Capítulo 40

Acto primero de las Cortes Generales en que concurre su magestad. La proposición que hizo, y respuesta de los brazos.

Refuérzase la guarnizión de Lérida. Prosiguen las conferencias. Passa milord Peterboroug a Tortosa, y Reyno de Valencia. Continuación en las reclutas, y juntar medios.

Feliz susesso en acometimiento que hizo la guarnizión de Lérida. Descúbrese una esquadra francesa. Passa el conde de Cifuentes a Tortosa y el príncipe Henrrique Landgrave de Hassia a la de Lérida, ambos para el comando de las fronteras. Acércase el de Anjou con su exército a la de Lérida, y el duque de Noalles con el de la Francia a la del Ampordán. Concluye su magestad las Cortes Generales. Da fondo una esquadra enemiga frente Barcelona. Disposiciones y providencias en aquella capital para recivir a su contrario, que acelaradamente marcha a su expugnación con otros susessos.

Primo

Acto primero de las Cortes Generales.

Después de haverse terminado la funcción del juramento el día 28 en la sala de Santa Eularia, mandó su magestad prevenirles a los brazos que se hallasen el día 5 de deziembre en el salón grande de la Casa de la Deputación donde avía resuelto celebrar las Cortes Generales en cuyo intermedio se dispuso en él un solio muy espacioso con diez o doze gradas a proporción, y sobre este otro menor elevado quatro o cinco gradas más con su rico dosel y almoadas para su magestad.

Junto a la primera grada del solio grande se pusieron unos bancos rasos en su frente, y a una y otra parte, asentándose en la grada superior, y a mano derecha el canciller con algunos juezes, y el regente con los demás en la izquierda, observándose el orden y antigüedad: el presidente del brazo ecclesiástico con sus individuos se asentó en los bancos de la mano derecha, y el brazo militar en la izquierda, y últimamente el presidente del brazo real con los que le componen ocupava los bancos, que estavan frente del solio estando en pié los quatro reyes de armas junto a las gradas del solio más elevado. Llegó su magestad con su real comitiva, y recivida su real persona por aquel congresso con todas las circunstancias y estilos antiguos, observados hasta entonces, subió su magestad con su camarlengo el príncipe Antonio de Liecktenstein, que llevava el real estoque en la mano, al solio más elevado, haziéndole al passar los 3 brazos, que quedavan levantados, los devidos acatamientos, poniéndose la real comitiva y protonotario en pié junto al solio más elevado.

Reglado todo con este orden y disposición, y assentado su magestad en su real trono, profirió uno de los reyes de armas en voz alta: “Pesidentes y brazos de la Corte, su magestad manda que os asenteis”, y a poco rato el mismo rey de armas dixo las palabras: “Su magestad manda que os cubrais”, lo que obedezieron sin retardo los tres brazos, y aviendo su magestad entregado antes su real proposición al protonotario o secretario, que en aquella sazón lo era don Ramon de Vilana Perlas, la leyó de su orden en voz alta, que pudieran entender los 3 brazos.

Proposición de su magestad a las Cortes Generales.

