Capítulo 42

Avista el duque de Anjou con sus exércitos nuestra capital y acometen sus tropas a Monjuich.

Entran tropas a la plaza, rompiendo por los quarteles del enemigo.

Sube su magestad de Monjuich y recorre la muralla.

Lléganos trufas por el mar. Habre el enemigo sus ataques azia Monjuich. Passea y reconoze su magestad el campo enemigo. Disponen los sitiadores sus quarteles inquietándoles nuestros paisanos. Reparten los sitiados la gente en los puestos que deve ocupar para el defensa, con otros susessos.

Avista el duque de Anjou con sus exércitos nuestra capital.

A las 11 de la mañana poco más del día 2 se comenzaron a descubrir las tropas enemigas, que venían por la parte del Ampordán comandadas por el duque de Noallas en el lugar de San Andrés una hora distante de la ciudad, y aviendo mandado salir de ella 100 cavallos de los regimientos del conde de Sizendorf y ingleses con 200 fusileros, que comandava don Antonio Desvalls para reconozer y observar los movimientos de nuestro competidor, llegaron los nuestros a tiro de pistola de sus guardias, sin que alguno se atreviese a apartarse de su camino.

Coronava la muralla y baluartes de la plaza la Coronela de la ciudad, cuyo coronel era el conseller en cap de ella don Nicolás de San Juan, compuesta de 46 compañías, y capitaneadas de cavalleros catalanes en número de 4.500 hombres en que consistía la mayor defensa de la plaza.

Decampó el enemigo el 3 por la falda de la montaña, llegando cerca del lugar de Sans, donde doblada la cavallería y infantería, y siguiendo su marcha, avistado este con el exército, que venía de Castilla y Aragón con el duque de Anjou, governado por el general de Tessé, embistió por la Cruz Cubierta a la montaña de Monjuich hasta llegar a tiro de pistola de sus obras exteriores, y ocupando de passo al convento de religiosos capuchinos de Santa Madrona y casa de María la Pastelera, que por ser pocos los sometenes que allí avía haziéndoles algún fuego se vieron precisados los nuestros a dexar los puestos a la mucha gente enemiga que avanzava. Con esta ocasión pusiéronse en arma todos los moradores de la ciudad subiendo a aquel fuerte de que era governador interino don Jayme Cordellas, coronel del regimiento con que sirve a su magestad la ciudad de Barcelona durante la guerra. Y ocupando estos naturales los puestos de la fortificación sostenidos por 200 hombres del Regimiento de Guardia Catalana, 300 fusileros de la misma nación, quatro compañías de la Coronela y los sometenes de Manresa y Villafranca del Panadés, embistiendo al enemigo con parte de la guarnizión a cuerpo descubierto, no solo lograron hazerle retrozeder del terreno que con su orgulloso movimiento avía ocupado, sí también consiguieron desalojarle de la casa de María la Pastelera y del mismo convento de Santa Madrona, matando muchos de ellos, y a no haverle llegado Mr. de Legal con crezido número de tropas con que pudo recuperar el convento, triunfavan los nuestros enteramente de las primeras, que con tanta furia operaron contra aquellas obras para dominarlas.

Viendo los de la ciudad el designio tan impenzado de avanzar el enemigo a Monjuich no solo manifestaron su amor y lealtad los vezinos, acudiendo con las armas, si no también un grandíssimo número de niños y mugeres, y entre ellas muchas de porte y distinción, de las quales unas subieron cántaros de agua con tanta abundancia, que no solo abastó para refrigerarse aquella gente que mantenían la fatiga del choque, pero aun sobró para llenar la cisterna y muchas botas o pipas, acudiendo otras en medio del fuego, con diferentes refrescos y pertrechos para assistir a los que peleavan, despreciando los riesgos a que en medio de tanto fuego se exponían. Y era tanto el ardimiento, que huvo muger que viendo que los artilleros no tenían a mano los tacos, alargó parte de sus vestidos para que no se retardase un punto en la ofensa del enemigo.

Entran tropas a la plaza rompiendo por el enemigo. Sube su magestad a Monjuich y recorre la muralla.

La Coronela de la ciudad de Manrresa y sometén de su veguerío, que de orden de su magestad avían levantado don Joseph Solá y Guardiola y don Juan Bauptista Cortada de Marlés, llegaron a vista de la ciudad por la parte de la montaña, y rompiendo por los enemigos (aunque les intentaron cortar el passo con alguna cavallería) lograron felizmente incorporarse con nuestra gente de la plaza, y fueron mandados a ocupar la línea de comunicación governando a estos Cortada y su hermano.

