la retirada a Tolon con su esquadra, más los órdenes que yo tenía y el mismo barón recivió de vuestra magestad conformavan todos en que nos ajustásemos a la voluntad del rey cathólico. El Consexo de España se opuso fuertemente a la retirada de la esquadra instada por el de Pointí, por lo que me envió órdenes expressas des de Madrid para que la retoviera en la baya de Gibraltar. El barón de Pointí se quexó de esta resolución y hizo diferentes protestas, previendo bien la fatalidad que se le siguió, pues como tan sagaz y vigilante, tomó todas las precauciones possibles para ponerse en salvo de las manos de los enemigos, a tiempo que estos se avanzavan sin ser descubiertos ni por las fragatas que cruzavan azia el estrecho ni por los guardacostas que se avían puesto por toda la costa y torres vezinas, y sorprendieron los navíos de vuestra magestad, que en número de cinco se hallavan ancorados sobre la punta del Carnero: tres de ellos fueron rendidos por assalto después de una larga defensa; el del barón de Pointí con otro se echó a Estapona en donde fueron quemados. Después deste desgraciado renquentro, viendo que la plaza quedava nuevamente pertrechada y proveída de todas cosas, ordené se trabajara en un nuevo atrincheramiento y remití al ingeniero Renaud para que representara azia vuestra magestad como al rey cathólico la importancia de continuar este sitio. Las tropas se hallan fatigadas, hay muchos enfermos entre los sitiadores y las municiones comienzan a faltar. He recivido aviso de Málaga por un expresso en que se me previene que la esquadra enemiga se halla delante Ceuta y que tendría algún designio sobre esta plaza.

Veinte y tres bombas nos dispararon esta noche los enemigos no obstante el temporal, que perseverava todavía, y dava muestras de durar, lo que detenía en gran parte el adelantamiento de las obras de defensa, y más al adversario las suyas, que tanto necessitava, en sus líneas y aproches en mucha parte destruídos con tanta multitud de aguas.

Capítulo 26

La porfía de las lluvias y viento prívanos las noticias de la flota. El fuerte disparo de nuestro cañón destruye notablemente las trincheras. Noticias por desertores. Éntrannos navíos con 100 cañones no siendo poco el disparo del enemigo con los suyos.

Viénenos un tránsfuga por camino sospechoso. Salida de la plaza. Muere nuestro ingeniero de una bala.

Descúbrense tres navíos de la flota. Envía el de Tessé a pedir al principe la lista de los prisioneros. Juega terriblamente nuestra artillería, y poco la de los de afuera.

Témplase el tiempo. Éntrannos algunos navíos con gente de socorro. Mutuo el disparo en destruir las obras, que por una y otra parte se avían trabaxado. Expe[c]ificación de los vaxeles, que se apresaron al enemigo.


La porfía de las lluvias y viento nos priva las noticias de la flota.

La continua lluvia y viento no dá lugar a nuestra vista para descubrir al 26 la flota, ni menos lograr alguna noticia de élla. Nuestra artillería jugó con toda la satisfacción que es decible, quedando de su disparo bien maltratadas las trincheras, de que solo el enemigo nos arrojó como unas 25 bombas este día.

Vinieron cinco desertores, que entre otras muchas cosas, ponderaron la notable falta de pan que avía en el campo de los sitiadores, quienes por la carestía de pólvora que padezían, no podían echar bombas en adelante como avían echo hasta allí sobre haverles llegado dos mil y quinientos barriles de ella días atrás, tanta era la que consumieron con el continuo disparo.

Túvonos en la misma suspensión el siguiente día la malicia del tiempo, bien que no obstante tres navíos de setenta piezas, nombrados KentÁguila y Nortfurt, llegaron de Inglaterra con cien cañones para el presidio.

De una y otra parte trabajó el cañón incessantemente. En la plaza, de una media bala enemiga murió el ayudante del principe capitán Nugen. Dispararon los de afuera este día unas veinte bombas, sin ocasionar daño particular. Súpose en la ciudad por dos desertores, que vinieron este día, que los sitiadores lograron alguna porción de pólvora que les llegó de Málaga, donde los navíos franceses, por orden del mariscal de Tessé, desembarcaron los pertrechos para que des de allí se transportasen a su campo.


Viénenos un tránsfuga por camino sospechoso. Salida de la plaza. Muere nuestro ingeniero de una bala.

Un desertor vino a la plaza el día 28 abriéndose camino por el áspero del monte, en cuya atención mandó el príncipe reconozerle con cuydado. Y hallaron una soga y escala de cuerda, que en cierto puesto fazilitava el accesso, y assí se dió providencia a que en adelante no pudieran por aquel medio lograrle los enemigos, en cuyas trincheras tubimos la suerte de desmontar oy una pieza de su primer batería, por más que se esmeró en hazernos con ella muy buen fuego su cuydado.

Treze de nuestros soldados salieron de la estacada y mataron algunos franceses en los ataques de que se llevaron presos a un sargento y a un soldado de sus dragones.

Diez bombas se nos arrojaron esta noche: pequeño fuego respecto al que se avía echo hasta allí, y para el que se nos hizo en lo susessivo. El del día 29 fué notable cuydando poco los sitiadores del reparo de sus líneas, que lo necessitavan bastantemente.

Sobre la gran batería de la plaza murió este día el ingeniero Mr. de la Mote de un cañonazo, que le quitó la cabeza en ocasión que estava a muy pocos passos del príncipe comandante, que a la sazón estava dando algunas providencias conduzientes a la urgencia del tiempo.


Descúbrense tres navíos de la flota. Envía el de Tessé a pedir al príncipe la lista de los prisioneros. Juega terriblemente la artillería de los de la plaza, y poco la de los de afuera.

Todavía soplava el poniente con el tessón que hasta allí, y assí no fué mucho si no tuvimos en tantos días la fortuna de lograr la dicha de ver dentro la bahía la numerosa flota que venía en nuestro favor, de calidad que este día solo pudimos descubrir que tres navíos hazían fuerza para tomar la bahía.

El mariscal de Tessé envío oy al príncipe un atambor pidiéndole la lista de los oficiales que quedavan prisioneros de la esquadra del de Pointí, a que satisfizo mandándole decir se la enviaría apenas llegara la armada a aquella bahía, que impaziente esperava.

Jugó la artillería con un indecible furor, como acostumbrava, observando los sitiados en el disparo de la enemiga que ya le faltavan algunas piezas en su principal batería.

Llovió el 31 con que no tiró mucho ni la plaza ni el enemigo, solo con seis cañones asestava el cuydado de sus botafuegos a la batería que teníamos sobre el castillo por lo mucho que le molestava con sus tiros.

Por un desertor se supo corría voz en el campo de que los franceses marcharían luego a las partes de Portugal aviendo muchos de ellos pagado con la vida sobre aquel sitio el diezmo a que todos los mortales están sugetos, que todos los oficiales de los granaderos quedavan por la mayor parte o muertos o heridos.

Las lanchas de nuestros navíos apresaron dos barcos que passavan con socorro al campo del enemigo, cuyas bombas fueron 16 las que oy nos disparó.

En razón de avérsenos acabado en la plaza el almagazén que se tenía echo de balas, mandó el príncipe a los soldados fuessen en busca de las que el enemigo nos avía hasta allí disparado, prometiéndoles para que entrasen en esto de mexor gana un real de a ocho por cada dozena de ellas que truxesen, como pasassen de 18 libras de calibre y no excediessen del peso de quareinta, con que dentro pocas horas recogieron hasta unas 6.000, de que por entonces quedó satisfecho el príncipe.


Témplase el viento. Éntrannos algunos navíos con gente del socorro. Mutuo el disparo en destruir las obras que por una y otra parte se avían trabaxado. Expecificación de los vaxeles que se le apresaron al enemigo.

Templose algo el tiempo, mitigando el ayre su furia al primero de abril, con que hasta allí avía soplado, de calidad que pudieron entrar otros tres navíos del vicealmirante Leack, con un socorro de 400 hombres entre ingleses y olandeses.

No obstante que trabajava el cañón de entrambas partes en ofender mutuamente las obras de reparos, que unos y otros hasta allí avían echo, repararon los sitiados en que los sitiadores procuravan sacar las piezas de su primer batería, que eran inútiles. Sus bombas no passaron de 24. Otro navío del vicealmirante Leack nos entró el día 2 con una presa que se le avía echo al de Pointí.

Reciviose la especificación este día de los vaxeles franceses que en el choque avían sido o quemados o cogidos por los nuestros, cuya lista es la que aquí se pone.

Nombres de navíos / Capitanes / Hombres / Piezas

La Lis / Mr. de Pointí / 600 / 70

El Magnánimo / Mr. Lotier /600 /84

El Arrogante / Mr. de Torvión / 300 / 56

El Marqués / Mr. de Pontac / 350 / 58

El Ardiente / Mr. Pantolet / 400 / 64

Suma: 2.250 hombres / 338 piezas

De estos navíos la Lis i el Magnánimo, que son los dos primeros, se bolaron entre Estapona y Marbella; el Arrogante fué preso por el inglés, el Ardiente, el Marqués y el Arrogante fueron abordados y rendidos por los olandeses, en cuyas manos quedaron después de un sangriento choque.

Súpose también cómo nuestra flota avía quemado otro navío francés de 30 piezas en la altura de Málaga, con que se alborozaron mucho los sitiados, y en efecto en prueva del nuevo regosijo con que se hallavan, hizieron los últimos esfuerzos en arruynar los trabaxos de los sitiadores, a cuyo fin colocaron otras dos piezas de 36 libras de calibre en la batería que tenían puesta sobre la entrada del Muelle Viejo.

Como todavía quedava el enemigo ocupado en desembarazar su primera batería de los tablones y maderamen de las plataformas, solo logró el disparo de algunos pocos tiros, que interpoló con el de 20 bombas, que aquella noche dispararon sus morteros.

Capítulo 27

No le franquea entrada al puerto a nuestra flota el contrario viento. Noticias por un navío que nos entró. Continúan el disparo los de la plaza siendo poco el de su contrario, que retira algunos morteros de sus baterías.

Déxase ver nuestra esquadra, entra a la bahía y aferra. Cumplimentan al príncipe sus cabos sin retardo.

Buelve la visita nuestro comandante al vicealmirante. Quema el enemigo gran parte de sus ataques, retirando los cañones a un tiempo.

Retorna la flota a Lisboa despedido el príncipe de su vicealmirante. Juegan muy bien nuestras piezas y morteros, prosiguiendo el contrario en sacar piezas.


No le franquea entrada a nuestro puerto el contrario viento a la flota.

Aunque aclaró del todo el tiempo el día 3, la contrariedad del viento que todavía insistía no dió lugar a la armada para tomar puerto, cuya buelta deseavan tanto los sitiados quanto más les parezió buena aquella coyuntura para echar al enemigo del contorno de la plaza acometiéndole de una por mar y tierra a fin de apoderarse de su artillería si fuesse possible, antes que tuviessen lugar para ponerla en salvo.

Un navío nos entró este día, que dixo se avían descubierto veinte y quatro del enemigo no lexos de Almería, entre quiénes los 12 parezían de guerra. Esta noticia dió motivo a los siete que quedavan en nuestra bahía ya ancorados para hazerse a la vela y unirse con el gruezo de nuestra armada a fin de echarse sobre ellos y darles caza hasta haverles a las manos.

Eran ya las quatro quando un atambor, que avía enviado al príncipe el general de Tessé, le pidió otra vez en nombre de este Mr. la lista de los oficiales y soldados que quedaron prisioneros en el navío Arrogante, a que condecendiendo el príncipe con grandes demostraciones de reconozimiento y agasajo, fué pié para que el embiado le explicara los desabrimientos que corrían en el campo entre franceses y españoles, de que se alegraron mucho los sitiados, creyendo ser esto designio que les destinava la Providencia a estos para que habriesen los ojos y reconoziesen la buena voluntad de aquellos.

De la plaza se le disparó razonablemente al enemigo, respondiendo este con solos algunos tiros de cañón, que hizieron poco o ningún daño.

No suzedió cosa alguna de notar el día 5 y 6. Fué templado el tiempo y poniente el viento. El disparo muy poco, tirando solo una vez que otra los sitiadores, sobre que el de la plaza le estimulava con tanta o mayor fuerza de lo que lo avía echo hasta allí.

Observose el día 6 que solo quedavan en las trincheras dos morteros, aviendo retirado los demás con el dissimulo de dispararnos algunas bombas, con que pensó deslumbrarnos por entonces.

Otro atambor entró a la plaza el día siete con dinero y vestidos para los que quedavan nuevamente prisioneros, en cuya atención quiso saber de el príncipe si eran estos de su dependencia o si eran de la del vicealmirante de la flota a que satisfizo con la respuesta, que convenía, haziéndole saber era lo que se le preguntava cosa absolutamente dependiente de dicho vicealmirante.

Dos franceses que se passaron el día ocho dieron la noticia de que balones no gozavan ya de la prerrogativa de guardias del de Anjou por lo mucho que avían desertado durante el sitio, de calidad que quedavan solo en el campo unos quatro cientos, haviendo sido mil y trescientos los que vinieron a él para principiar el sitio. Dixeron también como el Gran Luis le avía ofrezido a su nieto nuevamente que vendrían a concluir aquella expedición 30 galeras y 50 navíos. Solo nos disparó 15 bombas el botafuego de los contrarios, quienes para desmentir mexor la idea en que estavan de desistir, tiraron mucho todo el día 9 con 15 piezas sobre la cortina y batería superior del castillo a que satisfizo la plaza con un fuerte y generoso disparo de toda su artillería, que le hizo mucho y considerable daño en el ataque y aproches que avía de antemano reforzado con gabiones como se dixo arriba.

Diez lanchas inglesas acometieron unos barcos españoles que le quedavan al enemigo a la boca de uno de los dos ríos, y si bien es verdad que hizieron su dever en la resistencia, quedaron por nuestros los contrarios, y con ellos una batería de las que el enemigo iva ya retirando de sus trincheras, cuyo fuego fué interpolado con algunas bien que pocas bombas a que correspondió la plaza con igualdad.


Déxase ver nuestra esquadra, entra a la bahía y aferra. Cumplimentan al príncipe sus cabos sin retardo.

Al rayar del día 10 otra vez se dexó ver la armada viradas las proas azia nuestra bahía.

Del Muelle Nuevo mandó el príncipe sacar quatro morteros, que se aplicaron a la batería real a fin de remplazar los que quedavan maltratados del antecedente disparo.

Como era poco el levante, no pudo todavía el onze entrar la armada para aferrar en la bahía hasta las dos de la tarde, en que dió fondo al triplicado estruendo con que la saludó la plaza con toda su artillería y morteros, de que recivió notable daño el enemigo, de calidad que aviendo bolado a algunos artilleros, desampararon los demás las baterías, en que no se contavan ya más que doze piezas.

Por la tarde vinieron a cumplimentar al príncipe muchos de los cabos de aquella flota, haziéndolo igualmente por su parte con el enviado de Inglaterra don Pablo Mathuen, con quién poco después con la ocasión de averse desembarcado se confirió para tratar del estado, disposiciones y medidas que más conduzían para la conservación de la plaza, a que solo enderezó el enemigo oy diez y ocho bombas.

El comandante portugués assistido de los cabos de su esquadra vino también a visitarle y a ofrezerle al príncipe todo lo que conviniere en defensa de la plaza en nombre de su rey.


Buelve la visita nuestro comandante al vicealmirante. Quema el enemigo gran parte de sus ataques, retirando los cañones a un tiempo.

El día siguiente fué a bordo el príncipe para bolverle la visita al vicealmirante Leack, quién le recivió con el aprecio y estimación que merezía aquel héroe.

La plaza hizo más que mediano fuego, que retornó el enemigo con el disparo de 32 bombas y algunos cañonazos.

Por la tarde vimos los de la plaza como quemavan gran parte de sus ataques los sitiadores, con que conxeturamos la retirada, que se decía, y confirmó aquella misma noche el aver sacado dos piezas de las 12 que quedavan puestas en la segunda batería, en que como se notó el día 13 quedavan solos ya 6 cañones.

Despachose el día 14 una fragata con pliegos para el Faro. El enemigo sacó de su segunda batería las piezas que del día antecedente avían allí quedado, y assí solo con quatro que avía más atrás hizo fuego este día contra el castillo, logrando desmontar un cañón de los que allí se avían plantado.

El de la plaza fué muy poco en razón de no descubrir enemigo alguno contra que asestar. Vino un desertor, que dixo quedava asombrado el enemigo con las repetidas pérdidas que avía echo durante aquel sitio.

El príncipe passó a los 15 a bordo para despedirse de los almirantes a causa de hallarse estos de partida para Lisboa. Honrráronle como se merezía, disparando muchos tiros de cañón al embarcarse para restituirse a la plaza, en que entró lo restante de la gente del socorro, que hasta allí todavía quedava embarcado.

Una pieza del Muelle Nuevo se subió al monte para plantarla en el mismo puesto en que el día antecedente avía sido desmontada la que ha poco se dixo.

Trató Tessé del cange de los prisioneros franceses este día, restituyéndole la mayor parte de los que le teníamos.

Solas ocho piezas le quedavan sobre el ataque al enemigo, y si bien hizo con ellas algún fuego fué de ninguna o poca consequencia, porque estavan plantadas en un puesto muy distante de la plaza, que por esta misma razón, dió muy poco que trabaxar a sus cañones.


Retorna la flota a Lisboa despedido el príncipe de su vicealmirante. Juegan muy bien nuestros morteros, prosiguiendo el contrario en sacar piezas.

Partió la armada al siguiente día para restituirse a Lisboa, dexándonos solamente en el Muelle Nuevo una fragata de conserva. Cinco navíos de guerra se adelantaron a los demás para embarcar en Lagos un regimiento de infantería portuguesa y transportarle a nuestra bahía caso que fuesse menester para la defensa de la plaza.

Con ocasión de averse añadido siete morteros más tras la gran batería de los sitiados, se hizieron algunos tiros para prueba, que asestándolos un artillero inglés, se vió su destreza alcanzando aquellos una extraordinaria distancia.

El enemigo quedó ocupado en sacar las bigas y balas de su segunda batería, cuyos cañones iva también embarcando al mismo tiempo en fustas pequeñas para trasbalzarlas a otros mayores, que todavía allí le quedavan en la misma boca de los dos ríos.

Jugó muy bien el 17 una y otra artillería, y sin más novedad se passó todo aquel día de entrambas partes.

Capítulo 28

Restableze una de sus baterías el enemigo con 4 piezas con que nos disparava para desmentir su retirada, desmontándole una de ellas, y el mortero el formidable fuego de la plaza. Expecificación de la gente que perdió el adversario en el sitio.

Desmantelan los sitiadores sus baterías desaziendo las plataformas y quitando las piezas a tiempo que el acostumbrado fuego de la plaza les matava mucha gente en las líneas.

Dedícase el enemigo al embarco de artillería y pertrechos, plantando una batería en el arenal junto a los ríos para el resguardo de sus embarcaciones, quedando ya la plaza libre de sitio.

Acomete la fragata inglesa a las fustes que transportavan los pertrechos, logrando el golpe muy bien. Remítensele a milord Gallovay ingenieros y artilleros en Lisboa.


Restableze una de sus baterías el enemigo.

Para desmentir mexor el ánimo en que se hallavan los sitiadores, trabaxaron el día siguiente en hazer algunas disposiciones como que querían continuar el sitio, restituiendo quatro piezas y un mortero a una de sus baterías, que por hallarse muy maltratada de nuestro cañón en algunas partes la repararon lo mexor que se pudo, bien que no como se quería, por el mucho fuego con que den de la plaza se les disparava, logrando entre otras con él los sitiadores desmontar una de sus piezas. Veinte bombas fueron el pago con que satisfizo el enemigo el daño que le avíamos causado, cuyo disparo continuó el día siguiente, que era el 19, arrojándonos al amanezer algunas con tan poca suerte, que solo la última que en realidad lo fue de aquel sitio, arruynó dos casas con la ocasión de haverse apegado fuego a un barril de pólvora que en ellas encontró. El príncipe dispuso en consequencia de esto, que se les retornaran algunas, como se executó con la buena suerte de aver maltratado al mismo mortero que disparava las enemigas, y en efecto no bolvió más a disparar.

Por un desertor catalán supimos como era cierto quedava el exército enemigo reduzido a bien corto número de gente por aver muerto mucha ya de una manera ya de otra.

Confirmolo un papel que un confidente del príncipe le envío diciendo entre otras cosas que las tropas españolas que hizieron el sitio consistían en nueve mil hombres, y de estos al último solo se contaron 3.000. De las guardias balonas, que consistían en 1.300 soldados quedaron 400. De las marinas francesas, que a la abertura de la expugnación llegavan a 3.000, al último se vieron reduzidas a 500 soldados. De quatro batallones franceses se cuentan más que 1.000 hombres, y últimamente de catorze compañías de granaderos completas, y de garbada gente se miró la disminución llegando solo al número de 760 combatientes.

Sobre el castillo se plantó otra pieza de 36 libras, que fué de notable consequencia por lo mucho que fatigava a los que guardavan el ataque.

Los contrarios se quitaron este día la máscara, no reparando en retirar de las líneas, como lo avían echo antes con la cautela que pudieron, los pertrechos, artillería y reparos que allí tenían para embarcarles con brevedad.


Desmantelan los sitiadores sus baterías desaziendo las plataformas y quitando las piezas a tiempo que el acostumbrado fuego de la plaza les matava mucha gente en las líneas.

Diximos ya que le quedava al enemigo maltratado el día 19. Un mortero que este día, que lo era el 20, sacó de sus trincheras con dos piezas más, quedando con esto en las baterías más apartadas de la plaza tan solamente ocho, con que tiró a ratos aquel día ya a la Redondela ya sobre el castillo, bien que sin ningún daño, fué pero muy al revez el juego de la plaza, pues su continuo disparo produxo tal efecto en las líneas de los contrarios, que pudimos ver en ellas muchos soldados muertos tendidos por el suelo aquel día.

Empleáronse los sitiadores el subsiguiente en sacar otra pieza, gastando el restante tiempo en echar por tierra las plataformas de su segunda y tercera batería.

Llegonos al 22 la Estrella fragata inglesa (que se le apresó a los franceses la primera vez que vino nuestra flota con el socorro) con pliegos para Mr. Methuen enviado de Inglaterra, en que recivió la patente de embaxador extraordinario para la Corte de Mequines a fin de fazilitar por este medio un buen número de cavallos de que se necessitava con los granos suficientes, que para la manutención de las tropas de los aliados se huviessen menester en aquella urgencia.

Sobre las baterías del enemigo ya no parezían más que seis piezas, que embarcó de la otra parte de la montaña para Málaga con otros muchos pertrechos, que iva sacando lentamente de los almagazenes que tenía formados en su campo.


Dedícase el enemigo al embarco de artillería y pertrechos, plantando una batería en el arenal junto a los ríos para el resguardo de sus embarcaciones, quedando ya la plaza libre de sitio.

Continuó los días 23, 24 y 25 el enemigo su artillería y pertrechos. El 25 ocurrió la circunstancia de aver una fragata nuestra dado caza a un barco español, que quedava cargado en la ribera aviendo disparado algunos tiros los sitiadores den de las tres baterías que tenían de días atrás prevenidas sobre el arenal que discurre de río a río de los dos, que desaguan a la bahía, a fin de abrigar con esto sus embarcaciones, que ivan transportando los pertrechos de su campo.

Retiraron los sitiadores al veinte y quatro dos piezas de la batería, que se dixo arriba, con que quedó la plaza totalmente libre del cañón de los enemigos, por quanto ya no tenían más baterías en pié que la que ofendía a la montaña.

Últimamente el 25 concluió en sacar las balas que todavía quedavan sobre las trincheras. Nuestra artillería hizo notable fuego a los que en esto trabaxavan, y no contento de esto passó a hazerle igualmente sobre la cavallería e infantería que de una y otra parte se divisava.

Disparó nuestro contrario con las 3 piezas que le quedavan contra la montaña todo este día, no haziendo daño de consideración en la guarnizión que avía en aquel parage.


Acomete la fragata inglesa los fustes que transportavan los pertrechos, logrando muy bien el golpe. Remítensele a milord Gallovay ingenieros y artilleros.

Acabado al 26 el embarco de sus pertrechos salieron algunas fustas enemigas de la bahía unas para Málaga y otras para Cádiz despachándose de la plaza una fragata al Faro, y en ella se embarcaron algunos ingenieros y artilleros que se le remitían a milord Gallovay en Portugal para la execución de las operaciones que se avía propuesto en la próxima campaña por aquella parte.

Catorze gavarras españolas forsejavan por la mañana deste día para dexar la bahía, lo que hubieran logrado a no havérselo impedido la fragata inglesa que nos quedó en el Muelle Nuevo, obligándolas a la mayor parte a retrozeder de la empresa, pero seys de ellas, que avían ya llegado hasta la punta del Carnero, pensando escaparse logrando aquella ventaja, fueron alcanzadas, de calidad que sobre haver arrimado a tierra, llevaron tales cañonazos de nuestra fragata que, no obstante de haver acudido gente a su socorro, fué tan eficaz el disparo y actividad de nuestro buque, que en el espacio de cinco horas rindió una, echó a pique dos y hizo considerable estrago en la gente que avía en las demás, anegándose muchos entre los esfuerzos que hazían para llegar a tierra. En tanto que la fragata quedava cañoneando aquellas fustas salieron ochenta granaderos de orden del príncipe para sostenerla, bien que faltando en el puerto las lanchas para transportarles a aquel parage, no pudieron executar el orden que se les avía dado.

El barco que fué apresado en esta ocasión iva cargado de vino por la mayor parte. Verdad es que llevava algunos equipages de diferentes oficiales y una pieza grande de bronze desfogonada del todo.

Tres soldados prisioneros que en esta ocasión logró nuestra fragata dixeron que sobre aquella pequeña flota de embarcaciones menores ivan 140 hombres del regimiento de Castilla en que consistía todo el cuerpo, que a su principio contava de más de seis cientos soldados, y que la mayor parte del exército quedava en marcha camino de Cádiz, quedando el resto en ánimo de executar lo mismo apenas se hubiese dado la providencia de retirar las municiones que todavía le quedavan en el campo, en que se reparó quemavan algunas cabañas esta noche.

Capítulo 29

No se divisa ya tienda alguna en los reales del enemigo. Manda el príncipe poner en libertad a 30 prisioneros. Quedan del todo despejados los ataques, y aplicación en quemarles, obligándoles a retrozeder el cañón de la plaza de la empresa.

Desamparan del todo los contrarios más líneas y demás obras. Noticias por un desertor. Salida de voluntarios y acometimiento que hizieron a su adversario algo lexos de la plaza.

Trata milord Dunegal con Villadaries las dependencias de prisioneros, escriviéndole a este el príncipe por los españoles que le tenía con otros susessos.


No se divisa ya tienda alguna en los reales del enemigo.

Apenas al 28 se divisaron tiendas algunas en el real de los enemigos, y assí fué evidente lo que dixeron los prisioneros de hallarse en marcha sus tropas. Un cuerpo de franceses, que llegava al número de 2.000 hombres, quedava apostado en el parage donde se avía alojado antes a distancia de hora y media de la ciudad, guarneziendo los demás puestos de aquella circunferencia algunas aunque bien pocas mangas de españoles.

Este día dió el príncipe libertad a los 3 soldados que poco antes se avían echo prisioneros haziéndoles salir por la Puerta de Tierra, para que con mayor comodidad se bolviesen a sus casas.

Las líneas delanteras a nuestra plaza quedaron este día del todo desamparadas de sus enemigos, que para ofenderla avían tirado.

Las 3 solas piezas que les avían quedado a los sitiadores en la última de sus baterías, fueron al 29 sacadas de el puesto que ocupavan, no siendo más de 200 hombres los que quedavan de guarnizión sobre aquel ataque, en que hizo nuestro cañón a algunos que menos cautos ofrezían todo el blanco de sus personas a nuestros tiros mucho daño, no reparando a ponerse a cuerpo descubierto expuestos a nuestro fuego.

Por la noche deste día lograron los barcos menores o gavarras de los españoles, que se dixo arriba, salir de la bahía favorezidos del viento y sin oposición de los nuestros para los puertos de Cádiz y Málaga en donde enderezavan su derrota.

El día 30 no huvo más novedad que la de aver algunos barcos de aquellas vezindades rezién venidos a la bahía cargado con las restas de lo que al enemigo le quedava en su campo.


Quedan del todo despejados los ataques y aplicación en quemarles, obligándoles a retrozeder de la empresa el cañón de la plaza.

El mayo, que siempre fué florido, se nos mostró a nosotros otoño fructífero de palmas y laureles, con que pudimos ceñir nuestras sienes después de aver merezido con el trabajo de un tan largo, penoso y porfiado assedio escalar el monte de la gloria, y sí como es verdad según cantó allí el poeta: Ipsi caelicolae vendunt sua queque labore. Non nisi callosis praemiadat manibus, es bien cierto que nos afianzó nuestro valor el premio aviendo venzido nuestro afán la continuada serie de riesgos a que nos avía expuesto nuestro proprio honor y brío.

Assí en el primero de sus días, a tiempo que el enemigo intentó quemar los gabiones y maderas que sobre el ataque le quedavan, jugó nuestra artillería con tan buen efecto que se vieron los más que para esto se avían destinado precisados a retroceder de forma que muchos de ellos arrojaron los picos, achas y todos los instrumentos de la mano sin que la authoridad de sus cabos, pudiera contenerles de la precipitada fuga a que el ruido de nuestro cañón les obligó.

Oyéronse algunos tiros, que su eco dispuso a los sentidos para creerse era el disparo de la artillería de Ceuta, causado de algún encuentro que tubieron los de aquella plaza con los árabes, que persistían en su expugnación.


Desamparan del todo los contrarios las líneas y demás obras. Noticias por un desertor. Salida de voluntarios y acometimiento que hizieron a su adversario algo lexos de la plaza.

Quedaron el día 2 sin guarnizión y totalmente desamparados los ataques del enemigo, de calidad que se pudo caminar por ellos hasta los molinos, que en sus cabezas se hallavan manteniéndose solo tras una montaña de arena que no estava muy distante de allí alguna gente, principiando una línea o cordón para observar des de allí algún designio de la nuestra en las salidas, que podía executar contra ellos.

Un dragón catalán, que se passó este día con armas y cavallo, dixo estavan tras del mencionado monte como unos 100 hombres de a pié y 60 de a cavallo para impedirnos las correrías y atajar el pasage a los españoles que quisieran venírsenos a la plaza, que Villadaries todavía quedava en aquella vezindad, reduziéndose todas sus tropas en 1.500 franceses y 150 cavallos.

Con esta noticia algunos soldados de los de la compañía de Sandoval hermanados con otros de la de fusileros catalanes pidieron al príncipe comandante les franqueara el permisso para irse a escaramuzear con el enemigo, y aviéndolo conseguido salieron 15 con tan buen orden, que travándose la pelea de una y otra parte con bastante calor, no solo desalojaron las primeras sentinelas, pero aún lograron el poner a huida a todo aquel cuerpo que se hallava apostado tras aquel monte de arena, y reparando su cavallería el corto número de gente que envistía, rebolvió sobre ellos toda la de su campo y pudo coger en la velozidad de sus cavallos seis españoles con otros tantos ingleses de los que salieron de la plaza subsiguientemente para participar del despojo, y hubieran los restantes quedado en manos del enemigo a no ser que se les envío un socorro de 50 hombres de los que se hallavan de guarnizión sobre la estacada para cubrirles y darles tiempo para retrozeder del empeño, en que del enemigo quedaron algunos muertos y dos franceses prisioneros. Perdimos en esta funcción el capitán de fusileros, hombre de más valor que pericia militar, a quien un balazo quitó la vida avanzando más de lo que era menester.


Trata milord Dunegal las dependencias de prisioneros. Escriviéndole a este el príncipe por los españoles que le tenía.

Escrivió milord Dunegal al marqués de Villadaries sobre el punto del cange de prisioneros de una y otra parte, y aunque le respondió muy cortesanamente, remitiéndole los ingleses, que solizitava, no habló palabra de los españoles, de que hazía mención igualmente, con que se vió precisado el principe a rescrivir al Villadaries instando su libertad en razón de haver sido tratados los españoles presos de su parte como prisioneros de buena guerra permitiéndoseles el cange sin distinción a los mismos franceses, y que assí no podía dudar se observaría la igualdad muy conforme a aquellos con ingleses y españoles por parte de su excelencia, como se avía echo con españoles y franceses por la suya.

Esta propuesta que llevava en si toda la justificación que era menester para asentir a ella de primer golpe, no merezió de Villadaries otra respuesta que la de decirle al príncipe que los españoles de la plaza eran vassallos de su soberano, y assí que no podía soltar los que avían echo prisioneros los de sus tropas sin orden de la Corte de Madrid.

Entraron por la tarde de la otra parte de la bahía 3 navíos de guerra, que por la bandera que pusieron al venzer el estrecho creímos eran ingleses, bien que presto nos desengañamos porque luego dieron a conozer que eran enemigos, de calidad que las dos fragatas pequeñas que guardavan nuestra bahía se arrimaron al Muelle Nuevo.

Capítulo 30

Cargan navíos enemigos y otras embarcaciones pertrechos, municiones y equipages. Buelve a escrivir el príncipe a Villadaries rezentido de su respuesta. Salva en la plaza. Bólasele al contrario un barco cargado de pólvora entre los dos ríos.

Planta nuestro adversario su guardia de a pié y de a cavallo tras los molinos. Noticias por desertores, que nos vinieron.

Exacta relación de la gente que perdimos durante el sitio.

Empréndese con 300 granaderos y 400 fusileros el desazer y allenar las obras del enemigo, tramando una pelea con sus guardias.


Cargan navíos enemigos y otras embarcaciones pertrechos.

Ancoraron el quatro sobre la bahía los 3 navíos, que poco à se dixo, y embarcando en ellos (como notaron los de la plaza) el resto de sus pertrechos los sitiadores, no dudamos sería este el último día del sitio.

De Tarifa llegaron al mismo tiempo como unos 24 barcos, que fueron de no pequeño socorro para el total embarco del equipage, ropa y butín de los oficiales, que quedavan todavía sobre el real del enemigo.

Al marqués de Villadaries le remitió una carta el príncipe este día, que hizo entregar a la más avanzada de sus guardias, en que le dava la advertencia, y con ella aviso, de que sí atropellando el estilo y buena correspondencia de la guerra executara algún rigor o castigo contra los seis españoles que le quedavan presos en su poder, experimentarían los que se hallavan en la plaza el mismo tratamiento.

Con ocasión de celebrarse la memoria de la coronación de la reyna de Inglaterra, quiso el príncipe acompañarla con aquellas demostraciones de júbilo, que el tiempo le subministrava, y assí mandando poner en arma todo el presidio, coronó la muralla de la plaza por la tarde, y con la assistencia de todos los señores generales, cavos y demás subalternos, mandó a las ocho de la tarde se hiziera una triplicada salva (cómo se executó) al disparo de 90 piezas, que dieron a entender al enemigo el alborozo con que quedava la plaza, rematando esta tan célebre funcción el béllico sonido de las caxas y aclamaciones del presidio.

Vino de Lisboa el día 5 una barca genovesa y si bien al ingresso creió que aquellos 3 navíos que eran dentro la bahía no eran enemigos, la desengañaron los cañonazos que le dispararon bien presto.

Por la tarde suzedió el caso de bolársele a nuestro contrario un barco harto grande lleno de pólvora en la boca de uno de los dos ríos, al mismo tiempo que iva continuando el embarco que se a dicho. El estruendo fué tal que los de la plaza pensaron avía bolado el almagazén de pólvora, que todavía le quedava allí, aviendo sido este (como después se averiguó) fatal anuncio de la muerte del señor emperador Leopoldo Primero (que Dios haya) pues que el mismo día, hora y instante suzedió este melancólico prenuncio a nuestros ojos.

No obstante de que ya no podía dudarse del total decampamento del enemigo para dexar aquel sitio, mandó el príncipe trabaxar alguna gente sobre la Redondela para reparar los daños que avían causado los últimos golpes de la artillería enemiga en sus fortificaciones, en cuya atención en la palissada renovó muchas de las estacas, que quedaron inútiles para servir.


Planta nuestro adversario su guardia de a pié y de a cavallo tras los molinos. Noticias por un desertor que nos vino.

Salió de la bahía el 6 uno de los 3 navíos franceses para Ceuta a fin de cubrir los barcos españoles, que se enderezavan a aquella plaza con cantidad de pertrechos para su abasto a tiempo que otras embarcaciones hazían lo mismo para pertrechar la de Cádiz.

El enemigo plantó oy su guardia de pié y de a cavallo tras los molinos, y en parage, que pudo ser ofendido de nuestro cañón, y assí asestándole a aquel blanco nuestros botafuegos, fueron saludados del castillo y batería real, obligándole a retirar tras el premontorio de arena, que a poca distancia de aquel puesto se hallava.

Hizieron vela para Cádiz el día siete los dos navíos franceses de que se habló el día 3, con cuya ocasión partió en seguida una tartana con pliegos para Tánger.

Passáronse al subsiguiente día dos atambores olandeses del campo a la plaza y dieron noticia de que el resto de los franceses, que todavía en él quedavan, iva marchando en seguimiento de los demás, de calidad que no se hallava más gente que 250 cavallos y alguna infantería española. Este pequeño cuerpo se aloxó el día 9 sobre un terreno elevado a distancia de una legua de la plaza de donde le huviera desalojado el ardimiento de nuestro primer gefe a no faltarle para la execución alguna cavallería de que padezía notable falta, a más de que estando como estava fatigado el presidio, le parezió era bien no ocuparle en este género de operaciones hasta que la flota y el tiempo le permitiesen ocasión para poder lograr más a su salvo la suya.

Un navío inglés, que se hizo a la vela este día, se encargó de diferentes pliegos, que se remitían a Londres, para donde tomava su derrota. Otro liornés entró con dos barcos cargados de vino y aguardiente, que apresó sobre las costas de España.


Exacta relación de la gente que perdimos durante el sitio.

Aquel criado de quién se dixo arriba avía desertado al enemigo con diferentes alaxas del capitán su amo retornó el día 10 a la ciudad con la noticia de que no llegava el cuerpo enemigo a 1.000 hombres, que Villadaries quedava todavía en la vezindad y que se estavan dando las providencias para fortificar con alguna gente la puente de aquella parte.

El príncipe embió a los 11 una barca con despachos a Tánger para Methuen y enseguida mandó investigar y tomar una nota muy exacta de la gente que avía muerto des de la toma de la plaza hasta este día, con que se averiguó faltavan del presidio a violencias del fuego, de las piedras, de las ruynas y de avanzes que se executaron y salidas de la plaza hasta quatro cientos noventa y dos, y de las heridas y enfermedades quinientos y diez, de calidad que en el discurso de nueve meses, y los siete de sitio formal, solo nos faltaron 1.002 hombres, siendo assí que de las deposiciones de los desertores y avisos que tuvo el príncipe después de personas fidedignas (como dixe arriba), llegaron los muertos al número de de [sic] passados de onze mil los que echó menos el enemigo, con la certeza de que todo el resto de su exército quedó inútil de servir ocasionándolo las lluvias y fríos que padezieron los soldados en los ataques durante el assedio en que mucha parte de ellos vinieron a tullirse miserablemente, y a la verdad consuena esto con lo que dixo el mariscal de Tessé en la cabachuela del de Anjou después de levantado el cerco, que era por demás el sitiar a Gibraltar, porque aquella plaza pedía para su conquista todo el poder de España.


Empréndese en 300 granaderos y 400 fusileros el desazer y allenar las obras del enemigo, tramando una pelea con sus guardias.

No suzedió cosa notable el día 12 por quedar el enemigo descansando en su aloxamiento de las passadas fatigas en que tan voluntariamente se avía entrado.

Un navío que passó el estrecho este mismo día hizo el ademán de venírsenos en drechura a la plaza, de calidad que llegó muy cerca de ella, bien que bolviendo velas retrozedió sin más otra vez para el mar, reparándolo nuestras fragatas, y creiendo era enemigo fueron en su seguimiento, bien que no pudieron alcanzarle.

El día 13 se tomó en la plaza el acuerdo de desazer los trabajos, baterías y ataques que durante el assedio avía levantado el enemigo, y assí al despuntar del día salió para este efecto un destacamiento de 300 granaderos y 400 mosqueteros entre ingleses y olandeses mandados por el coronel Rivert a fin de dar principio a aquella operación, y para lograrla de todo punto, se acercó este cuerpo a los molinos de viento en que estava de piquete alguna cavallería y infantería del enemigo, quien apenas huvo reparado nuestro movimiento, quando sin más se retiró, con que sin oposición pudieron aloxarse nuestros granaderos sobre lo alto del arenal formando una línea a lo largo para cubrir las espaldas a los que trabaxavan en terraplenar y descomponer las que quedavan del sitio, y huvo de una y otra parte algún fuego disparándose las sentinelas avanzadas en tanto que el grueso del enemigo, que consistía en cinco esquadrones y quatro batallones poco más o menos, se vino azia nuestra gente haziendo alto a media distancia sin más oposición que la de quedar apostado a nuestra vista hasta la tarde, que empezó a retirar nuestro destacamiento a la plaza, suzediendo con esta ocasión una lixera escaramuza entre la cavallería contraria y nuestra retaguardia, que no se atrevió a acometerla con aquel vigor que le sugería la ocasión y solo arrimado sobre nuestra infantería, partió de carrera dando sobre ella la descarga de sus armas de fuego. se resistieron con tanto valor nuestros granaderos, que bolviendo frente, les obligaron a retirar con pérdida de algunos de los enemigos, en cuya funcción nos faltaron tres soldados y fueron heridos ocho, y quedó prisionero don Sebastián de Riba de Neyra después de haver peleado con gran valor.

