Capítulo 30

Cargan navíos enemigos y otras embarcaciones pertrechos, municiones y equipages. Buelve a escrivir el príncipe a Villadaries rezentido de su respuesta. Salva en la plaza. Bólasele al contrario un barco cargado de pólvora entre los dos ríos.

Planta nuestro adversario su guardia de a pié y de a cavallo tras los molinos. Noticias por desertores, que nos vinieron.

Exacta relación de la gente que perdimos durante el sitio.

Empréndese con 300 granaderos y 400 fusileros el desazer y allenar las obras del enemigo, tramando una pelea con sus guardias.

Cargan navíos enemigos y otras embarcaciones pertrechos.

Ancoraron el quatro sobre la bahía los 3 navíos, que poco à se dixo, y embarcando en ellos (como notaron los de la plaza) el resto de sus pertrechos los sitiadores, no dudamos sería este el último día del sitio.

De Tarifa llegaron al mismo tiempo como unos 24 barcos, que fueron de no pequeño socorro para el total embarco del equipage, ropa y butín de los oficiales, que quedavan todavía sobre el real del enemigo.

Al marqués de Villadaries le remitió una carta el príncipe este día, que hizo entregar a la más avanzada de sus guardias, en que le dava la advertencia, y con ella aviso, de que sí atropellando el estilo y buena correspondencia de la guerra executara algún rigor o castigo contra los seis españoles que le quedavan presos en su poder, experimentarían los que se hallavan en la plaza el mismo tratamiento.

Con ocasión de celebrarse la memoria de la coronación de la reyna de Inglaterra, quiso el príncipe acompañarla con aquellas demostraciones de júbilo, que el tiempo le subministrava, y assí mandando poner en arma todo el presidio, coronó la muralla de la plaza por la tarde, y con la assistencia de todos los señores generales, cavos y demás subalternos, mandó a las ocho de la tarde se hiziera una triplicada salva (cómo se executó) al disparo de 90 piezas, que dieron a entender al enemigo el alborozo con que quedava la plaza, rematando esta tan célebre funcción el béllico sonido de las caxas y aclamaciones del presidio.

Vino de Lisboa el día 5 una barca genovesa y si bien al ingresso creió que aquellos 3 navíos que eran dentro la bahía no eran enemigos, la desengañaron los cañonazos que le dispararon bien presto.

Por la tarde suzedió el caso de bolársele a nuestro contrario un barco harto grande lleno de pólvora en la boca de uno de los dos ríos, al mismo tiempo que iva continuando el embarco que se a dicho. El estruendo fué tal que los de la plaza pensaron avía bolado el almagazén de pólvora, que todavía le quedava allí, aviendo sido este (como después se averiguó) fatal anuncio de la muerte del señor emperador Leopoldo Primero (que Dios haya) pues que el mismo día, hora y instante suzedió este melancólico prenuncio a nuestros ojos.

No obstante de que ya no podía dudarse del total decampamento del enemigo para dexar aquel sitio, mandó el príncipe trabaxar alguna gente sobre la Redondela para reparar los daños que avían causado los últimos golpes de la artillería enemiga en sus fortificaciones, en cuya atención en la palissada renovó muchas de las estacas, que quedaron inútiles para servir.

Planta nuestro adversario su guardia de a pié y de a cavallo tras los molinos. Noticias por un desertor que nos vino.

Salió de la bahía el 6 uno de los 3 navíos franceses para Ceuta a fin de cubrir los barcos españoles, que se enderezavan a aquella plaza con cantidad de pertrechos para su abasto a tiempo que otras embarcaciones hazían lo mismo para pertrechar la de Cádiz.

El enemigo plantó oy su guardia de pié y de a cavallo tras los molinos, y en parage, que pudo ser ofendido de nuestro cañón, y assí asestándole a aquel blanco nuestros botafuegos, fueron saludados del castillo y batería real, obligándole a retirar tras el premontorio de arena, que a poca distancia de aquel puesto se hallava.

Hizieron vela para Cádiz el día siete los dos navíos franceses de que se habló el día 3, con cuya ocasión partió en seguida una tartana con pliegos para Tánger.

Passáronse al subsiguiente día dos atambores olandeses del campo a la plaza y dieron noticia de que el resto de los franceses, que todavía en él quedavan, iva marchando en seguimiento de los demás, de calidad que no se hallava más gente que 250 cavallos y alguna infantería española. Este pequeño cuerpo se aloxó el día 9 sobre un terreno elevado a distancia de una legua de la plaza de donde le huviera desalojado el ardimiento de nuestro primer gefe a no faltarle para la execución alguna cavallería de que padezía notable falta, a más de que estando como estava fatigado el presidio, le parezió era bien no ocuparle en este género de operaciones hasta que la flota y el tiempo le permitiesen ocasión para poder lograr más a su salvo la suya.

