Capítulo 23

Trabaxa el enemigo en la estención de la línea frente la Redondela. Marchan navíos de la baya. Hazen apreención los nuestros de un jabeque. Llena la mucha lluvia de agua los ataques enemigos.

Permaneze la esquadra francesa en la punta del Carnero, reparando el contrario su última batería. Daña nuestro cañón la gente los aproches. Fuego lento de los de afuera anegándoseles algunas baterías. Salida de olandeses.

Avisos por desertores. La continua lluvia hecha a rodar los reparos del enemigo haziendo su cañón alguna pausa.

Remplazan los sitiadores sus baterías con nuevos cañones. Ponen mano sitiados a la fábrica de una mina y obras de defensa, y los del campo al restablezimiento de sus daños.

Trabaxa el enemigo en la estención de la línea frente la Redondela.

Al amanezer del siguiente día se reparó que venía el enemigo trabaxa[n]do en la estensión de la línea frontera a la Redondela en que dió mucho que discurrir, y algo que temer: unos decían que el aver continuado aquella línea era a fin de adelantar la mina que tenía abierta por aquel lado, otros que desesperado que mantenerse en sus ataques les continuava por no tener la gente del todo ociosa en sus reales.

Marcharon azia poniente este día los ocho navíos que el antecedente avían aportado a nuestra vista. Los barcos de la plaza tomaron un jabeque valenciano a poca distancia de la flota del de Pointí, cuyos prisioneros dixeron no avía venido a otro fin aquella esquadra que al de assegurar la entrada y desembarco de la artillería y pertrechos, añadiendo tenía ya orden aquel general de partirse al primer viento para el puerto de Tolon. Solas 5 bombas empleó este día el enemigo contra los de la plaza, dando a entender las pocas que tenía en los almagazenes de su campo.

Con la continuación, y copia de agua, que el día 6 sobrevino, se llenaron otra vez los ataques de los sitiadores, de suerte que fueron impedidos de proseguir sus trabajos, estando los que les guarnezían con agua hasta la cintura de que perezieron muchos.

La esquadra francesa se mantenía en el mismo puesto, sin que diera muestras por entonces te querernos invadir por la parte de Europa, como se temía.

Con el batallón de cavallería que de poco antes quedava formado ivan continuamente los de la plaza divididos en diferentes patrullas, reconoziendo su circunferencia.

Permaneze la esquadra francesa en la punta del Carnero reparando el contrario su última batería. Daña nuestro cañón la gente en los ataques. Fuego lento de los de afuera anegándoseles algunas baterías. Salida de olandeses.

Permaneció la esquadra enemiga el día 7 en la punta del Carnero no obstante la violencia del levante a que quedava totalmente expuesta con evidentes peligros de perder las áncoras y estrellar los buques en aquellas peñas.

La batería que últimamente avía armado contra la plaza el enemigo fué reparada algún tanto por sus gastadores, quienes como no podían emplearse en adelantar las trincheras por lo blando que quedava el terreno con la mucha agua que avía embebido, se ocuparon en restituir sus reparos, disparando muy poco la artillería.

La plaza hizo con su acostumbrado disparo harto daño a los sitiadores mayormente al tiempo de mudar las guardias del ataque.

Vinieron a nuestro campo del Principado de la Cataluña don Felipe Armengol de Fox y don Juan Nebot, embarcados en una saetía catalana, que nos dieron cabal noticia del estado de aquel país y quan violentos se hallavan los ánimos baxo el intruso dominio del de Anjou.

Proporcionado al del día siete, fué el fuego que al ocho pudo hazernos el cañón de los sitiadores, en razón de aver continuado con mucha mayor fuerza la lluvia de lo que la avía echo hasta allí, de calidad que tres de sus baterías quedaron enteramente anegadas y su campo echo laguna en gran parte.

Arreziose notablemente el viento al mismo passo, con que se embravezió el mar, de forma que estuvieron a pique los navíos de Pointí de dar al travez.

A las 10 de la noche cinquenta olandeses executaron una salida por parte de la Redondela de que les resultó el averse echa señores por un buen rato de la línea más immediata a ella después de haver muerto a algunos, y prisioneros a 13, que entraron a la ciudad poco después al retirarse los nuestros sin más pérdida que la de un hombre tan solo.

Este susesso motivó a ponerse en armas el real de los contrarios y a acudir la cavallería a las trincheras para obligarnos a retrozeder quando ya lo avíamos executado con buen orden rezelosos de lo que podía suzedernos caso que nos hubiéssemos detenido sobrado en las trincheras.