Un soldado que se nos vino con su cavallo y armas a la plaza nos dixo se avía ya partido Villadaries para Cádiz dexando solos 600 hombres sobre el bloqueo de quiénes avía de marchar parte de ellos para Málaga quanto antes.

Capítulo 31

Prosiguen los del presidio sus obras en desazer las líneas y ataques, y adelantándose algunos cabos azia el enemigo se repitió la pelea.

Continuase con más calor la misma operación, y manda el príncipe recoger las balas que avía en los aproches enemigos.

Perfiziónase el trabaxo emprendido. Refuerza el contrario su gente con un nuevo regimiento que le vino.

Allánase el aproche baxo la Redondela. Noticias por un navío y tartana, que nos entraron. Passan a África más fragatas.

Primo
Prosiguen los del presidio en desazer sus obras emprendidas.

Continuose con igual calor el 14 la demolución de los ataques con 2.500 hombres que para esto se destinaron, a cuya vista retiró su piquete el enemigo a los molinos sin haver disparado un alcabuz.

Este destacamiento pudo en este día dexar enteramente terreplenados la mayor parte de los aproches, y destruídas del todo las dos últimas baterías, con cuyo logro se contentó por entonces, retirándose al anochezer a la plaza sin oposición alguna de parte de los contrarios, que passaron después a ocupar su antiguo puesto bien que con alguna pérdida de gente al disparo de nuestro cañón, que jugó incessantemente assí este como los días siguientes.

Prosiguiose al 15 aquella ocupación con la circunstancia de aver salido el príncipe comandante a un espléndido banquete que celebró sobre aquel terreno con assistencia de todos los cabos mayores de la guarnizión, y con los brindis y salvas, que se dexa considerar.

Por la tarde observando una partida de cavallos del enemigo, que una guardia nuestra de hasta 18 granaderos estava muy apartada del cuerpo principal, y que algunos de sus cabos se ivan passeando a cavallo con menos rezelo de lo que convenía, le parezió tenía coyuntura para sorprenderlos como lo intentó, bien que sin efecto adelantándose dos de sus esquadrones a este fin hasta ponerse a trecho de nuestros granaderos, quiénes hizieron tan brava resistencia a la que los tubieron cerca, que fué precisada aquella cavallería enemiga a retirarse a toda brida, en razón de averles llegado a los nuestros una partida de refresco para mantenerles, y dándose la mano segundar la pelea. Perdió el enemigo en esta funcción tres soldados y seis cavallos, logrando hazerle prisioneros quatro, que se rindieron con sus cavallos, entre quiénes se distinguió don Joseph del Prado, capitán de cavallos, malamente herido en la cabeza. De la guarnizión huvo tres heridos y un muerto.

Súpose por los rendidos que el trozo de Estremadura se avía partido ya y quedavan en el campo unos 100 infantes y 250 cavallos. Este día se acabaron de derribar las dos postreras baterías.


Continúase con más calor la misma operación, y manda el príncipe recoger las balas que avía en los aproches.

Mil y cien hombres trabaxaron el día siguiente en la total demolición de aquellos ataques y demás obras, lográndose allanar las dos baterías de a siete y doze cañones que tenían levantadas los enemigos contra la plaza.

Con esta ocasión mandó el príncipe retirar al arsenal un considerable número de balas de cañón, que se halló en aquellas trincheras, dando orden para fazilitar su acarreo las embarcasen (cómo se hizo) en diferentes lanchas.

Del enemigo no parezió soldado en todo oy, solo un trompeta vino a la plaza con algunos vestidos para el capitán de cavallos prisionero de parte del comandante de aquel bloqueo.

Descansó el presidio el diez y siete de la gran fatiga que durante la demolución de las líneas experimentó en el trabajo material de allenarlas.

Un desertor que entró este día no dió más noticia que la de quedar el enemigo con el mismo número de gente en el parage de antes.

Tres navíos que surmontaron el estrecho, les tuvimos los de la plaza por franceses, y assí burlaron las esperanzas de muchos, que pensavan venían de Inglaterra, y que por ellos recivirían los socorros que esperavan para remediar su estechez. Llegó de Tánger la tartana, que días atrás se avía allí enviado, y con el cargo de bastimentos, que truxo, se remedió la falta de víveres que padezía algún tanto la plaza.


Perficiónase el trabaxo emprendido. Refuerza el contrario su gente con un nuevo regimiento que le vino.

Otra vez salió la mayor parte del presidio el día 28 para perfizionar el trabaxo que días antes avía comenzado y quedava todavía imperfecto, y assí se puso toda echura en derribar oy la gran batería y fortificaciones collaterales, como se logró sin oposición alguna, y no sin mucho trabaxo de los que en esto se emplearon, por razón de ser muy grandes los sestones que el enemigo tenía en aquel puesto y costar por lo mismo no poco de desentarrar sus extremidades.

Reforzose oy con un nuevo regimiento de cavallos los que le quedavan al enemigo sobre el bloqueo, y murió de su herida el capitán de cavallos que últimamente hizieron prisionero nuestros soldados.

El día 19 bolvió el presidio a la tarea para continuar la perfizión en allenar las obras de defensa, que nuestro contrario avía levantado contra la plaza, y pudo trabajar la gente con toda seguridad, por no aver parezido en todo este día enemigo alguno.

Bolvió el trompeta del capitán difunto para parlamentar con su amo, lo que se le negó de orden del príncipe y la entrada de todo punto, mandándole decir que en llevándole noticia de los seis prisioneros que el de Villadaries avía echo de los españoles del presidio, entonces se le daría igualmente de los que en la plaza quedavan del campo, ocultándosele la muerte de su capitán para ver si por este medio restituiría el Villadaries nuestros españoles.


Allánase el aproche baxo la Redondela. Noticias por un navío y tartana que nos entraron. Passan a África nuestras fragatas.

Púsose mano el día 20 en allanar el aproche que baxo la Redondela avían levantado los sitiadores después de averlo echo con la gran batería que allí cerca se avía levantado.

Un navío genovés entró en la bahya cargado de vino, con quien algunos valencianos se avían embarcado para nuestra plaza, en cuyo puerto dió fondo igualmente una tartana, que dixo como el príncipe Eugenio de Saboya quedava en Italia restituido al exército para mandarle aquella campaña ocupando ya gran parte del estado de Mantua previniendo con esto al enemigo para hazerle frente con menos dificultad por más que desembarazado de las dos plazas de Nissa y Verruá, que quedavan ya en su poder, amenazava el inundar la Italia con su gente para sacar de allí al general alemán, que tanto le avía molestado.

No cessó el 21 la aplicación de nuestra gente del empeño en que el antecedente avía entrado passando adelante en la demolución de las obras, que el enemigo tenía echas contra la Redondela, como también en tapar las dos minas que quedavan comenzadas, siendo su profundidad y vazío de unos 40 passos con poca diferencia, en que trabajaron los ingleses con tanta actividad, que el día 22 concluyeron aquel porfiado trabajo.

Las dos fragatas inglesas, que durante el sitio avían assistido en el Muelle Nuevo para su custodia y resguardo, marcharon oy para las costas de España a executar lo que se les tenía mandado en orden a ciertas diligencias de monta que a la sazón ocurrían para el adelantamiento de las cosas del rey nuestro señor en el continente.

Capítulo 32

Alegres noticias de la toma de Valencia de Alcántara, y de la entrada del príncipe Eugenio de Saboya en Italia.

Engrueza el enemigo su bloqueo con alguna gente. Del producto de los cascos de bombas y trozos de artillería, manda el príncipe dar un refresco a la guarnizión.

Passan el estrecho quatro galeras de España. Llega el enviado de Inglaterra llamado por el príncipe a efecto de conferenciar con él.

Ocurrencias de Cádiz y de lo que executa su governador. Vienen dos moros de parte del alcayde Alí.

Primo
Alegres noticias de la toma de Valencia de Alcántara.

Algunos barcos de Faro y otras partes de Portugal aportaron al 23 con buena cantidad de todo género de pertrechos, mucho vino y comestibles. Súpose por las cartas que se recivieron por este medio como el exército de los aliados avía tenido la suerte en aquel reyno de hazerse dueño de Valencia de Alcántara en Estremadura, plaza de consequencia en la barrera de aquel país por cubrir gran parte de su terreno.

En el campo del bloqueo no suzedió novedad, quedando como de antes el enemigo en sus líneas más para observar nuestros movimientos que para ofendernos, escarmentado quizás del valor con que los del presidio igualmente peleavan tras el monte que en el raso de la campaña.

Restituyéronse el día 14 a nuestro puerto los barcos que días atrás avían ido con pasaporte del príncipe a Tetuán, Tánger y La Racha por provisiones. Truxéronle a nuestro primer gefe un pliego del enviado de Inglaterra, en que le dava parte como todavía quedava de assiento en la primera de aquellas 3 ciudades.

De Liborno entró un navío, que nos confirmó la entrada del príncipe Eugenio de Saboya en Italia.


Engrueza el enemigo su bloqueo con alguna gente. Del producto de los cascos de bombas y trozos de artillería manda el príncipe dar un refresco a toda la guarnizión.

La tartana que se avía enviado al Faro nos llegó el día 25 con quatro cavallos para el príncipe. De Lisboa entró otra con pliegos para diferentes sugetos del presidio, con que tuvimos la noticia de haver nuestro exército de Portugal puesto sitio a Alburquerque con no poco fundamento de reduzirla dentro breves días.

Observose en el 26 den de la plaza que el enemigo avía engrosado su campo con alguna infantería que le llegó de refresco, pero manteniéndose en la línea del bloqueo sin dar más passo que el mantenerse en ella.

Despachose al 27 una saetía genovesa con pliegos para Lisboa. El siguiente llegaron de buelta las dos fragatas inglesas de executar la orden que el príncipe les prescrivió en las costas de España.

Remitiose un barco a Tánger con cartas para el enviado Methuen, y por la tarde passó milord Shiempton con otros cabos sobre un navío a África para abocarse con dicho enviado.

Mandó el príncipe el 29 recoger los cascos de las bombas y piezas de yerro que quedavan de las muchas que o bien se avían reventado o se hizieron trozos, para coadjuvar con lo que se sacaría de su venta al gasto de un refresco de vacas y carneros, que dió a todo el presidio en demonstración de lo garboso y intrépido que se portó en la expugnación tan porfiada del enemigo.

Un navío genovés vino el día 30 de San Remo cargado para Amstardam. Dos venecianos dieron fondo igualmente en nuestra bahía, de quienes uno iva destinado para Lisboa y otro para Amburgo.


Passan el estrecho quatro galeras de España. Llega el enviado de Inglaterra llamado por el príncipe a efecto de conferenciar con él.

Despachose para Tánger al primero de junio una fragata en busca del enviado de Inglaterra, en razón de aver de conferenciar el príncipe con este ministro ciertos negocios de importancia, que se ofrezían sobre diferentes dependencias de monta, que a la sazón importava se efectuasen a fin de adelantar las disposiciones y medidas que se ivan tomando para la total conquista del continente a que se avía ya puesto los ojos con el buen éxito que las armas de su magestad y de los aliados avían tenido a que ayudó no poco la nueva felizidad con que coronó el cielo el sitio de nuestra plaza con tan menoscabo del enemigo y gloria de los sitiados.

Viéronse passar el día 3 por el estrecho quatro galeras de España, que el día antezedente avían disparado diferentes cañonazos, saludando a los que nos tenían bloqueados. Dos navíos ingleses vinieron oy de Lisbona, y con ellos se tuvo la triste noticia de la muerte del señor emperador Leopoldo (que Dios haya). Sintiola todo el presidio, y con singularidad el príncipe Jorge de Darmstad por los motivos que se dexan a la consideración de quién sabe la mucha confianza que hazía el césar de su persona.

Aportó en nuestra bahía el enviado de su magestad bretánica embarcado en la fragata que se le remitió a Tánger, quién apenas puso pié en tierra passó luego a verse con el príncipe y a discurrir con él del estado en que se hallavan los negociados, que por aquel tiempo ocurrían.

Entró el día 5 en barco portugués con cantidad de provisiones, que avía tomado en el Faro para el abasto de esta plaza, y aunque es verdad que el día antecedente las quatro galeras arriba dichas le dieron caza, por haverlas hallado detenidas a la fuerza del viento, que les era contrario, pudo con todo escaparles sin el menor daño.


Ocurrencias de Cádiz y de lo que executa su governador. Vienen los moros de parte del alcayde Alí.

Un navío inglés, que avía passado a Tánger para comprar ciertos bastimentos, bolvió el día 6, siguiéndole un barco cuyo patrón el día antecedente estuvo en Cádiz, y dixo como el governador de aquella plaza avía echado un bando en que se mandava a todas las personas incapazes del manexo de las armas evacuasen la ciudad en virtud de haver llegado a ella un corsario francés, que participó al comandante en secreto ciertas noticias, de que los de nuestro partido tenían en aquella ciudad varias intelligencias a fin de hazerse dueños a su tiempo de ella, y que muchas personas obedeziendo al bando se retiraron tierra adentro con lo mexor de sus averes. Dixo también que no era numeroso el presidio que guarnezía aquella plaza, bien que el de Villadaries con un buen destacamento de cavallería, quedava acampado entre Rota y Santa María para acudir con presteza a qualquiera movimiento adonde urgiera más la necessidad.

Con el navío que se dixo arriba vinieron también dos moros enviados del alcayde Alí para passar con ellos el enviado Methuín de Inglaterra a Tánger quanto antes a efecto de concluir el tratado secreto, que entre la reyna de la Gran Bretaña y el rey de Mequines se iva arreglando en la mutua y buena correspondencia, que con aquel príncipe deseavan tener ingleses, a fin de sacar de sus dominios un buen número de cavallos para las operaciones que avían acordado executar en la guerra del continente. Embarcose con los moros aquel ministro el día siete para Tánger favorezido del viento y bonanza del mar.

Las fragatas y navíos que quedavan sobre el fierro en la bahía de días atrás se pusieron también en marcha para continuar su derrota azia el poniente, si bien que a poco rato hubieron de retrozeder por havérseles contrariado el viento.

Suzedió este día la fatalidad de haverle un cavallo tirado una coz al príncipe comandante, con tan fuerte golpe que le habrió una llaga muy profunda en la pierna a tiempo que iva passeando montado por las cercanías de la ciudad, reconoziendo el daño que todavía quedava del passado sitio.

Capítulo 33

Restitúyese a nuestra bahía el enviado. Relación de la gente que componía el bloqueo. Buelve a tomar la derrota el enviado. Avisos de Almería. Desabrimientos de Cataluña y Valencia en el dominio de aquellos ministros. Particípasele al príncipe la muerte del señor emperador Leopoldo.

Confirma el Gran Turco la tregua con el nuevo emperador. Toma el príncipe la derrota para Lisboa por orden que tuvo de su magestad a efecto de assistir en el gran consexo qye se tuvo. Fatal muerte del almirante de Castilla.

Aportan navíos ingleses con alguna gente, embarcándose a otras otros tropas para Inglaterra y Olanda. Lista de la gente que componía el exército de Villadaries, y de la que avía en la plaza al principio del sitio. Restitúyese el príncipe a nuestra bahía, y dispone luego el govierno político y militar de la ciudad y plaza.

Restitúiese a nuestra bahía el enviado.

Con el motivo de la falta de viento que tuvo para su viage el enviado, le fué preciso retornar a nuestra bahía el ocho para esperarle favorable.

Los cirujanos en la crisi que oy hizieron de la herida del príncipe, hallaron no ser cosa de cuydado por no quedar lastimado un huesso, con todo le precisaron a la quietud (bien violenta a su espíritu y inclinación) en tanto que se iva concluyendo la cura.

Con la buelta de ciertos barcos cargados de vino, que el día 9 nos llegaron de la costa de España, se tuvo la noticia fixa del número de gente de que se componía el bloqueo de nuestra plaza, reduziéndose a 300 cavallos y 400 infantes, assegurándonos que la mayor parte eran tropas nuevamente levantadas y sin experiencia militar.

La porfiada continuación y contrariedad con que todavía no dava lugar el viento para partir el enviado Methuen, fué motivo para que el día 10 tomase la resolución de passar por tierra des de allí a Tánger, cómo le executó aquel mismo día saliendo con las dos fragatas, que a este fin se avían destinado.

Bolviose el viento un poco assia levante al 12, con que pudieron avistarse a nuestro poniente las fragatas inglesas con que partió el de Methuen al 10.

Aportó a nuestra bahía una saetía genovesa que venía de Lisboa en que ivan embarcados 36 fusileros y 12 reformados españoles por cuya conducta recivió el príncipe comandante ciertos despachos que le remitía el rey nuestro señor.

Hizieron vela otra vez las dos fragatas el 16 con ocasión de averse movido el levante, con que pudieron passar el estrecho.

Un desertor inglés que días atrás desertó las banderas de su nación se nos vino a la plaza con la buena ocasión que le ofrezieron las sentinelas, no aviéndose hallado bien entre los franceses del bloqueo. Fué absuelto del delito de tránsfuga, y assí le admitieron como de antes en las tropas.

Despachó el príncipe al 17 una fragata al Faro para esperar el enviado Methuen y passarle a Lisboa apenas hubiesse llegado de Tánger concluida ya su negociación.

El 18 se despachó una tartana a Tánger por provisiones, por cuyo medio escrivió el príncipe a los alcaydes Alí Amet a fin de acalorar por su medio la expedición de los negocios, que con el de Mequines se quedavan concluyendo.

De Almería entró una saetía genovesa el siguiente día con la novedad de quedar aprisionados en aquel país algunos cavalleros que avían sido notados bien afectos a nuestro partido. Dixo además el patrón que en Granada se manifestavan los ánimos muy a favor de los interesses de nuestro rey, poco satisfechos del nuevo govierno que en aquel reyno avían introduzido los parciales de la dominación francesa.

Entregáronse ciertos despachos de mucha consequencia a una caravela, que estava de partenza para Lisboa, encargándose su patrón de ponerlos en manos de su magestad sin retardo a su arribo.

2

Desabrimientos de Cataluña y Valencia en el govierno de aquellos ministros. Particípasele al príncipe la muerte del señor emperador Leopoldo.

Hizo el príncipe el 21 la generosa acción de poner en libertad a 32 españoles prisioneros por lo bien que se portaron durante el largo sitio en el continuo trabaxo de acarrear pólvora y balas a las baterías, por cuyo medio hizo entender el príncipe al Villadaries quedavan todavía en su poder muchos españoles de los naturales de Gibraltar, que fueron apresados en la funcción de la montaña con otros oficiales, y que no les restituiría menos que aquel general no les enviase los 6 españoles que en el assedio le avían quitado en diferentes renquentros.

Por una saetía que llegó de Cataluña cargada de vino se tuvo la noticia positiva de quedar aquel Principado notablemente irritado contra los ministros reales, que a la sazón le governavan, creziendo cada día los desabrimientos generalmente en todos los pueblos sin distinción.

Otra tartana que llegó al 22 con un buen cargo de vino y aguardiente de Denia dió parte de quedar aquel reyno con la viva impaziencia de ver quanto antes sobre sus costas nuestra armada, motivados sus ánimos del maltrato que experimentavan del intruso govierno del de Anjou.

No suzedió más novedad en los días 23, 24 y 25 que la de aver en este último entrado a nuestra bahía un navío inglés con cartas de Génova para el príncipe con la confirmación de la muerte de su majestad cesárea, que fue el día cinco de mayo. Por la noche se despachó un barco con cartas del ministro o residente inglés de Génova, que ivan dirigidas al Faro para el Methuen y otros de su nación.

Solo el 26 se nos passó a la plaza un español con su cavallo y armas, que dixo eran muy pocas las assistencias que se davan a los que persistían en el bloqueo, cuya infantería se hallava no menos falta de pagamentos que de vestidos.

Confirma el Gran Turco la tregua con el nuevo emperador. Toma el príncipe la derrota para Lisboa por orden que tuvo de su magestad a efecto de assistir en el gran consexo que se tuvo. Fatal muerte del almirante de Castilla.

El 26 llegó un navío inglés de Esmirna, que dixo quedava el turco en la intelligencia de continuar la tregua que hasta entonces avía religiosamente mantenido con el difunto césar Leopoldo Primero.

Restituiose al Muelle Nuevo el siguiente la fragata Flamberí de buelta de Tánger, en cuyo viage perdidas las dos áncoras con la violencia del viento, se vió precisada a dar fondo tras del cabo Espartel fuera del estrecho. El capitán participó al príncipe la noticia de haver salido el día 19 de Tánger el enviado Mathuen con buen viento.

Una barca portuguesa llegó de Lisboa al 3 de junio con despachos en que se dava el alegre aviso príncipe de haver la flota olandesa llegado felizmente en aquella barra quedando des del día 13 sobre el áncora donde hazía tiempo esperando la de Inglaterra, que no podía tardar según los avisos que se tuvieron.

La tartana que se avía enviado a Tánger aportó cargada de comestibles al primero de julio, experimentándose por esta y las demás provisiones que días atrás nos vinieron con bastimentos alguna abundancia en el presidio, la que nos faltó antecedentemente, pues muchas vezes estuvimos reduzidos a carne salada y algunas legumbres.

El día siguiente entró en nuestro puerto el navío inglés de guerra Leopart por cuyo medio recivió el príncipe comandante la orden de su magestad para passar con toda presteza a Lisboa a efecto en assistir al gran consexo que allí se avía de tener sobre las operaciones de la futura campaña por tierra y las que devía executar la flota que quedava ya des del día 26 en aquella barra, bien que todavía la esquadra en que venían embarcadas las tropas de Irlanda no avían llegado.

El día 3 que fué el último en que el príncipe Jorge hizo mansión en nuestra plaza depositó el mando de ella en manos del brigadier Stírimpton, y dispidiéndose de lo restante del presidio con aquel agrado que se puede pensar de su afabilidad, se embarcó por la tarde en dicho navío aviéndole acompañado hasta el Muelle Viejo todos los cabos de la guarnizión a cavallo. Apeó el príncipe, y al tomar la lancha disparó el cañón de la plaza de sentimiento por su partida aunque esperanzado avía de retornar en breve tiempo.

Tomando el príncipe la derrota para Lisboa nos vino a la ciudad un bastimento embarcado en él un catalán con pliegos para este comandante, y aviéndole encargado a su hermano el príncipe Henrrique el secreto y dirección en su ausencia de las correspondencias que tenía, les despachó después el príncipe Henrrique para efectuar su retorno en conformidad de lo que tenía prevenido del príncipe Jorge su hermano.

Por medio de un navío inglés, que aportó a nuestra bahía supimos la fatal muerte del almirante de Castilla, y la confirmó una saetía maltesa, que al mismo día nos entró cargada de géneros de Portugal.

Aportan navíos ingleses con alguna gente embarcándose a otras tropas para Inglaterra y Olanda. Lista de la gente que componía el exército de Villadaries, y de la que avía en la plaza al principio del sitio. Restitúiese el príncipe a nuestra bahía, y dispone el govierno político y militar de la ciudad y plaza.

Lista de las tropas que componían el exército de Villadaries su general comandante:

Tenientes generales
El conde de Aguilar
Marqués de Aytona
Don Bonifacio Manrrique
Y el duque de Osuna voluntario

Cavallería
Regimiento de la costa
Regimiento de Granada
Regimiento de Sevilla

Dragones
Regimiento de don Joseph Canredon
Regimiento de don Miguel Pons
Regimiento de Mahoní

Infantería
Guardias españolas
Guardias de Bolones
Regimiento de Balleró
Regimiento de Errera
Regimiento de Burgos
Regimiento de Usorno
Regimiento de Navarra
Regimiento del marqués de dos Hermanas
Regimiento del marqués de Valldesevilla
Regimiento de don Antonio de Figueroa
Regimiento de Zelcedo
Regimiento de don Diego de Estrada
Regimiento del marqués Pabón
Regimiento del marqués del Cantara
Regimiento de la costa
Regimiento de Granada
Regimiento de don Alonzo Mathías
Regimiento de don Manuel Medina

Sin las continúas reclutas que le ivan llegando al enemigo.

Infantería francesa
El teniente general marqués de Tuí

Regimientos de la marina, que hazían el número de quatro mil hombres poco más.

Tropas que avía dentro la plaza de Gibraltar al principio del sitio
Regimiento del coronel Sonderson
Regimiento de Fochs [sic]
Regimiento de milord Belamor, comandado por el teniente coronel Moncal
Regimiento de Somor
Regimiento de marines

Estos cuerpos eran muy diminutos, de calidad que llegavan a lo más al número de 2.000 hombres quando entraron a tomar posessión de Gibraltar, y lo fueron mucho más en ocasión que el enemigo vino a expugnar la plaza a causa de las muchas enfermedades que experimentó la nación inglesa por no provarle el clima ni los vinos de tanto cuerpo que avía en la plaza, y assi uno y otro les aniquiló de calidad que murieron muchos de ellos en pocos días de enfermedad.

Nombres de los coroneles y regimientos que vinieron al socorro de Gibraltar

Primo. Un batallón de guardias de la reyna de Inglaterra, comandado por el brigadier Schrimpton, que quedó por governador de la plaza en virtud de patente que le dió el príncipe Jorge en el real nombre de su magestad.

2º El regimiento del coronel Mungoy, comandado por el teniente coronel Olin.

3º El regimiento de milord Dunegal, comandado por el mismo milord.

4º El regimiento del coronel Benimore, comandado por el coronel Pierse.

5º El regimiento del barón Wás olandés, comandado por el teniente coronel Tulives.

6º Y el regimiento olandés, comandado por el mismo coronel Bruhesen.

Estos cuerpos hazían el número de dos mil ocho cientos hombres poco más, y a la verdad eran tropas luzidíssimas y veteranas, de quiénes se podía esperar todo desempeño. Como lo manifestó la experiencia de su obrar durante la expugnaci[ó]n de la plaza en todo el tiempo que se hallaron en su defensa.

Milord Dunegal, que con su regimiento vino a nuestro socorro, se embarcó con los navíos ingleses, que a toda vela passaron el estrecho para juntarse con la flota de los aliados, que en Lisboa se prevenía a efecto de tomar la derrota azia nuestras costas.

Aportaron el 13, 14 y 15 muchos vaxeles de guerra y mercantiles, en cuyo intermedio embarcaron algunas tropas del presidio y 200 marineros tomando su derrota azia el estrecho y costas de Portugal.

No suzedió más novedad al 16, 17, 18 y 20 [sic] que entrar y salir continuamente vaxeles y otras embarcaciones menores de nuestra bahía.

Restituiose a nuestra plaza el príncipe su comandante al 25 con la misma fragata que conduxo su persona a Lisboa. Fué recivido del presidio con aquellas demonstraciones de contento muy correspondientes al cariño que durante el sitio supo grangearse su afabilidad de todos los que militaron baxo sus órdenes, y en execución de las que tuvo del rey nuestro señor, dió principio al establezimiento de las cosas más importantes al resguardo y conservación de la plaza, régimen y buen govierno de la ciudad, creando governador y comandante de ella, y disponiendo igualmente en la ciudad la administración de justicia y cargos políticos para el consuelo y quietud de sus moradores antecipadamente al arribo de su magestad, que embarcadado en la flota de los aliados no podía retardar avistar nuestra bahía, y con motivo de averse incorporado al real patrimonio las casas y demás raízes de los vezinos, que inobedientes las abandonaron y desertaron quando las reales armas de su magestad y de sus aliados entraron a la ciudad, deseando el real ánimo premiar a los vezinos que cumpliendo como leales vassallos se quedaron en ella, y que en el penoso sitio mostraron su fidelidad en la defensa de la plaza, experimentando del cañón y bombas del enemigo demoliciones y ruinas en sus proprias casas, hizo el príncipe en el real nombre de su magestad diferentes mercedes a estos de las de aquellos que se fueron de la ciudad y no le reconozieron por su legítimo rey y soberano a nuestro rey Carlos 3º (que Dios guarde), y para que conste de la formalidad de los despachos que se dieron a cada uno se pondrá aquí y subsiguientemente los del govierno político y militar.

Don Jorge por la gracia de Dios Landgrave de Hassia príncipe Darmstad etc. cavallero de la insigne orden del Toysón de Oro, gentil hombre de la cámara de su magestad C. y su vicario general de la Corona de Aragón.

Por quanto el rey nuestro señor (que Dios guarde) fué servido mandarnos apropiar y incorporar a su real patrimonio las casas, bienes y raízes de los vezinos de esta ciudad de Gibraltar, que faltando a la obediencia devida a su legítimo soberano, desampararon y abandonaron dichas casas y bienes para aderir al partido del usurpador de su corona de España, a tiempo que las justas armas de su magestad y de sus aliados se apoderaron de la plaza, y deseando su austríaca benignidad remunerar sus fieles vassallos y súbditos, que cumpliendo con su obligación quedaron en la ciudad, como también recompenzar los daños, perjuizios y menoscabos que an padezido en la cojuntura del largo sitio por el cañón y bombas del enemigo sus edificios, nos en execución de los reales órdenes atendiendo a que Pedro de Robles a impulsos de su constante fidelidad ha servido voluntariamente durante la expugnación del enemigo con armas como los demás soldados del presidio y ha manifestado igualmente su valor y intrepidez assistiendo con sus hijos en las funcciones más garbosas y de mayor peligro que ocurrieron, en cuya consideración y en la de los estragos que han padezido sus casas, hemos venido en hazerle merced (como en virtud de la presente se la hazemos) de la casa que era de doña Inés Horquera en la calle de Santa Ana que es contigua con la propria de dicho Robles, y linda por la parte de arriba con casa de doña Mancia Tello, y por la de abaxo con la del mismo Robles, de manera que en virtud de esta nuestra donación pueda el dicho Pedro de Robles posseer, habitarla o venderla como dueño y proprietario de ella sin que nadie y en ningún tiempo pueda moverle embarazo o pretención alguna, reservándose los derechos o censos que pueda tener la iglesia mayor o otros particulares, que vivieren baxo el real dominio de su magestad, y los juros que pertenezieren en su Real Hazienda, que haziéndolo constar los interessados deverá pagar el referido Pedro de Robles, o sus herederos, en cuya feé hemos firmado el presente despacho y mandado sellarle con el sello de nuestras armas referendado assímismo en nuestro infrascrito secretario. Dado en Gibraltar a veinte de junio de mil setecientos y cinco.

Jorge Landgrave de Hassia

Por mandado de su alteza:
Francisco de Casamitjana secretario

Las casas que otorgó y hizo merced el príncipe en el real nombre de su magestad llegaron a unas setenta poco más, cuyas gracias recayeron a las personas beneméritas y que experimentaron la total ruina las suyas de las balas y bombas que disparó el enemigo en su porfiada expugnación.

Disposición en la administración de justicia, govierno político y económico de la ciudad.

Don Jorge por la gracia de Dios, Landgrave de Hassia príncipe Darmstad.

Por quanto conviene al servicio del rey nuestro señor dar forma y providencia en la administración de justicia de esta ciudad de Gibraltar y sus dependencias respeto a que los ministros y oficiales de ella, como desleales a tiempo que las reales armas de su magestad y de sus aliados la dominaron y ocuparon, dexando sus exercicios abandonaron dicha ciudad, y siendo preciso crear persona de intelligencia, letras, zelo y demás circunstancias que se requieren para los cargos de juez y governador político de dicha ciudad, considerando que todas estas concurren en la de vos don Alonso de la Capela, dotor en ambos derechos, y el especial mérito que a impulsos de vuestro amor y constante fidelidad a la augustíssima Casa de Austria avéis contraído en Cataluña vuestra patria, aderiendo a la justicia de la justa causa de su magestad en el dominio de la Corona de España, precisándoos la persecución de aquellos ministros a dexar el Principado y passar a Portugal con bastantes peligros y evidentes trabaxos que padecísteis en tan larga jornada, hemos tenido a bien de eligiros y nombraros (como en virtud de la presente lo hazemos) por juez y governador político de la ciudad de Gibraltar y sus dependencias, para que durante el real beneplácito de su magestad exerzais ambos empleos muy conforme al consuelo, régimen y buen govierno de los vezinos de la ciudad y sus dependencias, con facultad de decidir y sentenciar todas las causas assí civiles como criminales observando en todo las leyes de España, en cuya consequencia ordenamos y mandamos a los vezinos y moradores que oy y en lo susessivo hubiere en dicha ciudad que os reconoscan por su juez y governador político, cumplan y executen los órdenes que del real servicio les diéreis sin réplica, escusa ni dilación alguna, con cuyos empleos a más del salario y gages que os correspondiere, havéis de gozar y percivir a más de los gages que os correspondieren cinquanta pesos al mes cobraderos de los efectos, rentas y emolumentos pertenezientes a la Real Hazienda en esta ciudad y sus dependencias, cuya exacción estará a vuestro cargo en virtud del poder que para ello os damos, y se expressará en la instrucción aparte, que deveréis observar. Consediéndoos todas las honrras, gracias, preeminecias y exempciones que por razón de dichos cargos os corresponden, han gozado y deven gozar los governadores y juezes de dicha ciudad, para cuyo efecto os mandamos despachar la presente firmada de nuestra mano, sellada con el sello de nuestras armas y referendada de nuestro infrascrito secretario. Dada en Gibraltar a veinte y dos de junio de mil setecientos y cinco.

Jorge Landgrave de Hassia

Por mandado de su alteza:
Francisco de Casamitjana secretario

Instrucción de lo que don Alonso de la Capela, governador político y juez de la ciudad de Gibraltar, deverá observar para el buen régimen y govierno de esta ciudad de Gibraltar, y en la exacción de los réditos de emolumentos pertenezientes al real patrimonio con la buena cuenta y razón de las entradas y salidas de los productos.

Primo. Se le encarga de orden de su magestad el que mantenga la buena correspondencia con el governador militar de la plaza el brigadier Stirimpton a quién se le tienen encargadas las disposiciones y comando general de ella, y si suzediera alguna quexa, questión o pendencia entre soldados y paysanos, deverá acudir y dar cuenta de ello a este comandante, para que siendo tan zeloso del bien público y servicio de su magestad convendrá al castigo que correspondiere a cada uno de sus súbditos, procurando el sossiego de todos por su parte, lo que deverá observar don Alonso por la suya en los vezinos y moradores.

Siendo el cónsul que queda en la ciudad aunque inglés persona, que habla con toda propiedad la lengua castellana, se valdrá de él don Alonso en los casos que conviniere para que deviendo prevenir al governador o a otros cabos de la guarnición algunas cosas sobre lo que pueda ocurrir pueda por este medio executarlo y darse a entender a aquellos, lo que no coadjuvará poco para la recíproca correspondencia y quietud de todos.

Cuydará el desvelo de don Alonso, que todos los vezinos vivan con la buena unión y amistad entre sí, tratándoles con buen agrado y amor, y procurándoles sus conveniencias y consuelo en quanto pudiere, pues lo mereze lo bien que obraron durante el sitio en la defensa de la plaza, y será un llamamiento para que constando a los de afuera la suavidad en el govierno soliziten bolver a la ciudad, lográndose por este medio el restablezimiento de su reedificación como de antes, y el comercio tan importante al servicio de su magestad y utilidad pública.

En los casos de delitos que suzedieren entre los vezinos y personas que de la nación española, repúblicas y otros súbditos a los aliados de su magestad, que comerziaren en la ciudad, es menester obrar con mucha prudencia y precaución, procurando en toda forma la justificación en la execución de las sentencias que se profirieren contra los reos, y que el notario o escrivano actúe los processos y cargos que contra ellos se hizieren con el estilo y disposición regular, y que mexor se pudiere, no passando en ninguna manera a los castigos de muerte, bien que se deverá dar cuenta a su magestad, remitiendo auténtica la sentencia para acordar lo que más fuere de su agrado.

Importando tanto al servicio y agrado de ambas magestades divina y cathólica, que el culto divino se continúe en la iglesia mayor y de los conventos en la misma conformidad que durante la expugnación de la plaza y antes de ella se ha echo, en edificación de todas las naciones que se han hallado en la ciudad, se encarga a don Alonso el cuydado para que assí se execute y observe, y si para el cumplimiento faltare en las iglesias subcidios, lo suplirá don Alonso de los Réditos Reales tomando recivo para la buena cuenta y razón.

En la exacción de la alcavala del muelle que frutará alguna considerable suma al año se dedicará el capitán del puerto don Joseph Corrons haziéndose entregar don Alonso los productos que con los demás Réditos Reales deven quedar en su poder, para cuyo efecto dispondrá su registro de las entradas y salidas, y pagando las cantidades que por orden positiva se le mandare se le admitirán las partidas con recivo de los interessados en el legítimo descargo.

A la conservación de las casas maltratadas del cañón y bombas del enemigo, es preciso atender. Y assí aplicará don Alonso todo el desvelo a que no lleguen a la ulterior ruina, valiéndose de la autoridad del governador de la plaza para impedir que los soldados no saquen por ningún modo las bigas y maderas como lo hizieron durante el sitio por la necessidad, procurando se observe el pregón que sobre este assumpto se ha publicado para evitar tan conozido daño no dudándose del conozido zelo del governador de la plaza, pondrá el devido remedio, mandando castigar a los soldados que osaren violar lo que por el pregón les fue mandado observar por lo que mira al presidio, y que igualmente hará lo mismo don Alonso con los vezinos y de su jurisdicción, que intentaren semexante perjuizio.

Hallándose confiscados los bienes y casas de los vezinos, que faltando a la devida obediencia y vassallage a su magestad desampararon la ciudad quando entraron a ella sus reales armas y de los aliados, se encarga a don Alonso el cuydado de alquilarlas todas menos las que oy ocupan los oficiales del presidio y las que quedan destinadas para quartel de los soldados, procurando con el mayor beneficio la Real Hazienda, y para su mayor descargo se harán los alquileres en poder del mismo notario, y firmará don Alonso las cartas de pago a los interesados, para que en todos tiempos conste de la buena cuenta y razón, y le sirva de su mayor descargo y prudente precaución por lo venir.

Alentará don Alonso a los que en ellas habitaren al reparo y conservación, ofreziéndoles que las cantidades que expedieren para ello, constando por cartas de paco [sic] de las mexoras, precisas o necessarias les servirá de crédito sobre ellas, y les servirá de prenda y pocessión hasta que se les pague el dinero que en ellas consumieren.

Deviéndonos prometer que mediante la divina assistencia en la justicia de la justa causa de su magestad conseguirán sus reales armas y de sus aliados favorables progressos en lo por venir como hasta aquí, y que este país atendiendo a aquella aclamará el real nombre de su magestad reconoziéndole por su legítimo rey soberano (como lo es pero en Dios), restableziéndose por este medio el comercio de importante en esta ciudad, se encarga positivamente a don Alonso no retarde los avisos de quanto fuere ocurriendo sobre estás y otras dependencias importantes a la corte, para que en su intelligencia pueda su magestad tomar el acuerdo que más fuere de su real agrado y dar las providencias que tubiere por más convenientes a su real servicio y bien público. Dado en Gibraltar a 23 de julio de 1705.

Jorge Landgrave de Hassia

Por mandado de su alteza:
Francisco de Casamitjana secretario

Don Jorge por la gracia de Dios Landgrave de Hassia

Por quanto al consuelo de los vezinos de esta ciudad importa el que se prozeda con toda justificación y sin el menor fraude en el comprar y vender, siendo conveniente para este efecto nombrar persona de rectitud y buena consiencia para el exercicio de fiel de ella a fin que cuyde con toda vigilancia del peso, medida y justo precio de los géneros que se vendieren examinándolo siempre que quisiere, y que privativamente ninguno si no él pueda consignar o señalar los pesos y medidas, concurriendo las calidades referidas en la de Pedro de Robles, hemos tenido a bien de encargarle (como lo hazemos) el mencionado exercicio de fiel de esta ciudad para que solo él y no otro cuyde del contraste y peso. Y con este empleo ha de gozar el sueldo y gages que han gozado y perzevido sus predecessores en dicho oficio, por lo que mandamos despachar la presente firmada de nuestra mano, sellada con el sello de nuestras armas, y referendada de nuestro infrascrito secretario. Dada en Gibraltar a 24 de julio de 1705.

Jorge Landrave de Hassia

Francisco de Casamitjana secretario

Expidiéronse muchos otros despachos, que por su prolixidad se omite descrivir y continuar aquí.

Capítulo 33 [bis]

Hazen vela las fragatas Leopart y Faulcon para el poniente siguiendo las otras olandesas. Aplicación del presidio al reparo de las ruinas del passado sitio, poniendo mano en la fábrica de un profundíssimo fosso. Entra el navío Namur acompañado de otros.