Hallávase el castillo y fuerte de Monjuich en esta ocasión con sus fortificaciones muy imperfectas, pero se trabaxava incessantemente en cerrar los lienzos de la muralla de la obra nueva y en perfizionar los flancos de los baluartes, fabricándose al mesmo tiempo la estrada encubierta con su empalizada des de la línea de comunicación de aquel fuerte hasta la plaza, en que se aplicavan soldados y paysanos.

Esta misma tarde subió su magestad a reconozer los trabaxos de Monjuich acompañado del conde de Assumar embaxador de Portugal, príncipe Antonio de Liecktenstein, mariscal del campo general conde de Ulefeld, don Joseph Boneu y otros cabos militares, siguiendo la real comitiva alguna nobleza catalana, cuya real presencia infundió un singular valor a todos los soldados y vezinos de la ciudad, y baxando por la línea de comunicación dió buelta por toda la muralla de la ciudad, infundiendo su real aspecto a su Coronela que la guarnezía un vigoroso espíritu.

Aparezió sobre la montaña de Monjuich azia la ciudad un meteoro, formando con mucha perfección la cruz de Santa Eularia según el informe de muchas personas religiosas, que lo asseguravan, por haverlo visto claro y con toda distinción.

Llegó la noticia de haverse puesto en marcha nuestras tropas, que se avían mandado venir de Gerona para el socorro de la plaza, cuya puntual diligencia fazilitó don Miguel de Alentorn y Pinós, coronel del regimiento de la Deputación, quedando al cargo de don Joseph Marís y Joseph Feu y Feliu el prevenir las lanchas o barcos para el transporte de ellas, lo que executaron con la presteza que la urgencia pedía.

Entró esta tarde el coronel don Joseph Mas de Roda con ocho cientos fusileros, que tenía a su comando, y fueron mandados a guarnezer el fosso y parapeto de la muralla, que mira a la parte de Monjuich. Esta noche se estuvo el enemigo sin hazer movimiento alguno.

Súpose el día 4 que el príncipe Henrrique Landgrave de Hassia avía partido con mucho acompañamiento de cavalleros del país y muchas tropas regladas y cañones de campaña de la plaza de Lérida, como dixe arriba, disponiendo con la mayor viveza y actividad lo que más conduzía al socorro de nuestra capital, para cuyo efecto se aplicó con toda diligencia a que los sometenes se aprestasen sin perder tiempo y acudiessen a la villa de San Cugat y montañas de San Gerónimo, para tener oprimido al enemigo, molestándole en su mismo campo.

Los clérigos y religiones concurrían en los trabaxos de fortificación con tanto calor y continua aplicación, que cumplían como simples gastadores el jornal.

Llégannos tropas por el mar. Habre el enemigo sus ataques azia Monjuich. Reconoze su magestad el campo enemigo recorriendo la muralla. Disponen los sitiadores sus quarteles inquietándolos nuestros paisanos. Reparten los sitiados la gente en los puestos de defensa.

Entraron las fragatas de Mataró, Sitges y Vilanova al amanezer del día 5, comboiando a muchas barquillas que venían cargadas de la gente de Gerona para el socorro de la plaza, hasta el número de 1.300 hombres, esto es el regimiento de alemanes de don Gabriel Colbars, el de napolitanos del coronel Castellón, de inglés [sic] el regimiento de milord Charlemon, y parte del de olandeses del general Santaman, quedándose aun parte de dicha gente en la villa de Arenys por falta de embarcaciones.

Empezó el enemigo a abrir los ataques des del convento de Santa Madrona azia el fuerte de Monjuich, desembarcando a un tiempo de su esquadra compuesta de 26 navíos de línea y una multitud de ganguiles, artillería, municiones y pertrechos que encaminava al cuerpo de su exército, pero baxando de la montaña hasta 400 migueletes de los nuestros por la parte de Llobregat, inquietaron tanto sus comboyes, que les precisaron a mudar de camino. En esta ocasión las tropas enemigas se apoderaron de la Torre del Cabo del río Llobregat.