El fuego de este día fué igual y regular por entrambas partes, bien que el de nuestra mampostería así en la estrada encubierta como en su cortina fué mucho mayor que el de los contrarios.

Contaron los prisioneros como la esquadra enemiga no les avía traído gente alguna, y que los de su partido ivan plantando en cinco diferentes baterías hasta quareinta y dos piezas de cañón y ocho morteros, que todavía procuravan encubrir en tanto que el tiempo no les dava lugar.

Quedó preso este día un patache inglés por los navíos del enemigo, que escoltavan su flota.

Avisos por desertores. La continua lluvia echa a rodar los ataques del enemigo haziendo su cañón alguna pausa.

Un desertor que se nos vino el día 9 confirmó la deposición que nos hizieron el antecedente los que nos entraron, añadiendo la circunstancia de que el duque de Habré mandando la noche de aquel mismo día en los ataques, avían quedado muertos por los de nuestra salida hasta unos ocho, y heridos seis. Dixo más que el exército de los enemigos quedava muy fatigado, y que los franceses se avían reduzido al número de 3.000.

Calmó este día el levante y se levantó poniente, bien que sin cessar por esso de llover fuertamente. La capitana francesa puso señal, según se parezió, de zarpar, de calidad que se acercaron a ella quantos navíos tenía dentro la baya, de quienes 3 se pusieron a la vela, procurando hazerse a alta mar quanto pudieron.

Restituionos el general de Tessé al granadero inglés que fué preso por los enemigos la noche de la salida antecedente, a quién mandó decir el príncipe estimava la puntualidad con que atendía al desempeño de su palabra.

No cessó la lluvia, con que le fue preciso al cañón hazer alguna pausa.

La mucha agua, que se despeñava del monte por aquella parte de la brecha y Redondela, les fué de notable perjuizio a los sitiados en las cortaduras y reparos que para su defensa avían formado en ambos a dos puestos, y assí continuaron oy a trabajar en ellos unos 100 hombres, que para este ministerio fueron diputados en la ciudad echando mano para salir con el con el intento de las faxinas, que durante el sitio les subministrava la montaña, cuyo subsidio no fué de poco momento para la total resistencia que se les hizo a los sitiadores.

Remplazan los sitiadores sus baterías con nuevos cañones. Ponen mano los sitiados a la fábrica de una mina y obras de defensa, y los del campo al restablezimiento de sus líneas.

Con la mudanza que hizo el día 10 cessó la lluvia y passó a tramontana el viento, quedando 10 navíos de los franceses todavía sobre el fierro en la misma punta del Carnero, con la circunstancia de que dos de ellos se hizieron a la vela poco después para reconozer el estrecho, passando para Ceuta muchas fustas españolas con la seguridad que les franqueava la bonanza.

Todavía quedava el enemigo ocupado en repartir la artillería, que últimamente avía recivido por las baterías que de tiempo atrás quedavan formadas esperando su remplazo, y assí no fue mucho que disparara poco su cañón. El de los sitiados se vió precisado al descanso a fuerza de ir faltando las municiones en la plaza y no saberse quanto tardaría el socorro que se esperava.

Una mina se principió este día baxo el bastión de San Pablo, a fin de que en caso que por desgracia quedara en poder de los enemigos pudiera bolarse y arruynarse totalmente.

Levantóse un temporal el onze mucho más fuerte que el primero, con que estuvieron en gran peligro de perderse los navíos franceses, que con admiración se mantenían en la punta del Carnero, de quienes dos hizieron vela sin saberse el destino que llevavan en su viage y precipitada derrota, que tomaron a todo trapo, favorezidos del viento que aunque fuerte le lograron enpopa[r].

En la plaza se continuava con la misma solizitud y diligencia que hasta allí en las defensas que se tuvieron por necessarias a su resguardo y conservación. En el campo trabajó mucho la zapa en componer y restaurar las baterías, que de antemano avían sido maltratadas por nuestro cañón, haziendo ademán en lo demás de dar principio a otro nuevo sitio, o bien para aturdir con esto al príncipe, o para animar con esto a los suyos su general.

Un navío de Lisboa con el favor de la tempestad se arrestó a passar por medio de la esquadra de los enemigos cargado de bastimentos, entrándose de golpe al muelle sin que reciviera daño de sus adversarios.


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