Desamboca el estrecho nuestra flota embarcado el rey nuestro señor en el navío la Gran Bretaña. Entrada y recivimiento que se le hizo en la ciudad. Buelve a bordo al anochezer. Toma la derrota la armada azia las costas de España.

Prosiguen los de la plaza en los reparos de su fortificación, y nueva obra del fosso. Línea de batalla de la flota.

Continua la derrota hasta la bahía de Altea. Expídense cartas circulares por los reynos de Aragón y Valencia, lográndose de tránsito la sorpresa de la plaza de Denia.

Primo
Hazen vela las fragatas Leopart y Faulcon para el poniente.

Las fragatas LeopardFaulcon y otras olandesas, en que por orden del príncipe comandante se embarcaron algunas personas para efectuar algunas diligencias de mucha importancia al real servicio, tomaron la derrota azia levante.

Aplicáronse con todo calor los del presidio al reparo de las ruinas que el cañón y bombas del enemigo executó contra las fortificaciones de la plaza, y especialmente de la Redondela y línea de comunicación, que como más expuesto padezió mayor estrago.

Púsose mano a la fábrica de un profundíssimo fosso, que compreendiendo el isthmo de 40 passos, y discurriendo del pié de la montaña más allá de la Redondela hasta la orilla del mar, podía comunicarse con fazilidad el occéano con el Mediterráneo.

Esta fortificación tan importante delineó el príncipe comandante días atrás, y otras que la reyna de la Gran Bretaña le avía encargado a fin de poner la plaza en el total estado de su defensa y perfección de sus obras, quando le pidió la planta y descripción de ella.

Devía resguardar al mencionado fosso un fuerte atrincheramiento, con sus empalisadas y baterías, que acompañado o sostenido de la fortificación, que devía hazerse en el Salto del Lobo sobre la eminencia de la Redondela pertrechada con una batería de cañones y morteros, avía de impossibilitar la invasión por la parte de tierra de la plaza. Quedava delineada [sic] igualmente otro fuerte en el parage de la Virgen de Europa para impedirle al enemigo los desembarcos, con que venía a ser aquel antemural impenetrable por mar y tierra.

Entró el 28 el navío de guerra Namur con otros de transporte, y al 29 desertaron de la plaza dos soldados ingleses y otros tantos olandeses.

Con el aviso que se le subministró al príncipe comandante por el navío inglés el Águila de que el rey nuestro señor embarcado en la flota de los aliados no podía retardar su arribo a nuestra bahía, prosiguió con más calor y aplicación en el establezimiento de las disposiciones y providencias más conduzentes al resguardo y seguridad de la plaza y buen govierno de la ciudad a efecto de estar expedido para seguir a su magestad en consideración de que sería poca la manción que su real persona haría en la ciudad.


Desamboca el estrecho la flota embarcado el rey nuestro señor en el navío la Gran Bretaña. Entrada y recivimiento que se le hizo en la ciudad. Buelve a bordo al anochezer. Toma la derrota la armada azia las costas de España.

Llegó el feliz día en que Gibraltar logró el cumplimiento de sus glorias y triunfos que merezió su inimitable resistencia en la expugnación tan porfiada e impertinente del enemigo. Eran las 10 del día dos de agosto, quando mirando los de la ciudad con cuydado el estrecho, se vió desambocarle nuestra flota puesto a su testa el navío la Gran Bretaña, en que iva embarcado nuestro rey don Carlos 3º, que tomando su chalupa y puesto pié en tierra halló en la orilla de la bahía al príncipe comandante, su hermano Henrrique, todos los cabos del presidio y la mayor parte del pueblo, que alborozados y llenos de contento por tan especial dicha se avían anticipado a la lengua del agua para recivir su real persona, y pudo en aquella ocasión registrar el terreno que ocupó el campo enemigo, sus aproches, baterías y líneas tiradas a nuestra ofensa, y las ruinas de las obras exteriores de la plaza. Entró su magestad en la ciudad y subiéndose al lienzo de muralla, que mira al mar, tuvo a su vista la mayor parte de los estragos que el encono del enemigo, por medio de su cañón y bombas, operó contra aquel antemural. Recorrió la muralla por aquella parte, y descansando en casa del príncipe comandante solo aquel rato, que pudo dar tiempo a los curas para prevenirse, passó a la iglesia mayor donde se cantó el Te Deum en azimiento de gracias, y un solemne oficio. Concluida la funcción, que celebró la artillería con triplicada salva, retornó al mismo palacio, donde después de aver comido y descansado, dió a besar la real mano a sus vassallos que llenos de contento, impazientes esperavan el logro de aquella dicha. Por la tarde subió a cavallo y con el acompañamiento de los dos príncipes Darmstad Jorge y Henrrique, y toda la real comitiva passeó la montaña, recorriendo su circunvalación des de la Virgen de Europa está el Salto del Lobo, en cuyo parage reconozió cavalmente otra vez la fortificación, estragos y ruinas de la plaza, y assimismo los vestigios de ataques, baterías y líneas que el enemigo havía levantado en su expugnación. Antes del anochezer, y despedido de la guarnizión, tomó su magestad la lancha y passó a bordo de su navío la Gran Bretaña a cenar y dormir, esperando el buen viento y embarco de víveres, tropas y equipages, que se principió de las que avía en la plaza para refuerzo de la flota.

Callo aquí el alborozo y alegría que infundió en los ánimos del presidio y vezinos la presencia de su magestad en aquella ocasión, porque aviendo sido summo su contento, no puede mi pluma extenderse a más expressión.

A tiempo que nuestro almirante Sckovel el día 4 hizo disparar la pieza de leva, se vieron todos los navíos de la flota en toda forma de marcha llevando la vanguardia la Gran Bretaña almiranta de Inglaterra en que iva embarcado su magestad, que tomando la derrota a todo trapo la seguieron consecutivamente los demás.

El príncipe comandante, que avia quedado con su hermano Henrrique en la plaza para dar la última mano en las disposiciones del govierno militar y político no dexó la ciudad hasta la tarde del otro día, que embarcándose en el navío Namur, que se le avía destinado, mandó poner todo el velamen a fin de lograr con la mayor anticipación unirse con la flota, como lo consiguió en pocas horas de navegación.

El enemigo, que persistía en el bloqueo de la plaza, quedó ocupado en la fábrica de una línea o cordón dilatado junto a las montañas más vezinas de la ciudad, para contener las correrías del presidio y impedir el comercio y comunicación de los de afuera con los de la ciudad.


Prosiguen los de la plaza en los reparos de su fortificación, y nueva obra de fosso. Línea de batalla de la flota.

Prosiguen los del presidio en los reparos del su fortificación y nueva obra del fosso para cuyo mayor adelantamiento se les dava a los soldados un tanto cada día a más de sus sueldos, en razón de poder con este subsidio más resistir a tan penoso como continuado trabajo.

Línea de batalla de la flota de los aliados, comandada por el almirante Schovel: vegeu al manuscrit original els folis 145145v146 i 146v

4
Continua la derrota la armada hasta la bahía de Altea. Expídense cartas circulares por los reynos de Aragón y Valencia, lográndose de tránsito la sorpresa de Denia.

Calmó el viento y solo pudo lograr la flota el 7 la altura frente a la ciudad de Málaga, pero bordeando para adelantar algún camino consiguió con el poco que sopló antes del anochezer llegar al cabo de Gata, y al 16 al cabo de Palos, de cuyo parage despachó el príncipe Jorge Landgrave de Hassia por medio de una fragata pliegos y cartas circulares a sus confidentes de Alicante y otras partes del Reyno de Valencia, que previniéndoles el arribo de su magestad en aquellos mares con la poderosa armada y las operaciones que quedavan acordadas executarse en Cataluña, lo difundiesen por el reyno a efecto de que aclamando el real nombre de su magestad, aquellos fieles vassallos alarmasen contra el intruso govierno, que tanto oprimía su libertad.

Favoreziéndonos el viento medianamente el 10 consiguió la flota entrar prósperamente en la bahía de Altea, en que quitando el velamen y poniéndose sobre el fierro se desembarcaron algunas tropas para guardar las espaldas a los marineros durante el tiempo de hazer agua en aquel río para el abasto de la armada, que se logró sin la menor oposición. Retornó del corso la fragata del príncipe con las dos presas que hizo de algún valor, y prosiguió la derrota de nuestra flota.

El príncipe Jorge comenzó a exerzitar los cargos de vicario general de la Corona de Aragón en los mares de su dependencia, que fué en la bahía de Altea, enviando pliegos y cartas circulares en el real nombre de su magestad a sus correspondientes y afectos a la augustíssima Casa de Austria en los reynos de Aragón y Valencia, escriviendo a comunes y particulares, como y también a la nobleza, que le conservava la amistad del tiempo que residía en España en guerra viva, encargándoles el que coadjuvasen por su parte al logro de la empresa que su magestad havía resuelto en Cataluña, pues de su feliz éxito se seguía su quietud y perpetua libertad.

Con ocasión de las favorables intelligencias que tenía el príncipe de los ánimos de la ciudad y plaza de Denia en el Reyno de Valencia azia los interesses de la augustíssima Casa de Austria con el real acuerdo de su magestad, despachó sin perder tiempo al general Basset y Ramos y a don Francisco de Ávila a aquella, embarcados en un destacamento que se hizo de algunos navíos de la flota para tantearlos y ver si querían declararse, y fue el golpe tan acertado y en sazón, que al arribo de estas naves se consiguió la posessión de aquella plaza sin expendio alguno ni pérdida de gente, que en otra forma avía de costar mucha sangre, y assí logramos en poco tiempo una plaza de las más consequentes en el Reyno de Valencia, no aviendo coadjuvado poco la disposición y conducta de aquel general y la circunstancia de ser natural del país, y bien quisto en todo aquel reyno, a cuya fidelidad encargó después el rey nuestro señor el govierno y comando de ella.

Capítulo 34

Tiénese un grande consexo en la flota. Anticípase el príncipe a las costas de Cataluña. Llega felizmente la armada delante Barcelona, y aferra en la playa del río Besós. Desembarca el príncipe y se desvela en las disposiciones y providencias para echarse las tropas en tierra, lo que se consigue sin oposición. Acuden los de la Plana de Vique con sus armas. Alborozo en el país.

Expide el príncipe cartas circulares y diferentes órdenes.

Tiénese un consexo en la flota. Desembarca el rey nuestro señor, continua aplicación del príncipe en el exercicio de los cargos de vicario general de la Corona.

Continúanse los consexos. Participan los comunes al de Anjou el arribo de nuestra flota. Dispone el príncipe en perfecto reglamento la gente del país. Emprende el príncipe con astucia la sorpresa del castillo de Monjuich, y lográndola pierde la vida con sentimiento de todo el país y campo.


Tiénese un grande consexo en la flota.

Mandó nuestro almirante al 17 disparar la pieza para convocar a un consexo que se tuvo en orden a las operaciones que devía executar aquel fuerte armamento y sus tropas, y al 15 la de leva, pero como calmó en pocas horas el viento, no pudo ponerse a alta mar la flota. Dexó el príncipe el navío Namur y embarcándose en una fragata muy lixera, tomó la derrota a toda vela para anticipar algunas diligencias de summa importancia en las costas de Cataluña antes del arribo de su magestad en aquel Principado.

No pudo adelantar más la flota el 27 [sic], que el venzer el cabo de San Martín. Continuó el viento favorable al 18, y assí logró la armada alguna ventaja. Calmó el 19 el viento, pero soplando muy favorable al 20 nos dexó entrar a las costas de Cataluña y avistar la ciudad de Tarragona.

Paró su curso al 21, pero soltándole al 22 algo rezio, y en popa, logró la flota el fin de su navegación de dar fondo en la playa de Barcelona frente al río Besós.

El príncipe, que como dixe arriba se avía anticipado las costas de Cataluña por la parte de levante a efecto de prevenir los cabos de Vique, que tiempo avía se hallavan con un considerable número de gente alarmados a favor de la justa causa de su magestad, y para efectuar otras diligencias muy importantes, no pudo hallarse en la playa a tiempo que llegó la armada, pero lo consiguió por la tarde con favorable viento, donde executando su desembarco fué ladeado al instante de aquellos fieles vassallos, que impazientes esperavan el arribo de su rey para manifestarle su constancia y valor en la defensa de su derecho en la Corona de España. Poco descansó el príncipe aquella noche, porque todo su desvelo y aplicación se reduxo a la expedición de repetidos órdenes y otras disposiciones concernientes al fin que tanto se deseava. Cruzavan la gente armada los caminos para verle, darle la bien venida y solizitar sus órdenes.

Dedicose igualmente este príncipe en las disposiciones tan importantes de prevenir los acasos que podían suzeder de salidas de la plaza para impedir el desembarco de las tropas, tomando con gente del país todos los passos. Lo que consiguió a tiempo y buena sazón, y assí al 23 pudo milord conde de Peterboroug general de la gente del desembarco executarlo con toda seguridad y ocupar el terreno del campo que le parezió más del caso, y subsiguientemente hasta el 26 el de dos regimientos de dragones, artillería, equipages, víveres y de la cavallería de su magestad, que consistía en un buen número de ricos cavallos y poderosas mulas.

Era un summo contento el ver acudir el país a nuestro campo, con tanta abundancia de comestibles de todo género para el sustento de las tropas, que lo barato y cómodo precio que vendían aquellos géneros causó admiración a todos en aquella ocasión.

No retardaron los cabos de Vique con su gente armada a venir, deseosos de exerzitarse en las operaciones en que más pudiesen manifestar su ardimiento y valeroso ánimo, nombrando el príncipe por su comandante a don Antonio de Paguera y Aymerich, cavallero muy conozido en el país, y igualmente señalado en el servicio de nuestro rey y legítimo soberano. Acudían a un tiempo los afectos a la augustíssima casa de las demás partes del Principado, que mandava el príncipe assí como ivan llegando, agregarles a aquellos cuerpos, que empleó en los parages que más pudiesen contener al enemigo dentro Barcelona, y inquietarle en sus salidas, cómo lo executaron tomando los passos y puestos que medían en la circunvalación de la plaza, y que pudiesen más privarles a los de la ciudad la comunicación con los de afuera.


Expide el príncipe cartas circulares y otros órdenes por el país.

No cessando el ardimiento del príncipe para la consecución del fin de su empresa en la rendición de Barcelona, expidió cartas circulares por el Principado llamando sus naturales para que coadjuvasen a tan importante expediente, y repetidos órdenes a los pueblos a un tiempo, mandándoles enviasen assemilas, carros y carretas, a efecto de transportar faxinas, estacas, municiones y otros pertrechos para no retardar las operaciones que se avía propuesto en la expugnación de la plaza a que se avía de dar principio. Copia de los contenidos despachos son las que vienen descritas aquí.

Don Jorge por la gracia de Dios Landgrave de Hassia príncipe de Darmstad etc. cavallero de la insigne orden del Toysón de Oro, gentilhombre de la cámara de su magestad cathólica y vicario general de la Corona de Aragón.

Hazemos saber y notificamos por esta carta circular a todas las ciudades, villas y lugares, y personas de todos estados assí ecclesiásticas como seculares del Principado de Cataluña, que aviendo reconozido los altos aliados la constante e imudable lealtad que conserva y professa la ínclita nación catalana a su legítimo rey don Carlos 3º (que Dios guarde), le han subministrado fuerzas competentes de tropas en número de diez mil infantes y mil cavallos poco más, y una poderosa flota para venir su real persona (como lo à executado) a libertar esta nobilíssima provincia en cuyos mares ha llegado felizmente, quedando ancorada en la playa de Barcelona, y las tropas desembarcadas junto al río Besós para emprender el sitio de esta capital, y persuadido el real ánimo de su magestad del cariño que le deve dicha nación y del summo valor que le assiste, resolvió acudir al amparo de tan finos y amados vassallos venziendo las muchas dificultades que para ello ocurrían a efecto de sacarles de la esclavitud y tiránico dominio de la Francia, y restablezerles en su antiguo lustre y libertad. En cuya consequencia me manda su magestad prevenir (cómo lo hago) a todos los naturales se dispongan y apresten con sus armas para venir a este campo o parage que se les señalare al primer llamamiento o orden que se les expidiere, para que mediante este refuerzo se consiga más presto el logro de la empresa. No duda su magestad de que todos cumplirán con su obligación no malogrando una coyuntura que les ofreze su sossiego y perpetua tranquilidad. Dado en el campo delante Barcelona a 26 de agosto de 1705.

Jorge Landgrave de Hassia

Por mandado de su alteza

Francisco de Casamitjana secretario

Don Jorge por la gracia de Dios Landgrave de Hassia

Por quanto para emprender la expugnación de la plaza de Barcelona se necessita de un considerable número de assemilas, carros y carretas para transportar las faxinas, estacas y pertrechos, manda y ordena su magestad a las villas y lugares comprehendidos en el término y distrito de este campo a distancia de quatro leguas que, luego que les será manifestada esta orden, cargando estos géneros en los parages que se les señalare en sus carros y ganados, vengan con ellos a este campo, lo que continuarán hasta tener orden al contrario, enviando assimismo gente y assemilas para el transporte de municiones y pertrechos durante esta expedición, tan importante a la pública utilidad y bien del Principado. Dado en el campo delante Barcelona a 26 de agosto de 1705.

Jorge Landgrave de Hassia

Por mandado de su alteza

Francisco de Casamitjana secretario

No necessitaron aquellos fieles vassallos de mucha persuasión para dar cumplimiento a los órdenes que se les expidieron, assí que acudiendo con puntualidad en los parages destinados principiaron el transporte y acarreo de aquellos géneros, de calidad que corriendo a porfía quien más se podría señalar al servicio se vió en poco tiempo el campo pertrechado de las faxinas y estacas que se necessitavan para la abertura de las líneas y aproches como se deseava, no faltando igualmente al remitir los transportes y gente para el acarreo de municiones y pertrechos en cumplimiento de la orden que tuvieron. Expidiéronse otras diferentes para que assistiesen con gastadores, lo que executaron sin retardo, muy a satisfación del príncipe y generales del exército.

Don Francisco de Velasco, lugar teniente del Principado y comandante de la plaza de Barcelona en aquella sazón, mandó a sus moradores baxo gravíssimas penas no atraviesen subir a la noche con luzes a las torres y texados de sus casas. Y a las personas que reconozió afectas a la augustíssima Casa de Austria, las desterró de la ciudad sin distinción de estados y calidades.


Tiénese un gran consexo en la flota. Desembarca el rey nuestro señor. Continua aplicación del príncipe en los cargos de vicario general de la Corona de Aragón.

Passó el príncipe a bordo del navío la Gran Bretaña en un consexo de guerra que se tuvo, y entre otras dependencias que se resolvieron, fue la tan plausible y deseada del desembarco de su magestad para acalorar más las operaciones y alentar igualmente los ánimos del país, que mirándole en el mar desconfiavan de la empresa, creyendo no sería más que un tanteo todo aquel aparato y prevenciones.

Por la tarde del día de San Agustín 28 de agosto tomó su lancha el rey nuestro señor, y a todo remo, travezando el mar, passó a desembarcar junto a nuestro campo, obsequiándole los buques de la flota tres vezes con el disparo de toda su artillería, dedicándosele por palacio o morada de campo la Torre del Marqués don Joseph de Sabastida, por otro nombre del Fanch, no distante de la del príncipe Jorge Darmstad.

Apenas se oyeron los primeros tiros del cañón de la armada quando se vió la orilla del mar por aquella parte poblado de un grandíssimo concurso de gente de todos estados, que llenos sus corazones de contento prorrumpían en alta vos Viva Carlos 3º nuestro rey y legítimo susessor de la España, corriendo a porfía quién primero podría besar su real mano.

Desembarcose subsiguientemente el embaxador de Portugal conde de Assumar, y se le destinó una casa en el lugar de San Martín no lexos del real palacio.

Corrían a competencia los pueblos, quien pordía lograr primero el prestar a su magestad el vassallage y devida obediencia, acudiendo todos al príncipe, quien assistiéndoles en tan justo y devido acto, con el amor proprio de su excelente y eminente sangre, retornavan a sus casas alborozados y gustosos.

No era suportable el peso que sobre si tenía el príncipe en el exerzicio de sus cargos de vicario general, porque como se recorriese a él para el todo de la empresa, era preciso vivir sin reposo alguno, y a más de las continuas providencias a que se dedicó el 3 mandó con el real acuerdo de su magestad convocar un medio sometén general por el Principado, para cuyo efecto se expidieron diferentes despachos cuyo tenor es como se sigue.

Don Jorge por la gracia de Dios Landgrave de Hassia

Por quanto es conozida a todos la heroica resolución del rey nuestro señor don Carlos 3º (que Dios guarde) de haver passado a este Principado de Cataluña para libertarle de la servidumbre en que le tiene puesto la tiranía francesa, queda también confiado su real ánimo en la fina lealtad de sus vassallos le assistirán con todas las fuerzas que pudieren juntar para efectuar con la mayor brevedad la empresa que tanto importa a la conservación, tranquilidad y sossiego de su patria, y desempeño de toda la honrra y gloria de la nación catalana acostumbrada a conquistar reynos, a cuyo efecto bien mereziera la coyuntura presente acudiesen todos con sus armas y fuerzas por medio de un sometén general, pero considerando su magestad el desturbio y perjuizio que se seguiría a la provincia si viniessen empleados generalmente los naturales a este servicio, quando la urgencia presente pide la aplicación para otros, y deseando su real ánimo escusar los gastos excessivos que produziría la universal convocación de todos, mandamos y ordenamos en su real nombre a todas las ciudades, villas y lugares, dispongan luego que les será manifestado este nuestro despacho, la mitad de un sometén general solamente, de manera que escogiendo la gente más propia y capaz del manexo de las armas, la envien con sus cabos prevenida y pertrechada, com se acostumbra en semexantes casos, para emplearla en todo lo que más combiniere al real servicio y les será ordenado por el comandante que su magestad tiene nombrado, exceptuando las villas y lugares que están destinados para hazer faxinas y estacas, y que tienen la obligación de continuar el acarreo de estos géneros a nuestro campo durante el sitio. No duda el real ánimo de que todos darán puntual cumplimiento a este mandato con el amor y zelo que ya tienen manifestado a que correspoderá su magestad teniendo presente la fineza de tan fieles vassallos para favorezerles en todo lo de su mayor alivio y consuelo. Dado en el campo de Barcelona a 3 de setiembre de 1705.

Jorge Landgrave de Hassia

Por mandado de su alteza

Francisco de Casamitjana secretario


Tiénese un consexo en la flota. Desembarca el rey nuestro señor. Continua aplicación del príncipe en el exercicio de sus cargos.

Tuviéronse diferentes consexos, en los días 29, 30 y 31 sobre el estado de las cosas, y aunque en este último no concordaron algunos de los generales en proseguir las operaciones del sitio de Barcelona desconfiados de la gente del país, no considerándola capaz para el refuerzo de sus tropas y resistir al fuego, pudo el príncipe venzer todas las dificultades y reparos de aquellos con la experiencia que tenía de su valor y ardimiento del tiempo que se halló en viva guerra en el Principado, comandando dos regimientos de tropas cessáreas y exerziendo en él los cargos de general de la cavallería y de virrey y capitán general de la misma provincia.

Enviaron los diputados y común de la ciudad un expresso a la Corte de Madrid, con pliegos para el de Anjou en que le davan cuenta en derechura, y sin participación al Velasco, de aquella novedad del sitio.

Ansioso el príncipe Jorge de lograr con la mayor anticipación el dominio de la plaza era incessante su fatiga y aplicación en las providencias que podían más fazilitarle sus deseos, y assí amándole tanto el país y promet[i]éndose con esta seguridad la assistencia de sus naturales en todo lo sobrellevable de sus fuerzas, no reparava pedirles todo lo que se necessitava en la expugnación de la plaza a que se avía de dar principio formal, para que la falta no motivase a algunos de los generales de los aliados en su primera ydea de no persisitr en aquella empresa. Al mismo tiempo dispuso el numeroso cuerpo de los de la plaza de Vique y demás gente del país en una perfecta disciplina militar, expidiendo patentes con el real acuerdo a los oficiales, procurando recayesen los empleos en las personas de más experiencias, militares y que se avían especialmente señalado en el servicio del rey nuestro señor, encargando como dixe arriba el comando a don Antonio de Paguera y Aymerich.

Preveníase el Velasco para mantenerle al de Anjou aquella capital, y el príncipe para la gloria de dominarla nuestro rey Carlos 3º, el uno para defender lo injusto y el otro para conseguir lo justo y usurpado a su soberano. En tanto que se establezía esta competencia, usando el príncipe del ardid y astucia que lleva en sí la guerra, y a fin de que el Velasco noticioso de la variedad de las ideas no diese al blanco de la sorpresa de Monjuich, que era la que se avía el príncipe propuesto, hizo publicar en el campo la desistencia de la expugnación de la plaza, y la marcha de su magestad y tropas al campo de Tarragona para cuyo efecto dió despacho a Juan Colomer impresario del pan de munición para que pasasse sin retardo a prevenir a aquel parage los hornos y arinas para la fábrica del pan de munición de nuestro exército, disponiendo igualmente en los tránsitos de las tropas el que necessitavan los soldados para su preciso alimento, y al mismo tiempo expidió órdenes a todos los pueblos comarcanos hasta la ciudad de Mataró a efecto de que acudiesen en nuestro campo con todas las carretas, carros, mulos y cavallos que tuviessen para proseguir en el transporte de faxinas, estacas y otros géneros a efecto de operar contra la plaza con todo calor. Teniendo prevenidas el príncipe muchas escalas, que se trabaxaron con la mayor reserva para efectuar su intento de sorprender a Monjuich.

Reduxéronse estas disposiciones a la de que el día 13 se puso el exército en forma de marcha, y llevando la vanguardia quatro cientos granaderos y seis cientos fusileros escogidos, empezaron su marcha, dirigiéndola al camino de Tarragona entre las quatro y las cinco de la tarde, y a alguna distancia del exército, que se mantuvo al pie del arma, hizieron alto.

El príncipe Jorge ladeado de su hermano Henrrique y milord Peterboroug con algunas personas de su mayor confianza montados en sus cavallos passaron al anochezer a aquel cuerpo donde hizieron tiempo hasta las 10 de la noche poco más, en que tomando sus guías, los dos príncipes y milord Peterboroug puestos a la testa de aquella gente, tomaron la marcha con el mayor silencio azia aquel parage, dexando a la derecha el camino, que va al campo de Tarragona, y llegando antes de rayar el alba del día 14 a vista de aquellas obras invistieron con tal denuedo y intrepidez, que después de alguna resistencia las ocuparon con el abandono de los enemigos, que las defendían, por no aver podido resistir al grande fuego de nuestros granaderos y fusileros. El príncipe Jorge como a tan experimentado en la milicia, queriendo ocupar después con alguna gente la línea de comunicación de la plaza con el castillo para cortar el socorro que podía subir, a tiempo que se hallava ya muy adentro del fosso para executarlo, le dispararon un fusilazo de dentro del castillo, que rompiéndole la bala la arteria principal del lomo derecho murió de aquella herida gloriosamente en el corto espacio de 3 quartos de hora en los brazos de un sacerdote llamado Dotor Casellas, que le ayudó a bien morir y le dió la absolución.

No sé como referir el desconsuelo y justo sentimiento que ocasionó universalmente en todo el exército y país esta fatalidad, y especialmente en el piadoso ánimo del rey nuestro señor. Manifestolo bastantemente su magestad quando le llegó el aviso, pues profirió en voz pública avía perdido la joya más preciosa de su corona con la muerte de este príncipe a quien amava entrañablemente por sus circunstancias y por merezerlo su zelo y fidelidad en su servicio, y las continuas fatigas y desvelos con que se dedicava para verle en la total posessión de la monarquía.

Conozió muy bien el enemigo lo mucho que avía ganado con esta muerte, pues en las cartas que don Francisco de Velasco escrivió al de Anjou (que fueron interceptadas por los nuestros), dándole cuenta de élla, entre otras cosas, le expressava la vitoria que avía conseguido faltándonos este príncipe.

Transportose su cadáver en su proprio quartel y se tuvo en público, después de embalzamado, al pueblo, que aflixido y desconsolado iva a verle, por espacio de tres días efectivos, y en ellos se celebraron en la capilla de la misma casa sufragios y missas para su alma, sin que ningún sacerdote quosiesse ace[p]tar ni tomar la limosna que se dava, tanto era el cariño que tenían en aquel Principado.

Depositose su cuerpo en la iglesia de padres carmelitas descalsos del Convento de Gracia donde hasta oy le conservan en una capilla junto al altar mayor.

No dexó de sobresaltar y contristar naturalmente al príncipe Henrrique el verse muerto su hermano a su lado pero a impulsos de su magnanimidad y valeroso espíritu no solo ocupó el puesto del difunto con espada en mano, sí también infundió nuevos alientos a los soldados y gente del país ladeando a milord Peterboroug, que percistiendo en lo ganado, consiguió el fortificarse, reforzado de las tropas y gente del país, que con puntualidad acudieron del campo a aquel puesto.

Recivió este general inglés una leve herida en una mano dando muestras de su valor en el avanze, a cuyo cargo estuvieron las operaciones que en lo susessivo se dirán.

Capítulo 35

Declaración de milord Peterboroug a los catalanes. Fortifícase nuestra gente en lo ganado, de cuyas obras dispara fuertamente a las interiores del castillo. Prevenciones para la vigorosa expugnación de la plaza.

Passa la gente del país a ocupar Santa Madrona. Continuo acarreo de faxinas, estacas, tablones y pertrechos. Expide su magestad edictos generales por el Principado llamando nuevamente un medio sometén general.

Disparan con gran fervor los ingleses al castillo con una batería de cañones y morteros. Ocupan los del país la línea de comunicación por algún tiempo. Hechan bombas las balandras a la ciudad, y los de la montaña al castillo, pegando fuego una al almazén de aquel. Assáltanle los nuestros y lo dominan. Ríndese la torre del cabo del río a unas fragatas nuestras.

Abertura de ataques contra la plaza. Passa el rey su real morada a la Torre de Lladó, y estableze una junta de la nobleza catalana. Acarrean los naturales todo lo que se les manda en la expugnación.


Declaración de milord Peterboroug a los catalanes.

Insiguiendo milord conde de Peterboroug los órdenes que tenía prescritos de su ama la reyna de la Gran Bretaña hizo una declaración a los catalanes, que firmada de su mano hizo estender por todo el Principado, cuya copia es la que legítimamente viene descrita.

A todos los fieles súbditos de la monarquía de España, y singularmente de este Principado de qualquiera estado y condición, que sean assí ecclesiásticos como seculares, salud.

Haviendo sido voluntad de nuestra suprema señora Ana por la gracia de Dios reyna de la Gran Bretaña[,] de Francia, Irlanda etc de establezer y declararnos general de las tropas que su magestad tiene unidamente con las de los señores Estados Generales a favor del justo derecho de la augusta Casa de Austria sobre la monarquía de España y para socorrer todos los otros aliados, hemos tenido por conveniente y necessario de declarar por la presente que no emos venido a estos parages para tomar posessión de alguna plaza en nombre de su magestad bretánica o de los señores Estados Generales, ni para introduzir la ruina al público y los desórdenes que suele llevar en sí la guerra, antes bien más presto para defender y tomar a nuestra protección a los buenos y fieles vassallos de la dicha monarquía, y para librarles del yugo insuportable del govierno estrangero, baxo el qual se hallan, y de la esclavitud en que son vendidos de la Francia, según an visto y experimentan. Y assí ya que la intención de la dicha magestad y de los señores Estados Generales es mantener el justo derecho de la Casa de Austria, como también los privilegios y libertades de los súbditos de su magestad cathólica, nosotros declaramos y prometemos que todos los fieles y verdaderos españoles, que sin oposición a nuestras fuerzas darán señas de su fidelidad y summissión a su rey Carlos 3º, serán mantenidos y defendidos en su religión sus personas, bienes, libertad y previlegios y sin la más mínima molestia, y por si contra toda esta atención los habitantes y pueblos de este Principado se opusieren a la execución de lo que se les previene ser contra la intención de la dicha magestad y señores Estados Generales, nosotros declaramos, protestando a Dios, que los españoles serán ellos mismos la causa de todas las hostilidades que las tropas que están baxo nuestro mando cometerán, y todo el mal será atribuido a ellos, en caso que en esta ocasión no cumplan con su dever, dexando passar una coyuntura tan favorable a su libertad, quietud y tranquilidad sin aprovecharse de ella. Dada en el campo de Barcelona a 16 de setiembre de 1705.

Peterboroug

Fortificada nuestra gente el 17 en aquel puesto, empezaron a batir con las dos piezas, que allí dexó el enemigo, las obras interiores y castillo de Monjuich haziendo acertados tiros nuestros botafuegos, y fuertes estragos y ruinas a los edificios de la ciudad las muchas bombas que arrojaron por la noche las balandras.

El vicealmirante de la esquadra olandesa Mr de Fagel hizo desembarcar de sus navíos 225 artilleros, 20 carpi[n]teros y gente a proporción para el manexo de la artillería, y 500 soldados a efecto de reforzar las tropas y remplazar y suplir la falta de cerca de 300 hombres, que nos quedaron prisioneros con algunos oficiales de los ingleses, olandeses y españoles del regimiento del general de batalla don Juan de Ahumada y Cárdenas en el avanze de Monjuich. No es ponderable el gozo que infundió en el ánimo de milord Peterboroug el aver conseguido aquella ventaja, que tanto conduzía para lograr la rendición de la plaza, assí que sin pérdida de tiempo mandó transportar por mar la artillería, que de días atrás se hallava montada en nuestro campo, para disponer con toda prestesa las baterías a efecto de operar en brecha contra la muralla de aquella parte y reduzir igualmente el castillo de Monjuich con el fuego y assaltos al devido dominio de su magestad quanto antes.


Passa la gente del país a ocupar Santa Madrona, continuo acarreo de faxinas, estacas y pertrechos. Expide su magestad edictos generales por el Principado, llamando nuevamente un medio sometén general.

La mayor parte de la gente del país fué comandada a ocupar el convento de Santa Madrona a efecto de contener al enemigo por toda la circunvalación de la montaña, y impedir la comunicación de la plaza con el castillo.

Aunque los pueblos destinados al transporte de faxinas, estacas, tablones y demás aderentes, que se ofrezían para la formal expugnación de la ciudad, no cessavan en esta incumbencia, no considerándose bastantes para tanto consumo, suplieron las mulas de la real cavalleriza de su magestad que mandó trabaxasen a esta conducción tan importante.

Expidió su magestad edictos por el Principado en que se le mandava a los pueblos, nobleza y demás personas de distinción assí ecclesiásticas como seculares, que no avían todavía dado la devida obediencia y vasallaxe, lo executasen puntualmente, coadjuvando igualmente con las fuerzas que les permitiere la possibilidad a tan gloriosa empresa como pareze de la copia que viene notada aquí.

DON CARLOS por la gracia de Dios, rey de Castilla, de León, de Aragón, de las dos Sicilias, de Jerusalén, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdova, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarbes, de Algezira, de Gibraltar, de las Islas de Canaria, de las Indias Orientales y Occidentales, islas y tierra firme del mar Occéano, archiduque de Austria, duque de Borgoña, de Bravante y Milán, conde de Abspurg, de Flandes, Tirol y Barcelona, señor de Viscaya y de Molina, etc.

Hazemos saber a todos nuestros vassallos del Principado de Cataluña de qualquier estado y condición que sean, assí ecclesiásticos como seculares, que después de estar reconozido y tratado como legítimo rey de todos los dominios de España por la mayor parte de los reyes, príncipes y soberanos de la Europa, hemos venido embarcados con la poderosa flota y un proporcionado número de tropas de nuestros aliados a este Principado para tomar posessión de él, perteneziéndonos su dominio por irrefregables derechos, conforme a las leyes fundamentales de la monarquía de España juntos sus reynos en Cortes el año 1619, y a los tratados testamentos de los señores reyes nuestros predecessores don Felipe Tercero y don Felipe Quarto de gloriosa memoria, y a los dos testamentos solemnes que se estipularon con la Francia fundados en las renuncias de las dos sereníssimas infantas (después reynas de Francia) doña Ana Mauricia y doña María Theresa mis señoras y tías, con exclusión de los referidos reynos y estados de toda la susessión y descendencia, assí masculina como femenina de ambos matrimonios, confirmadas con la religión de los juramentos en la Paz de los Pirineos y aprobadas por la santidad de Alexandro séptimo, en virtud de las quales tenemos adquirido indubitable derecho a la íntegra susessión de dicha corona incapaz de ser alterada en perjuizio nuestro por ningún testamento, aun quando fuese echo con plena libertad y sin que interviniesse la violencia y engaño, como es manifiesto al mundo aver concurrido uno y otro en el que últimamente hizieron firmar al piadosíssimo rey don Carlos Segundo mi señor y mi tío (que está en gloria), según abiertamente declaró él mismo a su confesor el padre Fray Nicolás de Torres, siendo iniqua y expressamente contra el tenor de la ley la interpretación que se le dió en el referido testamento, de que las capitulaciones y renuncias solo miraron a evitar la unión de entrambas coronas, y que assí no excluían los segundos y terceros génitos, pues la cláusula tercera de la renuncia y exclusión echa por la sereníssima señora infanta doña María Theresa dice: “En razón de la igualdad y conveniencia que se pretende, y otras justas razones, se assienta por pacto convencional que sus magestades, quieren tenga fuerza y vigor de ley establezida a favor de sus reynos y de la causa pública de ellos, que la sereníssima infanta doña María Theresa y los hijos que tuviere varones y hembras, y los descendientes de ellos y ellas, assí primogénitos como segundos, terceros y quarto génitos, y de allí adelante en qualquier grado, que se hallen para siempre jamás, no puedan suseder ni susedan en los reynos, estados y señoríos de su magestad cathólica etc.” Y aunque no hablase con tan expressivos términos la ley, bastava solo la exclusión de las hembras para arguir de injusta etc tirana la mencionada interpretación, que siendo estas incapazes por la ley sálica de suseder en la corona de Francia, cessava en ellas el peligro de que pudiessen nunca unirse ambas coronas, que por esso declara aver sido la igualdad de ambas coronas, y el bien público de ellas y de la christiandad toda, el motivo de dicha Ley Real, y exclusión de toda aquella descendencia.

Pero también nos movimos a esta empresa y exponer la vida a tantos y tan conozidos riesgos en la mar y en la tierra por el fin de libertar a nuestros finos y amados vassallos de la esclavitud en que los ha puesto el tiránico govierno de la Francia, después de averlos precisado a admitir y jurar por rey al intruso duque de Anjou, excluido de la susessión por las mismas leyes que él juró guardar quando entró a usurpar el reyno. Pues es notorio en la Europa el abatimiento en que se halla una nación tan gloriosa tratada indecorosamente la mayor nobleza, y alterado todo el orden de la milicia tantas vezes vitoriosa de la misma Francia, y esto por sus más crueles y perpetuos enemigos, cuyas líneas se ven descubiertamente encaminadas a reduzir los dominios de España a provincia suya.

Y considerándose que la fuerza y la astucia en la constitución en que se hallava entonces España fueron el origen de aver admitido y jurado al intruso duque de Anjou, y de faltar a la obediencia a su legítimo rey, declaramos solemnemente por este acto de amnestía y perdón general, que perdonamos a todos nuestros vassallos el crimen de lesa magestad y felonía que cometieron reciviendo y jurando por su rey al duque de Anjou, más con la condición de que luego, y sin omissión ni tardanza alguna, vengan a este campo a reconozernos por su legítimo rey y señor natural, como esperamos lo executen ahora que hallan prontas en su socorro nuestras armas y de los aliados, y su poderosa flota en estos mares, sin que les quede color ni pretexto alguno a la disculpa. Por lo que amonestamos a todas las ciudades, villas y lugares, a todos los que componen los brazos ecclesiástico, militar y real de este Principado, y generalmente a todos los ministros de Justicia, vengan y concurran a sacudirse vigorosamente el infame yugo que les impuso la violencia, no solo contra la justicia, sí también contra la libertad, honrra y de sus privilegios, que por la mayor parte ya quedan derogados y extintos en el Principado, haziendo reflexión que no solamente se hallan libres del juramento echo al duque de Anjou por averle causado la fuerza y el arte, sino que aviendo sido contra la indisputable justificación de nuestro derecho por tantos títulos anteriores adquirido, fuera nueva y más fea culpa de la conciencia intentar cumplirle y guardar feé al usurpador contra el dueño verdadero, y no menos fuera mancha de la nación catalana pudiendo en ocasión tan oportuna con la seguridad y sombra de nuestras armas y de los aliados, recuperar su antiguo lustre y passar des de la servidumbre a la suave dominación, que los ha tratado siempre más como a hijos que como a vassallos. Que nosotros prometemos baxo nuestra fee y real palabra guardar todos los privilegios, fueros, usos y exemciones que gozavan en tiempo de los reyes nuestros predecessores, y debaxo de la misma fee y palabra, ofrezemos premiar y favorecer a los que se señalaren en tan digno y devido assumpto.

