Capítulo 48

Acude animosa la gente del país a la montaña para el socorro de su rey. Prosigue el enemigo su vigoroso fuego. Repiten llamadas en la montaña. Salida de la plaza.

Passa su magestad a reconozer la brecha y cortadura. Executan ingleses otra salida. Retorna el ayudante general de su magestad con la noticia de que la flota se hallava ya muy cerca de Sitges. Repítese otra salida de la plaza. Zarpan las balandras francesas azia levante. Empréndese el desalojar al enemigo de la Torre de Regás. Continúan las llamadas de los de la montaña.

Desapareze la esquadra enemiga a la madrugada. Logran nuestras fragatas una presa de algún valor. Descúbrese nuestra flota al cabo del río Llobregat. Cántase el Te Deum y un solemne oficio en acimiento de gracias. Desembarca nuestra gente y generales. Recoge el enemigo sus tiendas, dexando algunos quarteles, con otros susessos.

Acude animosa la gente del país a la montaña.

Es inomprehensible el ánimo con que acudieron los naturales del Principado a la montaña para socorrer a su amado rey, y los gastos tan excessivos (cuyas summas no es fázil por ser tan grandes reduzirlas a guarismo), que hizo la provincia para mantener la gente en aquel puesto, y lo que esta contribuyó en la assistencia de víveres y demás mantenimientos para introduzir en la plaza, que ya empezava a necessitar de ellos.

Continuó el enemigo al 6 su vigoroso fuego dirigiéndolo a la brecha y ruina de la ciudad con balas incendiarias, haziendo a las 12 del medio día algunas humadas o señales des de Monjuich, por lo que los nuestros no se descuydavan en perfizionar quanto era possible la gran cortadura, como también la de dentro del Baluarte de San Antonio.

A las 9 de la mañana salieron dos esquadrones de cavallería del Regimiento Real de Dragones del conde de Sizendorf, a quienes mandó el general de batalla don Joseph Campredon se encaminasen azia San Martín para divertir al enemigo, y reconoziendo que era de mucha importancia el ocupar una casa que tenía guarnezida, mandó a don Jayme Carrera que la atacase, assistido de la gente que comandava el coronel Mas de Roda, don Antonio Desvalls con la suya, don Juan Bauptista Cortada y su hermano, el coronel Bach y el comandante Rau, con parte de sus fusileros, y lo executaron con tal valor, y denuedo, que lograron passar a cuchillo todos los enemigos que la guarnezían, poniendo en una ignominiosa fuga a un regimiento de infantería y tres batallones de cavallería, que intentaron socorrerles. Perdieron de aquel regimiento en su retirada muchos soldados, porque siguiéndole intrépidos y constantes los fusileros, dando sobre él la descarga, no le dieron tiempo a su contrario para poderse reazer, ofendiéndole mucho la abilidad del tirar tan acertado de nuestra gente pues no perdieron tiro alguno de los que apuntavan contra su enemigo. Venzido y dominado aquel puesto de la casa por los nuestros, dispusieron una fuerte guarnizión en ella de los mismos fusileros, y de una compañía de voluntarios montados, que mandava don Antonio Caracholí, que assimismo se halló en la funcción, retirándose la demás gente en el camino de la travesera.