Amados y fieles vassallos míos. Aviendo llegado a los reales oídos de la Corte de Viena la fatal y lamentable noticia de la muerte del rey Carlos Segundo mi tío (que Santa Gloria possea) sin dexar hijos por lo qual la susessión de los Reynos de Castilla, de esta Corona de Aragón y demás tanto por el derecho de sangre como por lo dispuesto en las leyes de los mismos reynos, pertenezía a mi augusta y real casa, y que a estos no podía suzeder descendiente alguno de las infantas doña Ana y doña María Theresa de Austria como à excluidas por disposición de las mesmas, y por leyes expressas de dichos reynos, y que el duque de Anjou hijo segundo del delfín de Francia con toda brevedad y acelerada marcha, se avía introduzido en la posessión de todos los dichos reynos y dominios, usurpando este derecho con el pretexto de un supuesto y nullo testamento del rey mi tío, afianzado nuestro Dios y señor (por cuya voluntad solamente reynamos los monarcas), avía de fomentar y terminar felizmente para consuelo de mis amados vassallos la justicia de mi causa. Con acuerdo del señor emperador mi padre (que de Dios goze) y del rey de romanos oy emperador Joseph mi hermano, emprendí la recuperación de todos mis dominios, de los quales por hallarse tan distantes los de dicho emperador mi padre, y los hereditarios por mí posseídos en las dos Austrias, ajustamos la liga con el rey de Inglaterra y con los Estados Generales de Olanda, disponiendo que ya en el primer año después de la muerte del rey mi tío baxara exército en Lombardía a la dirección y buena conducta del príncipe Eugenio de Saboya para la recuperación del Estado de Milán, que no obstante de ser tan superior el que para oponérsele formaron el rey de Francia y el duque de Anjou su nieto, el qual des de esta ciudad passó allá para ser su caudillo, fué testigo él mesmo en el reencuentro de Luzara de lo mucho favorezía el cielo a nuestras reales armas, que con tanta gloria quedaron victoriosas.

Y si bien para la formación y assistencia de aquel exército fueron grandes los medios subministraron assí los estados de mi señor padre como los míos, fueron mayores los que se huvieron de procurar para la formación y assistencias de los demás exércitos en las partes de Flandes y del Rin, en donde assitiéndome con singular afecto las potencias aliadas y sus tropas conseguimos con la presencia y conozido valor del emperador Joseph mi hermano el rendimiento de la importante plaza de Landau, que si bien en el año siguiente fué conquistada por las armas del rey de Francia, fue en el immediato expugnada y recuperada por las nuestras.

Deseando la señora reyna Ana de Inglaterra y los Estados de Olanda, que con todos los medios possibles que adelantase tan justa empresa, enviaron en el año 1702 la poderosa armada, que dominante en uno y otro mar, abrasó en el occéano y en el puerto de Vigo a diferentes navíos franceses y del duque de Anjou, sumergiéndose los tesoros que de la India avían aportado, en cuyo progresso se debilitaron las fuerzas de las contrarias potencias.

Continuándose felizmente por todas partes la empresa tuve noticia que mis fieles y amados vassallos assí en los reynos de España como en los de esta corona experimentavan en la sugeción del usurpador varias y sensibles opressiones, executándose en ellos con un govierno absoluto y dispótico, nuevas y diferentes imposiciones y extorsiones del todo reprobadas y expressamente prohibidas por las mismas leyes tanto más sensibles dichas novedades, quanto se acordavan del suave y apacible dominio con que avían sido governados por los sereníssimos reyes de Aragón mis predecessores, y en particular por los que de mi augusta y real casa me avían precedido, y que en mí como padre rey y señor natural afianzavan únicamente su consuelo si logravan la dicha de verse baxo mi suave y legítimo dominio.

Lastimavan mis reales oídos las dolorosas quexas de las opressiones de mis amados vassallos, y sintiéndolas íntimamente como padre, resolví para consolarles passar en persona al continente de España a fin de adelantar con más calor la recuperación y procurar quanto antes el remedio de tantos males, y si bien pudieron detener estas ideas los cariños de mi patria, el desconsuelo, que de mi ausencia, avían de tener mis vassallos, toda la Alemania, y la Corte de mi señor padre, como también el que su magestad cesárea mi madre, y señora, y hermanas avían de sentir por la ternura con que siempre me han amado, y los peligros grandes a que exponía mi real persona con un viage tan largo, y navegación dilatada. Como en la felizidad de los susessos, que en todas las campañas dava Dios a nuestras armas, comprehendí que era su voluntad que expusiesse mi real persona para fazilitar con todas veras el remedio y consuelo de mis amados vassallos, aviendo comunicado la resolución con todos los potentados que concurren en la liga (en la qual por el mismo efecto entró el rey de Portugal), uniformes la aplaudieron, ofreziéndome la reyna de Inglaterra y Estados Generales de Olanda armada y exército, con que passar a Portugal, y emprender por aquella parte la recuperación de este continente.