Pero si contra lo que esperamos de la lealtad y honrra de nuestros vassallos huviere algunos que obstinados ciegamente en seguir y mantener el partido del usurpador, y de la libertad del Principado intentaren la resistencia a nuestras armas y de los aliados, y perturbasen a los fieles y leales a nuestra augusta casa, los declaramos por enemigos de la patria y rebeldes a su rey, y como tales serán castigados con las penas establezidas por las leyes contra los delinquentes de alta traición in primo capite, y serán responzables a Dios de las muertes y estragos que ocasionare su rebeldía. Dado en el campo de Barcelona a 17 de septiembre de 1705.

Yo el rey

Por mandado del rey nuestro señor, Enrrique de Günter

3
Disparan con gran fervor los ingleses al castillo con una batería de cañones y morteros. Ocupan los del país la línea de comunicación por algún tiempo. Hechan bombas las balandras a la ciudad, y los de la montaña al castillo, pegando fuego una al almazén de aquel. Assáltanle los nuestros y le dominan. Ríndese la guarnizión del cabo del río a unas fragatas nuestras.

Con el conato de nuestros gastadores quedó perfizionada la batería que se le plantó en aquellas obras de artillería y morteros, y assí este día la assestaron contra el castillo nuestros botafuegos, que hizieron notable daño a los de su guarnizión.

La gente del país, que se hallava en Santa Madrona, deseosa de entrar en funcción para mostrar su ardimiento, embistió con tanta furia la línea de comunicación que discurre del castillo de Monjuich a la plaza, que después de una larga resistencia de los enemigos que la guarnezían, la ocuparon con el abandono de aquellos por no poder resistir al grande fuego que les hazían. Lograda esta ventaja por nuestros paisanos, se adelantaron más a la montaña por la parte de las Atarazanas hasta llegar en la heremita de San Bertrán, donde encontrando unos cañones y municiones, les dispararon contra la plaza muchas vezes. Pero aviendo el governador del castillo en la obscuridad de la noche podido introducir por medio de un paysano una carta en que escrivía al comandante su intento de desalojar aquella gente de aquel puesto assistiéndole con las proporcionadas tropas de las de la plaza, y conformándose el Velasco con su dictamen, dispuso este comandante un buen número de gente, que saliendo de la ciudad a tiempo que el governador del castillo estava con su guarnizión, que imbistiendo estos por una parte y los de la ciudad por la otra, después de una vigorosa defensa que hizieron los paysanos, les fué preciso abandonar aquel puesto, por no haverles socorrido nuestras tropas, y cargar el enemigo con muchas de la plaza.

Las balandras de nuestra flota se acercaron algo más por la parte de las Atarazanas, y echando a las diez de la noche unas 300 bombas poco más a la ciudad, hizieron muchos estragos y ruinas en sus casas, de manera que fueron mucho más que los de la noche passada.

Continuavan su disparo el diez y siete nuestros cañones de la batería de las obras exteriores de Monjuich con todo vigor, y los morteros no cessavan en arrojar bombas a su castillo, y fué tan acertado y dichoso el que un bombardero executó, que encontrando la bomba con 60 barriles de pólvora en el almagazén, les boló su violencia, y a su governador don Charleta de Caracholi, que estava junto a él. Con esta ocasión executaron ingleses y olandeses un assalto tan a tiempo y buena sazón, que con poca o ninguna pérdida ocuparon el castillo, entrando nuestra gente a discreción bien que sin ofender a alguno de los enemigos.

Rindióseles la guarnizión y consediéndoseles la vida a todos logramos con estos prisioneros, que llegavan al número de unos 315 entre oficiales y soldados, rescatar los que hizo el enemigo en la funcción de las obras exteriores el día 14 de las tropas inglesas, olandesas y españolas, en que inadvertidamente, adelantándose hasta las puertas del mismo castillo, fueron sorprendidos de la cavallería y fusileros, que acudieron de la plaza en aquel parage.

Prosiguieron a la noche las balandras su acostumbrado exerzicio de arrojar bombas a la ciudad causando tantos estragos, que fué preciso a los vezinos desabitar sus casas, porque penetrándolas por el medio echavan por tierra los techos y tabiques, experimentando aún mayor ruyna las del común de la ciudad, Real Palacio y Deputación, donde una bomba quemó muchos papeles, y entre ellos las constituciones que se establezieron en las Cortes, que celebró el duque de Anjou en la misma ciudad.

Unas fragatas inglesas armadas passaron al 19 al cabo del río Llobregat, y desembarcando alguna gente, rindieron la guarnizión de la Torre, que en aquel puesto se halla construida y edificada concistiendo sus soldados que la defendían en unos 33 españoles poco más.


Abertura de ataques contra la plaza. Passa el rey su real morada a la Torre de Lledó, y estableze una junta de la nobleza catalana accarreando los naturales todo lo que se les manda en la expugnación.

Con el favor que franqueavan a nuestros gastadores los caminos cubiertos y ondos, que discurren de la montaña de Monjuich a su falda, pudieron dar principio sin riesgo ni ofensa alguna a la abertura de ataques, y con esta ventaja consiguió nuestra gente el 20 hallarse muy bien atrincherada y solo distante tiro de mosquete del fosso, y prosiguiéndose con todo calor en la fábrica de las baterías, a un tiempo empezaron a disparar de una que se hallava perfizionada al 21 de ocho piezas al lienzo de la muralla para desmontar los cañones de la batería, que los de la plaza tenían levantada en el parage, arrojando bombas igualmente en tanto que se continuavan las obras y trabaxos de una gran batería de 28 cañones de a diez y ocho a veinte y quatro libras de calibre.

Deseando su magestad estar más cerca de las operaciones del sitio para poder dar más prontos y efectuosos los órdenes y providencias que se ofrezían continuamente, elixió por su real morada la Torre de Lledó junto al convento religiosos capuchinos de Sarriá situación eminente, sana y deleitable.

Estableziose una junta en el mismo palacio de la nobleza catalana, que nombró su magestad de la mayor calidad, maduras experiencias, sanas reflexiones y que más se avían señalado en la justicia de su causa, que fueron el excelentíssimo señor don Joseph Galceran de Pinós, y de Rocabertí, Marque Besora, marqués de Monnegre, don Feliciano de Cordellas, don fr. Feliciano de Sayol de la orden de San Juan, y don Juan de Gualbes, en quienes depositó su magestad la confianza en las disposiciones del país y dirección en todo lo que este podría sobrellevar en aquella ocasión del sitio de Barcelona, para que midiendo sus fuerzas con la prudencia y igualdad, viniesen gustosos al servicio que tanto importava para su quietud y perpetua libertad.

Experimentose el desempeño de este congresso en su continua aplicación y desvelo, de calidad que no solo davan caval cumplimiento los pueblos en todo lo que por la junta se les insinuava, sí también corriendo a competencia, quién más podría manifestar su zelo y afecto en el aumento de comboyes y acarreos de municiones y pertrechos a las baterías, y assimismo faxinas, estacas, tablones y otros géneros que subministravan a sus proprias expensas, alegres de concurrir en assumpto tan consequente, y que se dirigía al universal sossiego y duradera tranquilidad.

Insiguiendo el real acuerdo de su magestad assistían a milord Peterboroug dos cavalleros del país día y noche, y passando este general a reconozer las obras de ofensa, que executavan los ingleses contra la plaza, iendo este día con su excelencia don Francisco de Asprer, suzedió la fatalidad de que una bala de las muchas que disparava la artillería de la plaza quitó la cabeza a este cavallero a poca distancia del mismo milord.

Adelantándose mucho las operaciones de la expugnación de Barcelona, se dió forma como dar principio al logro de las demás plazas del Principado aviendo yá la mayor parte dado la devida obediencia y vassallage a su magestad, y lograrse la pocessión del castillo de Cardona, assí que se encargó la expedición de la de Tarragona a don Antonio de Paguera y Aymerich (haziendo passar a aquellos mares algunos navíos para atacarla en toda forma), la de la ciudad de Lérida a don Manuel Desvalls y de Vergós, y a Miguel de Subías, y la de Gerona a don Gabriel Colbars, marchando todos sin perder tiempo a las empresas ideadas, y arreglamiento de la gente del país a que era preciso echar mano en aquella ocasión, no obstante el hallarse bastantemente ocupada en la expugnación de la capital de numerosos sometenes y continuos acarreos de todo lo que se necessitava en el campo.

Dióseles por parte de su magestad las instrucciones necessarias de lo que avían de obrar, encargándoles mucho el que no se executase el menor desorden contra los naturales, pues el desabrimiento no podía produzir el buen efecto que se esperava lograr en la reduczión de aquellas plazas al devido dominio del rey nuestro señor.

Proseguían los ingleses con todo calor y continua aplicación tanto en perfizionar sus baterías, como en adelantar los aproches, disparando continuamente contra el castillo de Monjuich sus cañones y granadas reales, de calidad que aquel vehemente fuego que executavan ocasionó mucho daño a los que le defendían.

Ivan llegando todos los días los sometenes que se mandaron levantar en la provincia para el refuerzo de nuestras tropas, armados y equipados con resolución de chocar contra el enemigo.

Capítulo 36

Disparan fuertemente las baterías de la montaña balas y bombas, poniendo en confusión a la ciudad. Levantan los sitiados un fortín en los molinos fuera el Portal Nuevo. Aplicación de su magestad en providencias. Disparan los de afuera con una nueva batería de 30 cañones a la cortina y Torre de San Pablo donde se trabaxava la cortadura. Levantan los ingleses 2 baterías más.

Hállase ya muy adelantada la brecha. Pide milord la entrega de la plaza, no consintiéndose a tu demanda. Terrible fuego el de los de afuera, causando mucho estrago en las casas de la ciudad. Repite milord su instancia, y no consigue su deseo.

Prosiguen los sitiadores su veemente disparo contra la ciudad, que dispone unos morteros en las huertas de San Pablo.

Fuego continuo de una y otra parte, siendo insufrible el de los sitiadores, que bola al ayre a un almazén de los sitiados junto a la cortadura con otros susessos.


Disparan fuertamente las 2 baterías de la montaña.

Las dos baterías, que los sitiadores levantaron sobre la montaña de Monjuich, de cañones y morteros, empezaron a disparar por la parte de las Atarazanas dentro de la ciudad, que poniéndola en un cahos los estragos que las balas y bombas executavan en sus casas motivaron y obligaron al virrey don Francisco de Velasco a desamparar su palacio y passarse al fuerte y reparo de las bombas, que se le tenía prevenido en el convento de San Pedro de las Puellas.

Prosiguieron las balandras por la noche el curso de la[s] baterías de la montaña, assí que arrojando bombas con no vista elevación a la ciudad, no sabían donde refugiarse sus vezinos por los grandes estragos y ruinas que padezían las casas de su habitación.

Pusieron mano los de la plaza en la fábrica de un fuerte junto al molino que avía fuera del Portal Nuevo a efecto de executar con más fazilidad algunas salidas, y inquietar las guardias avanzadas que teníamos por aquella parte.

No cessava el rey nuestro señor de su infatigable aplicación en las disposiciones y providencias que más pudiesen anticipar el rendimiento de la plaza.

Assistían su real persona continuamente el príncipe Antonio de Liecktenstein mayordomo mayor, el general conde de Ulefeld capitán de la real guardia de corps, y los gentiles hombres de la cámara condes de Sinzendorf y Althain, que zelando el real servicio y bien público se esmeravan con el mayor desvelo a quanto reconozían conveniente al logro de los progrezos que mediante la Divina Providencia se esperavan en el rendimiento de aquella capital y total posesión del Principado.

Recivía el conde don Roque Estela los órdenes proferidos por su magestad, en cuya distribución con el exerzicio de su ayudante general fué incessante su cuydado, y igualmente la fatiga que tuvo en aquella ocasión, no parando día y noche para el cumplimiento de su cargo a fin de no retardar un instante las operaciones que tanto importavan al real servicio y pública utilidad.

Rezelando los de la plaza que los sitiadores intentasen alguna escalada por el lienzo de muralla que discurre des de San Pablo a las Atarazanas le pertrecharon de calidad con gente y artillería, que no parava el disparo continuamente en toda aquella parte, a cuyo fuego correspondió con igual furor el de los ingleses.

Las dos baterías de a 6 y 8 cañones que en la fuente de la Satalía y campo de los Judíos perfizionaron al 21 los sitiadores, lograron sus tiros este día en desmoronar mucha parte de la muralla, y desmontarles a los de la plaza la artillería de la batería, que tenían plantada en aquel parage, y las bombas y granadas reales que a un tiempo disparavan hizieron tanto daño que los artilleros fueron obligados a desamparar la muralla por no poder resistir al gran fuego que se les hazía.

Al rayar del alba del 22 saludaron los ingleses a los de la plaza con la descarga de una nueva batería de 30 cañones, que levantaron más cerca de la muralla, dirigiendo todo su fuego a la Torre de San Pablo y cortina contigo a ella, arrojando por la noche las balandras más de 200 bombas a la casería de la ciudad, cuyo estruendo y ruinas motivaron a un summo clamor y confusión en los vezinos.

Las dos baterías de la fuente de la Satalia y la última que levantaron los ingleses de 30 cañones frente al campo de los Judíos, más cerca de la plaza comenzaron a disparar a un tiempo a la cortina, que dixe arriba, con tanto furor y violencia, que lograron el echar por tierra todas sus obras muertas en pocas horas, y las bombas y granadas reales, que arrojavan de aquel mismo puesto el herir a muchos soldados y artilleros.

Aplicáronse los del presidio con todo calor el 24 en el adelantamiento de su cortadura, pero no dexándoles parar el fuego, que nuestras baterías arrojavan de bombas y granadas reales a aquel mismo puesto, les obligó a dexar aquel trabaxo.

Al mismo tiempo se aplicavan los sitiadores en la construcción de dos baterías más en la montaña, que mira a las Atarazanas con artillería y morteros, y quedando estas al 26 perfizionadas, las asestaron los botafuegos contra la cortina, y a la ruina de la ciudad, que commovió a un continuo llanto a sus vezinos los estragos, que executavan en las casas, y las muertes que causavan las ruinas, no parando la mosquetería de una y otra parte con ocasión de haverse acercado tanto los nuestros con sus líneas a la muralla.


Hállase ya muy adelantada la brecha. Pide milord la entrega de la plaza no consintiéndose a su demanda. Terrible fuego el de los de afuera. Repite la instancia milord y no consigue su deseo.

La gran falta de artilleros, que se tenía en la plaza, obligó a su comandante a ofrezer a las personas que entendiesen el arte de puntería y quisiesen asentar plaza doze doblones de entrada y diez reales todos los días por su sueldo, pero fue tan de balde esta diligencia, que ninguno quiso exponerse en el iminente peligro de perder la vida entre el continuado fuego que arrojavan nuestras baterías, de calidad que en un solo día dispararon 3.000 tiros.

Despachó milord Peterboroug un trompeta a la plaza con carta para el Velasco, en que le pedía se la entregase a vista de lograr el dominio de su castillo y la brecha tan dilatada a cuya instancia respondió el comandante, que teniendo bastante gente para defenderse y víveres para subsistir mucho tiempo no convenía en la capitulación que su excelencia solizitava de la plaza.

Si en los días antecedentes era grande el disparo de nuestras baterías, fué mucho mayor el que hizieron al 27 en que asestando nuestros botafuegos setenta piezas a un tiempo habrieron tan prolongada brecha, que passó de 90 passos geométricos, lo que comprehendía aquella, de calidad que la plaza no tenía más que tres cañones con que poder contrabatir por aquella parte.

Acercáronse más los navíos y balandras el 28 a las Atarazanas muy antes de la madrugada, y arrojaron tanta multitud de bombas a la ciudad, que continuándolo hasta medio día, causaron tanta ruina en sus edificios, que ninguno de sus vezinos podía hallar lugar para la seguridad de sus vidas, experimentando mayores estragos las iglesias en que acostumbravan refugiarse en semexantes lanzes.

Envió otra vez milord un atambor a la ciudad, instando a don Francisco de Velasco la entrega de la plaza a sus armas a vista de la brecha tan dilatada, que lograva para el assalto, y respondiéndole que teniendo su cortadura en tan buen estado para recivirle fortificada con su fosso, estacada y la mina cargada no era dable convenir con la demanda. Resintiose tanto el inglés del recado que le envío el Velasco, que mandando disparar toda la artillería y morteros a carga cerrada contra la brecha, obras de defensa y por toda la ciudad, hizo aquel continuado fuego tantos estragos en los edificios que sus ruinas enterraron muchas familias en sus mismas casas, no pudiendo persistir ninguno en el trabaxo de la cortadura por el diluvio de balas y bombas que disparavan nuestras baterías a aquella parte, de calidad que passaron de seis mil los tiros aquel día.

Bolviendo el piquete del enemigo de reconozer nuestro campo encontró dos paisanos junto al convento de Capuchinos, que atándoles sin más en las colas de sus cavallos, les llevaron con esta inhumanidad a la ciudad, y no siendo menos la que exercitó con ellos el comandante de la plaza, mandó ahorcarles sin otra averiguación, como lo executaron a las quatro de la tarde del mismo día.


Prosiguen los sitiadores su vehemente disparo contra la ciudad, que dispone unos morteros en las huertas de San Pablo.

Cada día aumentavan su fuego los sitiadores, y assí al 29 asestaron todas sus baterías de mar y tierra, que disparando a compás los cañones y morteros, parezía avía de transtornar la esfera toda aquel estruendo, que duró ocho horas efectivas entre día y noche.

Prosiguían con todo calor el adelantamiento de sus obras de defensa los de la plaza, tanto en la gran cortadura como en perfizionar el fortín, que dixe, en los molinos de la Puerta Nueva.

Dirigían los sitiadores todo su fuego a la brecha, y a los trabaxos, que continuavan los sitiados, con tanto furor y violencia que llegando las balas y bombas que arrojavan aquellos bronzes a la casería de la Rambla, bolaron onze personas que trabaxavan en la cortadura.

Hizo plantar el virrey don Francisco de Velasco tres morteros en las huertas de San Pablo, y aunque su disparo no causó daño considerable en nuestros aproveches y baterías, fué un nuevo incentivo aquella disposición para que los ingleses tomasen más a pecho la ofensa, duplicando el fuego de calidad que obligaron a desamparar las casas de toda la Rambla, entrándose las familias más allá del centro de la ciudad.

Compadezidos los administradores del Hospital General de Santa Cruz de los incendios y ruinas que padezió aquella Santa Casa, y de lo mucho que estavan expuestos los enfermos que en ella existían, enviaron persona a nuestro campo sin consentimiento del comandante para representar a su magestad se dignara exerzitar el acto de caridad de mandar no se disparase en lo suzessivo a aquella parte, como lo hizo apenas llegó a nuestro campo, cuya súplica commovió tanto el real ánimo, que inclinando su piedad al consuelo de aquel hospicio expidió los órdenes convenientes mandando no se disparase a la ruina por aquella parte.


Fuego continuo de una y otra parte, siendo insufrible el de los sitiadores, que bola al ayre a un almazén de los sitios junto a la cortadura.

Entró el octubre y los sitiadores al amanezer de su primer día le celebraron con una muy luzida salva de toda su artillería y morteros, dirigida a la brecha, con tal ímpetu y furor que no pudiendo los gastadores resistir a tanto fuego, dexaron sin más la prosecución de su cortadura, no pudiendo persistir persona alguna en aquella parte. Prosiguieron las balandras su bombardeo, de calidad que las bombas que dispararon aquella noche por mar y tierra puso en confusión toda la ciudad.

Los de la plaza las arrojaron con los 3 morteros que tenían plantados en la huerta de San Pablo, pero con poco o ningún efecto.

Quedando la cortadura de los sitiados puesta por la mayor parte el día 2 en toda forma, la guarnezieron con 200 soldados de los más veteranos que avía en el presidio de tropas españolas y napolitanas de la guardia del duque de Populi, que se hallava dentro la plaza, el marqués de Aytona y don Manuel de Toledo, que exerzía el cargo de general de la artillería.

Logró una bomba, que se disparó de nuestros morteros, tan acertada elevación y trecho, que dando esta sobre las que tenían con muchas granadas prevenidas los sitiados junto a la mina que avía entre la brecha y cortadura, les pegó fuego de calidad que bolando por la violencia de la pólvora a aquel almazén, hizo temblar toda la ciudad su grande estruendo con pérdida de algunos soldados, y de los que continuavan en las obras de defensa.

Capítulo 37

Pídele por tercera vez milord al Velasco la entrega de la plaza a que conviniendo dispone las capitulaciones, enviándose reenes por una y otra parte.

Cessa el disparo del cañón. Toman posessión ingleses del baluarte del Portal del Ángel. Remítense los tratados al campo. Commoción en la ciudad.

Presta la devida obediencia al rey nuestro señor la ciudad y plaza de Gerona. Capitulaciones de la de Barcelona. Muévese un terrible uracán en el mar y tierra.

Capitulaciones que fueron otorgadas a la ciudad de Gerona. Evacuación de la ciudad de Barcelona. Embárcase el Velasco con su gente. Alborozo en la plaza y Principado. Aclama la ciudad de Tarragona el real nombre del rey nuestro señor con otros susessos.


Pídele por tercera vez milord al Velasco la entrega de la plaza.

Repite por tercera vez milord Peterboroug la instancia al comandante solizitándole con toda resolución la entrega de la plaza por medio de un trompeta que le envío, advirtiéndole en la carta que le escrivió el que si dentro del término de cinco horas no lo executava se entraría con todo el rigor que permite la guerra en ocasiones semexantes, pues ya no era valor el resistirse teniendo una brecha tan dilatada y capaz para el assalto. Y conviniendo entonces el Velasco a la demanda de milord, le respondió muy cortesano que necessitava de más tiempo que el que se le prefixava para disponer los capítulos, assegurándole que luego, y sin perder tiempo, se aplicaría a ello. Y para más abreviar la conclusión de ellos, participaría al mismo tiempo su resolución a los comunes de ciudad y Deputación, para que le enviasen en escrito las peticiones que tocante sus fueros y previlegios devía juntar con las que devía pedir por parte de su soberano, empeñándole su palabra que uno y otro se le remitiría al campo, expedido y firmado sin retardo, para que conformándose con el contenido, se pudiesen enviar reenes des de luego por una y otra parte, y subsiguientemente entrasen en posessión sus tropas de la puerta y baluarte del Ángel.

Dió cuenta el virrey a los comunes de esta novedad y de su resolución de capitular la plaza, previniéndoles en el papel, que a este fin les escrivió, pusiesen en otro sin retardo sus peticiones a efecto de poderlo continuar en los pactos de la entrega en que se dedicava para remitirlos a milord con toda presteza. Executáronlo con toda puntualidad los comunes, y passando a la morada del comandante le entregaron el papel que de ellos solizitava, y compreendía lo que por parte de ellos se deseava.

No obstante la respuesta del Velasco, que divulgada en el campo movió a un especial regosijo sin distinción a todos, prosiguieron nuestros botafuegos el disparo con igual furor que en los días passados, causando algunas ruinas las balas y bombas que arrojavan en los edificios de la ciudad.

Concluidos los pactos por parte del comandante el 4, les remitió en toda forma a milord, por medio de un trompeta, que apenas llegó a nuestro campo los puso en manos de su excelencia, passolos el inglés en las reales de su magestad para que interessándose en las peticiones del Velasco y comunes, resolviese sobre ellas lo que más fuese de su real agrado.

Enviáronse los reenes por una y otra parte, passando consiguientemente del campo a la ciudad el brigadier Stanhope, al mismo tiempo que nos vino el marqués de Risbovis.


Cessa el disparo del cañón. Toman posessión ingleses del baluarte y Portal del Ángel. Remítense los tratados al campo. Commoción en la ciudad.

Paró el disparo de nuestro cañón y morteros, y igualmente el de la plaza, pues era justo el descanso de aquellos bronzes tan fatigados de arrojar bombas y balas durante la expugnación de la plaza.

En execución de lo acordado entre ambas partes, tomaron posessión las tropas inglesas del portal y bastión del Ángel, sin el menor embarazo.

Lo que va del cinco al 14 fué el tiempo que se consumió en concluir totalmente los tratados. Celebrose este susesso en el campo y Principado con el alborozo correspondiente a igual felizidad, acompañándonos al gozo de ella los moradores de la ciudad, que inpazientes esperavan la dicha de verse restablezidos en el dominio de su verdadero rey y legítimo soberano, que logrando entonces el passo de la puerta de la ciudad, venían a nuestro campo para verle y besar su real mano en continuo concurso y aclamación.

Hallándose las cosas en este estado suzedió una commoción tan impenzada y repentina en la ciudad, que nos puso en el justo cuydado de una fatal e irreparable desgracia. Fué el caso que aviendo el lugar teniente y comandante de la plaza don Francisco de Velasco puesto durante el sitio en las Atarazanas, y después de algunos días en la Torre del Escorxador junto al Pla d’en Lluí, los prisioneros que tiempo avía se hallavan detenidos por afectos a la augustíssima casa en la real cárcel, divididos en diferentes apartamentos de la misma torre, dispuso en la puerta principal una fuerte guardia con un alférez por cabo del regimiento que tenía su quartel baxo ella, con positiva orden de no perder de vista los sugetos de más distinción y carácter. Rezelando pero sus parientes que antes de entregar la plaza el Velasco intentara algún rigor o violencia contra aquellos sin entenderlo el pueblo u bien llevárselos a tiempo de evacuar la ciudad para executar con ellos alguna impiedad, procuraron con toda cautela introduzirles armas y municiones a aquellos encarcelados, para poderse defender, llegando el uno u otro de los dos casos, que temían con bastante fundamento. Lograron la introducción que deseavan sin que la guardia lo entendiere, a tiempo que otros descubrían el texado de la torre a efepto de sacar por aquella eminencia a los que estavan inmediatos a él, pero como esta diligencia fuese executada no con la precaución y cuydado que requería materia de tanto empeño, y assí descubiertos estos por algunos anjoínos, que al instante dieron parte del susesso al alférez de la guardia, passó este luego colérico y irritado a tratar mal con palabras injuriosas al carcelero, atribuyéndole la culpa de aquel echo, haziéndole amenazas de un severo castigo. Rezentido el carcelero de la injuria que le hizo aquel oficial y del descoco que tuvo, a impulsos de su honor se abrazó con el alférez con tanto brío, que tomándole una de las dos pistolas que llevava se la apuntó, y permitiendo Dios que ardiese el fogón y no saliese el tiro de esta y de la otra, que igualmente le disparó, prosiguieron la ofensa agarrados con toda la fuerza de sus brazos. Llegaron en medio de la pendencia los prisioneros de más distinción para apaziguarles, como lo consiguieron, y que el alférez les diese palabra de no dar cuenta del susesso, pero teniendo poca feé el carcelero en el alférez y viendo que este subsiguientemente despachava un soldado con el arma al ombro, procuró detenerle a todo tranze. Alvorotose la guardia y igualmente los prisioneros y gente de aquella parte de Ribera, que pensando querían justiciar de orden del Velasco a algunos de aquellos pobres encarcelados, tomando sus armas acudieron a aquel puesto para impedirlo tocando al mismo tiempo la campana de Santa Marta a rebato. Y después de una buena pelea que tuvieron estos con la guardia y soldados de su regimiento, que tenía el quartel en la misma torre, rindiendo las armas a aquellos naturales, pusieron en libertad a los prisioneros, que llegavan a unos 200 poco más. Juntáronseles a aquella gente todos los demás de armas de la Ribera, y passando unánimes a la real cárcel y a las del Palacio Episcopal y Torre de las Pulgas (junto a las Atarazanas) después de aver echado por tierra las puertas sacaron todos los presos que avía enzerrados en ellas, aclamando a una voz “Viva Carlos 3º”.

Aumentó esta turbación el descoco y atrevimiento de un soldado contra un paisano, que calándole la bayoneta solo con el motivo de llevar cintas amarillas en el sombrero, acudió al mismo instante la gente armada de aquellas vezindades, que disparándose muchos tiros entre ellos, tocaron a rebato las campanas de la iglesia de Santa María del Mar, y de otras, que se hallavan en aquella parte, difundiéndose las vozes y gritería por el Borne y calles de su vezindad, de “Viva Carlos 3º, acudan todos en el Borne y plaza de Palacio con las armas” (como lo executaron sin retardo), que tomando las bocascalles y esquinas después de averse fortificados en ellas no era practicable romper ni passar por las que defendían.

Apoderáronse del Palacio de los Virreyes y Casa del General, y unida esta gente con la de la Ribera invistieron a un tiempo los baluartes de Levante y San Ramon donde estava refugiada toda la infantería de la plaza y cavallería desmontada, y assimismo la Puerta del Mar en cuyo parage avía una porción de cavallería. Executáronlo con tal furor y animosidad que después de una buena resistencia, les fué preciso a los soldados ceder al grande y continuado fuego que les hazían los paisanos.

Rendidos, que los tuvieron, les llevaron a Santa María del Mar sin hazerles ningún daño, y después de haverles puesto una fuerte guardia, montando sus cavallos los paisanos recorrieron la ciudad con continua gritería de “Viva Carlos 3º nuestro rey y soberano”.

Los ingleses, que ocupavan el baluarte y Portal del Ángel, y los que entraron por la brecha en medio de aquella commoción se apoderaron de las demás puertas de la ciudad motivados de aquella confusión, aumentándoseles más por no saber su origen ni entender la lengua.

En las casas de los comunes de ciudad y Deputación se juntaron los que componían sus consistorios aturdidos, y atónitos de tamaña turbación de pueblo, que tanto cuerpo avía tomado, y aunque dieron quantas providencias les prescrivía la ocasión, valiéndose de la nobleza y personas de séquito y representación, ninguna diligencia fué eficaz para aquietarle, de calidad que hallándose don Francisco de Velasco encerrado en el convento de las religiosas benedictinas de San Pedro de las Puellas, se atrevieron assaltar aquel sagrado, forsejando las puertas y quanto podía fazilitarles la entrada para encontrarle. Pero se tuvo la dicha de que un sacerdote movido de piedad le salvase la vida al marqués, su hijo y comitiva franqueándoles passo por un jardín que les encaminó a la muralla.

Milord conde de Peterboroug que se hallava en la Puerta del Ángel noticioso de esta casualidad envío luego a aquella gente su auditor con un cortesano recado, manifestándoles de su parte la gratitud que les merezería el que se retirasen y dexasen passar libremente al virrey con su comitiva y al mismo tiempo le remitió una tropa de soldados para resguardo de su persona y séquito, y con estas providencias y disposición se contuvo aquella gente, y pudo lograr el comandante llegar con toda seguridad al Portal del Ángel, donde esperándole milord, le sacó de la ciudad a una casa de campo no muy distante de ella, en que mandó ponerle una fuerte guardia de su gente para mayor seguridad de su persona, manteniéndose en ella hasta llegar el tiempo de la total evacuación de la plaza.

Los anjoínos durante el tiempo de la turbulencia unos se refugiaron en las iglesias y otros se mantuvieron zerrados en sus casas para apartarse del furor de aquella gente, pero no fué bastante esta precaución, porque passando algunos de aquellos a sus casas, las assaltaron con tal impiedad que tomando lo que les parezió a medida de su gusto ultrajaron todo lo demás.

A don Joseph de Peguera del Gra y a su hijo don Bonaventura se les encargó la diligencia de recoger las armas y cavallos que los vezinos tomaron a las tropas enemigas en la ciudad, ofreziendo por cada fuzil una pataca, y un moderado precio por los cavallos, que alargaron los naturales con tanto gusto, que la mayor parte de ellos no quisieran el dinero que se les dava, tanto eran sus deseos de concurrir en el adelantamiento del servicio y utilidad pública en aquella ocasión.


Presta la devida obediencia al rey nuestro señor la ciudad y plaza de Gerona. Capitulaciones de la de Barcelona, Muévese un terrible uracán en mar y tierra.

Llegonos el plausible aviso de hallarse la ciudad de Gerona baxo el justo dominio de las armas de su magestad. Conforme lo expressan las capitulaciones, que fueron acordadas a la ciudad y guarnizión, que sacadas de su original se subseguirán después de las que fueron otorgadas a la capital de Barcelona y a su guarnizión. Con todos los honores militares, que en sustancia vienen descritos aquí.

Avía de salir la infantería por la brecha en forma de batalla con bala en boca y municiones correspondientes a tres tiros por cada soldado.

Acordose que se le entregaría 16 cañones de diferentes calibres y tres morteros todo de bronze y las municiones necessarias para 25 tiros por cada pieza y mortero.

Convínose a que pudiesen salir de la plaza con la guarnizión tres carros cubiertos sin ser reconozidos.

A los comunes de ciudad, Deputación y brazo militar, se les concedieron los mismos privilegios, prerrogativas, imunidades y libertades que gozavan en tiempo del señor rey Carlos Segundo.

Últimamente fué otorgado a la guarnizión que se le daría la escolta necessaria para transitar a la ciudad de Tarragona, y en esta conformidad fueron firmados los capítulos por el virrey y milord Peterboroug.

No pudo tener efecto esta disposición respecto al modo de la evacuación por hallarse la ciudad de Tarragona sitiada por mar y tierra en aquella sazón, ni tampoco la que instava el Velasco de passar las tropas a la plaza de Gerona por hallarse ocupada por las armas de su magestad, y assí fué acordado que don Francisco de Velasco con su comitiva y amigos se embarcase en la esquadra de navíos que devía passar a Lisboa para la invernada, desembarcándole de passo en el puerto de Málaga.

Un uracán o viento intempestivo, que se movió de improviso en el mar y tierra dió bien que temer algún infeliz susesso o perdición de los navíos de la flota que se hallavan a[n]corados frente la ciudad, y no menos en los edificios y casas tan maltratadas de balas y bombas que arrojaron nuestras baterías durante la expugnación, y aunque se reduxo la pérdida de algunas áncoras a tiempo que se echaron a alta mar para su mayor seguridad, no dexó de poner a pique aquel fuerte temporal a muchas embarcaciones menores, que se hallavan cargadas de baúles y equipages de don Francisco de Velasco y de las personas de su comitiva, malbaratándose no poca parte de esto y de la demás ropa que todavía se hallava en el embarcadero para llevarla a bordo del navío que se destinó a la persona del virrey.


Capitulaciones que fueron concedidas a la ciudad de Gerona. Evacuación de la ciudad de Barcelona. Embárcase el Velasco. Alborozo en la plaza y Principado. Aclama la ciudad de Tarragona el real nombre del rey nuestro señor.

Capitulaciones

En consequencia de lo que vuestra señoría se sirve escrivir a la ciudad de Gerona en orden a que preste la devida obediencia y reconosca por su legítimo rey al señor don Carlos 3º, remitimos los jurados a VS con consentimiento con consentimiento del señor governador barón de Bech los capítulos que por parte de la ciudad y guarnición ha parezido pedirle a vuestra señoría.

Primo. Que el governador de la plaza, el señor general don Domingo Reco, oficiales y soldados, puedan salir de la ciudad con toda su ropa y armas sin algún impedimiento, y que se les conceda el tiempo proporcionado para disponer sus cosas y una escolta a efecto de poder passar con seguridad a la plaza de Rosas o de Bellaguardia, pudiendo quedarse los oficiales y soldados que no querrán seguir las tropas sin que por ningún caso sean molestados.

2º Que a la ciudad y a sus naturales se les mantengan los privilegios, constituciones, actos de Corte, exempciones y libertades que an gozado en tiempo del señor rey Carlos Segundo (que Dios haya).

3º Que la ciudad goze sus bienes y emolumentos sin perturbación, ni impedimento alguno, y que sea conservada en toda quietud y sin vexación ni violencia de las tropas.

4º Que los soldados, ni otra persona, pueda pedir a la ciudad y sus vezinos alguna composición baxo de ningún pretexto.

5º Que no pueda ser castigado ninguno de los vezinos o moradores por delitos cometidos contra su magestad de antes de la entrega de la plaza y hasta el día que diere la obediencia la ciudad.

6º Que al común y particulares de ella, se les restituya los bienes que tienen fuera ocupados por los ministros de su magestad.

7º Que sean confirmados los oficiales reales, como son veguer y bayle, sosveguer, sosbayle, juez ordinario y otros, deviendo continuar hasta estar finido el triennio.

8º Que los franceses, que se hallan connaturalizados en la ciudad, no experimenten ningún maltrato en sus personas y bienes de los ministros, oficiales y soldados de su magestad.

9º Que los naturales o vizinos de la ciudad que querrán desabilitarla puedan hazerlo en término de dos meses, sin que se les haga vexación en sus bienes, pudiéndose llevar los que tienen en la ciudad.

10º Que se observen a esta los privilegios antiguos y generales constituciones que está gozando la ciudad de no dever alojar en sus casas ofiziales ni soldados en ningún tiempo.

11º Que los oficiales y soldados tanto de la guarnizión como los que viniessen por accidente dentro la ciudad devan pagar los derechos o imposiciones de las puertas en la misma conformidad que lo hazen los vezinos y naturales de ella.

12º Que los cabos y soldados que se hallan enfermos y que por este accidente no podrán salir de la ciudad con la guarnizión, se les permita quedarse en ella hasta estar aptos y convalezidos, deviéndoseles dar el bagage y escolta necessaria, y los que se querrán quedar que se les permita sin molestia alguna.

13º Que a los oficiales de veheduría y contaduría y a los ayudantes de la plaza que no querrán quedarse en la ciudad no se les impida su morada en ella. Dado en Gerona a 12 de otubre de 1705.

Los jurados de la ciudad de Gerona

Don Gabriel de Kaülibars

Serenose el tiempo y sosegado el mar executó don Francisco de Velasco su embarco con toda la familia y comitiva para Málaga, haziendo lo mismo las tropas que quisieron seguirle, que fueron muy pocas. Consistía la guarnizión que avía en la plaza en unos quatro mil hombres, entre infantería y cavallería, pero como tomaron partido la mayor parte de los soldados, fueron muy pocos los que se embarcaron de calidad que no passaron de 400.

El duque de Populi, marqués de Aytona, y los ministros, con algunos cavalleros que quisieron continuar el partido anjoíno, salieron de la ciudad con sus familias al mismo tiempo que el Velasco hizo su embarco, a quienes se les dieron passaportes y escoltas para poder transitar hasta la ciudad de Zaragoza.

Como no es ponderable la esclavitud y opresión que sufrían los vezinos de la ciudad y Principado baxo el tiránico dominio del govierno anjoíno, no lo será tampoco el contento y alegría que tuvieron de verse restablezidos en su antiguo lustre y libertad en el de su rey natural, cuyo ingresso esperavan con impaziencia, y no pudiendo contener sus corazones, era continuo el concurso de ellos a nuestro campo para anticiparse la dicha de verle, aclamarle y besar su real mano.

Llegonos un expresso que despachó a su magestad don Antonio de Paguera y Aymerich con la alegre noticia de haver dado la devida obediencia al rey nuestro señor la ciudad y plaza de Tarragona, y la posessión de ella a sus reales armas, sin instarle capitulaciones, assegurado aquel común y sus naturales de que la benignidad de su magestad les avía de conservar y mantener en consequencia de las predecesores reyes de su augustíssima casa en el goze de sus privilegios y prerrogativas.

Celebrose este susesso con el regosijo y alborozo que merezía el logro de una tan importante y consequente plaza, por su situación, fortificaciones y circunstancias del terreno y país que cubre por aquella parte.

Capítulo 38

Desembárcanos la flota artillería, municiones y pertrechos. Pártense dos esquadras de la armada, y passando delante Mallorca, toman la derrota para el estrecho. Entrégase la plaza de Lérida a las armas de su magestad. Capitulaciones que le fueron otorgadas.

Entrada privada del rey nuestro señor a Barcelona. Regosijos y aclamación del pueblo. Desvélase su magestad en continuas providencias, atendiendo a reclutas y formación de regimientos. Expídense convocatorias para hazer su magestad el solemne juramento de privilegios.

Aplicación en el restablezimiento de la justicia. Prevenciones de los comunes para la entrada pública de su magestad. Envíanse tropas a las plazas de las fronteras.

Entrada pública del rey nuestro señor y festejos que se le hizieron con otros susessos.


Desembárcanos la flota artillería, municiones y pertrechos.

Antes de tomar la flota su derrota nos desembarcó gran porción de pólvora, ochenta cañones y muchas balas de artillería para pertrechar la plaza de Barcelona y las demás del Principado.

Las esquadras del vicealmirante Leack y del barón Wasenar a instancia de su magestad se presentaron delante la ciudad de Mallorca a efecto de tantear aquellos ánimos si se declararían a vista de aquel armamento, pero fué sin fruto la diligencia, y assí después de alguna manción hizieron vela para el estrecho, desembarcando de passo don Francisco de Velasco en el puerto de Málaga.

Todo el cuerpo de la flota el 23 tomó la derrota para sus puertos con orden positiva de no detenerse en ninguna parte dexando algunas fragatas en nuestro puerto.

Llegonos un expresso con la alegre noticia de haverse entregado a las armas de su magestad la ciudad y plaza de Lérida, que celebrándola el rey nuestro señor toda la corte y exército con el regosijo y contento muy correspondiente al logro de plaza tan importante en la frontera del Reyno de Aragón, nos esperanzó en lo susessivo los felizes progressos que hasta allí se consiguieron en poco tiempo, no faltando que reduzir entonces más que la plaza de Rosas, no sabiendo qué motivo tuvieron los ingleses para dexarla en poder del enemigo, quando su rendición era tan fácil sí más no que la de las demás plazas del Principado.