Viendo el enemigo quan mal le avía salido este susesso, y que los nuestros se ivan reforzando con muchos voluntarios y paysanos, que salieron de la plaza, y que les molestavan ya sobrado, llegando hasta sus mesmas tiendas, puso en arma todo su campo y reforzó aquel parage de Gracia con muchos batallones de cavallería y esquadrones de infantería. Y observándose de la plaza que el contrario cargava sobre nuestra gente salió el príncipe Henrrique Landgrave de Hassia con tres esquadrones de cavallería de los regimientos del conde de Sizendorf, Clariana y ingleses a reforzarles, y aviendo llegado al camino de la travesera donde estava nuestra gente, se animaron tanto los paisanos, que a cuerpo descubierto fueron a buscar al enemigo a una casa, que distava solo un tiro de pistola de ellos, y aunque cargó sobre esta gente un esquadrón de cavallería del francés, se defendió y mantuvo el puesto con grande valor. Echáronse seis esquadrones más de la cavallería sobre los nuestros, que sostenidos por el príncipe Henrrique con tres esquadrones de voluntarios y fusileros, que ocupavan todas las márgenes de aquel terreno, se movió tan grande escaramuza, que después de averse disparado las carabinas y pistolas, se dieron de cuchilladas, que se vieron precisados a ceder al grande fuego y ardimiento de soldados y paysanos, retirándose con mucha pérdida de muertos y heridos, que llegaron según lo que desertores afirmaron a más de 300 hombres los que le faltaron al enemigo en aquel renquentro, no siendo los de nuestra parte más que 13 soldados los muertos y algunos heridos. Fueron muy buenos los despojos de que se supieron bien aprovechar nuestros paysanos.

Llegó con esta noticia el ayudante general de su magestad don Pedro de Almeyda, que por su real orden avía ido a saber como quedava el susesso, y como se supo era tan favorable, fue universal la alegría de todos los que entendieron las circunstancias que concurrieron en aquella operación.

Passa su magestad te reconozer la brecha y cortadura. Executan ingleses otra salida. Retorna el ayudante general del rey nuestro señor con la noticia de que la flota se hallava muy cerca de Sitges. Repítese otra salida de la plaza. Zarpan las balandras francesas azia levante. Empréndese el desalojar al enemigo de una casa. Continuan las llamadas de la montaña.

Salió su magestad a la brecha para reconozer la gran cortadura y demás trabajos de defensa con todo el acompañamiento de ministros generales y nobleza catalana aunque con sentimiento de muchos, por ver exponía su importante vida al evidente peligro de las bombas y granadas reales y balas que el enemigo arrojava incessantemente en aquel parage, porque era tal la fineza de los barceloneses con su rey y señor, que assegurada su real persona en la ciudad, tenían por cierta su vi[c]toria, como su desgracia en el peligro o ausencia de monarca tan finamente estimado.

Continuó el enemigo por la noche su disparo a la ruina de la ciudad, y aviendo assistido el príncipe Henrrique Landgrave de Hassia toda aquella en la gran cortadura y brecha, mandó quemar la barraca de madera que servía para pesar la leña fuera de la Puerta de San Antonio para que el enemigo no se pudiesse reparar en ella.

Executaron ingleses al 7 una salida de la plaza a los ataques de los sitiadores, y invistiéndole con denuedo y summo valor, obligaron a los que les defendían a una huida precipitada, de calidad que no solo desbarataron las faxinas y trabaxos, sí también hizieron prisionero al teniente de la artillería, quedando algunos franceses muertos y otros heridos.

Vino el ayudante general del rey nuestro señor don Vicente Xammar, que le avía embiado su magestad al generalíssimo conde de Peterboroug, embarcado en una faluca, con el aviso que la armada de los aliados llegaría sin falta este mismo día a Sitges, donde se hallava milord con grande vigilancia impaziente de que no huviesse llegado antes para embarcarse y introduzir el socorro tan dezeado a la plaza.

Sobre el medio día repitieron otra salida granaderos napolitanos a los mismos ataques, que tenían ya muy cerca de la estacada, y con las granadas que echaron pegaron fuego a las municiones de la gran batería enemiga, viéndose bolar por el ayre vastimentos de artillería, artilleros y muchos franceses, en cuya funcción quedaron de los nuestros dos muertos y algunos heridos, pero fué muy mayor la pérdida de los sitiadores, que llegó a 300 entre muertos y heridos.

A las quatro de la tarde se arrimó un navío enemigo a la capitana de su esquadra, y luego esta hizo señal con su disparo de artillería para ponerse a la vela reparándose al mismo tiempo que los dos navíos que cercavan el passo de la costa por la parte de Besós, se pusieron en marcha con las balandras azia levante, siguiéndoles algunos quatro o cinco del cuerpo de la esquadra, y se discurrió generalmente con las antecedentes noticias, que se tuvieron de que sus guardias adelantadas avían descubierto nuestra flota, y más poderosa de lo que ellos juzgavan.