Partí de la Corte de mis padres y señores en el mes de setiembre de 1703, caminando en la rigurosa y peligrosa estación de aquel tiempo, passé a Olanda en donde me embarqué para Inglaterra, y en una y otra parte con vivas demonstraciones, experimenté no solo el aprecio que hazían de mi real persona, pero también lo mucho que contribuían a la empresa.

Con una poderosa armada de más de 260 velas partí para Portugal en el mes de enero 1704 con muchas tropas de desembarco para la formación del nuevo exército, quando a pocos días se movió una tempestuosa borrasca que duró treze días continuos, y quedando mi real persona y toda la flota expuesta al más evidente peligro, fui precisado a bolverme al puerto de donde avía salido con solas dos fragatas y, emprendiendo segunda vez la navegación en el mes de febrero del mismo año, sin detenerme la representación de ser el tiempo desproporcionado y que exponía de nuevo mi real persona a otro semexante o mayor peligro, llegué felizmente a Portugal en el mes de marzo siguiente, en donde por aquel rey fui recivido y cumplimentado con el agasajo correspondiente a mi real persona.

Como en Portugal tenía con mayor individuación las noticias de lo que estavan padeziendo mis fieles y amados vassallos por medio de las vexaciones del govierno de la Francia, era mayor el sentimiento que me ocasionavan sus clamores. Procuraron el rey de Francia y el usurpador en la campaña de aquel año infestar con un poderoso exército las fronteras de aquel reyno, y si bien no avía dado lugar el tiempo antes de la abertura de la campaña a las muchas providencias de que se necessitava para la formación de los exércitos de mis aliados, dispuso la Divina Providencia que con la assistencia de mi real persona, del rey de Portugal y de su príncipe, puestos a la testa del exército, quedase el de los enemigos en la mayor parte aniquilado, y aviendo en el mismo año enviado la reyna de Inglaterra y Estados de Olanda a estos mares la poderosa armada que con tanta gloria triunfó delante Málaga de la enemiga francesa governada por el conde de Tolosa, ocuparon mis armas baxo la conducta del príncipe Jorge Darmstad la importantíssima plaza de Gibraltar, y en el mismo conseguimos con las de los aliados, dirigidas por el gran valor de milord Marleboroug y del príncipe Eugenio de Saboya la celebrada y famosa victoria en Hoesteten, en donde haviendo quedado del todo roto el formidable exército que el rey de Francia y los duques de Anjou y Baviera tenían en aquellas partes, con el qual ya des del año antecedente invadían los estados del emperador mi padre, no solo fueron estos del todo libres y assegurados, pero aun quedó el duque de Baviera (que con tanto vigor se era contra mi, coligado con el rey de Francia) enteramente despossehido de sus estados.

Intentó el usurpador en el mismo año recuperar a Gibraltar en donde puso sitio en el mes de otubre, y si bien porfiadamente y con vigor lo continuó hasta la abertura de la campaña del presente año, no solo el conozido valor del príncipe Jorge Darmstad le desizo la mayor parte de sus tropas, precisándolas a abandonar ignominiosamente la empresa, pero aun tuvo mayor evidencia de que Dios cuydaba de la defensa de aquella plaza en las impenzadas presas y quemas que de diferentes navíos lograron en aquella bahía las flotas de mis aliados, introduziendo al mismo tiempo y en las ocasiones más precisas abundantes socorros, con los quales se continuó gloriosamente en la defensa y seguridad de dicha plaza.