Capitulaciones que pidieron y fueron concedidas a la ciudad, obispo y cavildo de la ciudad de Lérida:

Primo. Que los señores don Manuel Desvalls y Miguel de Subías, que comandan la expugnación de esta plaza, devan assegurar las vidas a todos los los [sic] cabos, oficiales y soldados que se hallan en ella.

2º Que no se executen desórdenes ni violencia alguna en los naturales y demás personas de la ciudad tanto ecclesiásticas como seculares, deviendo gozar sus bienes con toda paz y seguridad.

3º que no se les impida a los moradores el salir y entrar a la ciudad siempre que quisieren executarlo para poder cole[c]tar sus frutos y comerciar en qualquier parte del Principado, y a los que querrán irse a otros pueblos o dominios, que puedan executarlo y llevarse todos sus muebles y lo que tuvieren, a quiénes se les darán los pasaportes necessarios para su seguridad.

4º Que a las personas que tienen sus bienes y raízes en la ciudad y en su[s] dependencias, que presentemente residen en la ciudad de Barcelona o en otra qualquier parte del Principado, devan gozarlos, y que las que querrán venir a vivir en la ciudad sean admitidas y tratadas como los vizinos que actualmente se hallan en ella, gozando assimismo aquellos los privilegios que estos.

5º Que no puegan obligar en ningún tiempo al común ni particulares de la ciudad a los sometenes y cavalgadas, ni tampoco al ir a bagages, y al alojamiento de tropas, si no es que voluntariamente dicho común o particulares quisieren hazer este servicio, deviéndoseles observar los privilegios que a este fin tienen concedidos.

6º Que en ningún tiempo puedan pedir a la ciudad alguna suma del dinero del donativo de Cortes, que ha pagado la ciudad, haziendo constar con cartas de pago las sumas y quantidades que tiene entregadas a las personas que devían recivirlo.

7º Que los dichos don Manuel Desvalls y Miguel de Subías devan mandar se le restituya luego a la ciudad todo el ganado, y especialmente leguada, que tomaron a la ciudad dentro de su proprio término.

8º Que la guarnizión que se pusiere en la plaza sea limitada, de calidad que solo entre la gente precisa para su defensa, y que esta deva tener sus quarteles en los castillos y ciudadela si no es en tiempo de sitio, y que en el de paz deva tener en su poder la ciudad las llaves de sus puertos tan principales como de las demás, deviendo correr el cuydado de hazerlas habrir y cerrar por los paheres, a efecto de que los vezinos, que la mayor parte tienen sus tierras y haziendas fuera, puedan salir muy a la madrugada a cultivarlas.

9º Que a los moradores y naturales no se les puede obligar a tomar las armas ni a entrar de guarnizión, ni guardia en los castillos y otra parte de la ciudad assí en tiempo de paz como en el de guerra en observancia de sus fueros.

10º Que las gracias y privilegios concedidos assí al común como particulares de la ciudad por los sereníssimos señores reyes devan ser mantenidos y inviolablemente observados.

11º Que a la ciudad y paheres, Universidad y singulares de ella, cavildo y clero de la iglesia cathedral, y assimismo a la Universidad Literaria, se les mantengan los usages de Barcelona, constituciones de Cataluña, capítulos y actos de Corte, privilegios, libertades, inmunidades, gracias, concessiones, donaciones, consuetudines, costumbres, escritas y no escritas, que tienen otorgadas por los sereníssimos señores reyes.

12º Que los dichos señores don Manuel Desvalls y don Miguel de Subías expidan los órdenes convenientes luego para que a la ciudad de Lérida se le restituyan los lugares, azequias, aguas, jurisdiciones y otras cosas que se le han embargado des del principio del sitio hasta el día de oy, restableziéndoles en la posessión sí y conforme la tenían antes.

13º Que todos los processos jurídicamente echos por partes, assí en la Corte del Veguer y consolado, como en otros tribunales, civiles y criminales, sentencias dadas y qualesquier execuciones echas en fuerza de ellas, queden en su fuerza y valor deviéndose continuar las causas pendientes en el estado en que se hallan por los gravíssimos perjuizios que se seguirían universalmente si se avían de comenzar de nuevo.

14º Que deviendo su ilustríssimo señor obispo don fray Francisco Solís muchas penciones atrazadas a la Universidad Literaria del real patronato, que dichos señores don Manuel Desvalls y Miguel de Subías, deviendo hazer apreención de los frutos de la mitra por hallarse el obispo en el otro partido, y haziéndose constar de la legitimidad de los alcanzes, hagan y dispongan que sea pagada de ellos la dicha Universidad, y que igualmente se le satisfaga las penciones que logra en los obispados del Principado por concessiones reales.

15º Que los bienes réditos y emolumentos de la santa iglesia cathedral, de su cavildo, clero, conventos de ambos sexos, devan ser restituidos, poniendo a cada uno en la posessión de lo que es suyo, y puedan gozarlo con toda libertad, impedimento. [sic]

16º Que los señores don Manuel Desvalls y Miguel de Subías devan prometer que su magestad aprobará y confirmará la presente capitulación de calidad que no solo se goze lo contenido en ella, sí también lo que sea servido conceder a la ciudad de Barcelona por la generalidad de privilegios de todas las ciudades del Principado. Lérida, y setiembre 23 de 1705.

Don Manuel Desvalls y de Vergós

Don Miguel de Sobias


Entrada privada del rey nuestro señor a Barcelona. Regosijo y aclamación del pueblo. Desvélase su magestad en continuas providencias, atendiendo a reclutas y formación de regimientos. Expídense convocatorias, lares para hazer su magestad el solemne juramento de privilegios.

Evacuada del todo la plaza de Barcelona y adornado el Real Palacio, resolvió su magestad hazer su entrada privada a la ciudad el mismo día 23, como la executó a las quatro de la tarde poco más por la Puerta del Mar con el acompañamiento de su real corte y mucha nobleza catalana.

Celebrose este acto con el regosijo y contento proprio de vassallos tan amantes de su rey. El concurso, que intervino en aquella ocasión en la plaza del Palacio, no es ponderable, ni la aclamación de la gente, que alborozada y contenta, acudió a aquella parte y en las demás por donde transitava, siendo todo enorasbuenas por la felizidad que logravan de su real presencia.

Desmontó su magestad y sin detenerse passó a la tribuna, que sale del mismo palacio a la iglesia de Santa María del Mar, donde se cantó el Te Deum con mucha musica y solemnidad en acimiento de gracias, y después de aver echo su oración se dexó ver al pueblo que alborozado esperava aquella dicha.

Poco descansó su magestad de las continuas fatigas que sobrellevó en el largo viage de su navegación, y durante la expugnación de la plaza. Aplicose su desvelo a las providencias más prontas y efectivas, que más pudiesen assegurar el resguardo y defensa de la ciudad y plazas del Principado y fronteras. Assí que atendiendo como a mayor entidad al refuerzo de las tropas, mandó formar diferentes cuerpos de infantería, cavallería y fusileros de los soldados del enemigo que tomaron partido para servir baxo sus reales banderas, y de naturales del Principado.

Diose principio a estas formaciones nombrando su magestad los coroneles de los regimientos, que por entonces acordó levantar, recayendo el de la Real Guardia Cathalana a don Antonio de Paguera y Aymerich, cavallero de los más conozidos del país, y igualmente señalado en los interezes de la augustíssima casa, y el intitulado de la reyna Ana de Inglaterra a don Joseph de Peguera del Grá. El de napolitanos a don Nicolás Castillani, reclutándose al mismo tiempo el del general de batalla don Juan de Ahumada y Cárdenas.

De las tropas de cavallería que se quedaron del enemigo, y de los cavallos que a este le tomaron los paisanos y los que se pudieron recoger del Principado, se levantaron tres regimientos: uno de Dragones Reales, de que fué nombrado coronel el conde de Sinzendorf, y dos de cavallería corazas de don Antonio de Clariana, y de don Joseph Moragas, reclutándose el del general de batalla don Pedro Morrás.

Los comunes de ciudad y Deputación resolvieron servir a su magestad durante la guerra en el Principado con un regimiento cada uno, y fué nombrado por coronel del de la ciudad don Jayme de Cordellas, y del de la Deputación don Miguel de Pinós y de Rocabertí, disponiendo don Antonio Desvalls y de Vergós un cuerpo de fusileros, y otro don Joseph Mas de Roda, a más de los que Furgas y Virola y Bach de Roda devían levantar obteniendo ya todos patentes para su comando.

Algunos particulares a impulsos de su afecto al servicio de su magestad y zelosos del bien público y resguardo del Principado, levantaron algunas compañías sueltas para la guarnizión de los castillos de Cardona y Berga, que armaron y vistieron a sus proprias expensas.

La Junta que su magestad mandó establezer en el campo continuava el mismo exerzicio de su encargo y confianza, assí que desvelándose siempre y en todas horas, se aplicava con todo conato en las continuas providencias y disposiciones a que era preciso echar mano en aquella ocasión, que se devía atender a un todo por hallarse el Principado expuesto a las invasiones de las potencias de la España y igualmente de la Francia.

Expidiéronse por el Principado las convocatorias para jurar su magestad los privilegios y subsiguientemente celebrar Cortes, prefixándose el día de una y otra funcción.


Aplicación en el restablezimiento de la justicia. Prevención de los comunes para la entrada pública de su magestad. Envíanse tropas a las plazas de las fronteras.

En el intermedio, que discurrió del día 23 de otubre al cinco de noviembre se atendió al restablezimiento de la justicia tan necessaria para los aciertos. Creáronse por entonces algunas varas, para que prendiendo los que perturbavan la quietud pública, escarmentasen los demás con el castigo de aquellos. Este día salió su magestad a una casa de campo, no muy lexos de la ciudad, y después de aver passado los comunes a cumplimentarle y darle juntamente la enorabuena por los felizes susessos que consiguieron por reales armas y de los aliados en el Principado, retornó al mismo palacio la misma tarde.

A don Francisco Despujol y de Moncorp, que se hallava en Figueras con plenipotencia de su magestad a efecto de arreglar las cosas del Ampordán, que le encargó la aplicación en el recogimiento de caudales que tanto se necessitavan en aquella ocasión, para la manutención de las tropas, vestirlas y equiparlas.

El común de la ciudad y sus particulares no omitían diligencia que pudiesse fazilitar el desempeño de su obligación en los festejos y demonstraciones de alegría para el día de la entrada pública de su magestad, que no podía retardarse, assí que midiéndolo con el inexplicable gozo de sus corazones, era poco todo lo que ideavan executar para obsequiarle en aquella funcción, pero noticioso el real ánimo de sus resoluciones, mandó insinuarles evitasen tanto consumo de caudales reduciéndolo en una moderación y decencia, porque era más importante en aquel cistema aplicarlos a los excessivos gastos que se ofrezían para el resguardo del Principado, expuesto a las invasiones de la Francia y duque de Anjou, que no al expendio que la generosidad de sus corazones dedicava para aquel acto, y assí se arreglaron en todo lo que su magestad les mandó.

Enviáronse algunas tropas a las plazas inmediatas a las fronteras, y assimismo municiones y pertrechos para contener al enemigo en las correrías que podía executar dentro el país.


Entrada pública del rey nuestro señor y festejos que se le hizieron.

Establezidas las disposiciones, que dixe arriba, resolvió su magestad hazer su entrada pública el día 7, que mandó participar a todos los comunes, assí que aquel mismo día después de aver comido, salió con toda su corte en carroza por la parte del mar al lugar de Sans para executarla.

La Universidad Literaria, insiguiendo su antigua observancia, y lo que se avía practicado hasta entonces prevenida con todo el luzimiento que permitía el tiempo y ocasión, exerzitó el acto de su primera obligación en obsequio de su magestad, y assí aprestándose para salir al recivimiento de su real persona, tomó la marcha des de la Rambla a la Puerta de San Antonio con el reglamiento que viene descrito aquí:

Ivan adelante unos 300 dotores vestidos con las insignias correspondientes a sus facultades, y muy bien montados.

Subseguíanles unos 36 cathedráticos poco más, y últimamente el retor y deán de la Universidad, llevando las mazas altas adelante y la ostentación de pages y criados, formando una muy luzida cavalgada. Encontraron a su magestad a cavallo sobre la marcha, besaron su real mano sin desmontar, y después de aver echo el retor una eloquente peroración en obsequio de la real persona, retornaron con el mismo orden y disposición a la Universidad.

Prosiguió el rey nuestro señor la marcha y llegando proseguir el cavildo de la Santa Iglesia, exerzitó el mismo acto y bolvió a su cathedral, siguiéndose después los deputados y oidores de cuentas de la Generalidad del Principado, que assistidos de mucha nobleza y con la ostentación de criados después de alguna mansión con el real permisso, tomaron su marcha entrando por la Puerta de San Antonio.

El común de la ciudad, que únicamente avía de assistir a su magestad en las funcciones de su real ingresso, fué el último que salió, y assí sus conselleres vestidos con riquíssimas gramallas de terciopelo carmesí, guarnezida con galones de oro y las mangas de tissú, acompañado cada uno de seis cavalleros de la prohomenía, passaron a cavallo a la Puerta de San Antonio, y desmontando en aquel puesto, tomaron a pié el camino de la Cruz Cubierta, que encontrado a su magestad junto a aquella, poniéndose el conseller en cap en su mano izquierda se prosiguió la marcha derecho a la Puerta de San Antonio.

Los de la plaza mirando tan cerca a su magestad de la muralla dispararon toda la artillería de los baluartes y castillo de Monjuich haziendo una triplicada salva, y tocando a un tiempo las campanas de la cathedral y de las demás iglesias sin parar hasta quedar terminadas las funcciones de la entrada pública, que se arregló en esta conformidad:

Ivan adelante los trompetas y timbales de la ciudad, y después de ellos los del rey nuestro señor tocando por orden, y a poca distancia una tropa de cavallería tocando sus clarines.

Venía después mucha nobleza de la corte y del país, guardias de alabarderos y de corps, siguiéndose las quatro mazas reales, y junto a ellas los quatro reyes de armas, y después su magestad iendo algo adelante de su real persona el mayordomo mayor príncipe Antonio de Liecktenstein con el real estoque desnudo en la mano, y luego mucha parte de la real guardia de corps con su capitán el general conde de Ulefeld, y subsiguientemente alguna familia de su magestad y otra tropa de cavallería.

Pusieron en el freno del cavallo en que iva montado el rey nuestro señor un largo cordón de seda carmesí adornado con muchas borlas de ilo de oro.

Antes de entrar la Puerta de San Antonio tenía prevenido el común de la ciudad un nuevo palio de tissú y llegando su magestad en aquel puesto profiriendo las palabras “Conselleres tomad el palio” lo executaron sin retardo, y el en cap el freno del cavallo, y poniéndose el rey nuestro señor baxo el palio, tirando aquel largo cordón los de la prohomenía, hizo su real entrada.

Los plateros de la ciudad, que siempre se merezieron singular aplauso en las acciones de garbo y luzimiento que emprendieron, adornaron el pirámide de la gloriosa virgen y mártir Santa Eularia patrona y natural de la ciudad, que construida y levantada se halla en el Padró junto al convento de religiosas del orden de San Gerónimo, con tal arte y disposición, que dió bien que admirar al grande concurso que acudió a aquel puesto. Dispusieron una muy vistosa perspectiva, poniendo al medio el real retrato, guarnezida su moldura ovada de riquíssimos diamantes y otras piedras preciosas, que su reluzir minorava las muchas luzes que junto a él ardían. Pusieron en cada uno de los quatro ángulos que formava un niño ricamente vestido, y passando su magestad con toda la real comitiva aviaron los quatro niños tan impenzadamente una multitud de páxaros, que dirigiéndose todos dentro y fuera del palio, obsequiaron la real persona cantando y dando giros por toda aquella circunferencia ocasionando un summo gusto y alegría aquella repentina invención, de calidad que mandó el rey nuestro señor le llevasen al subsiguiente día a aquellos niños para exerzitar a su real presencia en el palacio aquel mismo acto, como lo hizieron con igual desaogo y desempeño, logrando por él muy buen regalo, que su magestad mandó darles quando se fueron.

De los balcones y ventanas de las casas de la calle del Hospital y otras por donde avía de transitar el rey nuestro señor pendían ricas colgaduras y tapizes con el real retrato al medio en muchas partes.

Las tropas, que en dos líneas se avían formado en la Rambla des del Portal de la Bocaría hasta las Atarazanas, passando su magestad terciaron las armas al sonido de sus pífanos y caxas, batiendo tres vezes las banderas. Siguieron estas su real comitiva hasta quedar terminadas las funcciones, y restituídose el rey nuestro señor a su Real Palacio, en que le dexaron una luzidízima guardia.

En la plaza del convento de religiosas del orden de San Francisco de Asís, dispuso el común de la ciudad un eminente solio circuido de gradas por todas partes, y en lo más elevado un dosel de terciopelo carmesí, guarnezido con franxas de oro y una silla de tissú con sus almoadas de lo mismo. Llegó su magestad en aquel puesto, desmontó y subiéndose a aquel trono con el mayordomo mayor que llevava el real estoque, passó a él con capa fluvial y sus assistentes el padre guardián de aquel convento llevando la vera cruz y poniéndola sobre el missal abierto, que avía sobre la almoada del real trono, se arrodilló su magestad, y adorando la vera cruz puesta su real mano en el missal juró observar y mantenerle a la ciudad de Barcelona los privilegios, usos y costumbres que gozó en tiempo de los predecessores reyes de su augustíssima casa.

Hecha esta funcción, y tomados los autos que se acostumbran en iguales ocasiones, passaron los conselleres a besar la real mano, rindiéndole a su magestad las devidas gracias por el singular favor de haver honrado la ciudad con su real presencia y jurado sus privilegios. Las banderas de los gremios en manifestación de la alegría de aquel acto, que llevavan los mayorales lindamente adornadas, passando delante de su magestad le obsequiaron tres vezes, encaminándose después a la cathedral a tiempo que la artillería de los baluartes hizieron una triplicada salva dirigida al mismo fin.

Levantose el rey nuestro señor de su real silla, y tomando los conselleres el palio, se prosiguió el camino a la cathedral con el mismo orden, transitando por las calles Ancha, Cambios, la de Moncada, Boria, Librería y delante la iglesia de San Jaime, y llegando el Palacio Episcopal desmontó su magestad a tiem[po] que ya avía salido a recibirle la processión de la Santa Iglesia con sus banderas, clero, cavildo y el obispo de Solsona don Guillermo Goñorons con sus assistentes vestido de pontifical a recivir su real persona, que poniéndose en el medio del gremial a mano drecha del obispo, cubierto y baxo el palio passó a la santa iglesia cathedral, cantando los chantres el responsorio: “Rex elexit eum, exelsum fecit etc”, respondiendo lo mismo la musica, órgano y cantoría. Entró la processión, y haviéndose prevenido sobre la grada superior de la puerta principal un pequeño con sus almoadas, y en él un missal abierto puesta la vera cruz encima, y después de aver el obispo esparzido agua bendita a su magestad, se arrodilló en aquel trono, teniendo la mano drecha sobre el missal a tiempo que su secretario don Ramon de Vilana Perlas, que lo era entonces por los negocios del Principado, profirió las palabras: “Vuestra magestad como cathólico rey y señor nuestro, promete defender la Iglesia y jurar por la Santa Cruz y por los quatro Evangelios a nuestro señor Dios de observar los privilegios e inmunidades de aquella”, adorando su magestad la vera cruz y manteniendo la mano sobre el Evangelio del missal dixo: “Lo juro assí”. De cuyo juramento se tomó auto por el notario del cavildo subsiguientemente. Entonaron luego los chantres el Te Deum hallándose ya toda la processión dentro la cathedral, y le repitió la capilla, órgano y musica alternando con el clero, que se avía quedado en el coro prosiguiendo con toda solemnidad. Subió su magestad al presbiterio y arrodillándose en el trono que en él avía su real persona hizo su oración durante el Te Deum, y finido dixo el obispo en alta voz las oraciones siguientes:

Deus juditium tuum Regida – Et justitiam tuam etc.
salvum fac Regem Domine – Deus meus etc.
Iritte? ei auxilium de sancto – Et de sion etc.
Nihil profitiat inimicus ineo – Et filius iniquitatis etc.
Fiat pax in virtute tua – Et abundantia etc.
Domine exaudi orationem meam – Et clamor meus etc.
Dominus vobiscum. – Et cum spiritu etc.

Oremus

Deus cujus omnis potestas, et dignitas famulatur da huic famulo tuo, et Regi nostro Carolo prosperum sub dignitatis affectum: In qua te semper timeat, tibique jugiter conscendat; per Christum Dominum nostrum. Amen

Terminada la funcción, y después de haver visitado su magestad el cuerpo de la virgen y mártir Santa Eularia, passó con toda su real corte y acompañamiento del cavildo y nobleza, a la puerta principal. Subió a cavallo y llevándole los mismos conselleres baxo el palio, tomó la marcha con el mismo orden y disposición que de antes azia el Real Palacio, haziendo arder el común de la ciudad más de 300 achas por las calles que transitava, sin las muchas luzes, que pusieron los vezinos en los balcones y ventanas de sus casas.

No es ponderable el concurso que intervino en la cathedral durante aquel solemne acto, y solo dixe que ocupándola totalmente y sus claustros, quedó otra tanta gente fuera viendo la impossibilidad de su entrada.

El que existía en la plaza del Real Palacio de todos estados esperando el arribo de su magestad fué igual si no mayor. Antes de llegar a ella difundían sus vozes continuos elogios y aclamaciones, tocando a un tiempo los timbales y clarines, y igualmente la musica de la ciudad en la galería de casa de la Generalidad del Principado frente al mismo palacio.

Desmontó el rey nuestro señor y toda su real corte, y dexando los conselleres aquel rico palio en el palacio, después de aver besado la real mano, se bolvieron a Casa de la Ciudad con muchas luzes y acompañamiento.

Continuava la aclamación del pueblo en la plaza. Dexose ver su magestad en el balcón para manifestarles a aquellos fieles vassallos la acceptación que le merezían los actos que a impulsos de su amor exerzitavan en su real obsequio, que fué un nuevo incentivo para que con más fervor y viva vos prosiguiesen la aclamación.

A las ocho empezaron las luminarias y fue tanto lo que se esmeraron los vezinos, que las muchas luzes y achas que ardían en sus ventanas y balcones podían competir con el claro día. En cada uno de los que ardornavan el Real Palacio se pusieron dos achas. Tocavan en la galería, que dixe arriba, la musica y clarines de la ciudad, durante los intervalos que permitía el disparo de tanto artificio de fuego como el que se hizo en aquella ocasión, y especialmente el de un castillo que armaron en la plaza del mismo palacio, ideado con tal arte y disposición, que el estruendo y fuego que arrojó por algún tiempo motivó a la vista y oídos de aquel concurso a un summo gusto y deleitación.

En las casas de los comunes de ciudad y Deputación, todo fué un festejo y demonstraciones de un summo amor que mantenían a su rey, dirigiendo aquella musica y luminarias en celebridad de su real ingresso.

Correspondieron a este obsequio las iglesias de la ciudad, disponiendo en sus torres o campanarios y circunvalación de sus texados una multitud de luzes en faroles, haziendo su dever el castillo de Monjuich con los suyos, y muchos fuegos que hizo en su montaña.

Recorrían la ciudad unas muy vistosas cavalgadas con diferentes invenciones y trages llevando en la mano achas encendidas.

Viéronse muchas perspectivas y invenciones, y invenciones de fuego por las calles, que passeava la gente de todos estados en inexplicable concurso.

Tres noches duraron los festejos de luminarias, y como las subsiguientes a esta fueron iguales, omito su difusa narración passando a otras ocurrencias.

Eran muy correspondientes al christiano y cathólico acuerdo de su magestad los actos que mandó exerzitar en la iglesia el subsiguiente día 9 en obsequio y veneración de la divina tan propicia en la justicia de su causa, como lo manifestaron las glorias que consiguieron sus reales armas en tan poco tiempo, assí que se hizo una processión general, que salió de la cathedral a las 8 de la mañana poco más, en que además del cavildo y clero de aquella santa iglesia, concurrieron las comunidades de todas las parroquias y religiones, con el luzimiento y adorno de cruzes y tabernáculos, que el resplendor de las muchas piedras preciosas que se miraron en ellos podía causar emulación a los mismos rayos del sol a no oponerse con aquel principio filosófico: “Propter quod unum quodque tale, et illud magis“.

Los mayorales de las cofradías, o gremios de la ciudad, se esmeraron igualmente en el adorno de las banderas, que llevavan en la processión.

Salió esta de la cathedral en que assistió su magestad llevando el palio los conselleres, tomando el mismo rumbo y camino que la del Corpus Christi, con mucha musica y cantoría tocando los timbales y clarines de su magestad.

Adornaron los vezinos las calles por donde avía de transitar con pulidíssimos altares, colgaduras y tapizes en las paredes de sus casas, ventanas y balcones, y en muchas partes se mirava el real retrato de su magestad.

Restituída a la cathedral se cantó el Te Deum en acimiento de gracias, y un solemne oficio, con mucha musica y cantoría en presencia de su magestad, que en toda la funcción dió exemplar a los más adelantados en virtud su modestia y devoción.

Prevenidos los comunes de que su magestad avía acordado para el día 9 su real besamano, passaron los conselleres, Deputación, brazo militar y cavildo al Real Palacio cada uno en la hora que se les destinó para exerzitar aquel dichoso acto de vassallage, en que se le ofrezieron todos nuevamente a quanto pudieren emplearse en su servicio, con vidas y haziendas, a cuya fineza correspondió el real ánimo demonstraciones de mucha estimación y agradezimiento.

Capítulo 39

Empréndense con más calor las reclutas y formación del regimiento. Establésese una junta de medios. Entregan los particulares su plata labrada para la fábrica de moneda.

Llega la feliz noticia de aver la capital de Valencia aclamado el real nombre de su magestad. Descríbense las capitulaciones, que le fueron acordadas.

Restablésese la Real Audiencia y demás tribunales. Pertréchanse las plazas inmediatas a las fronteras. Aplicación de la Junta de Estado al expediente de los negocios que ocurrían. Jura su magestad los privilegios del Principado, y este del devido vassallage. Toma su magestad posessión del canonicato, con otros susessos.


Empréndese con más calor las reclutas y formación de regimientos.

El tiempo que discurrió del día 9 al 28 todo se reduxo en una continua aplicación y desvelo a las providencias que se tuvieron por de mayor entidad, assí que se emprendió con más calor la recluta de las tropas y formación de regimientos pero necessitándose de tanto caudal para mantenerlas y disponer los nuevos cuerpos de los regimientos que se ivan formando en el número completo, fué preciso valerse de toda la industria, echando mano a mercaderes y personas de dinero, como se hizo, consiguiéndose por este medio muy buenas sumas de préstamos graciosos, que no coadjuvaron poco en aquella ocasión.

Reconoziéndose pero que en lo susessivo avían de faltar los subsidios, y que los del Real Patrimonio podrían ayudar poco por entonces respecto al grande consumo de dinero que se avía de ofrezer, mandó su magestad establezer una junta de medios para que atendiendo al adelantamiento del servicio y bien de la causa pública, discurriesse los arbitrios más proporcionados al logro de caudales.

No halló aquel congresso después de algunas conferencias medio más pronto y efectivo que la fábrica de moneda, y aunque para ponerla en práctica se le ofrezió el reparo de la falta de plata, que avía en el Principado, respecto a la mucha que requería la fundición, propuso su magestad la ydea que fué de manifestar a los particulares de la ciudad y Principado el obsequio y especial servicio que le harían de entregar su plata labrada a efecto de emprender obra tan consequente, y que se dirigía a la manutención de las tropas que avían de resguardar y defender la provincia, ofreziéndoseles pagar el importe de ella en un moderado precio, y el censo annuo de cinco por ciento durante el tiempo que se les retardase la satisfacción del valor de ella. Convino su magestad con el dictamen de la junta, y expidiendo su real decreto en dicha conformidad hizo entregar luego la mayor parte de la suya, executando lo mismo a su exemplo los ministros, cavalleros y muchas otras personas, que zelando el servicio y pública utilidad lo manifestaron en esta ocasión, de calidad que huvo muchos que ni tenedor ni cuchara alguna se quedaron para comer, teniendo a gran vanidad servirse de las de madera y lautón. Por este bien discurrido y premeditado medio se consiguieron no pocas porciones de plata labrada, que pudieron aliviar en parte nuestra estrechez y falta de medios.

Diose a cada uno real cédula para su seguridad, en que se expressava la cantidad de plata que avía entregado y el importe del censo annuo, con que su magestad ofrezía corresponder, pero era tanto el desinterés de aquellos vassallos, que no se a experimentado el que en término de tantos años que discurrieron después de la entrega de la plata, haya ninguno solizitado la satisfación o importe del valor de ella, ni menos la correspondencia del cinco por ciento.


Llega la feliz noticia de aver la capital de Valencia aclamado el real nombre de su magestad. Descríbense las capitulaciones que le fueron concedidas.

Llegó la feliz noticia de quedar baxo el justo dominio de su magestad la ciudad de Valencia en virtud de capitulaciones que le fueron concedidas por el general Basset y don Rafael Nebot, que comandavan aquella empresa de su expugnación.

Adviértese aquí el que aviendo acudido la ciudad al virrey de aquel reyno marqués de Villa García anticipadamente, para que diese los órdenes convenientes y las providencias más proporcionadas que prescrivía la ocasión a efecto de defender la plaza con repetidas instancias, respondió siempre él que no le considerasen ya los comunes y particulares de la ciudad como capitán general, y assí que ellos expidiesen las que quisiesen y les pareziese más del caso, y que igualmente cuydasen del todo, y assí estados los comunes de los generales, que con las tropas de su magestad se hallavan a vista de la ciudad el 16 de deziembre, fueron precisados a entrar en capitulaciones y entregarse sin dilación.

Capitulaciones pedidas por la ciudad de Valencia:

Primo
Que la ciudad de Valencia proclamará el real nombre del señor Carlos 3º (que Dios guarde) por su rey, y de todo el Reyno de Valencia, y habrirá sus puertas a los generales don Juan Bauptista Basset y Ramos y don Rafael Nebot después de firmadas las presentes capitulaciones, y se hará el entrego, con tal que después de entregada la ciudad no ayan de entrar tropas algunas assí de cavallería como de infantería, y caso que esto suzediesse se suplica sean menos, y que los generales con su autoridad mantengan el sossiego público para que no se dañe a los nativos en bienes ni en persona.

2
Que le hayan de mantener y jurar los fueros, privilegios, usos y buenos costumbres, cartas reales, pragmáticas y demás leyes concedidas por los señores reyes hasta el día de la muerte del señor Carlos 2º en la misma conformidad que hasta dicho día se han entendido assí a favor de la ciudad, casa de la Deputación y reyno, sin que se pueda directa ni indirectamente disponer ni obrar contra lo por ellos establezido ni por el título de la ley política, de la economía, salva semper la real clemencia.


Que se hayan de mantener y mantengan a dicha ciudad y reyno todos los drechos, gavelas e impuestos que hasta oy ha cobrado y en adelante se cobrarán e impusieren.


Que para siempre y quando (como en Dios se espera) entre su magestad a reynar en los Reynos de Castilla y en todas sus provincias y dominios, se sirva de conceder des de ahora para entonces privilegio y facultad a todos los vezinos y moradores de la presente ciudad y Reyno de Valencia para poder tratar y comercial en dichos Reynos de Castilla y demás adjacedentes, y en quantos possea su magestad, y poder entrar sus mercadurías francamente, como si todos fueran un mismo reyno y provincia, y poder extraher y sacar libremente, y sin incurso de pena alguna toda moneda de oro, plata, diamantes, piedras preciosas y joyas labradas y por labrar, y assimismo todo género de grano assí de trigo, cevada, centeno, avena y todos los demás granos de frutos, y todo género de ganados mayores y menores sin distinción ni diminución alguna, y que si resultase alguna duda, se haya de entender e interpretar a favor del dueño de la mercaduría, ganados y todo lo demás dicho, governándose en todo según va dicho, conforme si fuera todo un reyno y provincia.


Que en el caso de entrar en la plaza dichos generales, hayan de quedar, y queden salvas y libres, las vidas, honrras y haziendas de todos los vezinos nativos, sin permitírseles hagan la menor vexación ni molestia, quedando libres de todos daños.


Que no se deva pagar cantidad alguna por razón de las campanas y artillería, deviendo quedar libres, como lo es oy, y en poder de las iglesias y sus dueños.


Que haya de conservarse la sagrada inmunidad de las iglesias y conventos, assí de religiosos como de religiosas, situados dentro y fuera de la ciudad, contribución general, y en todo lo demás del ámbito de este reyno.


Que todos los que se hallan oy dentro de la ciudad, y su contribución, tengan un año de término para poder deliberar y elegir si quieren quedar y permanezer, vivir y habitar en esta ciudad y reyno, y quedándose, gozen del beneficio de esta capitulación enteramente, y en el caso de resolver salir a otros dominios, lo puedan hazer dentro el prefixado término de un año, llevándose consigo sus bienes muebles, mercadurías, joyas de plata, oro, perlas y piedras preciosas de qualquier especie, pudiendo vender los sitios, recivir el precio y llevársele consigo, ya sean heredades, casas censales, lugares o otros de qualesquiera especie, y assí mismo, que los vezinos y moradores de esta ciudad y reyno que se hallaren fuera puedan bolver a él dentro de un año, conservándoseles los muebles, mercadurías, joyas de plata, oro, perlas, sitios, casas, heredades y todos sus bienes con sus frutos, rentas y derechos dominicales, sí y conforme los gozavan hasta el día de la muerte del señor Carlos 2º (que esté en gloria), perzibiéndolo todo sin embarazo, ni disminución alguna.


Que todos los indultos, gracias, privilegios y las mercedes, que assí a los comunes, como a los particulares de esta ciudad y reyno, se hallen y estén echas por los sereníssimos señores reyes de Aragón y de Castilla hasta el día de la muerte del señor Carlos 2º, queden válidas y firmes, constantes y en su viril observancia, y tengan su devida execución y cumplimiento.

10º
Que se haya de mantener y mantenga en esta ciudad y reyno la pureza de la feé cathólica, observando y manteniéndose el Tribunal de la Santa Inquisición, con todos sus ministros, bienes, rentas, dotaciones y jurisdiciones.

11º
Que al señor virrey, que oy es arçobispo, y duque de Cansano, ministros reales y militares de qualquier grado y condición, se les haya de conceder seis meses de tiempo, para que deliberen si quieren quedarse o salir, y puedan disponer de sus bienes, rayzes y muebles, dándoseles la escolta que quisieren.

12º
Que los diezmos y primicias del señor arçobispo, cavildo y assimismo de los demás señores obispos y cavildos del reyno, prebendas, curas y ministros ecclesiásticos, hospitales, religiones y lugares píos, se conserven sin la menor diminución, y lo mismo respeto a las demás religiones militares y su jurisdicción, y los comendadores de qualquiera de los órdenes militares, gozen de sus rentas, y encomiendas, viviendo assí en esta ciudad y reyno, como fuera de él, como estén en dominio de su religión, y los de la de San Juan puedan gozarlas en qualquier parte en donde residieren.

13º
Que todos los que tengan y possean oficio de la ciudad, Deputación y reyno, queden en la entera posessión de ellos, y lo mismo todos los inseculados assí de la ciudad como de la Diputación obtenidos hasta el día de la muerte del señor rey Carlos Segundo, sean mantenidos y restituidos los que uvieren sido extrahidos sin conozimiento de causa.

Gracias que hizieron los generales a la ciudad de Valencia:

Primo
Que toque privativamente a la illustre ciudad la authoridad o authorisación y decreto de los capítulos, que deliberaren los oficios de dicha illustre ciudad, y los pleytos que resultaren de ellos, hayan de terminarse por sentencia dentro de un año, y excediendo este, que la ciudad pueda hazerlas finir por vía de amigable composición dentro un mes, sin que la misma ciudad tenga arbitrio en prorrogarlo etiam con consentimiento de las partes, quedando a su cargo la elección de los juezes árbitros.


Que se le rest[it]uyen a la ciudad las preeminencias que gozava en el govierno del Hospital General Casa de la Misericordia, y en la de los niños huérfanos de San Vicente, y igualmente la preeminencia y autoridad de dar los órdenes sin dependencia de persona alguna, aunque sea el Alter nos en la casa de las comedias, según que assí lo à gozado por espacio de muchos años.

3
Que el governador haya de dar a los subsíndicos de la ciudad, quando fueren de parte de ella con algún recado el tratamiento de puerta y silla, que han gozado siempre hasta de quatro o cinco años a esta parte.


Que qualquier vezino de Valencia pueda llevar qualquier género de armas, assí dentro de la presente ciudad como fuera, y por todo el reyno, tanto de día como de noche, como son escopetas largas y cortas, espadas y todo género de armas blancas, como se observa en el Principado de Cataluña.


Que el racional de la ciudad, de oy en adelante no deva ni pueda dar el cirio al señor virrey quando assiste en la iglesia mayor ni en otra qualquier parte, ni otro oficial de la ciudad.


Que siempre y quando los gremios y oficios de la presente ciudad se hayan de juntar deva assistir un oficial de la ciudad, y que en ninguna manera intervenga oficial real y de otro tribunal.


Que los depósitos y erarios de los comunes y particulares, dinero de tabla y otros qualesqueira de las iglesias, la plata, oro, alajas y ropa de aquellas, y de sus ministros, quede todo preservado, sin que en tiempo alguno, por ningún pretexto, puedan padezer daño ni diminución.


Que a la ciudad se le concede sobre los títulos y tratamientos, el de excelencia en la forma que lo tiene concedido la de Barcelona, logrando lo mismo la Deputación y los tres estamentos del reyno.

Los dichos señores generales don Juan Bauptista Basset y Ramos y don Rafel Nebot conceden los presentes capítulos y todo lo que por ellos viene entendido con advertencia de que la concessión del capítulo quarto es acordada con la circunstancia de que su magestad sea servido aprobarlo, y no en otra manera. Valencia, y deziembre 16 de 1705.

Don Juan Bauptista Basset y Ramos
Don Rafel Nebot
Don Vicente Carrós
Don Felipe Armengol de Folch
Pardo de la Casta
Ignacio Zapata


Restablésese la Real Audiencia y demás tribunales. Pertréchanse las plazas inmediatas a la frontera. Aplicación de la Junta de Estado en los negocios que están ocurriendo. Jura su magestad los privilegios del Principado, y este del devido vassallage. Toma el rey nuestro señor posessión del canonicato.

Era incessante la aplicación de su magestad en el despacho. Diose forma al restablezimiento de la Real Audiencia, y demás tribunales, procurando su gran justificación recayesen los empleos en personas que más se avían señalado en el adelantamiento de su servicio, mérito y literatura, condecorando assimismo a los comunes de Deputación y brazo militar con la dignidad de Grandes de España como lo gozava la ciudad.

Pertrecháronse las plazas inmediatas a las fronteras con alguna gente que se les envió por refuerzo de su guarnizión, y con las municiones que necessitavan para contener al enemigo si intentase alguna irrupción contra el país.

Acercándose el tiempo y día qué prefixó su magestad para jurar los privilegios y abertura y principio de la celebridad de Cortes, acudían a la ciudad los síndicos y otras personas que tenían lugar en ambos actos.

La Junta de Estado casi todos los días se aplicava en conferencias para dar expediente a los negocios que cada día ivan aumentándose, y la de medios en procurar caudales valiéndose de quantos arbitrios eran imaginables para adquirirlos.

Llegó el día 28 en que su magestad tenía resuelto hazer el juramento de los privilegios del Principado, y assí prevenido el salón de Santa Eularia junto a la cathedral con todo el aparato y un grande solio con su dosel, trono y almoadas donde assistían los tres brazos ecclesiástico, militar y real, passó su magestad con todo el acompañamiento de su real corte a aquel parage, en que fué recivida su real persona de aquel congresso con las ceremonias y cumplimientos acostumbrados en semexantes actos: subió a su real trono y después de quedar reglado y prevenido lo que convenía hizo el solemne juramento sobre la Santa Cruz y los santos quatro Evangelios de mantenerle al Principado los privilegios, constituciones y actos de Corte que gozava en tiempo de los predecessores reyes de su augustíssima casa, y subsiguientemente exercitaron los brazos el suyo de vassallage y fidelidad.

Terminada esta funcción se fué su magestad a la cathedral con su real comitiva donde después de haver echo su oración, le dió posessión el cavildo del canonicato, con toda la solemnidad y requisitos necessarios. Visitó subsiguientemente su magestad la capilla en la Immaculada Concepción de la virgen nuestra señora y después de haver echo sus deprecaciones presentándole el libro en que van notados los nombres y apellidos de los cofadres [sic], tomó su magestad la pluma y escrivió en aquel libro el suyo tanto por la devoción especial que conserva a la Virgen Santíssima como para continuar la observancia de los predecessores reyes de su augustíssima casa.

Capítulo 40

Acto primero de las Cortes Generales en que concurre su magestad. La proposición que hizo, y respuesta de los brazos.

Refuérzase la guarnizión de Lérida. Prosiguen las conferencias. Passa milord Peterboroug a Tortosa, y Reyno de Valencia. Continuación en las reclutas, y juntar medios.

