Capítulo quarto

Feliz combate de la flota de los aliados con la francesa.

Emprende Villadarias el sitio de Gibraltar.

Previénese el príncipe Jorge Ladgrave de Hassia para la defensa.

Entra el barón de Pointí con su esquadra francesa a nuestra baya.

Primo

Feliz combate de la flota de los aliados con la francesa.

En tanto que se discurría assí de ambas partes el de Tolosa, que avía ya salido a mediado julio al mar con una buena armada y con orden positivo de chocar con la del almirante Roock, que a la sazón se hallava ancorada en la baya de Gibraltar, se dexó ver no lexos de ella a los 27 de agosto. Avisó el achero del descubrimiento con la generalidad de que se v[e]ían al levante des de la atalaya hasta unas 66 velas poco más, y algunas galeras. Con esta noticia, que se le participó luego al Roock, y le confirmaron los navíos guarda costas, que vinieron subsiguientemente, se aprestaron los de nuestra flota, embarcándose unos mil marineros que avía en la plaza para su mayor resfuerzo. Salieron de nuestra baya con tal impaziencia y furor que calando velas y dexando nuestro puerto con la confianza de que quedava bastantemente resguardado estando la plaza a los órdenes del príncipe, que la comandava, se fueron a todo trapo para el Tolosa, a quien avistaron poco después sobre la altura de Málaga. El francés apenas nos huvo descubierto, trató de retrozeder algún tanto, bien que al disparo de un tiro de nuestra almiranta se creyó le provocávamos para el choque, que de otra suerte reusava, y assí encarándonos sus proas se vino azia nosotros con ánimo de no huirnos el cuerpo en manera alguna, de forma que estando ya a trecho comenzó a dispararnos con el cañón de calidad, que parezía que se transtornava la esfera con el estruendo. Respondieron los nuestros con aquella gallardía y puntualidad que saben executarlo ingleses y olandeses en semexantes funcciones; unos y otros pelearon tan desesperadamente como si de la decisión de aquel echo dependiera la del imperio del mar. Los franceses, que se avían formado en medio círculo luego se vieron puestos en desorden, y a no aver sido las galeras que les sostuvieron no era practicable poder aguantar el grande fuego que se les hazía.

El choque fué sangriento, duró poco más de seis horas y hubiera durado más a no ser que el viento, que les era contrario a los nuestros, no les dió lugar para continuar la vitoria. Siguiéronla con todo hasta que la noche les quitó de las manos la ocasión.

Durante lo más rezio del combate dispusieron los ingleses algunos navíos, que arrojaron bombas, como lo hizieron, y fué esta la primera vez que se vió de flota a flota semexante invención.

Dispuso el francés sus cinquenta y dos navíos y las veinte y quatro galeras al principio del combate con este reglamento. El lugar teniente general de la esquadra blanca y azul, marqués de Villete, que comandava la vanguardia, tenía en su segunda línea al duque de Turcis con sus siete galeras y cinco de España. Comandava el cuerpo de batalla el conde de Tolosa con su esquadra blanca, existiendo en su segunda línea el marqués de Royé con quatro galeras, comandando el marqués de Langeron la retaguardia con su esquadra azul, y ocupando su segunda línea el marqués de Turvillé con sus ocho galeras, teniendo después cada almirante su vice y contraalmirante.

Aunque la flota de los aliados se componía de cinquenta y tres vaxeles contándose los brulotes, no se hallaron en la funcción más que unos quareinta y seis, porque como las maduras reflexiones y largas experiencias del almirante Roock previniesen los accidentes que podían acontezer en empeño tan crítico y consequente, mandó a los navíos Sivalou, Panté Lolarch, Neueport y brulotes se mantuviesen sobre el viento de nuestra armada, como lo executaron, para que si suzediese que la vanguardia de los enemigos se pusiese al través de nuestra línea con sus galeras pudiesen aquellos hazer alguna diversión.

Avanzó nuestra flota sobre la enemiga llevando esta ordenanza. El almirante Roock y los contraalmirantes Bings y Dilkes ocupavan el cuerpo de batalla. Los cavalleros Cloudeslí, Schovel y Leack dirigían la vanguardia y el almirante Callemberg con sus navíos olandeses.

