Capítulo 41

Descripción de la plaza de Barcelona. Acércase a ella el duque de Anjou con su exército, y Noalles con el de la Francia. Acuerda un consexo que se tuvo la salida de su magestad de la plaza, y estableze providencias.

Resuelve el rey nuestro señor el quedarse en defensa de la ciudad.

Primo

Descripción de la ciudad de la ciudad y plaza de Barcelona.

Es Barcelona ciudad capital del Principado de Cataluña situada en la ribera del Mediterráneo, que la baña des del Baluarte del Rey a recta línea, hasta el de Levante. Defiéndela en este trecho, y le sirven de travessas, el Baluarte de Medio Día, el Bonete de San Raymundo, la Plataforma de San Francisco, el Baluarte y Torre de las Pulgas con el ya dicho del Rey, que defienden las Atarazanas, y por la parte del mar a la lengua del agua las cubren el Bonete de la Linterna, el Baluarte del Cabo del Muelle, y por el levante el de Santa Eularia, con una línea de comunicación bien formada, que termina a la puerta del susodicho Baluarte de Levante. Ciñe la numerosa población una muralla de cantería de las mexores de Europa con su terrapleno capaz en muchas partes de dos carrozas a la par, y en la que menos de una. Assegúranla por la parte de tierra los baluartes del Portal Nuevo, el del Ángel y de San Antonio, que cubren las puertas de estos nombres con las medias lunas de Santa Clara, San Pedro, Junqueras y los Tellers, con sus torres y cavalleros, que en diferentes puestos la defienden. Su fosso, aunque no acabado, sirve de defensa con la estrada encubierta. Llega la población al número de ocho mil casas sin las iglesias y conventos de ambos sexos, que son muchos. Los vezinos se juzga serán treinta mil poco más, gente toda echa a las armas, assí por haverse criado en medio del manexo de ellas, como por la inclinación de su genio y naturaleza. Entre medio día y poniente tiene la montaña de Monjuich sobre la ciudad, y en esta misma parte el castillo defendido con sus baluartes, y en la fortificación exterior por todas partes medias lunas, fossos, estacadas y algunas retiradas (aunque imperfecto todo), hasta llegar al homenage, que es la fortificación interior, circuida de mediana muralla y buen terrapleno, en medio del qual se halla la torre que sirve de atalaya para el aviso de las embarcaciones que llegan a su puerto, o passan por aquel mar, con una línea de comunicación que ay des de aquel fuerte a la plaza.

Acuerda un consexo que se tuvo la salida de su magestad de la plaza, y acuerda providencias, aercándose el de Anjou y Noalles con el exército.

Después de la noticia cierta que se tuvo al 31 de marzo 1706 de que el enemigo con acelaradas marchas venía de la parte de levante y poniente a executar los designios de sitiar a nuestra capital Barcelona con un exército de 37 regimientos de infantería, compuesto cada uno de quinientos hombres, que juntos hazen el número de diez y ocho mil y quinientos, y 25 esquadrones de cavalleria con 300 cavallos, que le servían de guardia al duque de Anjou, en número de 3.800, tomaron en la plaza las disposiciones que más pudiessen assegurar su defensa por parte de su magestad y de los comunes, nobleza y vezinos, que aprestándose con sus armas de todo punto, anelavan ocupar los puestos de más peligro y expuestos al fuego del enemigo para darle a entender su pericia en el manexo de las armas, y su intrepidez y denodado espíritu.

Mandó el rey nuestro señor juntar a consexo a sus generales y ministros, para que en su real presencia con motivo de aquella novedad se discurriese sobre assumpto de tan alta consideración, y resolviese lo más conveniente al bien público y utilidad de sus fieles vassallos, y premeditándose con reflexión materia tan grave y de tales consequencias, ponderándose los lanzes podrían sobrevenir, las contingencias a que se exponía la real persona y las circunstancias tan entitativas que se premeditavan, fueron de sentir que no devía exponerse su magestad a los rigores de un assedio, como amenazava el enemigo por mar y tierra, particularmente con los ingenios de fuego y horrores que se practican y experimentan en la guerra, ponderándose la summa conveniencia de que saliendo su magestad de la plaza podría con mayor diligencia y fazilidad lograr el socorro de aquella capital.

Sintió íntimamente el generoso ánimo del rey nuestro señor la resolución del consexo, pero a vista de las razones y motivos de tal congresso, vatallando en su piadoso pecho el cariñoso sentimiento de dexar a sus vassallos con el vivo deseo que tenía de favorezerles con su assistencia, resolvió executar su salida de la plaza el dia siguiente.