Feliz susesso en acometimiento que hizo la guarnizión de Lérida. Descúbrese una esquadra francesa. Passa el conde de Cifuentes a Tortosa y el príncipe Henrrique Landgrave de Hassia a la de Lérida, ambos para el comando de las fronteras. Acércase el de Anjou con su exército a la de Lérida, y el duque de Noalles con el de la Francia a la del Ampordán. Concluye su magestad las Cortes Generales. Da fondo una esquadra enemiga frente Barcelona. Disposiciones y providencias en aquella capital para recivir a su contrario, que acelaradamente marcha a su expugnación con otros susessos.

Primo
Acto primero de las Cortes Generales.

Después de haverse terminado la funcción del juramento el día 28 en la sala de Santa Eularia, mandó su magestad prevenirles a los brazos que se hallasen el día 5 de deziembre en el salón grande de la Casa de la Deputación donde avía resuelto celebrar las Cortes Generales en cuyo intermedio se dispuso en él un solio muy espacioso con diez o doze gradas a proporción, y sobre este otro menor elevado quatro o cinco gradas más con su rico dosel y almoadas para su magestad.

Junto a la primera grada del solio grande se pusieron unos bancos rasos en su frente, y a una y otra parte, asentándose en la grada superior, y a mano derecha el canciller con algunos juezes, y el regente con los demás en la izquierda, observándose el orden y antigüedad: el presidente del brazo ecclesiástico con sus individuos se asentó en los bancos de la mano derecha, y el brazo militar en la izquierda, y últimamente el presidente del brazo real con los que le componen ocupava los bancos, que estavan frente del solio estando en pié los quatro reyes de armas junto a las gradas del solio más elevado. Llegó su magestad con su real comitiva, y recivida su real persona por aquel congresso con todas las circunstancias y estilos antiguos, observados hasta entonces, subió su magestad con su camarlengo el príncipe Antonio de Liecktenstein, que llevava el real estoque en la mano, al solio más elevado, haziéndole al passar los 3 brazos, que quedavan levantados, los devidos acatamientos, poniéndose la real comitiva y protonotario en pié junto al solio más elevado.

Reglado todo con este orden y disposición, y assentado su magestad en su real trono, profirió uno de los reyes de armas en voz alta: “Pesidentes y brazos de la Corte, su magestad manda que os asenteis”, y a poco rato el mismo rey de armas dixo las palabras: “Su magestad manda que os cubrais”, lo que obedezieron sin retardo los tres brazos, y aviendo su magestad entregado antes su real proposición al protonotario o secretario, que en aquella sazón lo era don Ramon de Vilana Perlas, la leyó de su orden en voz alta, que pudieran entender los 3 brazos.

Proposición de su magestad a las Cortes Generales.

Amados y fieles vassallos míos. Aviendo llegado a los reales oídos de la Corte de Viena la fatal y lamentable noticia de la muerte del rey Carlos Segundo mi tío (que Santa Gloria possea) sin dexar hijos por lo qual la susessión de los Reynos de Castilla, de esta Corona de Aragón y demás tanto por el derecho de sangre como por lo dispuesto en las leyes de los mismos reynos, pertenezía a mi augusta y real casa, y que a estos no podía suzeder descendiente alguno de las infantas doña Ana y doña María Theresa de Austria como à excluidas por disposición de las mesmas, y por leyes expressas de dichos reynos, y que el duque de Anjou hijo segundo del delfín de Francia con toda brevedad y acelerada marcha, se avía introduzido en la posessión de todos los dichos reynos y dominios, usurpando este derecho con el pretexto de un supuesto y nullo testamento del rey mi tío, afianzado nuestro Dios y señor (por cuya voluntad solamente reynamos los monarcas), avía de fomentar y terminar felizmente para consuelo de mis amados vassallos la justicia de mi causa. Con acuerdo del señor emperador mi padre (que de Dios goze) y del rey de romanos oy emperador Joseph mi hermano, emprendí la recuperación de todos mis dominios, de los quales por hallarse tan distantes los de dicho emperador mi padre, y los hereditarios por mí posseídos en las dos Austrias, ajustamos la liga con el rey de Inglaterra y con los Estados Generales de Olanda, disponiendo que ya en el primer año después de la muerte del rey mi tío baxara exército en Lombardía a la dirección y buena conducta del príncipe Eugenio de Saboya para la recuperación del Estado de Milán, que no obstante de ser tan superior el que para oponérsele formaron el rey de Francia y el duque de Anjou su nieto, el qual des de esta ciudad passó allá para ser su caudillo, fué testigo él mesmo en el reencuentro de Luzara de lo mucho favorezía el cielo a nuestras reales armas, que con tanta gloria quedaron victoriosas.

Y si bien para la formación y assistencia de aquel exército fueron grandes los medios subministraron assí los estados de mi señor padre como los míos, fueron mayores los que se huvieron de procurar para la formación y assistencias de los demás exércitos en las partes de Flandes y del Rin, en donde assitiéndome con singular afecto las potencias aliadas y sus tropas conseguimos con la presencia y conozido valor del emperador Joseph mi hermano el rendimiento de la importante plaza de Landau, que si bien en el año siguiente fué conquistada por las armas del rey de Francia, fue en el immediato expugnada y recuperada por las nuestras.

Deseando la señora reyna Ana de Inglaterra y los Estados de Olanda, que con todos los medios possibles que adelantase tan justa empresa, enviaron en el año 1702 la poderosa armada, que dominante en uno y otro mar, abrasó en el occéano y en el puerto de Vigo a diferentes navíos franceses y del duque de Anjou, sumergiéndose los tesoros que de la India avían aportado, en cuyo progresso se debilitaron las fuerzas de las contrarias potencias.

Continuándose felizmente por todas partes la empresa tuve noticia que mis fieles y amados vassallos assí en los reynos de España como en los de esta corona experimentavan en la sugeción del usurpador varias y sensibles opressiones, executándose en ellos con un govierno absoluto y dispótico, nuevas y diferentes imposiciones y extorsiones del todo reprobadas y expressamente prohibidas por las mismas leyes tanto más sensibles dichas novedades, quanto se acordavan del suave y apacible dominio con que avían sido governados por los sereníssimos reyes de Aragón mis predecessores, y en particular por los que de mi augusta y real casa me avían precedido, y que en mí como padre rey y señor natural afianzavan únicamente su consuelo si logravan la dicha de verse baxo mi suave y legítimo dominio.

Lastimavan mis reales oídos las dolorosas quexas de las opressiones de mis amados vassallos, y sintiéndolas íntimamente como padre, resolví para consolarles passar en persona al continente de España a fin de adelantar con más calor la recuperación y procurar quanto antes el remedio de tantos males, y si bien pudieron detener estas ideas los cariños de mi patria, el desconsuelo, que de mi ausencia, avían de tener mis vassallos, toda la Alemania, y la Corte de mi señor padre, como también el que su magestad cesárea mi madre, y señora, y hermanas avían de sentir por la ternura con que siempre me han amado, y los peligros grandes a que exponía mi real persona con un viage tan largo, y navegación dilatada. Como en la felizidad de los susessos, que en todas las campañas dava Dios a nuestras armas, comprehendí que era su voluntad que expusiesse mi real persona para fazilitar con todas veras el remedio y consuelo de mis amados vassallos, aviendo comunicado la resolución con todos los potentados que concurren en la liga (en la qual por el mismo efecto entró el rey de Portugal), uniformes la aplaudieron, ofreziéndome la reyna de Inglaterra y Estados Generales de Olanda armada y exército, con que passar a Portugal, y emprender por aquella parte la recuperación de este continente.

Partí de la Corte de mis padres y señores en el mes de setiembre de 1703, caminando en la rigurosa y peligrosa estación de aquel tiempo, passé a Olanda en donde me embarqué para Inglaterra, y en una y otra parte con vivas demonstraciones, experimenté no solo el aprecio que hazían de mi real persona, pero también lo mucho que contribuían a la empresa.

Con una poderosa armada de más de 260 velas partí para Portugal en el mes de enero 1704 con muchas tropas de desembarco para la formación del nuevo exército, quando a pocos días se movió una tempestuosa borrasca que duró treze días continuos, y quedando mi real persona y toda la flota expuesta al más evidente peligro, fui precisado a bolverme al puerto de donde avía salido con solas dos fragatas y, emprendiendo segunda vez la navegación en el mes de febrero del mismo año, sin detenerme la representación de ser el tiempo desproporcionado y que exponía de nuevo mi real persona a otro semexante o mayor peligro, llegué felizmente a Portugal en el mes de marzo siguiente, en donde por aquel rey fui recivido y cumplimentado con el agasajo correspondiente a mi real persona.

Como en Portugal tenía con mayor individuación las noticias de lo que estavan padeziendo mis fieles y amados vassallos por medio de las vexaciones del govierno de la Francia, era mayor el sentimiento que me ocasionavan sus clamores. Procuraron el rey de Francia y el usurpador en la campaña de aquel año infestar con un poderoso exército las fronteras de aquel reyno, y si bien no avía dado lugar el tiempo antes de la abertura de la campaña a las muchas providencias de que se necessitava para la formación de los exércitos de mis aliados, dispuso la Divina Providencia que con la assistencia de mi real persona, del rey de Portugal y de su príncipe, puestos a la testa del exército, quedase el de los enemigos en la mayor parte aniquilado, y aviendo en el mismo año enviado la reyna de Inglaterra y Estados de Olanda a estos mares la poderosa armada que con tanta gloria triunfó delante Málaga de la enemiga francesa governada por el conde de Tolosa, ocuparon mis armas baxo la conducta del príncipe Jorge Darmstad la importantíssima plaza de Gibraltar, y en el mismo conseguimos con las de los aliados, dirigidas por el gran valor de milord Marleboroug y del príncipe Eugenio de Saboya la celebrada y famosa victoria en Hoesteten, en donde haviendo quedado del todo roto el formidable exército que el rey de Francia y los duques de Anjou y Baviera tenían en aquellas partes, con el qual ya des del año antecedente invadían los estados del emperador mi padre, no solo fueron estos del todo libres y assegurados, pero aun quedó el duque de Baviera (que con tanto vigor se era contra mi, coligado con el rey de Francia) enteramente despossehido de sus estados.

Intentó el usurpador en el mismo año recuperar a Gibraltar en donde puso sitio en el mes de otubre, y si bien porfiadamente y con vigor lo continuó hasta la abertura de la campaña del presente año, no solo el conozido valor del príncipe Jorge Darmstad le desizo la mayor parte de sus tropas, precisándolas a abandonar ignominiosamente la empresa, pero aun tuvo mayor evidencia de que Dios cuydaba de la defensa de aquella plaza en las impenzadas presas y quemas que de diferentes navíos lograron en aquella bahía las flotas de mis aliados, introduziendo al mismo tiempo y en las ocasiones más precisas abundantes socorros, con los quales se continuó gloriosamente en la defensa y seguridad de dicha plaza.

Y si bien todo esto y otros progressos, ya con certeza, me persuadían avía quanto antes de verme en la posessión de todos mis reynos y dominios, y en particular de los de este continente, hize reflexión no solo a lo que los sereníssimos reyes de Aragón mis predecessores devieron a vuestro amor, fidelidad y valor en las muchas y varias conquistas, con que por todas partes le adquirísteis nuevos reynos y dominios, engastando en la diadema de la real corona las más preciosas piedras que la componen, e immortalizando vuestro nombre con tantas hazañas, sino también a las deplorables violencias y extorciones que este Principado invadido de las tropas francesas en tiempo del rey mi tío avía padezido profanando sacrílegamente los sagrados templos, las santas imágenes y demás adornos de las iglesias, sin perdonar los vasos y formas consagradas, y atropellando las vidas y honrras de sus naturales. Y constándome con certeza quanto me amávais, y lo mucho deseávais viniera a libraros de la esclavitud que padezíades, convine passar este año en persona a este Principado y condados, acción producida por la reyna de Inglaterra y demás aliados, no obstante los reparos que de exponer mi real persona en los mayores calores del verano, a una navegación tan larga se ofrezían, pues todos los fazilitó el singular amor que os tengo y he siempre tenido, y lo mucho que, como padre y señor natural, deseava consolaros en tantas penas.

Embarqueme en Portugal con la poderosa y formidable armada, que por resguardo de mi real persona y consuelo de mis vassallos embiaron los aliados, assistido de la primera nobleza de Alemania, Inglaterra y Olanda y de sus primeros generales y mexores tropas, y haviendo aquella dado fondo y yo desembarcado a la vista de esta capital, correspondísteis con las demonstraciones proprias de vuestra innata fidelidad y valor, al gran concepto que de vosotros tenía echo, viéndoos exponer a los mayores peligros, sacrificando intrépidos por mi amor vuestras vidas, reconoziéndome y aclamándome uniformes por todo el Principado por vuestro rey y señor natural, acudiendo a un mismo tiempo no solo a expugnar esta ciudad, que tiranizada por las tropas del usurpador con tanta porfía intentava resistirse, pero aun en ocupar todas las plazas del Principado con singular terror de mis enemigos.

Finalmente con la ayuda de las tropas de Inglaterra capitaneadas por la militar y acertada dirección de milord conde de Peterboroug y de las de Olanda, governadas por el barón de Schrattembach, y con lo mucho que vosotros havéis contribuhido, queda todo el Principado baxo mi suave y legítimo dominio, y al passo que avéis con repetidas demonstraciones procurado manifestar quanto amáis y deseáis servir, os he igualmente assegurado de lo mucho que os estimo, y quanto deseo honrraros, y que no solo quedéis restituidos al antiguo lustre y estimación con que mis reales progenitores justamente os tuvieron, pero aun es mi real intención condecoraros con nuevas gracias y mercedes, y siendo la mayor la de atender a vuestra conservación y aumento, y al estado universal, vinculado en la reforma de costumbres, ordinación de nuevas leyes y observancia de aquellas, he convocado esta Corte en que espero que no solo con toda brevedad (por pedirlo la precisión de atender prontamente en adelantar la recuperación de lo restante de mis reynos), “procuraréis se premedite lo que más importa para el servicio de Dios” y exaltación de la santa fee cathólica por vuestro bien universal y particular, y por el buen govierno de este Principado y condados, escusando todo lo que pueda diferir su conclusión, pero también que siendo comunes vuestra causa y la mía de quedar yo en la justa posessión de mis dominios y vosotros con la devida estimación y libertad, hallándonos por todas partes circuidos de enemigos, segundaréis vuestra fineza eslabonando vuestra fidelidad con nuevas y singulares demonstraciones que faziliten el total recobro de mis reynos y dominios, inmortalisando en la nación catalana la gloria de ser los primeros que han sacudido la tirana opressión de la Francia en mis dominios de España, reintegrando assí con su acreditado valor y zelo como con las fuerzas y medios que pide la urgencia su primera y antigua libertad baxo el dominio de su rey y señor natural, assegurándoos que todos los efectos y medios que subministrareis se emplearán en adelante para exaltar esta gloriosa expedición, que confessaré siempre dever a vuestra exemplaríssima fidelidad no reparando como padre en exponer mi vida y real persona al más evidente peligro, por el alivio y conservación de hijos tan amados, y que restará en mi estimación, eternizado el reconozimiento del singular y entrañable amor que siempre havéis tenido a mi real persona, a que corresponderé recíprocamente con aquellos favores y mercedes que de vuestro padre y amantíssimo rey os podéis y devéis prometer.

Respuesta de la Corte a la real proposición de su magestad.

La Corte General, y en ella los 3 brazos ecclesiástico, militar y real, rendida a los pies de vuestra magestad, consagra las más obsequiosas y humildes gracias de haverse dignado vuestra magestad exponer su real persona a los peligros de tan dilatada navegación y de ser este su Principado el primero de sus dilatadíssimos dominios en merezer la presencia de vuestra real magestad, con la qual no podía faltarle la dicha de verse baxo el suave y amabilíssimo dominio de vuestra magestad, y la que logra de su real benignidad, favoreziéndola en medio de tantas ocupaciones con detenerse en esta ciudad y celebrar Cortes para ordenar y establezer lo que más convenga para la recta administración de justicia, reparo de lo que necessita de remedio por establezer la mayor tranquilidad de este su Principado. Y oída y entendida la proposición, responden los 3 brazos que con particular zelo tratarán y se desvelarán en lo que su magestad es servido mandarles, con deseos de acertar, y esperan en Dios nuestro señor que con la brevedad possible se à de terminar y concluir la presente Corte General a mayor gloria suya, servicio de vuestra magestad y beneficio y consuelo de estos fidelíssimos vassallos.

Terminada por el secretario la lectura de la real proposición subieron los presidentes de los brazos al solio más elevado, y después de haver echo las 3 debidas genuflexiones a su magestad le repitieron las devidas gracias en nombre de toda la Corte por la especial fineza que recibía el Principado de su real benignidad, y después de aver el presidente del brazo ecclesiástico puesto en su real mano la respuesta de la proposición, que dixe arriba, entregándola al secretario subsiguientemente, la leyó, y otro papel después en que se acusava la contumacia contra los estados que no avían todavía comparezido, prefixándolseles nuevo término para cumplirlo.

Después de haver besado los presidentes la real mano, y restituidos al puesto que antes ocupavan, se levantó su magestad de su real silla quedando en pie los 3 brazos, y con el acompañamiento de sus presidentes hasta llegar a la puerta se bolvió su magestad a su Real Palacio con toda la comitiva.

Exerzitado este acto solemne, dieron principio los brazos a las conferencias y expedición de la Corte General, y assí, resolvieron en primer lugar juntarse dos vezes al día por la mañana y tarde, prefixando las horas de su demora durante el tiempo, y hasta la total conclusión. A este fin nombraron su promotor, secretario y abogados, para encargarse de los capítulos y actos de Corte que devían por su parte establezer los brazos, y igualmente las personas necessarias para los greuges, y especialmente los juezes, que devían intervenir en las justificación y sentencias.

Eligiéronse igualmente por parte de su magestad y de la Corte General sus tratadores y habilitadores, estos últimos con el mayor cuydado y prudentes reflexiones, juntándose en una pieza que se les destinó en la misma Deputación devían examinar los capítulos y actos que se renovavan o nuevamente se establezían, y después de aprobados entregavan a los tratadores de la Corte para que conviniendo estos con los de su magestad en lo resuelto, lo passasen a la real mano, como lo executavan con toda puntualidad, y poniendo de su real orden el secretario al pié de cada capítulo la decretación transferiéndose en la Corte General los entregava a ella juntos los 3 brazos.

Nombráronse igualmente las personas necessarias para dar cumplimiento y poder terminar las Cortes con el acierto a que aspirava la continua aplicación y desvelos de aquel congresso, a mayor gloria de Dios, servicio de su magestad y bien público del Principado.


Refuérzase la guarnizión de Lérida. Prosiguen las conferencias. Passa milord Peterboroug a Tortosa y Reino de Valencia. Continuación en las reclutas, y juntar medios.

Rezelándose de que el enemigo intentase alguna irrupción por las fronteras de Tortosa y Lérida, se enviaron algunas tropas para el refuerzo de la guarnizión de aquellas plazas.

No cessava la Junta de Estado en la aplicación de sus conferencias a efecto de establezer las providencias que más assegurasen la conservación y resguardo del Principado, y igualmente al logro de los adelantamientos del servicio de su magestad y gloria de su reales armas.

Comparezieron los estados que todavía faltavan para intervenir en las Cortes Generales, y assí para acalorar más la terminación de ellas passó su magestad al solio algunas vezes.

Milord conde de Peterboroug con los avisos que se tuvieron de que el enemigo se disponía para hazer invasión por la parte de Valencia, passó al 30 de desiembre a la plaza de Tortosa, y a aquel reyno, con los cargos de general comandante que le confirió su magestad para dar las providencias y disposiciones que más convenían.

Llegonos el sensible aviso de haver muerto de enfermedad del general de las tropas olandesas Mr. de Schatembach en Gerona, governador de aquella plaza.

Principió el año 1706 y en su primer mes todo fue atender en las reclutas de tropas y igualmente al logro de subsidios para su manutención, sueldos y vestidos en que la Junta de medios se desvelava todos los días, y al mismo tiempo los tres brazos en las resoluciones y actos de Corte General, que se ivan adelantando.


Feliz susesso en un acometimiento que hizo la guarnizión de Lérida. Descúbrese una esquadra francesa. Passa el conde de Cifuentes a Tortosa y el príncipe Henrrique Landgrave de Hassia a la de Lérida, ambos para el comando de aquellas fronteras, y el conde de Ulefeld a la de Francia, Empordán y Gerona. Acércase el de Anjou con su exército a la de Lérida, y el duque de Noalles con el de la Francia en la del Ampordán. Concluye su magestad las Cortes Generales. Da fondo una esquadra enemiga frente Barcelona. Disposiciones y providencias en aquella capital para recivir a su contrario, que acelaradamente marcha a su expugnación.

Noticioso el general Coningham comandante des las fronteras de Lérida de que a poca distancia de aquellas se hallava apostodo el enemigo con algunas tropas, salió de la plaza con un buen destacamento para atacarle y hazerle retrozeder del puesto que ocupava, como lo consiguió su ardimiento y valor de sus soldados, después de una larga pelea con mucha pérdida del enemigo, que después de una larga pelea dexó no pequeño número de sus soldados tendidos en el campo, bien que nos fué muy censible la fatalidad de la muerte de este general, que dando muestras de su denodado espíritu una bala le quitó la vida.

Al amanezer del primer día de febrero se descubrió una esquadra de navíos que tomando su derrota para levante tuvimos por cierto era francesa.

El conde de Cifuentes, a quién encargó su magestad el comando de la frontera de Tortosa, tomó su marcha al quatro por aquella plaza y subsiguientemente el Regimiento de Dragones Reales del conde de Sinzendorf.

Confirió su magestad el 19 al príncipe Henrrique Landgrave de Hassia los puestos de teniente mariscal de campo general y governador de la plaza de Lérida con el comando de sus fronteras, y partiéndose para aquella ciudad al 28 llegó a ella el primero de marzo con grande alegría y aclamación de sus vezinos y guarnizión.

Con la positiva noticia que se tuvo de que el duque de Anjou con su exército iva acercándose a las fronteras de Lérida para invadir el Principado y hazer el sitio de Barcelona con aquel exército y otro que de lactancia le entrava por el Ampordán, comandado por el duque de Noalles, para unirse con él, se dedicó el desvelo y aplicación de los brazos con más vigor al cumplimiento y terminación de las Cortes Generales que consiguieron a los últimos de marzo en que passando su magestad a la Deputación con el séquito de su real comitiva y nobleza catalana asentado en su real trono y echas las mismas ceremonias que el primer día de la celebridad y abertura de Cortes se dió fin a aquel importante expediente con la cabal satisfación de su magestad y aplauso de todo el Principado, que llegando a la mayor fineza de mantener constantemente la justicia de la causa de su legítimo y verdadero rey en la posessión de la Corona de España, declaró por medio de sus brazos en un capítulo de Cortes la perpetua exclusión de la Casa de Borbón en la susessión de aquella monarquía a tiempo que los dos exércitos de España y de la Francia invadían el Principado para expugnar su capital.

En la eloquente preoración [sic] que hizo a los brazos el rey nuestro señor, les infundió nuevos alientos con assegurarles su real assistencia y incessante aplicación en su defensa, y que en ninguna manera no dexaría vassallos que avían sabido grangearse todo su real cariño con tantos actos de inimitable lealtad, constante valor y inexplicable amor a su real persona, esperando en Dios nuestro señor tan propicio a la justicia de su causa avía de triunfar de su competidor el duque de Anjou mediante el valor y denodado espíritu de aquellos naturales. Y assí lizenciando la Corte encargó a los síndicos de las ciudades, villas y lugares la brevedad en transferirse a sus casas para que prevenidos los comunes de aquellos pueblos, se aprestasse con todas las fuerzas y subsidios que pudieren a efecto de oponerse a las grandes con que el enemigo executava su entrada, y para más acalorar las disposiciones y providencias, mandó su magestad salir de la ciudad algunos ministros de la Real Audiencia y cavalleros, que transfiriéndose por todas las partes de la provincia, la alarmaron y previnieron en toda forma para operar contra el poder con que entrava el duque de Anjou, acudiendo sin perder tiempo a las montañas de San Gerónimo y Collcerola junto a aquella capital.

Hizo su magestad el día de la conclusión de las Cortes muchas mercedes a los naturales condecorándoles con privilegios de marqueses, condes, nobles, cavalleros y ciudadanos.

Las Cortes Generales resolvieron servir a su magestad en nombre del Principado con un donativo voluntario de dos millones de libras moneda de aquel país.

La misma esquadra, que dixe arriba, passó días atrás delante de la ciudad para levante, vino a dar fondo frente de nuestro muelle, con que fué acertado el discurso que se hizo entonces en la plaza de que eran franceses los buques, que passavan altamar. Componíase esta de 16 navíos aprestándose en Tolón otros, para tomar la derrota azia ellos y escoltar una multitud de ganguiles y otras embarcaciones menores, que cargavan pertrechos en colibre, granos, arinas y otros comestibles para la manutención de los dos exércitos enemigos, que con aceleradas marchas se encaminavan con el duque de Anjou a la expugnación de Barcelona como nos lo confirmavan los repetidos avisos que nos llegavan de las fronteras.

No eran bastantes estas fuerzas para ocasionar el menor desaliento en el país, que armándose de todo punto intrépidos y constantes sus naturales anelavan animosos llegar a las manos con el enemigo para darle a entender su ardimiento y bríos en defensa de su rey y patria.

Con ocasión de los expressos que nos llegavan de que el duque de Anjou con su exército avía ya passado el río Segre, y que el de Noalles con el de la Francia penetrava el Ampordán, dirigiéndose uno y otro precipitadamente a hazer el sitio de nuestra capital, se tomaron con todo calor las providencias y disposiciones que prescribía la ocasión y tiempo para la más vigorosa defensa de la plaza, atendiose igualmente al reparo que su fortificación, que todavía quedava muy maltratada del passado sitio, y especialmente la brecha. Pertrechose a un tiempo la muralla, baluartes y castillo de Monjuich con la artillería necessaria para recivir al enemigo.

Quedando ya la plaza de Lérida sin rezelo alguno por entonces de invasión enemiga, por aver el de Anjou adelantado mucho con sus tropas la carrera de Barcelona después de aquella plaza, escogió de ella el príncipe Henrrique Landgrave de Hassia unos siete cientos hombres de la guarnizión, y tomando dos cañones de campaña executó con aquel cuerpo, y acompañado de algunos cavalleros del país la marcha al Campo de Tarragona, para que dándose la mano con los demás generales que para levantar el país avían salido de Barcelona, pudiese obrar de conformidad lo que más convenía en defensa de aquella capital, de cuya conservación dependía toda la del Principado.

Capítulo 41

Descripción de la plaza de Barcelona. Acércase a ella el duque de Anjou con su exército, y Noalles con el de la Francia. Acuerda un consexo que se tuvo la salida de su magestad de la plaza, y estableze providencias.

Resuelve el rey nuestro señor el quedarse en defensa de la ciudad.

Primo
Descripción de la ciudad de la ciudad y plaza de Barcelona.

Es Barcelona ciudad capital del Principado de Cataluña situada en la ribera del Mediterráneo, que la baña des del Baluarte del Rey a recta línea, hasta el de Levante. Defiéndela en este trecho, y le sirven de travessas, el Baluarte de Medio Día, el Bonete de San Raymundo, la Plataforma de San Francisco, el Baluarte y Torre de las Pulgas con el ya dicho del Rey, que defienden las Atarazanas, y por la parte del mar a la lengua del agua las cubren el Bonete de la Linterna, el Baluarte del Cabo del Muelle, y por el levante el de Santa Eularia, con una línea de comunicación bien formada, que termina a la puerta del susodicho Baluarte de Levante. Ciñe la numerosa población una muralla de cantería de las mexores de Europa con su terrapleno capaz en muchas partes de dos carrozas a la par, y en la que menos de una. Assegúranla por la parte de tierra los baluartes del Portal Nuevo, el del Ángel y de San Antonio, que cubren las puertas de estos nombres con las medias lunas de Santa Clara, San Pedro, Junqueras y los Tellers, con sus torres y cavalleros, que en diferentes puestos la defienden. Su fosso, aunque no acabado, sirve de defensa con la estrada encubierta. Llega la población al número de ocho mil casas sin las iglesias y conventos de ambos sexos, que son muchos. Los vezinos se juzga serán treinta mil poco más, gente toda echa a las armas, assí por haverse criado en medio del manexo de ellas, como por la inclinación de su genio y naturaleza. Entre medio día y poniente tiene la montaña de Monjuich sobre la ciudad, y en esta misma parte el castillo defendido con sus baluartes, y en la fortificación exterior por todas partes medias lunas, fossos, estacadas y algunas retiradas (aunque imperfecto todo), hasta llegar al homenage, que es la fortificación interior, circuida de mediana muralla y buen terrapleno, en medio del qual se halla la torre que sirve de atalaya para el aviso de las embarcaciones que llegan a su puerto, o passan por aquel mar, con una línea de comunicación que ay des de aquel fuerte a la plaza.


Acuerda un consexo que se tuvo la salida de su magestad de la plaza, y acuerda providencias, aercándose el de Anjou y Noalles con el exército.

Después de la noticia cierta que se tuvo al 31 de marzo 1706 de que el enemigo con acelaradas marchas venía de la parte de levante y poniente a executar los designios de sitiar a nuestra capital Barcelona con un exército de 37 regimientos de infantería, compuesto cada uno de quinientos hombres, que juntos hazen el número de diez y ocho mil y quinientos, y 25 esquadrones de cavalleria con 300 cavallos, que le servían de guardia al duque de Anjou, en número de 3.800, tomaron en la plaza las disposiciones que más pudiessen assegurar su defensa por parte de su magestad y de los comunes, nobleza y vezinos, que aprestándose con sus armas de todo punto, anelavan ocupar los puestos de más peligro y expuestos al fuego del enemigo para darle a entender su pericia en el manexo de las armas, y su intrepidez y denodado espíritu.

Mandó el rey nuestro señor juntar a consexo a sus generales y ministros, para que en su real presencia con motivo de aquella novedad se discurriese sobre assumpto de tan alta consideración, y resolviese lo más conveniente al bien público y utilidad de sus fieles vassallos, y premeditándose con reflexión materia tan grave y de tales consequencias, ponderándose los lanzes podrían sobrevenir, las contingencias a que se exponía la real persona y las circunstancias tan entitativas que se premeditavan, fueron de sentir que no devía exponerse su magestad a los rigores de un assedio, como amenazava el enemigo por mar y tierra, particularmente con los ingenios de fuego y horrores que se practican y experimentan en la guerra, ponderándose la summa conveniencia de que saliendo su magestad de la plaza podría con mayor diligencia y fazilidad lograr el socorro de aquella capital.

Sintió íntimamente el generoso ánimo del rey nuestro señor la resolución del consexo, pero a vista de las razones y motivos de tal congresso, vatallando en su piadoso pecho el cariñoso sentimiento de dexar a sus vassallos con el vivo deseo que tenía de favorezerles con su assistencia, resolvió executar su salida de la plaza el dia siguiente.

Partió de la ciudad esta noche don Mitfort Crove embiado extraordinario de la reyna de la Gran Bretaña para Valencia a solizitar los socorros del comandante general de su magestad y de los aliados milord conde de Peterboroug, que a su representación mandó partir luego una porción de cavallería a las cercanías de Barcelona.

En execución de la salida de su magestad, parezió indispenzable a su paternal amor manifestar esta resolución al primero de abril a los comunes de ciudad, Deputación y brazo militar, para que comprehendiesen los motivos que le precisavan a efectuarla y para alentarlos y consolarlos en lanze que avían de sentir con tanto extremo de que con mayor reflexión pudieran entenderlo, les remitió tres cartas reales expressando en cada una su cariñoso afecto, el disgusto y pezar en dexarles y el cuydado y diligencia que aplicaría para su consuelo y defensa.

No satisfecho aun el real ánimo de esta afectuosa demonstración, quiso en viva voz expressarla, para que con la eficacia de sus soberanas palabras lograsen algún alivio en tanta pena, para cuyo efecto los mandó venir a su real presencia y puestos en ella explicoles, con la viveza y ternura propria de su soberana comprehensión e intenso amor, las conveniencias que se le avían ponderado de su partida y lo que devían observar en su ausencia, para conseguir el mantenerse baxo su suave dominio. Absorto quedó el ánimo de estos vassallos con tan bien sentidas como ponderadas razones, pero bueltos en sí con vivas lágrimas, le representaron que todavía no estava sitiada la plaza y que aunque reconozían algún peligro habrirían sus corazones y derramarían toda su sangre para hallar camino y puesto para el total resguardo de su real persona, considerando en ella la mayor defensa de la plaza, pero perseverando su magestad con lo resuelto, se dispidieron con intenso dolor y sentimiento por verse en lanze de tan grande desconsuelo aviendo vivamente comprehendido no solo Barcelona, sí también todo el Principado, que con la assistencia de su magestad se assegurava la defensa y victoria.

2º [sic]
Resuelve el rey nuestro señor quedarse en la plaza de Barcelona y estableze providencias.

Quedó el real ánimo apesarado y tierno con la despedida de los comunes, y contrapesando en su soberana mente los accidentes y contingencias rigurosas del sitio con el paternal amor y la fineza que avía experimentado en ellos, llegó este a superar a todos los motivos de la resolución, condecendiendo a lo que le avían representado, como lo expressó assí en la real carta que subsiguientemente les envió a los tres comunes para su mayor consuelo.

Aplicose al mesmo tiempo su magestad a dar las disposiciones necessarias para la defensa, y assí previniendo el socorro de la plaza (que se hallava solo con 1.330 soldados, falta de víveres y municiones de guerra con muchas fortificaciones imperfectas), mandó salir algunos ministros del Real Consexo y algunos cavalleros para abastezerla, juntar el país y capitanear los últimos las levas y sometenes, confiriéndose con los generales, que se hallavan fuera para dar forma a lo que devían executar en la montaña como se referirá en lo susessivo.

Puso su magestad todo el mando de la plaza al experimentado valor y acreditada experiencia del mariscal de campo conde León de Ulefeld, el qual se empleó en este encargo en todo el largo sitio con toda aplicación, assistiendo en ella baxo sus órdenes el general de la artillería y governador de la plaza don Joseph Boneu, el general de batalla don Joseph Campredon, el coronel de la Real Guardia Catalana don Antonio de Paguera y Aymerich, su teniente coronel don Antonio Meca y de Cardona, el sargento mayor del regimiento don Ignasio Picalqués y muchos otros, que en el discurzo el sitio se dirá.

Representó el brazo militar a su magestad por medio de su protector la summa importancia de que algunos cavalleros estuviesen día y noche en los baluartes y puertas de la ciudad, y que diez de ellos se aplicasen noche y día en assistir al dicho mariscal, y conformándose su magestad con tan zelosa y leal demonstración se dispuso en la misma forma y se executó con igual puntualidad y desvelo.

Dieron noticia todos los comunes de ciudad, Deputación y brazo militar, que estarían juntos durante el sitio, aviendo formado antes una conferencia de estos con el real permisso para discurrir, proponer y aconsexar a dichos comunes lo que les parezía ser del mayor servicio de su magestad, utilidad pública y defensa de la plaza.

Capítulo 42

Avista el duque de Anjou con sus exércitos nuestra capital y acometen sus tropas a Monjuich.

Entran tropas a la plaza, rompiendo por los quarteles del enemigo.

Sube su magestad de Monjuich y recorre la muralla.

Lléganos trufas por el mar. Habre el enemigo sus ataques azia Monjuich. Passea y reconoze su magestad el campo enemigo. Disponen los sitiadores sus quarteles inquietándoles nuestros paisanos. Reparten los sitiados la gente en los puestos que deve ocupar para el defensa, con otros susessos.


Avista el duque de Anjou con sus exércitos nuestra capital.

A las 11 de la mañana poco más del día 2 se comenzaron a descubrir las tropas enemigas, que venían por la parte del Ampordán comandadas por el duque de Noallas en el lugar de San Andrés una hora distante de la ciudad, y aviendo mandado salir de ella 100 cavallos de los regimientos del conde de Sizendorf y ingleses con 200 fusileros, que comandava don Antonio Desvalls para reconozer y observar los movimientos de nuestro competidor, llegaron los nuestros a tiro de pistola de sus guardias, sin que alguno se atreviese a apartarse de su camino.

Coronava la muralla y baluartes de la plaza la Coronela de la ciudad, cuyo coronel era el conseller en cap de ella don Nicolás de San Juan, compuesta de 46 compañías, y capitaneadas de cavalleros catalanes en número de 4.500 hombres en que consistía la mayor defensa de la plaza.

Decampó el enemigo el 3 por la falda de la montaña, llegando cerca del lugar de Sans, donde doblada la cavallería y infantería, y siguiendo su marcha, avistado este con el exército, que venía de Castilla y Aragón con el duque de Anjou, governado por el general de Tessé, embistió por la Cruz Cubierta a la montaña de Monjuich hasta llegar a tiro de pistola de sus obras exteriores, y ocupando de passo al convento de religiosos capuchinos de Santa Madrona y casa de María la Pastelera, que por ser pocos los sometenes que allí avía haziéndoles algún fuego se vieron precisados los nuestros a dexar los puestos a la mucha gente enemiga que avanzava. Con esta ocasión pusiéronse en arma todos los moradores de la ciudad subiendo a aquel fuerte de que era governador interino don Jayme Cordellas, coronel del regimiento con que sirve a su magestad la ciudad de Barcelona durante la guerra. Y ocupando estos naturales los puestos de la fortificación sostenidos por 200 hombres del Regimiento de Guardia Catalana, 300 fusileros de la misma nación, quatro compañías de la Coronela y los sometenes de Manresa y Villafranca del Panadés, embistiendo al enemigo con parte de la guarnizión a cuerpo descubierto, no solo lograron hazerle retrozeder del terreno que con su orgulloso movimiento avía ocupado, sí también consiguieron desalojarle de la casa de María la Pastelera y del mismo convento de Santa Madrona, matando muchos de ellos, y a no haverle llegado Mr. de Legal con crezido número de tropas con que pudo recuperar el convento, triunfavan los nuestros enteramente de las primeras, que con tanta furia operaron contra aquellas obras para dominarlas.

Viendo los de la ciudad el designio tan impenzado de avanzar el enemigo a Monjuich no solo manifestaron su amor y lealtad los vezinos, acudiendo con las armas, si no también un grandíssimo número de niños y mugeres, y entre ellas muchas de porte y distinción, de las quales unas subieron cántaros de agua con tanta abundancia, que no solo abastó para refrigerarse aquella gente que mantenían la fatiga del choque, pero aun sobró para llenar la cisterna y muchas botas o pipas, acudiendo otras en medio del fuego, con diferentes refrescos y pertrechos para assistir a los que peleavan, despreciando los riesgos a que en medio de tanto fuego se exponían. Y era tanto el ardimiento, que huvo muger que viendo que los artilleros no tenían a mano los tacos, alargó parte de sus vestidos para que no se retardase un punto en la ofensa del enemigo.


Entran tropas a la plaza rompiendo por el enemigo. Sube su magestad a Monjuich y recorre la muralla.

La Coronela de la ciudad de Manrresa y sometén de su veguerío, que de orden de su magestad avían levantado don Joseph Solá y Guardiola y don Juan Bauptista Cortada de Marlés, llegaron a vista de la ciudad por la parte de la montaña, y rompiendo por los enemigos (aunque les intentaron cortar el passo con alguna cavallería) lograron felizmente incorporarse con nuestra gente de la plaza, y fueron mandados a ocupar la línea de comunicación governando a estos Cortada y su hermano.

Hallávase el castillo y fuerte de Monjuich en esta ocasión con sus fortificaciones muy imperfectas, pero se trabaxava incessantemente en cerrar los lienzos de la muralla de la obra nueva y en perfizionar los flancos de los baluartes, fabricándose al mesmo tiempo la estrada encubierta con su empalizada des de la línea de comunicación de aquel fuerte hasta la plaza, en que se aplicavan soldados y paysanos.

Esta misma tarde subió su magestad a reconozer los trabaxos de Monjuich acompañado del conde de Assumar embaxador de Portugal, príncipe Antonio de Liecktenstein, mariscal del campo general conde de Ulefeld, don Joseph Boneu y otros cabos militares, siguiendo la real comitiva alguna nobleza catalana, cuya real presencia infundió un singular valor a todos los soldados y vezinos de la ciudad, y baxando por la línea de comunicación dió buelta por toda la muralla de la ciudad, infundiendo su real aspecto a su Coronela que la guarnezía un vigoroso espíritu.

Aparezió sobre la montaña de Monjuich azia la ciudad un meteoro, formando con mucha perfección la cruz de Santa Eularia según el informe de muchas personas religiosas, que lo asseguravan, por haverlo visto claro y con toda distinción.

Llegó la noticia de haverse puesto en marcha nuestras tropas, que se avían mandado venir de Gerona para el socorro de la plaza, cuya puntual diligencia fazilitó don Miguel de Alentorn y Pinós, coronel del regimiento de la Deputación, quedando al cargo de don Joseph Marís y Joseph Feu y Feliu el prevenir las lanchas o barcos para el transporte de ellas, lo que executaron con la presteza que la urgencia pedía.