Un navío inglés, que se hizo a la vela este día, se encargó de diferentes pliegos, que se remitían a Londres, para donde tomava su derrota. Otro liornés entró con dos barcos cargados de vino y aguardiente, que apresó sobre las costas de España.

Exacta relación de la gente que perdimos durante el sitio.

Aquel criado de quién se dixo arriba avía desertado al enemigo con diferentes alaxas del capitán su amo retornó el día 10 a la ciudad con la noticia de que no llegava el cuerpo enemigo a 1.000 hombres, que Villadaries quedava todavía en la vezindad y que se estavan dando las providencias para fortificar con alguna gente la puente de aquella parte.

El príncipe embió a los 11 una barca con despachos a Tánger para Methuen y enseguida mandó investigar y tomar una nota muy exacta de la gente que avía muerto des de la toma de la plaza hasta este día, con que se averiguó faltavan del presidio a violencias del fuego, de las piedras, de las ruynas y de avanzes que se executaron y salidas de la plaza hasta quatro cientos noventa y dos, y de las heridas y enfermedades quinientos y diez, de calidad que en el discurso de nueve meses, y los siete de sitio formal, solo nos faltaron 1.002 hombres, siendo assí que de las deposiciones de los desertores y avisos que tuvo el príncipe después de personas fidedignas (como dixe arriba), llegaron los muertos al número de de [sic] passados de onze mil los que echó menos el enemigo, con la certeza de que todo el resto de su exército quedó inútil de servir ocasionándolo las lluvias y fríos que padezieron los soldados en los ataques durante el assedio en que mucha parte de ellos vinieron a tullirse miserablemente, y a la verdad consuena esto con lo que dixo el mariscal de Tessé en la cabachuela del de Anjou después de levantado el cerco, que era por demás el sitiar a Gibraltar, porque aquella plaza pedía para su conquista todo el poder de España.

Empréndese en 300 granaderos y 400 fusileros el desazer y allenar las obras del enemigo, tramando una pelea con sus guardias.

No suzedió cosa notable el día 12 por quedar el enemigo descansando en su aloxamiento de las passadas fatigas en que tan voluntariamente se avía entrado.

Un navío que passó el estrecho este mismo día hizo el ademán de venírsenos en drechura a la plaza, de calidad que llegó muy cerca de ella, bien que bolviendo velas retrozedió sin más otra vez para el mar, reparándolo nuestras fragatas, y creiendo era enemigo fueron en su seguimiento, bien que no pudieron alcanzarle.

El día 13 se tomó en la plaza el acuerdo de desazer los trabajos, baterías y ataques que durante el assedio avía levantado el enemigo, y assí al despuntar del día salió para este efecto un destacamiento de 300 granaderos y 400 mosqueteros entre ingleses y olandeses mandados por el coronel Rivert a fin de dar principio a aquella operación, y para lograrla de todo punto, se acercó este cuerpo a los molinos de viento en que estava de piquete alguna cavallería y infantería del enemigo, quien apenas huvo reparado nuestro movimiento, quando sin más se retiró, con que sin oposición pudieron aloxarse nuestros granaderos sobre lo alto del arenal formando una línea a lo largo para cubrir las espaldas a los que trabaxavan en terraplenar y descomponer las que quedavan del sitio, y huvo de una y otra parte algún fuego disparándose las sentinelas avanzadas en tanto que el grueso del enemigo, que consistía en cinco esquadrones y quatro batallones poco más o menos, se vino azia nuestra gente haziendo alto a media distancia sin más oposición que la de quedar apostado a nuestra vista hasta la tarde, que empezó a retirar nuestro destacamiento a la plaza, suzediendo con esta ocasión una lixera escaramuza entre la cavallería contraria y nuestra retaguardia, que no se atrevió a acometerla con aquel vigor que le sugería la ocasión y solo arrimado sobre nuestra infantería, partió de carrera dando sobre ella la descarga de sus armas de fuego. se resistieron con tanto valor nuestros granaderos, que bolviendo frente, les obligaron a retirar con pérdida de algunos de los enemigos, en cuya funcción nos faltaron tres soldados y fueron heridos ocho, y quedó prisionero don Sebastián de Riba de Neyra después de haver peleado con gran valor.

Un soldado que se nos vino con su cavallo y armas a la plaza nos dixo se avía ya partido Villadaries para Cádiz dexando solos 600 hombres sobre el bloqueo de quiénes avía de marchar parte de ellos para Málaga quanto antes.


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