Esta batalla fue tanto más gloriosa por los aliados quanto más excedió el número de cañones de su contraria. Eran seis cientos los que contavan más los navíos del enemigo en sus buques añadiéndose a favor del de Tolosa la ventaja de faltarnos en medio del combate un destacamento, que havía echo nuestro almirante de seys vaxeles ingleses y quatro olandeses, comandados por el almirante Vanderdusen, lograr assimismo al fuerte de la pelea la gente de refresco, que subministravan las galeras, hallarse igualmente bien limpios y expeditos sus buques lo que faltava a nuestros navíos por no aver tenido la ocasión después, que salieron de sus puertos, y últimamente no le fueron poco alivio al francés las galeras, pues logró el beneficio de que le remolcavan los vaxeles maltratados del combate.

Discurran ahora los que an querido decir que quedó indeciso el campo por quien estuvo la vitoria. Lo cierto es que los enemigos sobre haver perdido algunos navíos y dos galeras que echaron a fondo nuestras baterías, se retiraron a lo mexor del choque, teniendo favorable el viento. Que aviéndoles provocado por segunda y tercera vez para la batalla nuestro almirante, retrozediendo en toda forma la reusaron escarmentados sin querer nuevamente entrar en funcción, quizás por no verse con la ignominia de notoriamente venzidos. Que nuestra armada estuvo por mucho tiempo a la capa esperando a la enemiga para reiterar el combate y concluirle con la entera y total pérdida de su contrario. Que el Roock sobre tener conntrario el viento hizo vivas diligencias para encararse con el de Tolosa, que bolviendo este sus popas para apartarse de la vista de los nuestros se refugió con la mayor parte de su flota al puerto de Málaga. Que en Alicante quedaron tres navíos del francés totalmente inútiles por lo maltratados que estavan, y otros, que no experimentaron tan agravante el daño, muchos sin árboles y remendados como pudieron les passaron altamar tomando la derrota para sus puertos sin tocar a ninguno de la España por no hazer patente su ruina. Y en fin que no perdonó nuestra flota diligencia alguna para assegurar por suyo totalmente el campo de batalla, dando a entender que le avía merezido con el valor de su milicia, con la experiencia de sus gefes y con la actividad de sus generales. Y dado que nada desto fuera cierto no se puede negar, que el de Tolosa retiró a su primera estación sin que haya tenido ánimo otra vez para salir de sus puertos a provar la mano con nuestras esquadras, sobre havérsele ofrezido bastantes ocasiones para ello.

En fin canzada nuestra flota de agenciar el combate sin fruto alguno, se vino para el estrecho, y reforzándonos de passo el presidio de Gibraltar, tomó la derrota azia Lisboa, en donde hizo alto en tanto que mexorava el tiempo para restituirse a Inglaterra.

Relación de los muertos y heridos que huvo por parte de los franceses

Muertos:

El baylío de Lorena, gefe de la esquadra, murió de edad de 29 años, y el día que los cumplió, a quien un balazo quitó la vida al mismo tiempo que este cavallero dava muestras de su valor, era hijo quarto del grande escudero de Francia.

Capitanes de navíos muertos:

Mr. de Belle Isle

Mr. de Turó

El cavallero de Lagnion

El cavallero de Pencau

El cavallero de Gionciron

El cavallero de la Roche Allart

Y el cavallero de Vencaneay

Lugares tenientes de navíos muertos:

Mr. Talon, comisario de Marina

Mr. Brodean, capitán de fragata

Mr. de Raoulet

Mr. de Saintaber

Mr. de Luch

Mr. de Tricambault

Mr. de Benaufors

Y Mr. de Telú

Alferezes de navíos muertos:

Mr. de Imbreval Martel

El cavallero de Lateau Renart

Mr. de Gassion

Mr. de Baulein, Villiers gentil hombre del grande almirante

El conde de Rolingues, lugar teniente general

El marqués de Herbault, intendante general de la flota

Heridos:

El conde de Tolosa en la frente, espalda y pierna a tiempo que murieron dos pages suyos junto a él.

Capitanes de navíos de línea heridos:

Mr. de Cassé

El conde de Phelipeaus

Mr. de Court de Haut

Mr. de Blotieres

Mr. de Somonersey

Mr. de Terreville

Mr. Benet

Mr. Savaret de Angoulin

El conde de Cominges

Mr. de Vienne, capitán de fragata

Mr. de Valincourt, secretario del almirante

Lugares tenientes heridos:

Mr. Dravil

Mr. de Belleville

Mr. de Cateville

Mr. de Arendrás

Mr. de Esparzon

Mr. de Ferville

Mr. de Braat

Mr. de San Lazaro

Alferezes heridos:

Mr. Baugneux

Mr. Bremont

Mr. Nobillé

Mr. Millet

Mr. de Cava

Mr. de Albortas

Mr. Bodiniere

Haviendo sido a proporción los oficiales menores que quedaron muertos y heridos en la funcción, y especialmente de las guardias de la marina.