Y si bien todo esto y otros progressos, ya con certeza, me persuadían avía quanto antes de verme en la posessión de todos mis reynos y dominios, y en particular de los de este continente, hize reflexión no solo a lo que los sereníssimos reyes de Aragón mis predecessores devieron a vuestro amor, fidelidad y valor en las muchas y varias conquistas, con que por todas partes le adquirísteis nuevos reynos y dominios, engastando en la diadema de la real corona las más preciosas piedras que la componen, e immortalizando vuestro nombre con tantas hazañas, sino también a las deplorables violencias y extorciones que este Principado invadido de las tropas francesas en tiempo del rey mi tío avía padezido profanando sacrílegamente los sagrados templos, las santas imágenes y demás adornos de las iglesias, sin perdonar los vasos y formas consagradas, y atropellando las vidas y honrras de sus naturales. Y constándome con certeza quanto me amávais, y lo mucho deseávais viniera a libraros de la esclavitud que padezíades, convine passar este año en persona a este Principado y condados, acción producida por la reyna de Inglaterra y demás aliados, no obstante los reparos que de exponer mi real persona en los mayores calores del verano, a una navegación tan larga se ofrezían, pues todos los fazilitó el singular amor que os tengo y he siempre tenido, y lo mucho que, como padre y señor natural, deseava consolaros en tantas penas.

Embarqueme en Portugal con la poderosa y formidable armada, que por resguardo de mi real persona y consuelo de mis vassallos embiaron los aliados, assistido de la primera nobleza de Alemania, Inglaterra y Olanda y de sus primeros generales y mexores tropas, y haviendo aquella dado fondo y yo desembarcado a la vista de esta capital, correspondísteis con las demonstraciones proprias de vuestra innata fidelidad y valor, al gran concepto que de vosotros tenía echo, viéndoos exponer a los mayores peligros, sacrificando intrépidos por mi amor vuestras vidas, reconoziéndome y aclamándome uniformes por todo el Principado por vuestro rey y señor natural, acudiendo a un mismo tiempo no solo a expugnar esta ciudad, que tiranizada por las tropas del usurpador con tanta porfía intentava resistirse, pero aun en ocupar todas las plazas del Principado con singular terror de mis enemigos.

Finalmente con la ayuda de las tropas de Inglaterra capitaneadas por la militar y acertada dirección de milord conde de Peterboroug y de las de Olanda, governadas por el barón de Schrattembach, y con lo mucho que vosotros havéis contribuhido, queda todo el Principado baxo mi suave y legítimo dominio, y al passo que avéis con repetidas demonstraciones procurado manifestar quanto amáis y deseáis servir, os he igualmente assegurado de lo mucho que os estimo, y quanto deseo honrraros, y que no solo quedéis restituidos al antiguo lustre y estimación con que mis reales progenitores justamente os tuvieron, pero aun es mi real intención condecoraros con nuevas gracias y mercedes, y siendo la mayor la de atender a vuestra conservación y aumento, y al estado universal, vinculado en la reforma de costumbres, ordinación de nuevas leyes y observancia de aquellas, he convocado esta Corte en que espero que no solo con toda brevedad (por pedirlo la precisión de atender prontamente en adelantar la recuperación de lo restante de mis reynos), “procuraréis se premedite lo que más importa para el servicio de Dios” y exaltación de la santa fee cathólica por vuestro bien universal y particular, y por el buen govierno de este Principado y condados, escusando todo lo que pueda diferir su conclusión, pero también que siendo comunes vuestra causa y la mía de quedar yo en la justa posessión de mis dominios y vosotros con la devida estimación y libertad, hallándonos por todas partes circuidos de enemigos, segundaréis vuestra fineza eslabonando vuestra fidelidad con nuevas y singulares demonstraciones que faziliten el total recobro de mis reynos y dominios, inmortalisando en la nación catalana la gloria de ser los primeros que han sacudido la tirana opressión de la Francia en mis dominios de España, reintegrando assí con su acreditado valor y zelo como con las fuerzas y medios que pide la urgencia su primera y antigua libertad baxo el dominio de su rey y señor natural, assegurándoos que todos los efectos y medios que subministrareis se emplearán en adelante para exaltar esta gloriosa expedición, que confessaré siempre dever a vuestra exemplaríssima fidelidad no reparando como padre en exponer mi vida y real persona al más evidente peligro, por el alivio y conservación de hijos tan amados, y que restará en mi estimación, eternizado el reconozimiento del singular y entrañable amor que siempre havéis tenido a mi real persona, a que corresponderé recíprocamente con aquellos favores y mercedes que de vuestro padre y amantíssimo rey os podéis y devéis prometer.

