Capítulo 22

Desemboca el de Pointí con su esquadra el estrecho y aferra en nuestra baya.

Aplicación de sitiados en sus obras de defensa. Quedan ya montadas todas las piezas de la real batería.

Desembárcanle al Villadaries artillería y pertrechos. Salidas de la plaza.

Las lluvias y temporal no le permiten al enemigo emprender operación alguna. Pertréchase con algunas piezas el Muelle Viejo. El primer disparo de la real batería produze a los sitiadores summo daño en los ataques. Lento fuego el del contrario y grande el de la plaza, que destruye las obras delanteras. Ocupa la guarnizión sus puestos con rezelo de avanzes.

Primo

Desemboca el estrecho el de Pointí.

Amanezieron juntos el día 26 y la esquadra del barón de Pointí, quien después de aver entrado en la baya al medio día, dió fondo frente la plaza a buena distancia del campo de los enemigos. Consistía su esquadra en 19 navíos y otras menores embarcaciones: eran los 16 de guerra y los demás de transporte.

Su venida no causó en los de la plaza desaliento por entonces, de calidad que dándose providencia en fuerzas de aquel nuevo subsidio que le llegava al enemigo para estrecharnos a todo lo que conduzía por mar y tierra, se puso toda hechura en reduzir la punta de Europa a toda defensa, y al Muelle Nuevo para qualquier improviso assalto que por aquella parte intentase el rezién venido huésped, cuyas ideas previendo los de la plaza, que podían dirigirse igualmente a la quema de quatro vaxeles que nos quedavan en el muelle, procuraron frustrárselas mandando ponerles en una fuerte y vigorosa resistencia, como se executó, doblando su guarnizión.

En la montaña y puestos más peligrosos se añadieron nuevas sentinelas a fin que no tuviera el enemigo lugar de valerse de nuestro descuydo para intentar alguna acción contra la plaza.

Este día montaron los sitiados a la gran batería las demás piezas de que avía de componerse, quedando con esto en estado de poder jugar para siempre y quando el príncipe lo mandara.

La ocupación del enemigo se reduxo a llevar al embarcadero las piezas que en sus baterías le avía hecho inútiles nuestro fuego, que por la noche inquietó bastantemente sus trincheras con un buen número de granadas que se le dispararon.

Participose este día a su magestad (que Dios guarde) el arribo de la esquadra del de Pointí en aquella baya por medio de una tartana que se despachó al Faro con pliegos del príncipe y otros cabos.

Aplicación de sitiados en sus obras de defensa. Quedan ya montadas todas las piezas de la real batería. Desembárcanle al Villadaries artillería y pertrechos. Salidas de la plaza.

Ancorada la armada enemiga al 27 salieron para cruzar la boca del estrecho de orden de su comandante solos dos navíos: 16 tartanas llegaron poco después de Ceuta, y otras partes, que como se observó de la ciudad le desembarcaron cantidad de pertrechos al enemigo, y con ellos parte de artillería, que tanto tiempo avía que esperavan. La de los sitiados continuó a jugar como lo avía echo hasta allí, impidiéndole el trabaxo de su nueva nueva batería con el fuego de muchas granadas, que con sus morteros le dispararon no obstante las quareinta bombas, que enderezaron a la plaza para estorvárnoslo.

Nuestros voluntarios, que de días atrás instavan la lizencia de executar sobre las líneas del enemigo una salida, la consiguieron y executaron esta noche con tanto garbo, que embistiendo con una intrepidez nunca vista las que tiravan azia la Redondela y su brecha superior, obligaron al contrario a que las desamparara de todo punto, y con esto le quitaron hasta unos 16 gabiones sin pérdida de su parte.

Todavía desembarcava parte de sus piezas el 28 quando los sitiados acabaron de dar la última perfección a su grande batería, en cuya atención se dió orden a todos los oficiales y demás de la plaza para que ninguno se desnudase y estuviesen todos prontos a la primera señal de la campana del castillo, haviéndose privado el toque de las demás de la ciudad.

Con ocasión de haverse movido un viento muy rezio, repitieron los voluntarios otra salida, con que lograron igualmente destruir parte de la línea frontera del enemigo, quitando passados de 20 gabiones a fuerza de brazos, de la trinchera, sin que pudiera impedirlo ni el fuego que hazían los que los las guardavan ni la vigilancia con que escarmentados de antemano vivían a su resguardo.