Partió de la ciudad esta noche don Mitfort Crove embiado extraordinario de la reyna de la Gran Bretaña para Valencia a solizitar los socorros del comandante general de su magestad y de los aliados milord conde de Peterboroug, que a su representación mandó partir luego una porción de cavallería a las cercanías de Barcelona.

En execución de la salida de su magestad, parezió indispenzable a su paternal amor manifestar esta resolución al primero de abril a los comunes de ciudad, Deputación y brazo militar, para que comprehendiesen los motivos que le precisavan a efectuarla y para alentarlos y consolarlos en lanze que avían de sentir con tanto extremo de que con mayor reflexión pudieran entenderlo, les remitió tres cartas reales expressando en cada una su cariñoso afecto, el disgusto y pezar en dexarles y el cuydado y diligencia que aplicaría para su consuelo y defensa.

No satisfecho aun el real ánimo de esta afectuosa demonstración, quiso en viva voz expressarla, para que con la eficacia de sus soberanas palabras lograsen algún alivio en tanta pena, para cuyo efecto los mandó venir a su real presencia y puestos en ella explicoles, con la viveza y ternura propria de su soberana comprehensión e intenso amor, las conveniencias que se le avían ponderado de su partida y lo que devían observar en su ausencia, para conseguir el mantenerse baxo su suave dominio. Absorto quedó el ánimo de estos vassallos con tan bien sentidas como ponderadas razones, pero bueltos en sí con vivas lágrimas, le representaron que todavía no estava sitiada la plaza y que aunque reconozían algún peligro habrirían sus corazones y derramarían toda su sangre para hallar camino y puesto para el total resguardo de su real persona, considerando en ella la mayor defensa de la plaza, pero perseverando su magestad con lo resuelto, se dispidieron con intenso dolor y sentimiento por verse en lanze de tan grande desconsuelo aviendo vivamente comprehendido no solo Barcelona, sí también todo el Principado, que con la assistencia de su magestad se assegurava la defensa y victoria.

2º [sic]

Resuelve el rey nuestro señor quedarse en la plaza de Barcelona y estableze providencias.

Quedó el real ánimo apesarado y tierno con la despedida de los comunes, y contrapesando en su soberana mente los accidentes y contingencias rigurosas del sitio con el paternal amor y la fineza que avía experimentado en ellos, llegó este a superar a todos los motivos de la resolución, condecendiendo a lo que le avían representado, como lo expressó assí en la real carta que subsiguientemente les envió a los tres comunes para su mayor consuelo.

Aplicose al mesmo tiempo su magestad a dar las disposiciones necessarias para la defensa, y assí previniendo el socorro de la plaza (que se hallava solo con 1.330 soldados, falta de víveres y municiones de guerra con muchas fortificaciones imperfectas), mandó salir algunos ministros del Real Consexo y algunos cavalleros para abastezerla, juntar el país y capitanear los últimos las levas y sometenes, confiriéndose con los generales, que se hallavan fuera para dar forma a lo que devían executar en la montaña como se referirá en lo susessivo.

Puso su magestad todo el mando de la plaza al experimentado valor y acreditada experiencia del mariscal de campo conde León de Ulefeld, el qual se empleó en este encargo en todo el largo sitio con toda aplicación, assistiendo en ella baxo sus órdenes el general de la artillería y governador de la plaza don Joseph Boneu, el general de batalla don Joseph Campredon, el coronel de la Real Guardia Catalana don Antonio de Paguera y Aymerich, su teniente coronel don Antonio Meca y de Cardona, el sargento mayor del regimiento don Ignasio Picalqués y muchos otros, que en el discurzo el sitio se dirá.

Representó el brazo militar a su magestad por medio de su protector la summa importancia de que algunos cavalleros estuviesen día y noche en los baluartes y puertas de la ciudad, y que diez de ellos se aplicasen noche y día en assistir al dicho mariscal, y conformándose su magestad con tan zelosa y leal demonstración se dispuso en la misma forma y se executó con igual puntualidad y desvelo.

Dieron noticia todos los comunes de ciudad, Deputación y brazo militar, que estarían juntos durante el sitio, aviendo formado antes una conferencia de estos con el real permisso para discurrir, proponer y aconsexar a dichos comunes lo que les parezía ser del mayor servicio de su magestad, utilidad pública y defensa de la plaza.


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