Por la tarde bolvió su magestad a seguir la muralla subiéndose después a Monjuich con el acostumbrado acompañamiento, con que los paysanos y soldados tomavan nuevos alientos. Hizo gracia de ayudantes generales suyos al marqués de Rubí, conde de Çavella, don Juan de Pinós, cavallero del Orden de San Juan, a don Vicente Xammar y a don Juan Descallar, siéndolo ya el conde Stella, y don Pedro de Almedia, quienes en la expugnación que hizieron nuestras armas antes contra la misma plaza sobrellevavan la fatiga que casi no podrían tolerar los nuevamente eligidos, tanto era lo que trabaxaron en la continua distribución de los órdenes que recivían de la real boca de su magestad.

Puso el enemigo sus quarteles des de la orilla del mar por la parte del río Besós assia San Andrés de Palomar, y de esta al Mas Guinardó, y al convento de Gracia (teniendo las casas que mediavan entre este terreno), Sarriá y Pedralbes, de donde se dirigían hasta el río Llobregat.

Passó de la parte de Monjuich a San Andrés gran parque de cavallería enemiga, que executó en aquel lugar algunas hostilidades, quemando algunas casas de campo, y con esta ocasión se passaron a la ciudad algunos soldados de sus tropas.

No cessavan los paisanos en molestar y perturbar todos los días al enemigo en sus quarteles, particularmente en los de Sarriá y Gracia tomando muchos cavallos y assemilas en sus proprias tiendas. Baxaron aquella tarde los sometenes de la montaña, que llegaron junto a la Torre de Lledó sobre Sarriá, peleando valerosamente, en cuyo renquentro quedaron muchos muertos y heridos del enemigo y pocos de nuestra parte.

Para que los naturales estuviesen en la muralla con la seguridad de sus casas, se dispusieron quatro rondas con dos capitulares y dos clérigos cada una, iendo toda la noche por las calles, y se experimentó por esta providencia y prudente disposición el que en todo el assedio no suzedió violencia ni desorden alguno.

Llégannos tropas por el mar. Abre el enemigo sus ataques azia Monjuich. Passea y reconoze su magestad el campo enemigo. Disponen los sitiadores sus quarteles, inquietándoles nuestros paisanos. Reparten los sitiados la gente en los puestos de defensa.

Acampáronse los regimientos de la guarnizión en el campo de los Judíos, y se repartieron los puestos de la defensa de Monjuich y de la plaza en la forma siguiente.

Ocupó el general milord Dunegal con 300 ingleses del regimiento de Charlemon el castillo de Monjuich y otros tantos alemanes comandados por su coronel don Gabriel Colbars, dexando milord una guardia de su gente en la batería que avía sobre la línea de comunicación. don Joseph Mas de Roda con sus fusileros guarnezía las obras exteriores, y la línea de comunicación junto a la obra nueva el general Santaman con 300 olandeses, 200 hombres del Regimiento de Guardia de don Antonio de Paguera y Aymerich, con el teniente coronel don Antonio Meca y Cardona, y en lo restante, la Coronela de la ciudad de Manresa, con los sometenes de su veguerío, y los demás, que avía del Principado, cubriendo también estos la batería de San Bertran.

A la otra parte de la línea de comunicación, se pusieron los Dragones de Guardia del regimiento del conde de Sizendorf con sus cavallos; en la punta de la contraescarpa de la Puerta de San Antonio los fusileros del coronel Bach; en la punta de la contraescarpa del Portal del Ángel la gente catalana del comandante de fusileros Rau; en la punta de las contraescarpa del Portal Nuevo los fusileros de don Antonio Desvalls; en el fortín de Santa Eularia los dragones ingleses, con la cavallería de los regimientos del general de batalla don Pedro Monrás y de don Antonio de Clariana con la orden de hazer en la noche la patrulla fuera de la contraescarpa para encontrarse en camino con los dragones del conde de Sizendorf, que devían hazer la misma diligencia con ellos.

En la ciudad sobre la brecha 50 hombres del regimiento de guardia de don Antonio de Paguera y Aymerich, en el fuerte de San Antonio ciento del mismo regimiento, y 100 igualmente en el Bastión dels Tallers, 50 de ellos en el fuerte de Santa Eularia, y el resto del mencionado regimiento de retén en la Rambla. El regimiento de la guardia de la reyna de Inglaterra assistía a su magestad en palacio.


< Capítol 41 / Capítol 43 >