A las 6 fueron los fusileros de Jesús, Capuchinos y mucha gente del país voluntaria a desalojar al enemigo de la Torre de Regás sostenidos de alguna cavallería, y peleándose mucho en esta ocasión, murieron muchos de los contrarios, quedando assimismo algunos heridos, pero perdimos al capitán de guardia de dragones don Pedro Texel, que comandava su batallón, que murió de una bala de artillería, de las muchas que el enemigo disparó de sus quarteles.

A las siete de la tarde hizieron los nuestros des de la cumbre de la montaña seis llamadas (que era la señal que se avía de hazer quando se descubriría la armada), correspondiendo a las primeras llamadas tres salvas con tal orden y tanto número de tiros, que horrorisó a los sitiadores, repitiendo otra igualmente a la noche.

Desapareze la esquadra enemiga a la madrugada. Logran una presa de algún valor nuestras fragatas. Descúbrese nuestra flota al cabo del río Llobregat. Cántase el Te Deum y un solemne oficio, en acimiento de gracias. Desembarca nuestra gente y generales. Recoge el enemigo sus tiendas, dexando algunos quarteles.

Al amanezer del día 8 desapareció la esquadra enemiga y lograron nuestras fragatas de Mataró, Sitges y Vilanova tomar tres ganguiles franceses con un coronel y otros de la misma nación, que venían de levante y el cargo que avía en ellas, consistiendo en nueve cavallos, mucho equipage, trigos y otros víveres.

Descubriose nuestra flota al cabo del río Llobregat, muy pomposa en número de 53 navíos de línea y muchos otros de transporte, cuya vista fué de summo regosijo por los sitiados, con ocasión de verse la plaza con el enemigo en punta de la contraescarpa del baluarte en San Antonio, y delante de la brecha, celebrando el socorro a tiempo tan oportuno. En reconozimiento del favor con que la Divina Providencia avía atendido a la justa causa de su magestad, mandó exponer el santíssimo patente en la iglesia de San Pedro de las Puellas, donde con su real assistencia y de toda la Corte, y inumerable concurso de la ciudad, se cantó el Te Deum y un solemne oficio en acimiento de gracias por tan especial beneficio.

Desembarcó el generalíssimo milord conde de Peterboroug, el barón de Wassenar, el general Wils ingleses, el cavallero Leack, general conde de Noyel, y el general Palm olandeses, con 3.000 infantes, a cuya funcción salió su magestad a cavallo al mismo desembarcadero (demonstrando lo mucho que apreciava el importante socorro de los aliados), y encaminándose todas las tropas a la Rambla para poderlas conduzir más presto des de allí a la brecha y cortadura, por si acaso el enemigo intentara algún avanze, fué su magestad subseguidamente a verles esquadronados, donde huvo grandes aclamaciones del pueblo y presidio con muchas enorabuenas, que se repetían unos a otros por aquella dicha de haver llegado tan a tiempo y sazón el socorro de la plaza.

Advirtiose al mismo tiempo que el enemigo recogía sus tiendas de la parte de San Andrés de Palomar hasta el convento de Gracia, dexando aquellos quarteles, que se incorporaron con todo el cuerpo de su exército, que se hallava apostado en Sarriá, Sans y a la montaña de Monjuich. Dixéronnos seis desertores, que vinieron a la plaza, que los enemigos se davan por perdidos faltándoles el amparo de su esquadra y viendo nuestra flota tan poderosa delante.

Continuose por la noche el desembarco de la gente hasta el número de 8.000 hombres, que se pusieron de retén en la misma Rambla para estar más cerca de la brecha, caso que el enemigo de desesperado intentasse algún assalto, que nos disparó algunos cañonazos de sus baterías, arrojando algunas bombas, a cuyos tiros respondieron los nuestros con toda gallardía, arrojándole muchas piedras de los morteros, sin cessar la mosquetería en su fuego dirigiéndole a sus ataques y líneas más inmediatas a la muralla.


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