Los soldados que le faltaron al de Tolosa fueron unos 6.000 poco mas, y los heridos otros tantos si más no.

Murieron de ingleses 695, y quedaron heridos cosa de unos 1.663.

En solo la Real Cathalina almiranta de aquella nacion, que sufrió el fuego de la francesa, que con 110 cañones disparava y de dos navios más de 100 piezas cada uno, se hallaron 150 heridos.

Perdieron los olandeses unos 400 hombres entre muertos y heridos, y entre ellos el capitán Linstager y un navío de guerra después del choque, que se boló a tiempo que su primer gefe avía passado a recreación a otro de la flota.

Haziendo sana y justa reflexión de los que se señalaron en la sorpresa que intentó el enemigo el día de San Martín por parte de españoles de la plaza, fueron los primeros una porción de fusileros que tomando o señoreándose de la sima de la montaña por la parte del Salto del Lobo, empezaron a desalojar al enemigo de la otra parte de la silleta, y algunos particulares voluntarios, y con singularidad don Francisco [Despuig: barrat] Armenter y Pujol, que haviendo venido a principios del sitio del Reyno de Portugal a fin de passar a Cataluña enviado por orden de su magestad a alentar aquel país se esmeró en aquella ocasión y manifestó su ardiente espíritu en ella y en las demás que se ofrezieron durante la defensa de la plaza, y con igual valor don Sebastián Riba de Neyra, cadete de la compañía de Sandobal, que sin accepción peleó gobernada por tan experimentado capitán con summo valor e intrepidez, y assimismo logró esta la total confianza del príncipe governador.

Descripció dels vaixells francesos, anglesos i holandesos i llur tripulació

Vegeu els folis 31, 31v, 32, 32v, 33, 33v i 34.

Segundo

Emprende el marqués de Villadaries el sitio de la plaza de Gibraltar.

E aquí el más porfiado y prolixo assedio que admiró Europa de nuestros días, no lo estrañéis, que pues fué sin exemplar su defensa, bien es que la reconoscais sin igual. Gibraltar defendido es el obgeto que os propongo aquí, porque deseo que ni se olvide su expugnación ni se disminuya con el tiempo la gloria de su venzimiento. Acuérdale a las naciones mi cortedad, y pues esta se alienta a igual destino, no ay para que defraude a la historia de tamaño informe. En su discurzo expressaré la verdad en quanto me lo permitiere el decoro. Digo esto porque solo escrivo aquí lo que realmente passó, no lo que en diferentes mercurios publicó sin motivo la novedad, y assí no ay para que admirar si me disconformo con ellos alguna vez. Para cumplirlo como deseo no me valgo de más noticias que de las que como testigo de vista me subministró la ocasión durante el sitio, y assí tengo bien poco que temer fiscalisen los críticos este mi modo de comensar, sinzerados una vez de la razón, que me assiste para emprender este argumento.

Con ocasión de haverle llegado nuevamente al marqués de Villadaries, que a la sazón exerzitava el puesto de capitán general de aquella costa, un destacamento harto considerable de gente, que avía echo el mariscal de Tessé, le parezió a aquel general que sería muy acertado emprender el sitio de la plaza de Gibraltar, antes que se les diera tiempo a los que las guarnezían para remplazar las fortificaciones que la resguardavan, y assí disponiéndose para efectuarlo, como tenía ideado, dió los órdenes que reconozió más del caso para la execución. En esta conformidad al amanezer del día 2 de octubre decampó, y dexando el cordón o línea con que de muchos días atrás nos tenía bloqueados a distancia lo más de hora y media de la ciudad, salió con ánimo de atacarnos quanto antes en toda forma (como lo hizo aquel mismo día), acercándose azia nosotros quanto le permitió el cañón. Luego mandó a los batidores de estrada que avanzaran, para reconozer el terreno, y assegurarle de las salidas que en semexantes lanzes se acostumbran, y haviendo sabido con su retorno, quedava totalmente despejado el campo, passó el gruesso de su gente a hazer alto más allá de las huertas de la ciudad, que quedó sin más prevención sitiada por todos lados. Estendíase su ala derecha por la parte de las Algeziras hasta la misma baya, y la izquierda hasta el mar por la otra parte, ocupando la cavallería las extremidades de su campo.