Respuesta de la Corte a la real proposición de su magestad.

La Corte General, y en ella los 3 brazos ecclesiástico, militar y real, rendida a los pies de vuestra magestad, consagra las más obsequiosas y humildes gracias de haverse dignado vuestra magestad exponer su real persona a los peligros de tan dilatada navegación y de ser este su Principado el primero de sus dilatadíssimos dominios en merezer la presencia de vuestra real magestad, con la qual no podía faltarle la dicha de verse baxo el suave y amabilíssimo dominio de vuestra magestad, y la que logra de su real benignidad, favoreziéndola en medio de tantas ocupaciones con detenerse en esta ciudad y celebrar Cortes para ordenar y establezer lo que más convenga para la recta administración de justicia, reparo de lo que necessita de remedio por establezer la mayor tranquilidad de este su Principado. Y oída y entendida la proposición, responden los 3 brazos que con particular zelo tratarán y se desvelarán en lo que su magestad es servido mandarles, con deseos de acertar, y esperan en Dios nuestro señor que con la brevedad possible se à de terminar y concluir la presente Corte General a mayor gloria suya, servicio de vuestra magestad y beneficio y consuelo de estos fidelíssimos vassallos.

Terminada por el secretario la lectura de la real proposición subieron los presidentes de los brazos al solio más elevado, y después de haver echo las 3 debidas genuflexiones a su magestad le repitieron las devidas gracias en nombre de toda la Corte por la especial fineza que recibía el Principado de su real benignidad, y después de aver el presidente del brazo ecclesiástico puesto en su real mano la respuesta de la proposición, que dixe arriba, entregándola al secretario subsiguientemente, la leyó, y otro papel después en que se acusava la contumacia contra los estados que no avían todavía comparezido, prefixándolseles nuevo término para cumplirlo.

Después de haver besado los presidentes la real mano, y restituidos al puesto que antes ocupavan, se levantó su magestad de su real silla quedando en pie los 3 brazos, y con el acompañamiento de sus presidentes hasta llegar a la puerta se bolvió su magestad a su Real Palacio con toda la comitiva.

Exerzitado este acto solemne, dieron principio los brazos a las conferencias y expedición de la Corte General, y assí, resolvieron en primer lugar juntarse dos vezes al día por la mañana y tarde, prefixando las horas de su demora durante el tiempo, y hasta la total conclusión. A este fin nombraron su promotor, secretario y abogados, para encargarse de los capítulos y actos de Corte que devían por su parte establezer los brazos, y igualmente las personas necessarias para los greuges, y especialmente los juezes, que devían intervenir en las justificación y sentencias.

Eligiéronse igualmente por parte de su magestad y de la Corte General sus tratadores y habilitadores, estos últimos con el mayor cuydado y prudentes reflexiones, juntándose en una pieza que se les destinó en la misma Deputación devían examinar los capítulos y actos que se renovavan o nuevamente se establezían, y después de aprobados entregavan a los tratadores de la Corte para que conviniendo estos con los de su magestad en lo resuelto, lo passasen a la real mano, como lo executavan con toda puntualidad, y poniendo de su real orden el secretario al pié de cada capítulo la decretación transferiéndose en la Corte General los entregava a ella juntos los 3 brazos.

Nombráronse igualmente las personas necessarias para dar cumplimiento y poder terminar las Cortes con el acierto a que aspirava la continua aplicación y desvelos de aquel congresso, a mayor gloria de Dios, servicio de su magestad y bien público del Principado.

Refuérzase la guarnizión de Lérida. Prosiguen las conferencias. Passa milord Peterboroug a Tortosa y Reino de Valencia. Continuación en las reclutas, y juntar medios.

Rezelándose de que el enemigo intentase alguna irrupción por las fronteras de Tortosa y Lérida, se enviaron algunas tropas para el refuerzo de la guarnizión de aquellas plazas.