Entró esta tarde el coronel don Joseph Mas de Roda con ocho cientos fusileros, que tenía a su comando, y fueron mandados a guarnezer el fosso y parapeto de la muralla, que mira a la parte de Monjuich. Esta noche se estuvo el enemigo sin hazer movimiento alguno.

Súpose el día 4 que el príncipe Henrrique Landgrave de Hassia avía partido con mucho acompañamiento de cavalleros del país y muchas tropas regladas y cañones de campaña de la plaza de Lérida, como dixe arriba, disponiendo con la mayor viveza y actividad lo que más conduzía al socorro de nuestra capital, para cuyo efecto se aplicó con toda diligencia a que los sometenes se aprestasen sin perder tiempo y acudiessen a la villa de San Cugat y montañas de San Gerónimo, para tener oprimido al enemigo, molestándole en su mismo campo.

Los clérigos y religiones concurrían en los trabaxos de fortificación con tanto calor y continua aplicación, que cumplían como simples gastadores el jornal.


Llégannos tropas por el mar. Habre el enemigo sus ataques azia Monjuich. Reconoze su magestad el campo enemigo recorriendo la muralla. Disponen los sitiadores sus quarteles inquietándolos nuestros paisanos. Reparten los sitiados la gente en los puestos de defensa.

Entraron las fragatas de Mataró, Sitges y Vilanova al amanezer del día 5, comboiando a muchas barquillas que venían cargadas de la gente de Gerona para el socorro de la plaza, hasta el número de 1.300 hombres, esto es el regimiento de alemanes de don Gabriel Colbars, el de napolitanos del coronel Castellón, de inglés [sic] el regimiento de milord Charlemon, y parte del de olandeses del general Santaman, quedándose aun parte de dicha gente en la villa de Arenys por falta de embarcaciones.

Empezó el enemigo a abrir los ataques des del convento de Santa Madrona azia el fuerte de Monjuich, desembarcando a un tiempo de su esquadra compuesta de 26 navíos de línea y una multitud de ganguiles, artillería, municiones y pertrechos que encaminava al cuerpo de su exército, pero baxando de la montaña hasta 400 migueletes de los nuestros por la parte de Llobregat, inquietaron tanto sus comboyes, que les precisaron a mudar de camino. En esta ocasión las tropas enemigas se apoderaron de la Torre del Cabo del río Llobregat.

Por la tarde bolvió su magestad a seguir la muralla subiéndose después a Monjuich con el acostumbrado acompañamiento, con que los paysanos y soldados tomavan nuevos alientos. Hizo gracia de ayudantes generales suyos al marqués de Rubí, conde de Çavella, don Juan de Pinós, cavallero del Orden de San Juan, a don Vicente Xammar y a don Juan Descallar, siéndolo ya el conde Stella, y don Pedro de Almedia, quienes en la expugnación que hizieron nuestras armas antes contra la misma plaza sobrellevavan la fatiga que casi no podrían tolerar los nuevamente eligidos, tanto era lo que trabaxaron en la continua distribución de los órdenes que recivían de la real boca de su magestad.

Puso el enemigo sus quarteles des de la orilla del mar por la parte del río Besós assia San Andrés de Palomar, y de esta al Mas Guinardó, y al convento de Gracia (teniendo las casas que mediavan entre este terreno), Sarriá y Pedralbes, de donde se dirigían hasta el río Llobregat.

Passó de la parte de Monjuich a San Andrés gran parque de cavallería enemiga, que executó en aquel lugar algunas hostilidades, quemando algunas casas de campo, y con esta ocasión se passaron a la ciudad algunos soldados de sus tropas.

No cessavan los paisanos en molestar y perturbar todos los días al enemigo en sus quarteles, particularmente en los de Sarriá y Gracia tomando muchos cavallos y assemilas en sus proprias tiendas. Baxaron aquella tarde los sometenes de la montaña, que llegaron junto a la Torre de Lledó sobre Sarriá, peleando valerosamente, en cuyo renquentro quedaron muchos muertos y heridos del enemigo y pocos de nuestra parte.

Para que los naturales estuviesen en la muralla con la seguridad de sus casas, se dispusieron quatro rondas con dos capitulares y dos clérigos cada una, iendo toda la noche por las calles, y se experimentó por esta providencia y prudente disposición el que en todo el assedio no suzedió violencia ni desorden alguno.


Llégannos tropas por el mar. Abre el enemigo sus ataques azia Monjuich. Passea y reconoze su magestad el campo enemigo. Disponen los sitiadores sus quarteles, inquietándoles nuestros paisanos. Reparten los sitiados la gente en los puestos de defensa.

Acampáronse los regimientos de la guarnizión en el campo de los Judíos, y se repartieron los puestos de la defensa de Monjuich y de la plaza en la forma siguiente.

Ocupó el general milord Dunegal con 300 ingleses del regimiento de Charlemon el castillo de Monjuich y otros tantos alemanes comandados por su coronel don Gabriel Colbars, dexando milord una guardia de su gente en la batería que avía sobre la línea de comunicación. don Joseph Mas de Roda con sus fusileros guarnezía las obras exteriores, y la línea de comunicación junto a la obra nueva el general Santaman con 300 olandeses, 200 hombres del Regimiento de Guardia de don Antonio de Paguera y Aymerich, con el teniente coronel don Antonio Meca y Cardona, y en lo restante, la Coronela de la ciudad de Manresa, con los sometenes de su veguerío, y los demás, que avía del Principado, cubriendo también estos la batería de San Bertran.

A la otra parte de la línea de comunicación, se pusieron los Dragones de Guardia del regimiento del conde de Sizendorf con sus cavallos; en la punta de la contraescarpa de la Puerta de San Antonio los fusileros del coronel Bach; en la punta de la contraescarpa del Portal del Ángel la gente catalana del comandante de fusileros Rau; en la punta de las contraescarpa del Portal Nuevo los fusileros de don Antonio Desvalls; en el fortín de Santa Eularia los dragones ingleses, con la cavallería de los regimientos del general de batalla don Pedro Monrás y de don Antonio de Clariana con la orden de hazer en la noche la patrulla fuera de la contraescarpa para encontrarse en camino con los dragones del conde de Sizendorf, que devían hazer la misma diligencia con ellos.

En la ciudad sobre la brecha 50 hombres del regimiento de guardia de don Antonio de Paguera y Aymerich, en el fuerte de San Antonio ciento del mismo regimiento, y 100 igualmente en el Bastión dels Tallers, 50 de ellos en el fuerte de Santa Eularia, y el resto del mencionado regimiento de retén en la Rambla. El regimiento de la guardia de la reyna de Inglaterra assistía a su magestad en palacio.

Capítulo 43

Éntranos un socorro de gente por el mar. Surtidas de paisanos y fusileros. Pertréchase un baluarte con 3 morteros, que ofenden a su contrario. Recorre su magestad la muralla. Disposición para el alimento de los soldados. Prosigue el enemigo sus líneas.

Salida acertada de nuestros soldados. Vehemente fuego de nuestras baterías. Reglamento en exponer el santíssimo durante el sitio.

Vehemente fuego de sitiados y sitiadores. Éntrannos provisiones por el mar. Arrojo de paysanos. Noticia de recuperarse obediencias en el país.

Forman nuevas baterías sitiados y sitiadores. Tómanle al enemigo paisanos algunos despojos con otros susessos.

Primo
Éntranos un socorro de gente por el mar.

Entraron en el muelle con diferentes barquillas al amanezer del día 6 los generales milord Dunegal y Santaman con los cabos ingleses y olandeses, y el resto de las tropas que quedaron en Arenys de las que venían de Gerona.

Tomaron por la tarde los paysanos algunos carros del enemigo cerca de sus quarteles sin alguna oposición.

Un navío de la esquadra del francés a las 5 de la tarde hizo llamada, y luego disparó la capitana y todos los demás navíos de aquella la artillería tres vezes con motivo de que el duque de Anjou se acercó a la marina.

En el Baluarte de San Antonio se pusieron tres morteros para incomodar con bombas al enemigo, y impedirle los trabaxos de las líneas, que formava des de Santa Madrona a Monjuich.

Passeó su magestad esta tarde con la solita comitiva toda la muralla, infundiendo su real presencia a todos los que la coronavan un summo valor, y subiendo después a reconozer el estado en que se hallavan las obras de defensa de Monjuich, transitó a la buelta por dentro de la ciudad. Desertaron del campo enemigo tres soldados, que vinieron a nuestra plaza.

El cavildo de la santa iglesia, comunidades ecclesiásticas, ciudad, Deputación, brazo militar y muchos particulares contribuyeron todos los días que duró el sitio en el gasto de las ollas que se hazían para el alimento de los soldados, sometenes y migueletes, entre los quales se distribuhían passadas de 3.000 raciones diariamente, que bastava cada una para la manutención y sustento de qualquier persona, extendiéndose después este acto caritativo al hospital de los soldados heridos y enfermos con otras ollas en que se les hazían aparte sus caldos, corriendo esta incumbencia por la conducta de algunos clérigos y la del trabaxo de guisarlas, por la aplicación de las hermanas del convento de Nuestra Señora de Misericordia, que con grande fervor se dedicaron en tan piadoso exerzicio.

Los fusileros de don Antonio Desvalls, del coronel Bach y de Rau a las quatro de la tarde del día siete embistieron las líneas del enemigo, y aviendo logrado con singular valor la felizidad de hazérselas desamparar mucha parte de ellas, poniéndoles en confusión, las huvieron de dexar después de un rato sin pérdida de consideración, porque el socorro que iva para sostenerles no pudo llegar a tiempo por haver cargado el enemigo con muchas tropas para su recobro.

Puso nuestro adversario una batería de 5 morteros en la casa de María la Pastelera, que está más arriba del convento de Santa Madrona entre la línea de comunicación y aquel convento a igual distancia para arrojar bombas al fuerte de Monjuich, y incomodar nuestros gastadores en los trabajos que adelantavan en aquel fuerte.

Los sometenes que se hallavan en San Gerónimo y Collcerola baxaron a las siete de la noche al quartel enemigo de Sarriá y embistiéndole con singular denuevo después de aver muerto a muchos franceses, les quemaron algunas tiendas.

Miráronse muy adelantadas las líneas enemigas el día 8 azia Monjuich por la parte de la lengua de sierpe, y la mencionada batería de cinco morteros, con que empezó a arrojar bombas y granadas reales al mismo fuerte, si bien con muy poco daño de los nuestros, experimentándole el enemigo mucho más de nuestra artillería.

Entraron a la plaza dos desertores criados del conde de Frigiliana, assegurando que en el campo enemigo se padezían algunas incomodidades de víveres, respecto de faltarles la assistencia del país: lo mismo confirmaron los desertores, que llegaron poco después.

Entre la línea de comunicación y convento de Santa Madrona, empezaron los sitiados un fuerte, tirando una línea baxo aquella, para impedir la que el enemigo avía comenzado con designio de apoderarse de ella, y a vista de la oposición que se le hizo la dexó.


Salida acertada de nuestros soldados. Vehemente fuego de nuestras baterías. Reglamento en exponer el santíssimo durante el sitio.

El capitán Galopo a las 3 de la tarde del día nueve con quinientos granaderos escogidos de todos los regimientos de la guarnizión, y assistido de algunos fusileros catalanes, que mandavan don Antonio Desvalls, el coronel Bach, el coronel don Joseph Mas de Roda, y Rau, embistieron las líneas enemigas que se dirigían de Santa Madrona a Monjuich, con tal valor y ardimiento, que les precisaron a dexarlas, pero aviéndole socorrido un considerable refresco de tropas, y puesto en arma todo el campo, pudieron recuperarlas aunque con mucha pérdida de muertos, heridos y prisioneros.

Nuestra artillería de Monjuich, Puerta de San Antonio y de los demás baluartes jugó incessantemente, logrando muy bien los tiros, arrojando assimismo de Monjuich con tres morteros piedras a los avanzes del enemigo, y se reparó que algunas balas mataron muchos cavallos de los que sean se hallavan en la Cruz Cubierta.

Previno la gran christiandad del rey nuestro señor al vicario general del obispo entre otras cosas, que todos los días estuviesse el santíssimo patente en dos iglesias de la ciudad, y que en todas las funcciones de avanzes del enemigo o surtidas de los nuestros, en la cathedral y demás iglesia, lo que se executó con mucha edificación del pueblo.


Vehemente juego de sitiados y sitiadores. Éntrannos provisiones por el mar. Arrojo de paisanos. Noticias de recuperarse obediencias en el país.

Disparó toda esta noche nuestra mosquetería del fuerte de Monjuich, echando a su compás los morteros un diluvio de piedras a los trabaxos del enemigo, y assí adelantaron muy poco los gastadores sus obras, y al amanezer continuó el fuego la artillería hasta las ocho de la mañana un disparo continuo.

Resentido el enemigo de los acertados tiros que hizieron contra él nuestras baterías el día 9, quiso vengarse al 10 del mal que causaron en los suyos, disparando una multitud de bombas y granadas reales, con pérdida solo de dos soldados de los nuestros, y fué mucho mayor el daño que recivió de la artillería de la plaza y de las bombas que se le arrojaron del Bastión de San Pablo, como lo manifestaron los cuerpos que se vieron tendidos por el suelo de los suyos.

Entraron a nuestro muelle las fragatas de Mataró, Sitges y Vilanova con diferentes géneros de provisiones para el sustento de la plaza. Reciviose aviso de Villafranca del Panadés de que el día 5 se encaminaron de Esparaguera [sic] 70 cavallos con partida de sometenes a recuperar la obediencia de aquella villa y sus dependencias donde hallaron 55 carros del enemigo, y que el conde de Cifuentes avía echo algún destacamento de sus tropas para reforzar algunos passos, por donde nuestro contrario podía embarazar los socorros que nos venían de Valencia y impedir los suyos que por aquella parte podían entrarle, encaminándose el mencionado conde, con su gente, siguiéndola la del coronel don Joseph de Peguera del Gra a la montaña de San Gerónimo y San Cugat para unirse con toda la gente del país, y 300 cavallos del regimiento de Monras, que ya se hallavan en aquel parage.

Salió su magestad con todo el acostumbrado acompañamiento a reconozer el campo enemigo, recorriendo la muralla siendo de particular aliento para los soldados y paisanos aquel exerzicio, que casi todos los días executava.

A las quatro de la tarde los de la montaña tocaron arma al enemigo, embistiéndole por la parte de Sarriá, pero como luego su cavallería, que tenía apostada en aquel parage, y en el convento de Nuestra Señora de Gracia, se incorporó comboyando la infantería, que iva a mudar la guardia de los ataques de Monjuich, fueron precisados los nuestros a retirarse sin recivir algún daño. Toda aquella noche dispararon del castillo los morteros considerable porción de piedras y muchos tiros de mosquetería para estorvar sus trabajos, continuándolo al amanezer, al compás de la artillería que sin cessar assí del castillo, como de la plaza a quantos podía descubrir en sus líneas, y ataques, disparava todos los días haziéndoles considerable daño.

Quareinta paisanos de los que estavan en la montaña deseosos de entrar en la plaza rompieron por el quartel que tenían los sitiadores en la parte de Gracia, y lograron este arrojo felizmente, de cuyo valor se aturdieron los mismos enemigos, lo que supimos por dos desertores, que nos vinieron de aquel quartel subsiguientemente.

4
Forman nuevas baterías sitiados y sitiadores. Tómanle al enemigo algunos despojos los paysanos.

Aplicáronse los sitiados el día 11 en formar algunas baterías des de la Puerta de San Antonio hasta las Atarazanas, que fueron de mucha importancia por el daño que hazían al enemigo, que también plantó una nueva sobre el convento de Santa Madrona para disparar a la plaza, arrojando al mismo tiempo muchas bombas a Monjuich con los morteros, que tenía en casa María la Pastelera si bien no hizieron daño de consideración.

Fueron los paisanos junto a los quarteles de Gracia, y en medio de mucho fuego tomaron no pocos despojos, haziendo prisioneros a dos franceses, que dixeron que en el arma que les tocaron el día antecedente los nuestros de la montaña avían muerto a su capitán y quatro soldados. Desertaron tres alemanes del campo, que montados en sus cavallos entraron en la plaza.

La ciudad, Deputación y brazo militar expendieron grandes summas de dinero en gastadores, para trabaxar en todas las obras de defensa, tanto en Monjuich, como en las cortaduras, que se hizieron durante el sitio.

Capítulo 44

Emprenden los sitiadores una nueva línea para comunicarla con sus ataques. Dispónense sus navíos para impedir la entrada de nuestros socorros. Recorre su magestad la muralla. Lento disparo de unos y otros.

Arroja el enemigo todo su fuego para hazer brecha. Principian los nuestros una mina, prosiguiendo en las obras de defensa. Disparan los de afuera con 3 baterías, llegándoles balandras de Tolón.

Forman los sitiadores más baterías. Acércanse a la contraescarpa de Monjuich. Plantan una batería de balas incendiarias. Avanzan la lengua de sierpe y la de buey, y ocupando la primera plantan una batería en élla.

Dirige el contrario su fuego contra el Baluarte de San Felipe, disparando balas incendiarias a la ciudad. Fortifícanse los nuestros. Dispónense sus balandras para echar bombas. Passa su magestad a San Pedro para el resguardo de ellas.

Primo
Emprenden los sitiadores una nueva línea.

Para comunicar sus ataques los sitiadores empezaron al 12 una línea, el uno de los dos aproches tirava por la parte de Santa Madrona, y el otro por la de Port. Con los quales se acercó a menos de tiro de pistola de la contraescarpa del fuerte de Monjuich.

Passaron de la armada dos navíos de los que estavan sobre el hierro frente del río Llobregat, con otras embarcaciones, a la parte del de Besós para embarazar los continuos socorros que cada día entravan de Mataró y otros lugares de la costa.

Fué su magestad con mucho acompañamiento a reconozer la muralla y alentar con su vista a todos vitoriándole gososíssimos al passar soldados y paisanos que guarnezían.

Vinieron quatro desertores que dieron noticia de que con el disparo tan excessivo que hizieron los nuestros de Monjuich avían muerto los dos ingenieros principales del exército enemigo. Tomáronle los paisanos algunos cavallos y multitud de azemilas junto a sus quarteles.

No fué mucho el disparo de nuestra artillería. El del enemigo se reduxo a hazer jugar solo la batería de cinco cañones, que tenía en Santa Madrona, encaminando su fuego al Baluarte de San Felipe, bien que con poco daño, porque solo descubría la extremidad de la muralla, y la mayor parte de las balas passavan al mar. Desertaron de su campo 3 alemanes, encareziendo mucho la miseria que en él se padezía por no entrarles víveres algunos del país, temiendo mucho a su naturales, que des de la montaña les inquietavan sin cessar.

Continuó su magestad el solito exerzicio de reconozer los trabaxos y obras de defensa animando a los soldados y vezinos que las presidiavan.


Arroja el enemigo todo su fuego para hazer brecha. Principian los nuestros una mina, prosiguiendo en las obras de defensa. Disparan los de afuera con 3 baterías, llegándoles balandras de Tolón.

Disparó el enemigo de las baterías de casa María la Pastelera con cinco cañones, y de la de sobre Santa Madrona al amanezer del día 13 tirando a hazer brecha al Baluarte de San Felipe, y aunque era poco el efecto, se iva limpiando con toda presteza la ruina que hazían. Diose principio a una mina azia la lengua de sierpe para bolarla en caso de que el adversario la ganase, trabaxando con mucho vigor assí naturales como soldados en los fossos, estacadas, cortaduras y reparos para defensa de aquel fuerte, unos a expensas de su magestad y de la ciudad, y otros que voluntariamente sin paga exerzitavan en aquel trabajo.

Al anocheser hizieron grande salva los sitiadores con su artillería, morteros y mosquetería por aver llegado otra vez a aquellas cercanías el de Anjou según dixeron un alemán y dos franceses, que desertaron de su campo aquel día.

Al rayar el alba del día 14 empezó el enemigo a disparar con tres baterías de 16 piezas de batir, que tiravan al Baluarte de San Felipe a la lengua de buey, pero con poco estrago, particularmente en el baluarte por estar cubierto de la contraescarpa y porque la mayor parte de las balas o davan en la esplanisada o passavan al mar.

Vinieron de Tolón algunos navíos con dos balandras, conduciendo una flota de embarcaciones menores cargadas de víveres, y assí juntos llegavan al número de 34 no aviendo más de línea que unos 26 en que consistía toda la fuerza marítima enemiga.

Tomaron los paisanos quatro cavallos y treinta azemilas del enemigo, desertando de su campo quatro alemanes y un castellano, que dixo ser criado de don Joseph Grimaldi secretario del despacho de guerra del duque de Anjou.


Forman los sitiadores más baterías. Acércanse a la contraescarpa de Monjuich. Plantan una batería de balas incendiarias. Avanzan la lengua de sierpe y la de buey, y ocupando la primera forman en ella una batería.

Empezaron los de la plaza en la Puerta de San Antonio y en el muro delante de San Pablo dos baterías para desmontar las del enemigo y impedir la prosecución de sus obras. Salió su magestad con el acostumbrado acompañamiento a reconozer las operaciones del enemigo, a tiempo que una bomba que se disparó de nuestras baterías pegó fuego a algunos barriles de pólvora que tenían los sitiadores junto a las suyas, de que recivieron muy grande daño.

Acercáronse tanto los enemigos a la contraescarpa de Monjuich al 15 que se les podía tirar piedras con la mano a sus ataques, dexando de disparar su batería por ver que era inútil su disparo, passando todas las balas al mar. Observose de Monjuich que los sitiadores embarcavan algunas tropas, lo que nos dió que penzar, ser algún cauteloso ardid para executar algún atentado contra la plaza.

A las 11 del día se boló un almazén de pólvora que tenía el enemigo en la parte de Santa Madrona, que hizo muy considerable daño en los suyos, y assimismo las piedras, que echaron los morteros de Monjuich en los ataques, consiguiendo estorvarle la línea que proseguía azia el baluarte de la lengua de buey, que estava tan adelantada, que solo distava un tiro de pistola de las obras exteriores.

Pusieron los sitiadores baxo el convento de Santa Madrona una batería de balas incendiarias para estorvar la conclusión de la nuestra, que se perfizionava en el lienzo de la muralla, que corre des de la Puerta de San Antonio hasta San Pablo, y tirar a la ruina de la ciudad.

A las ocho de la noche empezó el enemigo a tirar muchas bombas al castillo, con cuya seña embistió a la lengua de sierpe con 1.500 granaderos, governados por el teniente general Asfelt, y hallándose aquel puesto solo con 50 hombres del Regimiento de Guardia Catalana, que mandava el teniente coronel don Antonio Meca y de Cardona con don Francisco Puig y Sorribas, les fué preciso retirarse lo que executaron con muy poca pérdida. Ocupando el enemigo este puesto, encaminose azia la lengua del buey, que defendía don Antonio Puig con 60 hombres, y el orejón de dicha lengua don Felipe de Armengol con 20 hombres, que con valor resistieron a la primera furia de los sitiadores, los quales irritados de este lanze, y reforzados con grande número de tropas, repitieron tan fuertes avanzes que a no haver acudido el general milord Dunegal con sus ingleses, que reforzó con singular valor nuestros soldados, lograva el enemigo hazerse dueño de las obras nuevas de Monjuich, quedando solamente fortificado a la punta de la lengua de sierpe, en cuya funcción perdimos entre muertos y heridos algunos 100 hombres entre los quales fueron heridos pocos cabos, pero el enemigo experimentó más considerable pérdida pues le faltaron passados de 500 hombres entre muertos y heridos. Duró la pelea hasta medianoche, dando en aquella ocasión todas las providencias el mariscal de campo general conde de Ulefeld y el general Santaman.

Dispararon los sitiadores toda la noche hasta el amanezer muchas bombas al fuerte de Monjuich, respondiéndoles los nuestros con piedras de los morteros, que les ocasionaron grave daño.

Logrando el enemigo la lengua de sierpe, empezó a trabajar en ella una batería, que descubría bien el Baluarte de San Felipe.

El embaxador de Portugal conde de Assumar assistió a su magestad con el cargo de su incumbencia, y este día y otros subió al castillo de Monjuich para observar los designios, siguiendo todas las obras de defensa que nuestra guarnizión adelantava en aquel fuerte, y los demás de la plaza en el discurso del sitio, subministrando a su magestad todo lo que sus grandes talentos alcanzavan.


Dirige el contrario todo su juego contra el Baluarte de San Felipe disparando balas incendiarias a la ciudad. Fortifícanse los nuestros. Dispónense las balandras para echar bombas. Passa su magestad al convento de San Pedro para resguardarse de las bombas.

Al rayar del día 16 empezó el enemigo a batir des de aquella batería de la lengua de sierpe el referido Baluarte de San Felipe, y a jugar con otra batería de 6 cañones contra el mismo baluarte, en el qual se empezó luego una cortadura por nuestra parte, con todas las demás defensas que se pudieran executar, y el enemigo tiró otra línea con regularidad por no perder gente, y por la defensa del puesto que avía ocupado.

Pusiéronse a las 10 del día [sic] las dos balandras a la vela con sus quatro navíos, arrimándose a la ciudad a tiro de cañón por la parte de levante, y dando fondo nos manifestaron bastantemente la intención de arrojar bombas a la ciudad, y respecto de hallarse el Real Palacio tan expuesto a sus estragos, resolvió su magestad passarse al convento de San Pedro por ser este puesto menos expuesto, lo que executó esta misma tarde con mucha nobleza militar y cathalana, que le iva sirviendo.

Continuó a la noche el enemigo su fuego con bombas y artillería a Monjuich, y balas incendiarias a la ruina de los edificios de la ciudad, a cuyo vehemente disparo respondió la guarnizión con granadas, mosquetería y piedras de sus morteros, que le ocasionavan un daño muy considerable en sus obras. Reventósele en la batería de casa María la Pastelera un mortero que hizo mucho estrago.

Capítulo 45

Dispara el enemigo al baluarte con 40 cañones poniendo otros baxo el convento de Gracia pequeños. Avanza su línea azia el baluarte. Tómanle migueletes y paisanos mulos y cavallos.

Arrojan bombas las balandras y la batería de Santa Madrona balas incendiarias no cessando el fuego de las demás contra la brecha del baluarte.

Adelantan los sitiadores su brecha. Aplicación de sitiados en las obras de defensa. Surtida bien lograda de la plaza. Bombardeo a la ciudad con disparos de balas incendiarias.

Avanza el enemigo por tres partes, y logra mucha parte de las obras nuevas de Monjuich.


Dispara el enemigo al baluarte con 40 cañones.

Aumentó el enemigo al 17 tanto fuego contra el mencionado baluarte con sus 7 baterías, compuestas de 40 cañones, que fué un terror su disparo para hazer brecha, cuyas ruinas se limpiaron por los nuestros a la noche, reparando el daño con tierra y faxinas.

Avanzan los sitiadores su línea azia el fuerte, aunque nuestra artillería y mosquetería, y las piedras de los morteros, que se echavan le incomodavan mucho la prosecución de sus obras.

Puso el enemigo baxo del convento de Gracia unos cañones para ofender a nuestra gente, que estava fortificada en el convento de los capuchinos. Reparose que hazía grandes fortines en el recinto de la montaña, que ocupava para impedirnos los socorros de paisanos, poniendo la mayor parte de su cavallería des de San Andrés a la orilla del mar.

Los migueletes y naturales llegaron hasta las tiendas de su contrario, y cogiendo más de 30 mulos y cavallos, entraron en la ciudad con ellos muy alegres por el logro de aquel despojo. Passaron a ella nueve desertores alemanes, que todos tomaron partido.

Concurría el común de la ciudad, Deputación y brazo militar con toda actividad a quanto importava a la defensa de la plaza, insiguiendo los órdenes que recivían de su magestad con todo desvelo y aplicación.

El comandante general de Inglaterra y Olanda milord conde de Peterboroug tuvo consexo de guerra en Martorel con assistencia del conde de Cifuentes, príncipe Henrrique Landgrave de Hassia, marqués de Rubí, don Felipe Ferran, don Miguel de Alentorn y Pinós, el brigadier Palm y el brigadier Wils, y luego todos se fueron a la montaña de San Gerónimo donde avían ya acudido los sometenes de la provincia en número muy considerable para fazilitar el socorro de la plaza.


Arrojan bombas las balandras a la ciudad, y la batería de Santa Madrona balas incendiarias, no cessando el fuego de las demás contra la brecha del baluarte.

Acercáronse las balandras por la tarde del 19, y aunque de los baluartes de la parte del mar les dispararon mucho con la artillería, echaron aquellas ocho bombas a la ciudad, y a un tiempo muchas balas incendiarias a su casería la batería de Santa Madrona, arrojando assimismo las demás baterías mucho fuego dirigido a la brecha, que ya tenían los sitiadores avanzada en el Baluarte de San Felipe, logrando las bombas, que apuntaron sus bombarderos al mismo baluarte algún daño hiriendo unos seys soldados de los nuestros.

Llegaron al muelle las fragatas de Mataró, Sitges, Vinarós y Vilanova cargadas de víveres, municiones y faxinas. Desertaron 11 suissos, que dixeron quería el enemigo dar assalto por la lengua de buey a la brecha del baluarte y línea de comunicación con 200 hombres por cada parte, lo que confirmaron dos sargentos, que nos vinieron de su campo.

A las nueve y media de la noche bolvieron las balandras a echar bombas a la ciudad, continuando el bombardeo hasta las 3 de la mañana en número de 149 que hizieron mucha ruina en las casas y edificios llegando más allá de la cathedral y en el huerto del convento de San Pedro donde se alargó un casco de una, que reventó en el ayre, y dos al Palacio Real, de cuyos estragos solo quedaron tres personas heridas. Al mismo tiempo arrojó a Monjuique des de sus baterías 350 bombas y una multitud de balas incendiarias de la batería de Santa Madrona a la ruina por toda la ciudad, quedando solamente entre muertos y heridos cinco alemanes y tres soldados olandeses.


Adelantan los sitiadores su brecha. Aplicación de sitiados en las obras de defensa. Surtida bien lograda de la plaza. Bombardeo a la ciudad con disparo de balas incendiarias.

Prosiguió el enemigo sus repetidos tiros al baluarte de San Felipe el 20, adelantando su brecha y cordón para acercarse más a aquel, pero no pudo perfizionar la batería, que intentava por el continuo fuego de las piedras y balas de nuestras baterías.

Aplicáronse los sitiados con todo calor en las cortaduras, perfizionar las minas y a todo lo demás, que conduzía a la defensa. Salió el capitán de guardia de dragones del regimiento del conde de Sizendorf don Jayme Carrera con un destacamento de 50 cavallos, azia la parte de Gracia, y passando las tropas enemigas a mudar la guardia de sus ataques, les imbistió con tal valor que mataron siete franceses y aprisionaron tres.

Las balandras prosiguiendo su exerzicio nocturno dispararon 145 bombas, cayendo una en el Palacio Real y muchas balas de artillería a la ruina de la ciudad, que la hizieron grande en sus casas, executando lo mismo en Monjuich con nueve morteros arrojando hasta unas 350, que nos bolaron seis barriles de pólvora, de cuyo estrago murieron seis ingleses y tres napolitanos. Duró este continuo fuego de mar y tierra des de las onze de la noche hasta las dos de la mañana. Al mismo tiempo los carpinteros y albañiles de la ciudad trabaxavan en el fosso una estacada donde quedaron algunos muertos y muchos heridos.

Tocose una arma falsa en la Puerta del Ángel en que acudieron puntualmente las compañías de retén con muchos de los moradores de la ciudad.


Avanza el enemigo por tres partes, y logra mucha parte de las obras interiores de Monjuique.

Las tropas enemigas governadas por el marqués de Aytona teniente general embistieron al 21 por tres partes, que fué por la lengua de buey, brecha y baluarte de San Felipe con 2.000 hombres por cada una (como lo atestiguaron antes los desertores que nos vinieron), y peleándose con grande brío, les rechazaron los nuestros con indecible ardimiento por dos vezes. Continuaron los enemigos sus avanzes, y aviendo cargado milord Dunegal con los inglés [sic] a los que venían por la lengua de sierpe, guarneziendo la de buey el sargento mayor de la Real Guardia Catalana don Ignasio Picalqués con tres capitanes de aquella, don Antonio Puig, don Joseph Moragull y don Domingo Perera con 250 hombres, que fueron cortados por los enemigos, que venían por la brecha, y confundidos nuestros soldados con sus contrarios en medio de la obscuridad de la noche, de manera que no se conozían unos a otros, lograron con esta turbación los sitiadores el ocupar mucha parte de la obra nueva con la herrería y almazén, en cuya funcción perdimos a milord Dunegal, que quedó muerto, el barón Glade sargento mayor del regimiento de alemanes, y el capitán de granaderos del mismo regimiento de ingleses, el capitán de guardia catalana don Domingo Parera, y quatro capitanes ingleses, quedando heridos don Ignasio Picalqués, don Antonio Puig, don Joseph Moragull, el capitán don Fernando Comes, don Felipe hijo del general Santaman, siete ofiziales del regimiento de olandeses y muchos soldados, que se cree llegaron al número de 300 los que quedaron prisioneros de unos y otros regimientos, no aviendo sido menos la pérdida del enemigo en los muertos, que quedaron en el campo de quién hazimos quareinta soldados prisioneros y algunos oficiales. Assistieron valerosos en esta funcción el mariscal de campo general conde de Ulefeld y el general Santaman.

El príncipe Antonio de Liecktenstein dió particular exemplo a los sitiados, viéndole recurrir tan a menudo la muralla, subir a Monjuich y dar las más prontas providencias tanto en lo político como en lo militar en defensa y conservación de la plaza.

Adelantose el assedio, y pareziendo que no bastavan las rondas de los ecclesiásticos, que comenzaron el día 5 del corriente dispuso la ciudad con el real beneplácito otras nuevas compuestas de dos ecclesiásticos, dos cavalleros, dos ciudadanos y algunos de los gremios, que circuían y rondavan día y noche hasta la retirada del enemigo.

Capítulo 46

Arrójanse los naturales sobre el enemigo para desalojarle de aquel puesto, poniendo todo el campo en arma. Peleas y escaramuzas que se subsiguieron de aquel echo.

Dispara fuertamente nuestro contrario su artillería y bombas des de aquel puesto al castillo. Agencian unos y otros el retirar los muertos. Éntrannos alguna gente, víveres y faxinas nuestras fragatas, que pelearon con lanchas armadas de su contrario.

Retírase nuestra gente del castillo de Monjuich, quedando solos 100 soldados. Reduzen con su fuego los contrarios aquel reducto a un montón de piedras, y le desamparan del todo los nuestros, ocupándolo el enemigo.

Habren dos aproches los sitiadores contra la plaza con tres cordones, que discurren de la montaña a la ciudad y baluarte de San Antonio, principiando los sitiados una buena cortadura por aquella parte comprehendidas las huertas de San Pablo.


Arrójanse los naturales sobre el enemigo.

Muchos paisanos de la plaza al veinte y dos impazientes del poco afortunado susesso de la noche passada de haver logrado el enemigo aquel ventajoso puesto dentro la obra nueva del fuerte de Monjuich, con grande ardor, zelo, fidelidad y cariño (aunque inmoderado) a la real persona del rey nuestro señor y defensa de la patria, pareziéndoles tener bastante corage y brío para desalojarle de aquel importante puesto, se encaminaron con sus armas al convento de San Pedro, y puestos en la real presencia de su magestad la representaron con el mismo fervor su valeroso intento, repitiendo muchas vezes que todos querían derramar su sangre y morir en su defensa y conservación de la patria, por lo que suplicavan humilmente a su real benignidad se dignara dar los órdenes convenientes para que quanto antes pudiessen executar su intento, y para obligar con mayor eficacia a que siguiesse más numeroso concurso, mandase salir las banderas de Santa Eularia y San Jorge patrones, en cuyo amparo esperavan la felizidad del susesso. Reconoziendo el rey nuestro señor que aquella súplica nacía del verdadero afecto de defender su real persona y de conservarse en su suave dominio, condecendiendo a sus ruegos, a fin de evitar mayores daños, les permitió lo que tanto dezeavan, y assí tomando la bandera de Santa Eularia el conseller sexto y la de San Jorge el diputado militar y real, seguidos de algunos oficiales de sus magistrados, llegaron en Monjuich con aquel grandísimo concurso en donde entraron fixando la de Santa Eularia en la obra vieja y la de San Jorge en la punta de la línea de comunicación junto a la obra nueva, y para que con mayor orden executaran la acción, nombró su magestad por comandante de dicha gente a don Jayme Puig de Perafita y a don Francisco su hijo. Acudieron algunos a tocar las campanas de la cathedral, San Jayme y del Pino solo a fin de convocar con mayor prontitud la gente, que no se hallava en noticia de resolución tan valerosa, y como en este frangente se jusgaze de ningún fruto sí de mucho daño el repique de las campanas, llegó el conseller en cap don Francisco Nicolás de San Juan a la cathedral acompañado de algunos cavalleros (movido de la obligación de su cargo para impedirlo): subió con su comitiva a la torre de la Seo (porque solo allí en esta ocasión se tocava) y hizo que cessasen, pero al baxar de dicha torre, subieron por el caracol de aquella, que es muy obscuro, tres hombres no conozidos, diciendo que avía de tocar dicha campana, y respondiendo el conseller que no avía de tocar, se disparó un arma de fuego, del qual tiro después de aver recivido la absolución y extrema uncción murió en el mismo puesto el conseller, y para que su muerte no llegase a noticia del pueblo (por el el [sic] inconveniente podía tener) retiraron su cuerpo en la misma torre en un aposento escondido donde estuvo hasta las 12 de la noche, que le llevaron a su propria sepultura.

Llegada que fué aquella gente con sus comandantes luego se dispuso para dar la embestida al enemigo, y aunque la persuadieron a que aguardase algunas tropas, que fomentaran sus avanzes, no quisieron detenerse, echándose con imponderable vigor sobre el enemigo, disparando con tanta bizarría, que aturdió de ver el atrevimiento con que a cuerpo descubierto llegavan a sus aproches. Algunos de sus regimientos se retiraron con mucho desorden y daño sacando de la fortificación tres estandartes que allá tenían fixados los enemigos, por ver tanta multitud de gente que de la ciudad subía a la montaña, de calidad que motivó a que todo el campo se pusiese en arma subiendo de él muchas tropas a los ataques, por cuya causa por hallarse el contrario tan fortificado en aquel puesto no pudieron conseguir desalojarle.

El choque duró desde las 9 del día hasta las 2 de la tarde. Los muertos por nuestra parte fueron algunos y los heridos muchos más, pero la del enemigo fué muy considerable.

El número de mugeres que con diferentes regalos de vino, agua, biscochos y otros comestibles subieron a aquel parage con ellos para refresco de los que peleavan causó asombro y mucha admiración. Ivan entre ellos en medio de la pelea, sin que el daño que padezían las unas intibiase el ánimo de las otras, siendo no menos ponderable hable la singular caridad de los ecclesiásticos en assistir a los heridos y en baxar a muchos a la ciudad con sus brazos para el remedio de sus heridas.

Al mismo tiempo fueron comandados quatro esquadrones de cavallería, dos del regimiento del conde de Sizendorf, governados por el coronel Riotort otro del regimiento de don Antonio Clariana, mandado por él mismo, y el último de ingleses, para diversión y cubrir los paysanos, que avían salido por la Puerta del Ángel y peleavan azia la Cruz Cubierta, y aviendo dado orden Riotort a don Antonio Godorno y a don Jayme Carrera que con su esquadrón fuessen a tocar a la gran guardia enemiga, que se hallavan en los molinos de viento arma, lo executaron con tanto valor que la precisaron a una precipitada huída, obligando a montar el regimiento de Berrí, que se hallava cerca Sans. Diéronse las cargas, y mesclados, llegaron espada en mano a cuchilladas, y aviendo muerto muchos de los enemigos, quedó mortalmente herido el coronel del regimiento de Berrí, y muertos cinco de los nuestros, y prisioneros dos.

Embió la ciudad que abundante refresco a Monjuich para los que pelearon y assistieron en su defensa, y igualmente a las puertas de Santa Madrona y del Ángel para aquellos que venían del combate.


Dispara fuertemente nuestro contrario su artillería, y bombas des de aquel puesto al castillo. Agencian unos y otros el retirar los muertos. Éntrannos alguna gente, víveres y faxinas nuestras fragatas, que pelearon con lanchas armadas de su contrario.

Era vehemente el fuego que arrojava el enemigo el 23 procurando con todo esfuerzo batir el castillo de Monjuich, echando al mismo tiempo muchas bombas, que abrasavan a los nuestros, que le defendían con tanto valor. Formó en la herrería o almazén este día una batería de seis cañones.

Por la mañana escrivió el general de Tessé por medio de un trompeta al mariscal de campo general conde de Ulefeld, dándole noticia de los prisioneros que los suyos avían echo en el avanze del día 21, pidiendo juntamente algún tiempo de suspensión de armas para retirar los muertos de una y otra parte, a que se respondió por dicho mariscal Ulefeld que estava muy pronto a condecender a lo que le pedía, como en efecto se executó por la tarde, y en el breve tiempo que se ocuparon en aquella diligencia, hallándose el general de Tessé en los ataques, embió a cumplimentar al mariscal conde de Ulefeld, que todavía se mantenía en el castillo, conteniendo su recado, que estando los dos tan poco distantes, se podían ver y ajustar en aquella ocasión el punto de los prisioneros, de lo que se escusó el mariscal Ulefeld, prudentemente, y con palabras de mucha urbanidad, diciéndole que la coyuntura de las cosas no le permitía dar gusto a su excelencia.