En todo este día no hizo el enemigo más operación que la de acamparse, para cuya seguridad ideó las líneas de circumvalación y contravalación con que hizo impenetrables sus reales.

Tercio

Previénese el príncipe Jorge Darmstad para la defensa de la plaza.

No sobresaltó este impenzado movimiento a los de la plaza, porque como avían ya sabido de antemano los designios del de Villadaries, no estrañaron que este general en tiempo tan intempestivo y irregular entrase en una demanda de que si no era a mucha costa no le era fázil el salir bien, ni el aviso de aver descubierto nuestro achero el día 3 por la tarde en el poniente una esquadra enemiga con que avía salido de Cádiz poco antes Mr. de Pointí para impedirnos la comunicación por mar, que todavía nos quedava franca, pudo disminuir su ardimiento, porque como vivían los sitiados en la persuasión de que se tomarían por parte del de Villadaries quantas precauciones se juzgaran oportunas para precisarles al último extremo de la rendición, no hizieron caudal de todo aquel aparato con la esperanza de que su valor podría superar tanta oposición como no les faltaran los socorros que de Inglaterra se les avían prometido, y assí hablando con toda la sinzeridad que me prescrive la obligación, diré que solo les sirvió a los de la plaza aquel movimiento de incentivo para arrestarse de todo punto a su defensa.

A este propósito mandó el príncipe comandante reforzar sin más tardanza la guarnizión de la cortina y baluartes, que por la parte de tierra la flanquean, y artillándole con cinquenta cañones que se repatieron a medida proporción de entrambos puestos, dispuso que en la Redondela y línea de comunicación que de ella se discurre a los baluartes de la muralla, como más expuesto al fuego del enemigo, se armara una batería para ofenderle en tanto que iva acercándose al cuerpo principal de la fortificacion.

El Salto del Lobo, que es un puesto harto ventajoso sobre la grande eminencia de la montaña por aquella parte dexava lugar para la construcción de una batería, y assí se pertrechó con la artillería competente, y aunque costó no poco de subirla por lo áspero del terreno superando la dificultad, que se reconozía la industria de los de la guarnizión mediante el sudor y fuerza de los hombres, nos fué de tanta utilidad que como confiessan los mismos enemigos se devió a ella gran parte del buen éxito que lograron los del presidio durante el sitio, no haviéndole sido possible al contrario cubrirse jamás enteramente del fuego que den de aquel puesto se le hazía a que cooperó no poco la compañía de Sandoval, que le tenía presidiado.

Últimamente los dos muelles, que por la parte del mar eran el todo de la defensa, se municiaron de calidad, que jamás el enemigo ozó envestirles noticioso de las disposiciones que para su seguridad se avían tomado.

Quarto

Entra a nuestra baya el barón de Pointí con su esquadra francesa.

Todavía el príncipe quedava ocupado en el arreglamento de lo que se devía obrar durante el sitio, quando al despuntar del día quatro, que lo era de San Francisco de Assís, reparamos que se nos iva entrando en la baya el de Pointí con la esquadra que se dixo arriba ayudado del viento, que a la sazón le favorezía para ocuparla, como lo hizo a poco rato con los 17 navíos de guerra, y 7 de transporte, que avía fiado a su experiencia el de Anjou para fazilitar por este camino el logro total y buen éxito de tamaña empresa como la que se avían propuesto de plaza tan importante.

A este fin apenas huvo dado fondo, comenzó a desembarcar cantidad de pertrechos, artillería y municiones de todo género, como también un refuerzo de tropas francesas de harta consideración, y arreglándolas aquel mismo día con el restante de las del campo, la actividad del de Villadaries su general juntó al siguiente un gran consexo para prefixar de una vez el modo, forma y orden que se avía de tener en la abertura de los ataques, en que huvo no poco que venzer, por quanto muchos de los que intervinieron en aquella junta no convenían en los dictámenes de los demás, y como en las más de las asambleas la pluralidad de votos es la que se sigue, siguiose la de los que dixeron que se nos atacara avanzando la plaza por la parte de la Redondela, que era la que parezía a primera faz menos arriesgada.


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