No cessava la Junta de Estado en la aplicación de sus conferencias a efecto de establezer las providencias que más assegurasen la conservación y resguardo del Principado, y igualmente al logro de los adelantamientos del servicio de su magestad y gloria de su reales armas.

Comparezieron los estados que todavía faltavan para intervenir en las Cortes Generales, y assí para acalorar más la terminación de ellas passó su magestad al solio algunas vezes.

Milord conde de Peterboroug con los avisos que se tuvieron de que el enemigo se disponía para hazer invasión por la parte de Valencia, passó al 30 de desiembre a la plaza de Tortosa, y a aquel reyno, con los cargos de general comandante que le confirió su magestad para dar las providencias y disposiciones que más convenían.

Llegonos el sensible aviso de haver muerto de enfermedad del general de las tropas olandesas Mr. de Schatembach en Gerona, governador de aquella plaza.

Principió el año 1706 y en su primer mes todo fue atender en las reclutas de tropas y igualmente al logro de subsidios para su manutención, sueldos y vestidos en que la Junta de medios se desvelava todos los días, y al mismo tiempo los tres brazos en las resoluciones y actos de Corte General, que se ivan adelantando.

Feliz susesso en un acometimiento que hizo la guarnizión de Lérida. Descúbrese una esquadra francesa. Passa el conde de Cifuentes a Tortosa y el príncipe Henrrique Landgrave de Hassia a la de Lérida, ambos para el comando de aquellas fronteras, y el conde de Ulefeld a la de Francia, Empordán y Gerona. Acércase el de Anjou con su exército a la de Lérida, y el duque de Noalles con el de la Francia en la del Ampordán. Concluye su magestad las Cortes Generales. Da fondo una esquadra enemiga frente Barcelona. Disposiciones y providencias en aquella capital para recivir a su contrario, que acelaradamente marcha a su expugnación.

Noticioso el general Coningham comandante des las fronteras de Lérida de que a poca distancia de aquellas se hallava apostodo el enemigo con algunas tropas, salió de la plaza con un buen destacamento para atacarle y hazerle retrozeder del puesto que ocupava, como lo consiguió su ardimiento y valor de sus soldados, después de una larga pelea con mucha pérdida del enemigo, que después de una larga pelea dexó no pequeño número de sus soldados tendidos en el campo, bien que nos fué muy censible la fatalidad de la muerte de este general, que dando muestras de su denodado espíritu una bala le quitó la vida.

Al amanezer del primer día de febrero se descubrió una esquadra de navíos que tomando su derrota para levante tuvimos por cierto era francesa.

El conde de Cifuentes, a quién encargó su magestad el comando de la frontera de Tortosa, tomó su marcha al quatro por aquella plaza y subsiguientemente el Regimiento de Dragones Reales del conde de Sinzendorf.

Confirió su magestad el 19 al príncipe Henrrique Landgrave de Hassia los puestos de teniente mariscal de campo general y governador de la plaza de Lérida con el comando de sus fronteras, y partiéndose para aquella ciudad al 28 llegó a ella el primero de marzo con grande alegría y aclamación de sus vezinos y guarnizión.

Con la positiva noticia que se tuvo de que el duque de Anjou con su exército iva acercándose a las fronteras de Lérida para invadir el Principado y hazer el sitio de Barcelona con aquel exército y otro que de lactancia le entrava por el Ampordán, comandado por el duque de Noalles, para unirse con él, se dedicó el desvelo y aplicación de los brazos con más vigor al cumplimiento y terminación de las Cortes Generales que consiguieron a los últimos de marzo en que passando su magestad a la Deputación con el séquito de su real comitiva y nobleza catalana asentado en su real trono y echas las mismas ceremonias que el primer día de la celebridad y abertura de Cortes se dió fin a aquel importante expediente con la cabal satisfación de su magestad y aplauso de todo el Principado, que llegando a la mayor fineza de mantener constantemente la justicia de la causa de su legítimo y verdadero rey en la posessión de la Corona de España, declaró por medio de sus brazos en un capítulo de Cortes la perpetua exclusión de la Casa de Borbón en la susessión de aquella monarquía a tiempo que los dos exércitos de España y de la Francia invadían el Principado para expugnar su capital.