Al retirar los cadáveres se halló entre los demás el cuerpo de milord Dunegal muy maltratado con quatro heridas mortales.

Al mismo tiempo que espiró el plazo de la suspensión mandó el mariscal de Ulefeld dispararle al enemigo toda la artillería y morteros para darle a entender el brío y valeroso ánimo que conservavan los suyos, a que correspondieron las balandras arrojándonos 150 bombas, y una de ellas pegó fuego a las barracas de la capitanía general y derecho de guerra, fuera de la Puerta del Mar, que en poco tiempo las reduxo a cenizas, por ser todas de madera.

Vinieron esta misma noche las fragatas de Mataró, Vilanova, Sitges i Vinarós armadas de catalanes, escoltando una multitud de embarcaciones menores, que introduxeron a la plaza 500 napolitanos, víveres y faxinas, menos la gente que apresaron los enemigos, que teniendo prevenido un cordón formado con sus lanchas armadas a la entrada del puerto, que abrigavan dos navíos, peleando los nuestros con indecible valor, le rompieron varonilmente durando el combate dos horas continuas, y pudieron conseguir la entrada de nuestro muelle quatro cientos de aquel cuerpo con su teniente coronel don Juan Pagés y Senjust con muchos marineros, que los conduzían, pero quedaron los demás hasta el número de quinientos, unos presos y otros muertos aunque del enemigo fue mayor la pérdida por haverle echado a pique algunas de sus lanchas.


Retírase nuestra gente del castillo de Monjuich, quedando en él solo 100 soldados. Reduzen con su fuego los contrarios aquel recinto a un montón de piedras, y le desamparan del todo los nuestros, ocupándolo el enemigo.

Retírase nuestra gente del fuerte de Monjuich a la línea de la comunicación de aquel con la plaza a efecto de preservarse del grande fuego, y reservarla para la total defensa de la ciudad, quedando solamente en el recinto viejo 100 hombres, que bastavan para su defensa, respecto de ser muy reduzido.

Assistieron los individuos del brazo militar en los parages más peligrosos para assegurar la más vigorosa defensa, no dexando las puertas y baluartes, en los quales puestos, con particular desvelo, assistían dos en cada uno día y noche durante el assedio.

Prosiguieron al 24 los enemigos su disparo con el mayor esfuerzo y vigor para abrir de todo punto brecha en el baluarte arrojando assimismo tanta multitud de bombas, que mataron en el recinto del castillo 10 soldados y quedaron heridos 15, y una de ellas cayendo en casa del governador don Antonio de Villamediana (que acía pocos días que governava el castillo), fué herido de un casco y contra su voluntad le llevaron a la ciudad, encargando el mando a un capitán de su mayor confianza.

Este día no echó el enemigo bomba alguna en la casería de la ciudad, donde entraron algunos paisanos con 5 franceses, que les cogieron en sus proprias tiendas.

Empezaron los sitiadores a jugar al 25 una nueva batería, que formaron en la contraescarpa de la línea de comunicación compuesta de 12 cañones, y con las continuas bombas, y todas las demás baterías, que disparavan, no dexaron habitar a los soldados, que estavan de guarnizión en ni[n]gún puesto del castillo, y no pudiendo refugiarse en ninguna parte y preservarse de tan vehemente fuego, como y por haverse pegado fuego al maderage en que estavan resguardadas las municiones, que antes se avían mandado recoger, les ordenaron retirar sin retardo a la plaza por no perder tan valerosa gente, sin fruto alguno, quedando solo cinco soldados y un teniente, que se mantuvieron quanto se pudo, pero no siendo possible persistir más (reduzido ya aquel castillo o recinto a un montón de piedras) le abandonaron totalmente por el orden que se les prescribió, y assí fué ocupado del enemigo la misma noche, no disparándonos en toda aquella bomba alguna, por mar ni tierra.


Habren dos aproches los sitiadores contra la plaza con 3 cordones, que discurren de la montaña a la ciudad y Baluarte de San Antonio, principiando los sitiados una buena cortadura por aquella parte comprehendidas las huertas de San Pablo.

Empezaron los sitiadores al 26 dos aproches azia la plaza, principiando el uno des de la línea de comunicación a la parte del mar, y el otro baxo Santa Madrona cerca de la Cruz Cubierta, dirigiéndose a entramos al Baluarte y Puerta de San Antonio, haziendo assimismo sobre la montaña de Monjuich tres cordones, que encaminaron a la ciudad, bolviendo todas las baterías que tenían en Monjuich a los nuevos cordones. Empezaron a jugar des de allí quatro baterías para impedir los trabajos y obras de defensa, que con todo calor y aplicación proseguían los de la plaza en los lienzos de la muralla, que corre des de San Antonio a las Atarazanas.

Construió el enemigo al 27 dos nuevas baterías cada una de 10 cañones en los parages de la casa del Dotor Metge y campo de los Judíos, y otra de siete cañones a la parte de Santa Madrona para desmontar la artillería del Baluarte de San Antonio echando de ellas algunas bombas para impedir el trabaxo de la estacada y fosso, que perfizionavan los naturales por aquella parte a expensas de su magestad y de la ciudad.

Previendo los sitiados el designio de su contrario, de tirar a hazer brecha por aquella parte, empezaron una cortadura des de cerca de las torres de la Puerta de San Antonio hasta la de San Pablo (comprehendida la brecha que hizieron los ingleses) con toda la muralla, que por su mucha capazidad, fossos, estacadas y baterías que tenía se nombró la gran cortadura. Trabaxavan de día y noche en ella a más de los estipendiados muchos voluntariamente de todos estados, assí ecclesiásticos como seculares, a los quales la presencia del rey nuestro señor, que fué a visitarla les alentó en la continuación, mandando assistir su real familia con los que trabaxavan, y fue tal el calor que tomaron aquellos gastadores viendo la ayuda que su magestad les dava de los de su real casa, que despreciando los riesgos y evidentes peligros continuaron sin cessar un instante aquella obra tan importante, en que para tenerla concluyda con la mayor anticipación ajustaron más gente en aquella ocasió[n].

De la otra parte de la ciudad des de San Martín a la orilla del mar, formó el enemigo un cordón y junto a la lengua del agua, un fortín con su artillería para impedir los socorros de tierra y mar crusándose sus tiros con los de sus navíos, que guardavan las balandras.

Capítulo 47

Dispara el enemigo con dos baterías al lienzo de la muralla de San Antonio y baluarte, echando bombas y granadas reales, executando con todas y a su compaz las balandras una salva 3 vezes. Prosiguen los de la plaza el cordón de Capuchinos. Agencia el contrario acercársenos con la zapa a la contraescarpa. Salida de la plaza.

Entra el príncipe Henrrique por mar a la ciudad. Prosigue sus aproches el enemigo, que nos dispara de más cerca con tres nuevas baterías para hazer brecha, correspondiendo los cañones de la plaza, que le buelan 150 barriles de pólvora.

Aplicación de sitiados en limpiar de fosso de las minas, estendiendo los sitiadores la brecha a tiempo que echan balas incendiarias a la ciudad.

Cruel fuego de una y otra parte, logrando el enemigo tener con el suyo casi perfizionada la brecha y los sitiados muy avanzada la cortadura. Avisos de milord Peterboroug, que asseguran descubrirse de Tarragona navíos de la flota, con otros susessos.


Dispara el enemigo con dos baterías al lienzo de la muralla.

Al amanezer del 28 disparó el enemigo con dos baterías nuevas la una de más abaxo del campo de los Judíos y la otra de la casa del Dotor Metge, encaminando sus tiros al lienzo de la muralla entre la brecha que avían echo los ingleses y el baluarte de San Antonio, echando bombas y granadas reales a aquel puesto y muchas balas a la ruina de la ciudad, que duró todo el día.

Por la tarde a las 6 hizo la esquadra enemiga y todo su campo des de la parte de Besós hasta los quarteles de Monjuich una triplicada salva, disparando igualmente unas piezas de campaña que tenía divididas por todos los passos de la montaña delante Barcelona para impedir nuestro socorro, publicando que aquel triplicado disparo era en manifestación de la alegría de haver ganado Vandosma una batalla en Italia, como lo explicaron algunos desertores. Nuestra artillería jugó continuamente y desmontó algunas piezas de las baterías enemigas.

Aunque procuraron los sitiadores adelantar quanto pudieron sus trabajos al 29 para acercarse a la plaza, dispararon poco sus baterías, no obstante lo mucho que les molestava nuestra artillería, y en particular la de los baluartes de la punta del muelle y el del Rey a sus ataques, que formavan contra la plaza cogiéndoles de través la una dirigida al fuerte, que tenía en el campo de los Judíos, y la otra en sus aproches (como dixe). Prosiguieron los nuestros el cordón del convento de los capuchinos, que está en el medio del llano fuera la ciudad, en donde para guardar aquel importante puesto se pusieron algunos cañones menores, cuyos tiros por lo que ofendían mucho en sus tiendas al enemigo, les precisaron a retirarlas.

Fueron muchas las bombas que se nos dispararon a la noche para estorvar y impedir las obras de defensa, que se adelantavan con tanto calor y fatiga mayormente la de cortadura, prosiguiendo al mismo tiempo el enemigo las suyas para acercarse con sus ramales a la plaza, y no obstante su continuado fuego no experimentaron daño considerable nuestros gastadores. Advirtiose que los sitiadores avían formado dos baterías más baxo el convento de Santa Madrona, para hazer brecha al Baluarte de la Puerta de San Antonio.

Don Antonio Caracholi comandante de algunos 50 cavallos voluntarios, fué a embestir a su contrario en la parte de Sarriá, y después de aver logrado con mucho valor venzer algunos franceses, que dexó tendidos en su campo, se retiró con buena orden, por ver que iva cargando el enemigo con muchas tropas.


Entra el príncipe Henrrique por mar a la ciudad. Prosigue sus aproches el enemigo, que nos dispara de más cerca con 3 nuevas baterías para hazer brecha, correspondiendo los cañones de la plaza, que le buelan 150 barriles de pólvora.

A las dos y media de la mañana del 30 entró al puerto de nuestra ciudad con una fragata armada de algunos 60 ingleses el príncipe Henrrique Landgrave de Hassia, causando su arribo un singular alborozo a todos los vezinos, por el valor y vigilancia que ellos y todo el Principado tenían experimentado de su hermano el príncipe Jorge (que gloriosamente murió el día 14 de setiembre próximo passado en el avanze, con que felizmente se logró el rendimiento de Monjuich), y por las noticias que tenían de las funcciones militares en que avía dado muestras en todas partes, y particularmente en el sitio de Gibraltar de su singular valor, espíritu y ardimiento.

Continuó el enemigo sus aproches azia la plaza, empezando a disparar la nueva batería que tenía baxo Santa Madrona, con seis cañones, trabaxando incessantemente en perfizionar otras más cerca para hazer brecha, no cessando en arrojar bombas para impedir los trabaxos de la estacada que se hazía en nuestra estrada encubierta y la cortadura, a los que limpiavan las ruinas que hazían sus baterías.

Empezó el mayo, y al rayar el alba de su primer día disparó el enemigo con todo furor para hazer brecha de más cerca con dos baterías, una de 16 cañones y otra de 14, que con todas las demás hazían número de ochenta, tirando a carga cerrada unas y otras a la muralla, con muchos estruendo y ruina de aquel lienzo. Por la mañana se hizieron seis señales de la montaña, que eran los que nos avían de anunciar la venida de nuestra armada de mar con el socorro del desembarco, lo que no obstante dudavan muchos por ver que el viento era contrario, pero a la noche recivió su magestad una carta de milord conde de Peterboroug que le certificava estar la armada muy cerca.

El mariscal de campo general conde de Ulefeld y el príncipe Henrrique Landgrave de Hassia incessantemente davan las providencias para que con toda prestesa se perfizionasen las obras de defensa azí en la cortadura, que se formava en el Bastión de San Antonio, como en la otra grande de las huertas de San Pablo, disparando continuamente del Baluarte del Rey y de la muralla la artillería, y fué tan dichosa una bala, que tiraron de aquel, que bolándole al enemigo 150 barriles de pólvora y las demás municiones que tenía en sus baterías, y assimismo con la violencia parte de su artillería y artilleros, pegó fuego a los mismos cordones, de calidad que disparando antes con 15 piezas de aquella batería, solo lo executaron después con 10 cañones. Fué tanto el estruendo que ocasionó este accidente, que juzgando dentro la ciudad que el enemigo avanzava la brecha, acudieron los moradores en tanto número que al instante quedó coronada la muralla, cortadura y demás puestos, causando gran consternación al enemigo, que den de Monjuich lo estava reconoziendo.


Aplicación de sitiados en limpiar el fosso de las ruinas, estendiendo los sitiadores la brecha a tiempo que echan balas incendiarias a la ciudad.

Esta noche no echaron los enemigos bombas de mar, ni de las baterías de tierra, atendiendo solo a las obras de sus líneas y ataques, con cuyo sossiego pudieron los sitiados limpiar el fosso, quitando enteramente las ruinas que el cañón contrario avía echo en el Baluarte de San Antonio y en la cortina de la muralla en que habría su brecha.

Hizieron los italianos del regimiento de Castillone esta misma noche una salida de la plaza sobre los aproches del enemigo, que lograron felizmente por haverle precisado a desamparar parte de ellos, donde quedaron muchos muertos del contrario, prendiendo los nuestros un oficial y tres soldados con muchos instrumentos que de sus gastadores se llevaron, y a no aver cargado los sitiadores con muchas tropas, logravan el venzimiento de muchos más enemigos, y assí tomaron el expediente de retirarse sin pérdida alguna de los suyos.

Continuaron los sitiados su grande fuego a los ataques y baterías de su contrario, prosiguiendo assimismo las obras de sus cortaduras y demás defensas.

Todo el mayor conato del enemigo se reduxo el día 2 a habrir sus brechas, echando al mismo tiempo algunas balas incendiarias a la ruina de la ciudad, y se reparó que faltavan algunos navíos de su esquadra, incorporándose los dos que tenía frente al río Besós con los demás, que se hallavan a la otra parte de Monjuich donde tenía su desembarcadero. Por la tarde bolvieron los nuestros de la montaña a repetir señales de la armada.


Cruel fuego de una y otra parte, logrando el enemigo con el suyo tener casi perfizionada la brecha, y los sitiados muy avanzada la cortadura. Avisos de milord Peterboroug, que asseguran estar muy cerca la flota.

El fuego que se hizo de una y otra parte el día 3 fué mucho, esforzándolo el enemigo para ensanchar y allanar las brechas, que continuó en la noche con la mosquetería, y algunos cañonazos con bala menuda para impedir el reparo de aquella.

Como fuesse todo el conato del contrario en tener expedida la brecha para el assalto, era continuo su disparo para conseguirlo, y assí al 4 logró el enemigo mucha ventaja en la obra a que tanto anelava, lo que motivó a los de la plaza para que con el mayor calor y incessante aplicación trabaxasen en perficionar la defensa de la cortadura, en que concurriendo los príncipes de Liecktenstein y Henrrique Landgrave de Hassia, la familia del rey nuestro señor tantos albañiles y carpinteros, y otros estipendiarios se vió en breve muy adelantada aquella obra que tanto importava.

Hallávase el comandante general milord conde de Peterboroug en la montaña disponiendo el socorro con los generales que algunos días avía llegaron con algunas tropas de infantería y cavallería, y con mucha gente del país en aquel parage: capitaneada de la nobleza catalana, des de allí dió este milord la noticia, como avía recivido carta del enviado de su magestad bretánica Estanope, en que le dava cuenta de que avía llegado felizmente con la armada en Altea a 29 de abril y que muy presto se vería delante Barcelona.

No cessó de tirar al 5 el enemigo con todo vigor a la brecha, de calidad que casi la puso en disposición de assalto, para cuyo efecto previno gran cantidad de faxinas en sus ataques, y se acercó tanto a la estrada encubierta, que llegó a menos de tiro de pistola de ella.

Por nuestra parte se trabajava incessantemente en las obras de defensa, y con todo calor esta noche en poner una empalizada en la misma brecha, con mucha faxina y tierra para impedir el assalto, y se hizo la repartición de las tropas cerca la cortadura para estar más prontas si el enemigo hubiese intentado algún avanze. Estava prevenida la gran cortadura con dos baterías por los lados que las cerravan de 6 cañones cada una, dirigidas a la brecha, su fosso muy ancho y ondo, y en medio del (sic: de él) una estacada cubierta, y por su llano inmediato a la brecha avía muchas tablas con clavos de yerro al terrapleno siendo tan capaz su ámbito, que podían jugar dentro más de 300 cavallos. Avía a más de está grande prevención sobre la misma brecha, y lo restante del terrapleno de la muralla, que con unos torreones formados de tapia, se lograva que las baterías de la montaña de Monjuich no ofendiesen a la infantería, que estava defendiendo la muralla, ni en frente ni por los lados, ni podían desmontar nuestra artillería, y en caso de assalto les hubiere impedido fortificarse sobre la muralla, que era la operación más dañosa que podían executar.

Llegó un correo esta noche de milord conde de Peterboroug con el aviso de que algunos navíos de la flota se descubrían ya de Tarragona, y que él se iva a embarcar para venir con ella a nuestro socorro.

Capítulo 48

Acude animosa la gente del país a la montaña para el socorro de su rey. Prosigue el enemigo su vigoroso fuego. Repiten llamadas en la montaña. Salida de la plaza.

Passa su magestad a reconozer la brecha y cortadura. Executan ingleses otra salida. Retorna el ayudante general de su magestad con la noticia de que la flota se hallava ya muy cerca de Sitges. Repítese otra salida de la plaza. Zarpan las balandras francesas azia levante. Empréndese el desalojar al enemigo de la Torre de Regás. Continúan las llamadas de los de la montaña.

Desapareze la esquadra enemiga a la madrugada. Logran nuestras fragatas una presa de algún valor. Descúbrese nuestra flota al cabo del río Llobregat. Cántase el Te Deum y un solemne oficio en acimiento de gracias. Desembarca nuestra gente y generales. Recoge el enemigo sus tiendas, dexando algunos quarteles, con otros susessos.


Acude animosa la gente del país a la montaña.

Es inomprehensible el ánimo con que acudieron los naturales del Principado a la montaña para socorrer a su amado rey, y los gastos tan excessivos (cuyas summas no es fázil por ser tan grandes reduzirlas a guarismo), que hizo la provincia para mantener la gente en aquel puesto, y lo que esta contribuyó en la assistencia de víveres y demás mantenimientos para introduzir en la plaza, que ya empezava a necessitar de ellos.

Continuó el enemigo al 6 su vigoroso fuego dirigiéndolo a la brecha y ruina de la ciudad con balas incendiarias, haziendo a las 12 del medio día algunas humadas o señales des de Monjuich, por lo que los nuestros no se descuydavan en perfizionar quanto era possible la gran cortadura, como también la de dentro del Baluarte de San Antonio.

A las 9 de la mañana salieron dos esquadrones de cavallería del Regimiento Real de Dragones del conde de Sizendorf, a quienes mandó el general de batalla don Joseph Campredon se encaminasen azia San Martín para divertir al enemigo, y reconoziendo que era de mucha importancia el ocupar una casa que tenía guarnezida, mandó a don Jayme Carrera que la atacase, assistido de la gente que comandava el coronel Mas de Roda, don Antonio Desvalls con la suya, don Juan Bauptista Cortada y su hermano, el coronel Bach y el comandante Rau, con parte de sus fusileros, y lo executaron con tal valor, y denuedo, que lograron passar a cuchillo todos los enemigos que la guarnezían, poniendo en una ignominiosa fuga a un regimiento de infantería y tres batallones de cavallería, que intentaron socorrerles. Perdieron de aquel regimiento en su retirada muchos soldados, porque siguiéndole intrépidos y constantes los fusileros, dando sobre él la descarga, no le dieron tiempo a su contrario para poderse reazer, ofendiéndole mucho la abilidad del tirar tan acertado de nuestra gente pues no perdieron tiro alguno de los que apuntavan contra su enemigo. Venzido y dominado aquel puesto de la casa por los nuestros, dispusieron una fuerte guarnizión en ella de los mismos fusileros, y de una compañía de voluntarios montados, que mandava don Antonio Caracholí, que assimismo se halló en la funcción, retirándose la demás gente en el camino de la travesera.

Viendo el enemigo quan mal le avía salido este susesso, y que los nuestros se ivan reforzando con muchos voluntarios y paysanos, que salieron de la plaza, y que les molestavan ya sobrado, llegando hasta sus mesmas tiendas, puso en arma todo su campo y reforzó aquel parage de Gracia con muchos batallones de cavallería y esquadrones de infantería. Y observándose de la plaza que el contrario cargava sobre nuestra gente salió el príncipe Henrrique Landgrave de Hassia con tres esquadrones de cavallería de los regimientos del conde de Sizendorf, Clariana y ingleses a reforzarles, y aviendo llegado al camino de la travesera donde estava nuestra gente, se animaron tanto los paisanos, que a cuerpo descubierto fueron a buscar al enemigo a una casa, que distava solo un tiro de pistola de ellos, y aunque cargó sobre esta gente un esquadrón de cavallería del francés, se defendió y mantuvo el puesto con grande valor. Echáronse seis esquadrones más de la cavallería sobre los nuestros, que sostenidos por el príncipe Henrrique con tres esquadrones de voluntarios y fusileros, que ocupavan todas las márgenes de aquel terreno, se movió tan grande escaramuza, que después de averse disparado las carabinas y pistolas, se dieron de cuchilladas, que se vieron precisados a ceder al grande fuego y ardimiento de soldados y paysanos, retirándose con mucha pérdida de muertos y heridos, que llegaron según lo que desertores afirmaron a más de 300 hombres los que le faltaron al enemigo en aquel renquentro, no siendo los de nuestra parte más que 13 soldados los muertos y algunos heridos. Fueron muy buenos los despojos de que se supieron bien aprovechar nuestros paysanos.

Llegó con esta noticia el ayudante general de su magestad don Pedro de Almeyda, que por su real orden avía ido a saber como quedava el susesso, y como se supo era tan favorable, fue universal la alegría de todos los que entendieron las circunstancias que concurrieron en aquella operación.


Passa su magestad te reconozer la brecha y cortadura. Executan ingleses otra salida. Retorna el ayudante general del rey nuestro señor con la noticia de que la flota se hallava muy cerca de Sitges. Repítese otra salida de la plaza. Zarpan las balandras francesas azia levante. Empréndese el desalojar al enemigo de una casa. Continuan las llamadas de la montaña.

Salió su magestad a la brecha para reconozer la gran cortadura y demás trabajos de defensa con todo el acompañamiento de ministros generales y nobleza catalana aunque con sentimiento de muchos, por ver exponía su importante vida al evidente peligro de las bombas y granadas reales y balas que el enemigo arrojava incessantemente en aquel parage, porque era tal la fineza de los barceloneses con su rey y señor, que assegurada su real persona en la ciudad, tenían por cierta su vi[c]toria, como su desgracia en el peligro o ausencia de monarca tan finamente estimado.

Continuó el enemigo por la noche su disparo a la ruina de la ciudad, y aviendo assistido el príncipe Henrrique Landgrave de Hassia toda aquella en la gran cortadura y brecha, mandó quemar la barraca de madera que servía para pesar la leña fuera de la Puerta de San Antonio para que el enemigo no se pudiesse reparar en ella.

Executaron ingleses al 7 una salida de la plaza a los ataques de los sitiadores, y invistiéndole con denuedo y summo valor, obligaron a los que les defendían a una huida precipitada, de calidad que no solo desbarataron las faxinas y trabaxos, sí también hizieron prisionero al teniente de la artillería, quedando algunos franceses muertos y otros heridos.

Vino el ayudante general del rey nuestro señor don Vicente Xammar, que le avía embiado su magestad al generalíssimo conde de Peterboroug, embarcado en una faluca, con el aviso que la armada de los aliados llegaría sin falta este mismo día a Sitges, donde se hallava milord con grande vigilancia impaziente de que no huviesse llegado antes para embarcarse y introduzir el socorro tan dezeado a la plaza.

Sobre el medio día repitieron otra salida granaderos napolitanos a los mismos ataques, que tenían ya muy cerca de la estacada, y con las granadas que echaron pegaron fuego a las municiones de la gran batería enemiga, viéndose bolar por el ayre vastimentos de artillería, artilleros y muchos franceses, en cuya funcción quedaron de los nuestros dos muertos y algunos heridos, pero fué muy mayor la pérdida de los sitiadores, que llegó a 300 entre muertos y heridos.

A las quatro de la tarde se arrimó un navío enemigo a la capitana de su esquadra, y luego esta hizo señal con su disparo de artillería para ponerse a la vela reparándose al mismo tiempo que los dos navíos que cercavan el passo de la costa por la parte de Besós, se pusieron en marcha con las balandras azia levante, siguiéndoles algunos quatro o cinco del cuerpo de la esquadra, y se discurrió generalmente con las antecedentes noticias, que se tuvieron de que sus guardias adelantadas avían descubierto nuestra flota, y más poderosa de lo que ellos juzgavan.

A las 6 fueron los fusileros de Jesús, Capuchinos y mucha gente del país voluntaria a desalojar al enemigo de la Torre de Regás sostenidos de alguna cavallería, y peleándose mucho en esta ocasión, murieron muchos de los contrarios, quedando assimismo algunos heridos, pero perdimos al capitán de guardia de dragones don Pedro Texel, que comandava su batallón, que murió de una bala de artillería, de las muchas que el enemigo disparó de sus quarteles.

A las siete de la tarde hizieron los nuestros des de la cumbre de la montaña seis llamadas (que era la señal que se avía de hazer quando se descubriría la armada), correspondiendo a las primeras llamadas tres salvas con tal orden y tanto número de tiros, que horrorisó a los sitiadores, repitiendo otra igualmente a la noche.


Desapareze la esquadra enemiga a la madrugada. Logran una presa de algún valor nuestras fragatas. Descúbrese nuestra flota al cabo del río Llobregat. Cántase el Te Deum y un solemne oficio, en acimiento de gracias. Desembarca nuestra gente y generales. Recoge el enemigo sus tiendas, dexando algunos quarteles.

Al amanezer del día 8 desapareció la esquadra enemiga y lograron nuestras fragatas de Mataró, Sitges y Vilanova tomar tres ganguiles franceses con un coronel y otros de la misma nación, que venían de levante y el cargo que avía en ellas, consistiendo en nueve cavallos, mucho equipage, trigos y otros víveres.

Descubriose nuestra flota al cabo del río Llobregat, muy pomposa en número de 53 navíos de línea y muchos otros de transporte, cuya vista fué de summo regosijo por los sitiados, con ocasión de verse la plaza con el enemigo en punta de la contraescarpa del baluarte en San Antonio, y delante de la brecha, celebrando el socorro a tiempo tan oportuno. En reconozimiento del favor con que la Divina Providencia avía atendido a la justa causa de su magestad, mandó exponer el santíssimo patente en la iglesia de San Pedro de las Puellas, donde con su real assistencia y de toda la Corte, y inumerable concurso de la ciudad, se cantó el Te Deum y un solemne oficio en acimiento de gracias por tan especial beneficio.

Desembarcó el generalíssimo milord conde de Peterboroug, el barón de Wassenar, el general Wils ingleses, el cavallero Leack, general conde de Noyel, y el general Palm olandeses, con 3.000 infantes, a cuya funcción salió su magestad a cavallo al mismo desembarcadero (demonstrando lo mucho que apreciava el importante socorro de los aliados), y encaminándose todas las tropas a la Rambla para poderlas conduzir más presto des de allí a la brecha y cortadura, por si acaso el enemigo intentara algún avanze, fué su magestad subseguidamente a verles esquadronados, donde huvo grandes aclamaciones del pueblo y presidio con muchas enorabuenas, que se repetían unos a otros por aquella dicha de haver llegado tan a tiempo y sazón el socorro de la plaza.

Advirtiose al mismo tiempo que el enemigo recogía sus tiendas de la parte de San Andrés de Palomar hasta el convento de Gracia, dexando aquellos quarteles, que se incorporaron con todo el cuerpo de su exército, que se hallava apostado en Sarriá, Sans y a la montaña de Monjuich. Dixéronnos seis desertores, que vinieron a la plaza, que los enemigos se davan por perdidos faltándoles el amparo de su esquadra y viendo nuestra flota tan poderosa delante.

Continuose por la noche el desembarco de la gente hasta el número de 8.000 hombres, que se pusieron de retén en la misma Rambla para estar más cerca de la brecha, caso que el enemigo de desesperado intentasse algún assalto, que nos disparó algunos cañonazos de sus baterías, arrojando algunas bombas, a cuyos tiros respondieron los nuestros con toda gallardía, arrojándole muchas piedras de los morteros, sin cessar la mosquetería en su fuego dirigiéndole a sus ataques y líneas más inmediatas a la muralla.

Capítulo 49

Logran voluntarios desalojar al enemigo de un fortín. Hostilidades e incendios que este executa, echándonos algunas bombas y balas a la ruina.

Vehemente fuego el de sitiados. Arrojan muchas bombas los de afuera. Disparan nuestras baterías al ataque. Quema el enemigo los cestones y faxinas de sus líneas y ramales. Diligencia acertada del príncipe Henrrique en Monjuich detiniendo no bolasen las minas de su fuerte.

Adelanta el enemigo su marcha azia el Coll de Moncada, picándole la retaguardia los paisanos y voluntarios, que le toman cañones y morteros con algunos equipages. Especificación o distinta relación de los pertrechos, municiones, víveres y equipages, que dexó nuestro contrario en el campo que ocupava.

Prosigue su marcha el enemigo al Ampordán, quemando, robando y talando sin perdonar a los templos y vasos sagrados, lo que paga con pérdida de muchos de los suyos.

Manda su magestad se executen los actos devidos a la iglesia con una processión general y un Te Deum que se cantó con su real assistencia.

Primo
Logran voluntarios desalojar al enemigo.

Salieron algunos voluntarios de la plaza al 9 para desalojar al enemigo de un fortín que avía construido junto a la montaña de Nuestra Señora del Coll, y haviéndole embestido con singular valor, lograron con felizidad el intento. Treinta y nueve desertores nos vinieron de su campo, y todos conformaron que el enemigo quería dar un avanze a la plaza, des de donde se vió manifestamente que juntava sus quarteles en Sarriá y sobre el convento de Gracia, tomando el terreno hasta la falda de Monjuich.

Rabioso nuestro contrario de no poder salir con la demanda operó muchas hostilidades, pegando fuego a las mayores casas del llano de Barcelona, dexando el passo comunicable con la plaza des del Coll de Moncada hasta el convento de Gracia, en que entraron algunos paysanos con dos pedreros o artillerías pequeñas, que la avían tomado en el Mas Guinardó.

A la noche echó algunas bombas y balas a la ruina de nuestra gran cortadura, disparando los de la plaza vigorosamente a sus ataques y a las obras, que executó para fazilitar su avanze.


Vehemente fuego el de sitiados. Arrojan muchas bombas los de afuera. Disparan nuestras baterías al ataque. Quema el enemigo los sestones y faxinas de sus líneas y ramales. Diligencia acertada del príncipe Henrrique en Monjuich deteniendo el no bolar las minas de su fuerte.

Fué vehemente el disparo que hizieron los sitiados al 10 a los ataques de su contrario, y muy lento el que este executó contra la plaza. Pilláronle los paisanos 150 bueyes, que tenía para el sustento de sus tropas.

Disparonos a la noche des de la montaña de Monjuich con 9 morteros cantidad de bombas, dirigidas todas al Baluarte de San Antonio y Rambla, correspondiendo los nuestros con igual fuego contra sus ataques.

Al rayar del alba del 11 estando ya perfizionada y en todo punto nuestra gran cortadura con sus flancos y dos baterías, dispararon los nuestros animosamente a los ataques más inmediatos de la plaza, pero el fuego que nos hizo el enemigo fué muy poco.

Por la tarde se observó que los sitiadores hazían muchas llamadas, subiendo sus tropas a la parte de Gracia, donde las imbistieron los de la montaña con algunos voluntarios, que salieron de la plaza, dándoles fuego por una y otra parte con algún daño de los enemigos, y ninguno de los nuestros. Prosiguió en las llamadas de las cinco de la tarde hasta las 10 de la noche, quemando a un tiempo las faxinas y cestones de sus ataques, cordones y casas de campo que tenía ocupadas, dando evidentes señas de su retirada.

El príncipe Henrrique Landgrave de Hassia, que se lo estava mirando des de la brecha, mandó salir algunos oficiales a reconozer los aproches de su contrario, y bolviéndole con el aviso de haverles hallado sin gente alguna, mandó hazer la misma diligencia en Monjuich, con la prevención de observar si se hallarían las minas que dixeron algunos desertores havían echo para bolar aquel fuerte; logrose esta diligencia tan a tiempo, que encontrando muchas cuerdas encendidas en las que tenía laboradas en la parte de poniente, se evitó que no bolasen aquellas, pero no se pudo conseguir de las que avía en la parte de la ciudad por estar tan adelantado el fuego, de calidad que su estruendo y ruina fue muy notable en toda la ciudad.


Sube el príncipe Henrrique a Monjuich. Adelanta el enemigo su marcha azia el Coll de Moncada picándole la retaguardia. Los paisanos y voluntarios, que le toman algunos cañones y morteros con algunos equipages. Distinta relación de los pertrechos, condiciones, víveres y equipages que dexó nuestro contrario en el campo que ocupava.

Subió el príncipe Henrrique a Monjuich después de haver echo anticipar a aquella montaña don Manuel Desvalls y a don Carlos Ribera (que le assistieron siempre) a observar como quedava aquella fortificación.

Advirtiose de la plaza al amanezer del día 12, que el enemigo tenía adelantada su marcha azia el Coll de Moncada, y que su retaguardia se hallava cerca del Mas Guinardó, donde le embistieron los fusileros, paysanos y voluntarios de la ciudad y de la montaña con tal corage, que les precisaron a dexar algunos cañones de campaña y algunos carros, y a poner en orden toda su retaguardia para defenderse, y sobreviniendo en esta ocasión, que era cerca las nueve de la mañana, el horroroso eclipse del Sol pasmados unos y otros de la obscuridad sin discurrir la causa suspendieron el combate, con lo qual prosiguió el enemigo su marcha, dexando grande número de muertos en el campo. Y es bien cierto que si nuestra gente hubiesse logrado a tiempo el abrigo de la cavallería, que después se mandó salir de la plaza, conseguía el venzimiento y derrota de la mayor parte de la retaguardia, pero se aprovechó de muy buenos despojo sin dexar de proseguir en la ofensa de su contrario, siguiéndole continuamente a su marcha, que precipitadamente executava.

Desaparecieron los enemigos de la vista de la ciudad, lo que celebraron con summo regosijo sus vezinos, que sin retardar en numeroso concurso salieron a ver como quedava el campo que aquellos ocuparon, quedando admirados a la cantidad de pertrechos, municiones y víveres que en él avían dexado, y reconoziéndolo con particular atención para dar distinta e individual noticia a su magestad, refirieron (como después se averiguó por los mismos generales), que consistía por mayor en 106 cañones de bronze bien montados, 27 morteros del mismo metal, algunos con sus caxas de hierro; más de 5.000 barriles de pólvora, 500 barriles de balas de fusil y mosquete con una muy crecida cantidad de plomo, poco más de 2.000 bombas, 10.000 granadas reales, inumerables granadas de mano, 8.000 picos, palas y zapos [sic], más de 40.000 balas de artillería, 16.000 sacos de arina con grande cantidad de trigo y avena, más de 10.000 pares de zapatos, muchos hornos de hierro, la botica bien abastezida de todo género de medicinas para los enfermos y heridos, de los quales dexó abandonados más de 500 en el convento de Gracia, con otros muchos pertrechos y equipages que todos los días se ivan descubriendo en diferentes partes del recinto de su campo, que a no haverlo visto parezía impossible, deviéndose bien inferir el temor y perturbación que el duque de Anjou con los dos exércitos executó tan ignominosa fuga o retirada.

4
Prosigue su marcha el enemigo al Ampordán, quemando, rogando y talando, sin perdonar a los templos y vasos sagrados, lo que paga con mucha pérdida de los suyos.

Fué prosiguiendo su marcha el enemigo dirigiéndola al Ampurdán quemando y executando las mayores hostilidades que pudo sin perdonar lo sagrado de los templos, talando la campaña, derramando el vino, azeyte y destruyendo todo lo que avían dexado los paisanos en sus casas, que abandonaron con sus familias para assistir y aumentar el número de los que picavan la retaguardia, como lo executaron con tal vigor y ardimiento, que le ocasionaron a su contrario grandes daños y mucha pérdida de bastimentos, carros, cañones y un mortero, que les precisaron a dexar en la Villa de San Celoni.

Le fué al enemigo muy sensible y fatal esta retirada, no solo por los heridos y muertos, sí también por la falta de víveres que tuvo hasta llegar a los extremos del Ampurdán y pizar los dominios de la Francia, que por su llanura y copia de cavallería dexaron de perseguirle los paysanos, aunque no olvidaron en aquel parage de tocarle muchas armas, logrando muy buenas funcciones y despojos, de calidad que des de su retirada del llano de Barcelona hasta llegar a la frontera de la Francia perdió 4.000 hombres entre muertos y heridos, que con los que le faltaron en el assedio de Barcelona, que fueron 8.000 lo menos según la opinión de todos, llegaron unos y otros al número de 12.000 hombres consiguiendo el rey nuestro señor triunfar de su competidor a costa solamente de algunos 2.000 entre soldados y paisanos, parte muertos y parte heridos y prisioneros.


Manda su magestad se exerziten en la iglesia los correspondientes actos a esta gloria por medio de una processión general que se hizo cantándose el Deum en acción de gracias y un solemne oficio en la cathedral.

Quiso su magestad, como tan cathólico y piadoso monarca, el que se hiziessen públicas demonstraciones por lo que el altíssimo y soberano Dios avía obrado en la justicia de su causa, y de sus fidelíssimos vassallos, y para manifestar esta deliberación de su real ánimo, mandó al vicario general del obispo, que lo dispusiese en un edicto por toda la ciudad en la forma siguiente.

Que el viernes a 14 del corriente se expusiesse el santíssimo patente en la iglesia cathedral, y en las demás de la ciudad, y que a modo de rogativas se rezasen las letanías mayores, y en la hora más oportuna con una plática espiritual se exortase al pueblo a dar las devidas gracias y reconozidos obsequios a la magestad divina por los grandes favores y particulares beneficios que liberal avía repartido en la libertad de aquel Principado y gloriosa defensa de su capital Barcelona, y para que se dignase proseguir sus divinas maravillas, se preparasen todos por medio del sacramento de la penitencia confirme enmienda de la vida, y que el sábado a 15 se hiziesse una processión general de rogativas (como se executó) saliendo de la iglesia cathedral, en que se llevava adelante el Santo Christo de la Cofadría [sic] de la Sangre de Jesús y el tabernáculo de la Virgen de la Concepción en el lugar acostumbrado, assistiendo su magestad, el obispo de Solsona don Guillermo Goñorons, que llevava el gremial con seys abades vestidos de pontifical, el cavildo, clero, religiones, los conselleres, que llevavan el palio, deputados, protector del brazo militar y toda la nobleza estrangera y del país. Llevavan los gremios velas encendidas en la mano. Con este orden y reglamento transitó esta processión a la capilla de la gloriosa Virgen de Monserrate donde se cantaron las letanías mayores, y des de aquella hasta la de Nuestra Señora de la Concepción que se halla construida en los claustros de la misma cathedral, fue su término y fin, en donde se cantó la propria letanía de la virgen y señora nuestra, y en ella subsiguientemente con la assistencia de su magestad el Te Deum, tocando todas las campanas de las iglesias de la ciudad, que durante el sitio no lo executaron, y al mismo tiempo disparó tres vezes la artillería de la plaza y toda la que dexaron los enemigos en sus cordones. Celebrose la missa de pontifical con mucha solemnidad, y igual concurso, quedando todos contentos, alborozados y edificados de la devoción con que se executó aquel piadoso acto.

Este es en summa un mal ideado periodo del immenso valor, imponderable fineza, acreditada constancia y cariñosa diligencia con que la magestad del rey nuestro señor CARLOS Tercero assistió, favorezió y asseguró a sus fieles y primeros vassallos. Un corto obsequio de la fidelidad catalana en defensa de su rey y patria, una ceñida demonstración de la militar gloria de las tropas de su magestad, de sus aliados y naturales del Principado de Cataluña, con que devía coronarse la obra que comprehende este libro de los susessos que precedieron, y mi insuficiencia y cortedad emprendió a impulsos del amor y constante zelo que conservo al emperador y rey nuestro señor, que es lo que únicamente puede disculpar mi osadía y persuade a mi poquedad, lo entenderá assí el savio le[c]tor dissimulando las imperfecciones de esta narración y falta en el estilo devido que aquella no pudo alcanzar.

Fin