Diez bombas nos disparó esta noche a que respondió la plaza con un buen número de granadas según costumbre arrojadas de los morteros manuales de la real batería.

Las lluvias y temporal no le permiten al enemigo emprender operación alguna. Pertréchase con algunas piezas el Muelle Viejo. El primer disparo de la real batería produze a los sitiadores summo daño en los ataques.

Entró el marzo y con él un temporal tan desecho de viento y agua, que destorvó al enemigo el emprender operación de monta, y en efecto solo nos disparó este día con dos piezas de una de sus dos baterías contra nuestra cortina.

En el Muelle Viejo se mandaron añadir algunas piezas a fin de que le hallara el enemigo bien artillado, caso que intentase por aquella parte alguna irrupción.

Eran las 3 de la tarde quando echa la señal a nuestros botafuegos comenzó la gran batería con el estruendo, ruido y furor que puede pensarse, a darle a entender al enemigo el brío, ardimiento y corage con que renovavan los de la plaza el marcial aliento, que hasta allí avían mostrado en la larga y prolixa resistencia que le avían echo.

Esta funcción, que fué para los sitiados una de las célebres que durante el sitio se ofrezieron, la acompañaron los oficiales del presidio con assistencia del príncipe en repetidos brindis de bevida de Ponch, que dirigieron a sus magestades cathólica y británica, y fue intitulada La gran batería de la reina Ana de Inglaterra.

No hay términos con que ponderar la admiración que causó a los enemigos su disparo assí por la [sic] impensado, como por lo rancoroso de aquel metal: eran 15 piezas grandes las que la componían. Continuaron toda aquella tarde a jugar unidas al mismo tiempo que las del Muelle Viejo y bastión de San Pablo prorrumpían igualmente en fuego con su estruendo contra las trincheras de los de afuera, que aturdidos se escondían de calidad que no parezió en toda aquella tarde enemigo alguno sobre los ataques, cuyos gabiones y reparos quedaron tan maltratados de esta vez que no pensó en otro por entonces nuestro contrario que en remplazarles, de forma que mandó cessar totalmente su disparo, quedando desmontado uno de sus cañones por el nuestro según relación de los españoles que den del Salto del Lobo se lo miravan. Ocho bombas nos disparó por la noche y cien granadas le arrojamos en retorno.

La esquadra enemiga no hizo movimiento alguno este día, solo dos navíos quedaron sobre el estrecho de sentinela en resguardo.

Lento fuego el del contrario y grande el de la plaza, que destruye las obras delanteras. Ocupa la guarnizión sus puestos con rezelo de avanzes.

Acabó el adversario de sacar su artillería el día 3, en que ni fué mucho su disparo ni al adelantamiento de sus líneas fué alguno. La plaza tiró mucho, derribando y descomponiendo gran parte de sus obras delanteras echando por tierra muchos de los gabiones que poco antes avía puesto para su resguardo.

Observose por nuestras sentinelas, que guarnezían los sitiadores su ataque con mucha gente por la noche con la pequeña luz que les escaseava el tiempo, y se divisaron tres navíos a la vela, por cuyo motivo se repartió toda nuestra gente por los puestos acostumbrados sin ruido afín que no nos hallara desprevenidos para la defensa nuestro competidor.

Un navío de los de su esquadra logró la fortuna de apresar otro olandés de mercancía al desembocar el estrecho.

En la punta del Carnero pararon ancorados todo el día quatro, diez navíos franceses que nos amanezieron en aquel puesto al rayar el alba. Al medio día aportaron allí otros ocho, de quiénes los cinco entraron en la baya, quedando los restantes en alta mar.

El remplazo de las piezas de sus baterías no le dió lugar al enemigo para adelantar este día sus trincheras, bien que si a los de la plaza el poco fuego que les hazían los de afuera, de calidad que lograron el plantar algo más arriba del castillo una pieza de 36 libras de calibre con que se experimentó se les hazía notable daño a los sitiadores ya aquel día.

De los cavallos que se hallaron en la plaza, se formó un esquadrón de quareinta granaderos que le montaron para defender el importante puesto de la punta de la Virgen de Europa en caso intentaran por aquel lado algún desembarco los navíos de la esquadra enemiga.


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