En la eloquente preoración [sic] que hizo a los brazos el rey nuestro señor, les infundió nuevos alientos con assegurarles su real assistencia y incessante aplicación en su defensa, y que en ninguna manera no dexaría vassallos que avían sabido grangearse todo su real cariño con tantos actos de inimitable lealtad, constante valor y inexplicable amor a su real persona, esperando en Dios nuestro señor tan propicio a la justicia de su causa avía de triunfar de su competidor el duque de Anjou mediante el valor y denodado espíritu de aquellos naturales. Y assí lizenciando la Corte encargó a los síndicos de las ciudades, villas y lugares la brevedad en transferirse a sus casas para que prevenidos los comunes de aquellos pueblos, se aprestasse con todas las fuerzas y subsidios que pudieren a efecto de oponerse a las grandes con que el enemigo executava su entrada, y para más acalorar las disposiciones y providencias, mandó su magestad salir de la ciudad algunos ministros de la Real Audiencia y cavalleros, que transfiriéndose por todas las partes de la provincia, la alarmaron y previnieron en toda forma para operar contra el poder con que entrava el duque de Anjou, acudiendo sin perder tiempo a las montañas de San Gerónimo y Collcerola junto a aquella capital.

Hizo su magestad el día de la conclusión de las Cortes muchas mercedes a los naturales condecorándoles con privilegios de marqueses, condes, nobles, cavalleros y ciudadanos.

Las Cortes Generales resolvieron servir a su magestad en nombre del Principado con un donativo voluntario de dos millones de libras moneda de aquel país.

La misma esquadra, que dixe arriba, passó días atrás delante de la ciudad para levante, vino a dar fondo frente de nuestro muelle, con que fué acertado el discurso que se hizo entonces en la plaza de que eran franceses los buques, que passavan altamar. Componíase esta de 16 navíos aprestándose en Tolón otros, para tomar la derrota azia ellos y escoltar una multitud de ganguiles y otras embarcaciones menores, que cargavan pertrechos en colibre, granos, arinas y otros comestibles para la manutención de los dos exércitos enemigos, que con aceleradas marchas se encaminavan con el duque de Anjou a la expugnación de Barcelona como nos lo confirmavan los repetidos avisos que nos llegavan de las fronteras.

No eran bastantes estas fuerzas para ocasionar el menor desaliento en el país, que armándose de todo punto intrépidos y constantes sus naturales anelavan animosos llegar a las manos con el enemigo para darle a entender su ardimiento y bríos en defensa de su rey y patria.

Con ocasión de los expressos que nos llegavan de que el duque de Anjou con su exército avía ya passado el río Segre, y que el de Noalles con el de la Francia penetrava el Ampordán, dirigiéndose uno y otro precipitadamente a hazer el sitio de nuestra capital, se tomaron con todo calor las providencias y disposiciones que prescribía la ocasión y tiempo para la más vigorosa defensa de la plaza, atendiose igualmente al reparo que su fortificación, que todavía quedava muy maltratada del passado sitio, y especialmente la brecha. Pertrechose a un tiempo la muralla, baluartes y castillo de Monjuich con la artillería necessaria para recivir al enemigo.

Quedando ya la plaza de Lérida sin rezelo alguno por entonces de invasión enemiga, por aver el de Anjou adelantado mucho con sus tropas la carrera de Barcelona después de aquella plaza, escogió de ella el príncipe Henrrique Landgrave de Hassia unos siete cientos hombres de la guarnizión, y tomando dos cañones de campaña executó con aquel cuerpo, y acompañado de algunos cavalleros del país la marcha al Campo de Tarragona, para que dándose la mano con los demás generales que para levantar el país avían salido de Barcelona, pudiese obrar de conformidad lo que más convenía en defensa de aquella capital, de cuya conservación dependía toda la del Principado.


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